A propósito
del martirio de San Patroclo, San Gregorio de Tours
comenta que el descubrimiento de una copia del relato
aumentó mucho la devoción que el pueblo le profesaba.
San Patroclo fue enterrado cerca de Troyes, donde había
sufrido, y ya contaba con una capilla en su honor; pero
el clérigo encargado de ella era un simple lector, y
del tono de San Gregorio se desprende que la capilla
carecía de importancia. Pero un día, el lector llevó
al obispo un documento escrito apresuradamente, que
parecía ser una copia de las Actas de San Patroclo.
Según dijo el lector, un hombre que le había pedido
hospitalidad, poseía un manuscrito de la pasión de San
Patroclo. El lector se lo había pedido prestado y lo
había copiado rápidamente, durante la noche, para
devolver el original a la mañana siguiente. Para
utilidad de quienes se dedican al estudio de la
hagiografía merovingia, hay que hacer notar que el
obispo de Troyes se rió en las barbas del lector,
declarando que tanto el peregrino como el manuscrito
eran una invención de éste. Esto demuestra que los
hombres de iglesia de la época estaban perfectamente al
tanto de que se fabricaban constantemente actas falsas.
Sin embargo, San Gregorio narra que los
miembros de una expedición militar, que invadió Italia
poco después, volvieron con un documento de la pasión
de San Patroclo, idéntico al que el lector había
copiado. Esto produjo una explosión de devoción a San
Patroclo. Era éste un prominente cristiano de
excepcional caridad y santidad. Había sido arrestado
durante un viaje de cierto gobernador llamado Aurelio
(259), o del mismo emperador Aureliano, a Troyes (275).
Las respuestas valientes y desafiantes de Patroclo le
valieron ser condenado a muerte. El santo logró escapar
cuando sus verdugos trataban de ahogarle en el Sena,
pero fue nuevamente aprehendido y decapitado. Sus
reliquias fueron más tarde trasportadas a Soest de
Westfalia, donde reposan todavía en la actualidad.
Ver
Acta Sanctorum, 21 de enero; Allard, Histoire
des persécutions, vol. III, pp. 101, ss.; Giefers, Acta
S. Patrocli (1857).
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