El 19 DE
junio de 1955, el Papa Pío XII beatificó a los 19 mártires
ejecutados durante la revolución francesa en el
departamento de la Mayenne, región que pertenecía
entonces a la diócesis de Mans. El más notable de
todos fue Juan Bautista Turpín de Cormier. Nacido en
Laval el 8 de septiembre de 1732, ordenado sacerdote en
1756, bachiller en teología por la Universidad de
Anvers, después de varios ministerios fue nombrado, en
1783, párroco de la Trinidad de Laval (la catedral
actual). Juan había rehusado prestar el juramento de
supremacía; sus vicarios y muchos otros sacerdotes debían
a su ejemplo y a sus consejos su firmeza ante la
persecución. Habiéndose hecho sospechoso a las
autoridades, fue encerrado en el antiguo convento de
Cordéliers, desde el 20 de julio de 1772. En la
Patience utilizó toda su influencia y su prestigio para
alentar a sus hermanos. Fue considerado como el jefe,
tanto por ellos como por sus carceleros. Los meses
pasaron largos y monótonos. En octubre, el ejército de
la Vendée, que había atravesado el Loira, se
aproximaba a Laval. Asustadas las autoridades
republicanas, evacuaron a Rambouillet a todos sus
prisioneros, excepto a los 14 sacerdotes, a quienes se
consideraba incapaces de soportar este desplazamiento.
Los revolucionarios entraron a la ciudad y liberaron
también a los "buenos sacerdotes". No mucho
tiempo después, la armada republicana volvió a tomar
el puesto, los revolucionarios fueron expulsados y,
apenas repuestas en su lugar, las autoridades del
departamento obligaron a los sacerdotes a volver a
entrar en la Patience.
El tribunal revolucionario de Laval quería
vengarse de los fracasos sufridos por las ideas nuevas
en el departamento. El 21 de enero de 1794, hacia las 8
de la mañana, los 14 sacerdotes fueron conducidos al
tribunal, junto con algunos otros sospechosos.
Juan Bautista Turpin de Cormier fue el
primero en ser interrogado:
-¿Has prestado el juramento de soberanía
exigido por la ley? -No. ,1 -¿Por qué no lo has
prestado?
-Porque ataca mi religión y va contra mi
conciencia.
-¿Has ejercido tu ministerio desde que te
rehusaste a prestar el juramento y has celebrado la
misa?
-SÍ.
-¿ Has aconsejado a tus sacerdotes, en la
conversación o en la confesión, a que no lo presten?
-Ciudadano, cuando se nos exigió el
juramento, nos reunimos y, después de haber discutido
sobre el asunto, nos dimos cuenta de que nuestra
conciencia no nos lo permitiría de ninguna manera.
-Pero este juramento no es otra cosa que
obedecer la ley. ¿Dónde han tenido esa reunión?
-En la sala del presbiterio, lugar
ordinario de las deliberaciones eclesiásticas, con el
permiso del ciudadano Enjubault Boessay de la Roche.
-¿Entonces, has sido tú quien ha impedido
a los sacerdotes prestar el juramento? ¿Quieres prestar
hoy el juramento de libertad e igualdad?
-Ni ahora, ni después; siempre se oponen a
la ley de Dios.
Desde su promulgación, el juramento de
libertad e igualdad levantó entre los sacerdotes fieles
al Papa largas polémicas. Es necesario reconocer que
las interpretaciones dadas, le hicieron a veces
aceptable, a veces imposible. En Laval, el padre Gallot,
a quien se interrogó en segundo lugar, recibió una
respuesta que resolvía todas las dudas. El fiscal le
preguntó:
-¿Has prestado el juramento de libertad e
igualdad?
-Ser fiel a la república, no profesar
ninguna religión, ni aun la católica.
Después de haber sido interrogados todos
los sacerdotes en forma semejante, y convencido el
tribunal de su firmeza en la fe, finalmente el fiscal
pidió contra los catorce sacerdotes: "exijo que
todos sufran la pena de muerte y que Turpin de Cormier,
ex párroco de esta comunidad, sea ejecutado el último
por haber fanatizado a su clero".
Los sacerdotes se confesaron mutuamente y
prepararon a morir a los cinco rebeldes condenados a ser
guillotinados con ellos. Hacia medio día, fueron
conducidos a la plaza del palacio. Uno de los sacerdotes
dijo a los curiosos: "Nosotros os hemos enseñado a
vivir, nosotros os mostraremos cómo morir".
Fueron enterrados en la Croix-Batalle. El 6
de agosto de 1816, sus cuerpos fueron exhumados y
depositados con honor en la iglesia de Avesnieres.
Fueron beatificados, como ya se dijo, el 19 de junio de
1955 por Pío XII.
Véase
el Acta Apostolicae Selís vol. XLVII, pp.
445-451 y para mayores datos. Les Martyrs de Laval (1955)
de Mons. Cesbron; A. Batar Les Martyrs pendant le
Terreur.
|