El cuerpo de San Vicente de
Zaragoza fue echado a un basurero) para ser devorado por
los buitres, pero fue defendido por un cuervo. Daciano
lanzó su cuerpo al mar (atado a una rueda de piedra de
molino), pero volvió a la orilla y fue enterrado por
una piadosa viuda. Después que la paz fuera restaurada
para la Iglesia, se construyó una capilla sobre sus
restos fuera de las murallas de Valencia. En 1175 las
reliquias fueron llevadas a Lisboa; otros afirman que
fueron a Castres en 864. Carmona, Bari, y otras ciudades
reclaman tener sus reliquias. Childerico I llevó su
estola y la dalmática a París, en 542, y construyó
una iglesia en honor de San Vicente, después llamada St-Germain-des-Prés
Regimont, cerca de Bezièrs (Hacia el 540 este rey asedió
Zaragoza. Pero al saber que la ciudad se había puesto
bajo la protección de san Vicente, levantó el asedio y
aceptó la estola y la dalmática del santo que le
ofreció el obispo de Zaragoza). Roma tenía tres
iglesias dedicadas a San Vicente; una cerca de San
Pedro, otra en el Trastevere y otra construida por
Honorio I (625-38) y renovada por León III en 796. Una
pilastra encontrada en la basílica de Salónica en
Dalmacia muestra una inscripción del siglo quinto o
sexto en el honor del santo (Rom. Quartalschrift, 1907,
Arch. 135).
Un brazo de San Vicente
se venera desde 1970 en la Catedral de Valencia (España),
fue llevado en aquel año desde Italia donde se
encontraba desde que murió allí, en el siglo XII, el
obispo de Valencia, Teudovildo, cuando marchaba de
peregrinación a Tierra Santa. El prelado llevaba
consigo el brazo del protomártir para que le protegiera
contra las adversidades del camino y poco antes de morir
depositó la reliquia en la basílica de San Nicolás de
la ciudad italiana de Bari.
A principios del siglo
XIX, el brazo pasó al convento de Santo Domingo del
Castillo, en Venecia. Finalmente, en 1948 la reliquia
llegó a manos del seglar Pietro Zampieri quien, tras
investigar su origen, ofreció años después el
traslado de la reliquia vicentina al entonces arzobispo
de Valencia, monseñor Marcelino Olaechea. No obstante,
"pareció prudente condicionar su aceptación
definitiva al estudio de su autenticidad histórica, canónica,
antropológica y médico-legal", según informó
entonces el Arzobispado a través de su Boletín
Oficial.
En 1968, distintos exámenes
de la reliquia realizados en el Instituto de Cirugía Plástica
de la Universidad de Padua arrojaron resultados
"positivos y concordes entre sí y con el relato de
la pasión y martirio del santo, escrita en el mismo
siglo de su muerte". En la investigación intervino
un grupo de forenses, catedráticos de universidades
italianas, médicos, sacerdotes y diversos expertos. Los
estudios del brazo confirmaron, entre otros extremos,
que "carece de dedo pulgar y que la piel que
recubre el brazo aparece de color marrón oscuro, por
probable carbonización".
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