San
Asclas gozó de gran fama en Egipto y en todo el
oriente, y su nombre se halla en el Martirologio Romano.
Su vida, tal como la resumen los sinaxarios, se reduce a
lo siguiente: "Asclas, originario de la Tebaida,
fue acusado de creer en Cristo, y compareció ante el
gobernador llamado Arriano. Como confesara valientemente
su fe, fue torturado en el potro, azotado hasta dejarle
descubiertas las costillas, y finalmente encerrado
en un calabozo. Por entonces, el gobernador tuvo que
hacer un viaje a la otra ribera del Nilo. El santo pidió
a Dios que no le dejase llegar a la otra orilla, hasta
que hubiese confesado por escrito la divinidad de
Cristo. Arriano se embarcó, pero la barca permaneció
inmóvil, a pesar de los esfuerzos de los remeros. Al
saber esto, el santo envió a decir al gobernador que sólo
confesando por escrito la divinidad de Cristo podría
llegar a salvo a la otra orilla. El gobernador pidió
que le trajesen un papel y escribió que era grande el
poder del Dios de los cristianos y que fuera de El no
existía ninguna otra divinidad. Inmediatamente la barca
empezó a avanzar. En cuanto Arriano estuvo de vuelta,
mandó que las heridas del santo fuesen quemadas con
antorchas; después, ordenó que le colgasen una gran
piedra al cuello y le arrojasen al río. Así ganó
Asclas la corona de los mártires". Difícil mente
se puede negar, por la forma misma del relato, que hay
en él muchos elementos legendarios.
El Sinaxario de
Constantinopla (ed. H. Delehaye, p. 698), cuyo texto
citamos, con memora a San Asclas el 20 de mayo; pero en
occidente su fiesta se celebra el 23 de enero. Ver también
Acta Sanctorum, 23 de enero, y Cheneau d'Orléans,
Les saints d'Egypte, vol. I pp. 183 ss.
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