Según San Gregorio el
Grande, un venerable abad llamado Surano vivía en
tiempos de los lombardos, en Sura o Sora:, pequeña
ciudad del Lacio. Un día, este abad dio hospitalidad a
unas pobres gentes expulsadas de su país, poniendo a su
disposición todo lo que poseía en su monasterio:
vestidos, provisiones, productos de la tierra.
Aparecieron entonces los lombardos que se apoderaron de
Surano y le exigieron la entrega de su dinero. El les
declaró que no poseía absolutamente nada. Entonces lo
llevaron a la cima de una montaña vecina, en medio de
un bosque inmenso. Surano intentó escaparse, escondiéndose
en el hueco de un árbol; pero un lombardo lo vio y le
atravesó con su espada. Cuando el cuerpo cayó a
tierra, una sacudida conmovió toda la montaña.
Esta narración deja entender que Surano
fue mártir, cualidad que le da Ferrario en su catálogo
de los santos de Italia. Sin embargo, el Martirologio
Romano se abstiene de presentarlo como tal.
San Gregorio el
Grande Diálogos, l. IV., c. XXII, en la P.L. vol.
LXXVII, col. 255.
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