Pedro, que descendía de la noble familia Nolasco del
Languedoc, nació hacia el año 1189. A los quince años
perdió a su padre, de quien heredó cuantiosas
posesiones, y el joven quedó bajo la tutela de su
madre, que favoreció todas sus buenas aspiraciones.
Cuando llegó a la edad de casarse, Pedro empezó a
considerar seriamente la vanidad de todas las cosas
terrenas. Una noche, atormentado por este pensamiento,
se postró en oración hasta la mañana siguiente, consagró
su castidad a Dios, y prometió repartir todo su patrimonio entre los pobres. Algunos autores
afirman que Pedio tomó parte en la campaña de Simón de
Montfort contra los albigenses. El conde venció a los herejes, derrotó y mató a Pedro de Aragón en la batalla de
Muret, y tomó prisionero al hijo de
éste, Jaime, que tenía cinco años. Se
cuenta que el conquistador puso al niño bajo la tutela de Pedro Nolasco,
que tenía veinticinco años, y que les envió a los dos a España. Pero la
mayoría de los historiadores admiten actualmente que no hay pruebas suficientes
para relacionar a San Pedro con la campaña contra los albigenses, ni con la futuro rey Jaime.
En aquella época, los moros ocupaban la mayor parte de
España, y una enorme multitud de cristianos vivían en la península y en
África, bajo su tiranía.La compasión por los pobres había sido siempre la virtud característica
de Pedro. El triste espectáculo que ofrecían esos cristianos y la idea de
los peligros a que se hallaban expuestas su fe y sus virtudes, bajo tales
amos, conmovió el corazón del santo, que empezó pronto a gastar su fortuna en
el rescate de cautivos. En cuanto veía a un esclavo exclamaba: "Almacenemos
tesoros que no se pudren". Sus fervientes exhortaciones movieron a otros a
dar limosnas para rescatar a los prisioneros. Finalmente, Pedro concibió el proyecto una orden religiosa encargada de perpetuar esa obra de caridad. Las
dificultades no escasearon; pero se cuenta que la Virgen se apareció a San
Pedro, al rey de Aragón y a San Raimundo de Peñafort, en la misma noche, y les animó
a cabo el proyecto, asegurándoles que no les faltarían su patrocinio
y su protección. San Raimundo, el director espiritual de San Pedro y del
rey Jaime, se convirtió en un celoso promotor de la obra. El rey se constituyó en
protector de la nueva orden y, para comenzar, le cedió un apartamiento en
su palacio. El 10 de agosto de 1223, el rey y San Raimundo condujeron a San
Pedro a la iglesia y le presentaron a Berengario, obispo de Barcelona, quien
recibió los tres votos religiosos del santo. Este hizo ahí mismo un cuarto voto,
comprometiéndese a consagrar toda su fortuna y aun su libertad, si fuera
necesario a la redención de cautivos. Sus seguidores hicieron lo mismo. San Raimundo
predicó en esa ocasión, y declaró que el Todopoderoso se había complacido
en revelar al rey de Aragón, a Pedro Nolasco y a
él mismo su voluntad, que consistía en fundar una orden religiosa encargada del rescate de los cristianos
prisioneros de los infieles(1).
El pueblo acogió la noticia con inmenso júbilo.
San Pedro recibió el nuevo hábito de manos de San Raimundo, quien le nombró
superior general de la orden y redactó las reglas y constituciones. Otros dos
nobles hicieron la profesión religiosa junto con San Pedro. Cuando San
Raimundo fue a Roma en 1235, obtuvo del Papa Gregorio IX la confirmación de la
fundación y de las reglas.
Después de conquistar el reino de Valencia, el rey Jaime fundó
ahí algunas casas de la orden; una de ellas en la propia ciudad de Valencia. La
ciudad había sido tomada con la ayuda de las oraciones de San Pedro
Nolasco, cuando los soldados desesperaban ya de la victoria. El rey atribuyó todos sus
grandes triunfos sobre los infieles, las conquistas de
Valencia y de Murcia, a las plegarias del santo. Por lo
que se refiere al fin principal de la orde, San Pedro
mandó que hubiese siempre entre los infieles un par de
religiosos consagrados a la redención de los cautivos.
De ahí vino el nombre de "redentores" que se
da a los Mercedarios. Uno de los primeros religiosos
dedicados a este oficio, fue el mismo San Pedro, y
Valencia gozó el
privilegio de ser la primera ciudad en que el santo
ejerció su actividad. San Pedro no se contentaba simplemente con consolar
y rescatar a multitudes de cristianos, sino que, con su
caridad y buen ejemplo, se convirtió en el instrumento del que Dios se valió para que muchos mahometanos
creyesen en Jesucristo. El santo hizo varios viajes a las regiones de la
costa de España ocupadas por los moros, así como una travesía por
Argelia, en la que fue hecho prisionero. Pero los más terribles
peligros no eran capaces de hacerle desistir de sus esfuerzos por
convertir a los infieles, ya que el santo religioso
estaba literalmente
devorado por el deseo del martirio.
San Pedro renunció a
los oficios de superior general y
"redentor", pocos años antes de su muerte, ocurrida el día
de Navidad de 1256. En sus últimos momentos exhortó a los
religiosos a la perseverancia y concluyó con estas
palabras del salmista: "El Señor ha enviado redención a su
pueblo y ha sellado su pacto para siempre.
En seguida, encomendó el santo su alma a Dios,
apelando que le había hecho venir a Jesucristo a
redimirnos del cautiverio del demonio, y murió. Tenía entonces
sesenta y siete años de edad. Dios honró sus
reliquias con muchos milagros. La canonización tuvo lugar en 1628.
El relato de
la vida de San Pedro Nolasco hecho por Alban Butler, que
acabamos de resumir sin ningún cambio sustancial, representa la
versión tradicional de la Orden de la Merced. Pero debemos
confesar que muy pocos de sus datos han escapado de los ataques de
los críticos, y lo menos que puede decirse es que todo
lo relacionado
con la fundación de la orden está envuelto en la
incertidumbre. Las mismas fuentes mercedarias no están de acuerdo
sobre la de la fundación hecha en presencia del obispo
Berengario. Algunas la sitúan en 1218; otras en 1223, como lo dice el artículo; otras más en
1228; y el P. Vacas Galindo, O. P., en "San Raimundo de Peñafort"
(1919), la sitúa en 1234. Como quedó dicho en la vida
de San Raimundo (23 de enero) , hubo una violenta disputa entre los dominicos
y los mercedarios sobre la importancia del papel de San Raimundo en
la fundación de la orden. Los dominicos le atribuyen un
papel de primera importancia, en tanto que los mercedarios
aseguran que fue simplemente el confidente de San Pedro y
que, en la época de la fundación era canónigo en Barcelona y no
había todavía entrado en la orden de Santo Domingo. Pero en la
versión de los mercedarios hay un punto difícil de
explicar: a principios del siglo XVII, precisamente cuando se urgía
en Roma la canonización de San Pedro Nolasco, los mercedarios
"descubrieron" con extraña oportunidad, en la pared del
convento de Barcelona, un cofre lleno de documentos
hasta entonces
desconocidos, que probaban con irrefutable evidencia,
exactamente los puntos que los promotores de la causa querían
demostrar. El más famoso de esos documentos, conocido con
el nombre de "documento de los sellos", era un acta notarial de
1260 —por lo menos eso era lo que el mismo documento
afirmaba—,
destinada a la Santa Sede, para probar la santidad de
Pedro Nolasco. Ahora bien, esa acta, que contiene la narración
de la aparición de Nuestra Señora a San Pedro, al rey Jaime y a
San Raimundo de Peñafort Y que afirma que una colmena de abejas
construyó un panal en la mano de San Pedro cuando éste
se hallaba en la cuna), es actualmente considerada por
todos los críticos como un documento fraudulento, a
pesar de haber sido durante tres siglos. El memorial
más auténtico de la vida del santo. El mismo P.
Gazulla, campeón de los Mercedarios, demostró en una
conferencia leída en la Academia Literaria de Barcelona
bajo el título de "Al margen de una
Refutación" (1921), que Pedro de Bages, el notario
que firma el acta de 1260, había muerto antes dl 4 de
febrero de 1959. Dado que este documento básico es
espurio, resulta difícil conceder la autenticidad a los
documentos del famoso cofre. Pero sería inútil llevar
adelante esta discusión.
Ver el libro de P.
Vacas Galindo, O.P., del que acabamos de hacer mención;
N. Pérez, Merc., San Pedro Nolasco (1915); M. Even, Une
page de l'Histoire de la charité (1918); Analecta
Bollandiana, vol xxxix (1921), pp. 209 22., y vol. XL
(1922), pp. 442 ss.; y dos artículos del P. Kneller, S.
J., en Summen aux Maria Lach, vol. LI (1896), pp. 272 y
357. F. D. Gazulla ha publicado varios volúmenes sobre
el punto de vista de los mercedarios, en particular una
refutación del libro del P. Galindo en 1920, y La Orden
de N. S. de la Merced: Estudioshistórico-críticos
(1934), 1218-1317; sobre esta última obra, cf. Analecta
Bollandiana, vol. V (1937), pp. 412-415.
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*
Vidas de los Santos, de Butler. Vol. I.
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(1)
Se llama ordinariamente "Mercedarios" a los miembros de la Orden
de Nuestra Señora de la Merced. Actualmente se dedican a toda especie de obras de
caridad y apostolado, aunque siguen haciendo el voto de redimir cautivos.
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