Un
santo tan burgalés como el Cid, su contemporáneo, y
cuyo sepulcro se venera en la iglesia de su nombre en
Burgos, ciudad de la que es patrón. Ahora bien, como
suele ocurrir con los santos, su lugar de nacimiento es
muy otro, y al saber que Lesmes es una adaptación fonética
de Adelelmo, quizás empiece a sonarnos a menos castizo
y castellano.
En realidad era del otro lado de los
Pirineos, de Loudun, en el Poitou, y debía de llamarse
Adelelme, o, aún más a la francesa, Aleaume. Nació de
una familia acaudalada, y después de repartir sus
bienes entre los pobres vistió las ropas de uno de sus
antiguos criados y fue en peregrinación a Roma.
Más tarde fue monje y llegó a ser abad
del monasterio de La Chaise-Dieu, fundada por el Beato
Roberto, en la Auvernia, hasta que Constanza, que era de
origen borgoñón, la esposa del rey castellano Alfonso
VI, le llamó a España para introducir la liturgia
romana en sustitución de la mozárabe.
Lesmes fundó en Burgos el monasterio
benedictino de San Juan Evangelista, y allí se dedicó
a atender a las necesidades de los peregrinos de
Santiago, quizá recordando los lejanos tiempos en que
él también peregrinaba, y al cuidado de los enfermos.
El despliegue de caridad religiosa al servicio de todos
y especialmente de los enfermos, hasta su muerte el año
1097, le mereció el ser considerado por Burgos como su
Santo Patrono.
Este francés, al que imaginamos siempre
con los severos, rígidos trazos de la iconografía románica,
se identificó tanto con su ciudad de adopción que casi
hemos llegado a olvidar que vino de otras tierras; para
hacer a Castilla y a España más universal, según el
modelo de Roma, y para fundirse servicialmente con la
etapa de Burgos en el camino de Santiago, viendo cómo
su nombre se iba transformando en boca de los
burgaleses, haciéndose pronunciable para ellos, hasta
quedar convertido en un signo más de su entrega total a
una misión.
Un
siglo después se hace célebre en Burgos otro San
Lesmes, compañero de retiro en la sierra de la Demanda,
de San Julián, el futuro obispo de Cuenca y antiguo
profesor de Teología en el Estudio General de Palencia.
Con motivo de una grande hambre, el segundo san Lesmes
destaca por sus esfuerzos en remediarla, procurando
provisiones para los pobres.
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