Decreto conciliar
sobre el ecumenismo
§ 1
Promover la restauración de la unidad entre todos los cristianos es uno de
los fines principales del Segundo Sínodo Ecuménico del Vaticano.
§ 3 Pero en
posteriores siglos aparecieron mayores desacuerdos, separándose
comunidades bastante grandes de la plena comunión de la Iglesia Católica:
sucesos en los que, a veces, ambas partes cargaban culpa. No puede, sin
embargo, atribuirse el pecado del cisma a aquellos que ahora nacen dentro
de estas comunidades y que en ellas se les inculca la fe de Cristo. La
Iglesia Católica los acepta con el respeto y la afección de hermanos, pues
los que creen en Cristo y fueron bautizados debidamente participan en
alguna comunión, aunque imperfecta, con ella. Sin duda, las diferencias
variantes que existen entre ellos y la Iglesia Católica, ya en la
doctrina, y algunas veces en la disciplina, ya en lo concerniente a la
estructura de la Iglesia, crean muchos y serios obstáculos para una plena
comunión eclesiástica que este movimiento ecuménico busca superar. No
obstante, todos los justificados por la fe, a través del bautismo, quedan
incorporados a Cristo y, por lo tanto, tienen derecho a ser honrados con
el nombre de cristianos y de ser considerados como hermanos en el Señor
por los hijos de la Iglesia Católica. Además, algunos, incluso muchos, de
los elementos o bienes más significativos, que juntos forman y dan vida a
la Iglesia misma, pueden existir fuera del recinto de la Iglesia Católica:
la Palabra de Dios escrita, la vida de la gracia, la fe, la esperanza y la
caridad, junto con otros dones interiores del Espíritu Santo y elementos
visibles. Los hermanos separados llevan a cabo no pocos actos sagrados de
la religión cristiana, de maneras que varían de acuerdo a la condición de
cada iglesia o comunidad y que, en verdad, producen la vida de la gracia y
son capaces de proveer acceso a la comunidad de la salvación.
§
6 Cristo llama a la Iglesia peregrinante a esa reforma continua de la que
siempre tiene necesidad, en cuanto es institución humana aquí en la
tierra. Por tanto, si la influencia de eventos o épocas ha llevado a
deficiencias en la conducta, en la disciplina eclesiástica o hasta en la
formulación de la doctrina — que debe distinguirse cuidadosamente del
depósito mismo de la fe — deben éstas rectificarse debidamente en el
momento oportuno. [Nota del Ed.: Ciertamente está fuera de lo común que
un concilio ecuménico admite una posible deficiencia en las formulaciones
doctrinales anteriores.]
§ 8 En ciertas
circunstancias especiales, como en los oficios de oración «por la unidad»,
y durante las asambleas ecuménicas, es permisible, mejor dicho, deseable
que los católicos se unan en oración con sus hermanos separados.
En cuanto al culto en común, sin embargo, no puede
considerarse como un medio que pueda usarse indiscriminadamente para
restaurar la unidad entre los cristianos. Tal culto depende,
principalmente, de dos principios: la significación de la unidad de la
Iglesia y de la participación en los medios de la gracia. Generalmente, el
hecho de que debiera significar la unidad, la descarta; sin embargo, la
consecución de una gracia necesaria algunas veces la recomienda.
§ 9 Es necesario
que los católicos adquieran un conocimiento más adecuado de las
doctrinas... de nuestros hermanos separados. Para este propósito son de
gran valor las reuniones entre las dos partes, especialmente para la
discusión de cuestiones teológicas donde cada uno puede tratar con el otro
en pie de igualdad.
§ 15
Y, aunque separadas, estas iglesias [orientales cismáticas] poseen
verdaderos sacramentos; sobre todo — por sucesión apostólica — el
sacerdocio y la Eucaristía, con los cuales continúan unidos con nosotros
de manera estrechísima. Por tanto, dadas las circunstancias oportunas y
la aprobación de la autoridad eclesiástica, no sólo ses posible, sino
hasta recomendable, la intercomunión con ellos.
§ 16 Entonces,
para alejar toda duda, este sagrado Sínodo solemnemente declara que las
iglesias [cismáticas] orientales, teniendo en cuenta la unidad necesaria
de toda la Iglesia, tienen el poder de gobernarse a sí según sus propias
disciplinas, ya que están mejor adecuadas a la idiosincracia de sus fieles
y mejor adaptadas para fomentar el bien de sus almas. Y aunque no siempre
se ha honrado, la estricta observancia de este principio tradicional está
entre los requisitos previos para cualquier restauración de la unidad.
§ 21 El amor, la
veneración y casi culto de las Sagradas Escrituras conducen a nuestros
hermanos separados [protestantes] a un estudio constante y experto del
sagrado texto, pues el evangelio «es poder de Dios para salvación de todo
aquel que cree, al judío primeramente, y también al griego» (Ro. 1:16).
Invocando al Espíritu Santo, buscan ellos en las Sagradas Escrituras a
Dios, que les habla en Cristo....
§22 Las
comunidades eclesiásticas separadas carecen de esa plenitud de unión con
nosotros que debiera dimanar del bautismo, y creemos que, especialmente a
causa de la carencia del sacramento de las órdenes, no han preservado
ellos la genuina y total realidad del misterio eucarístico. No obstante,
cuando conmemoran la muerte y resurrección del Señor en la Santa Cena,
profesan que ella significa vida en la comunión con Cristo y esperan su
advenimiento en gloria. Por estas razones, debe emprenderse el diálogo en
lo concerniente al significado de la Santa Cena, los otros sacramentos y
el culto y ministerio de la Iglesia. |
Decretos eclesiales
sobre el ecumenismo
Mortalium Animos,
del Papa Pío XI: ...es oportuno exponer y rechazar cierta opinión falsa
que se halla en el fondo de esta cuestión y de ese complejo movimiento
por el cual los no católicos buscan la unión de las iglesias cristianas.
Aquellos que favorecen esta idea citan constantemente las palabras de
Cristo: «Que todos sean uno... Y habrá un solo rebaño y un solo
pastor...», en el sentido de que, con ello, Cristo expresó
meramente un deseo o una esperanza, la cual aún no ha sido cumplida...
Agregan que la Iglesia, por naturaleza, está dividida en partes, que se
compone de varias iglesias separadas; y aunque coinciden en algunos
artículos doctrinales, no obstante, difieren en cuanto al resto; y que
todas ellas gozan de los mismos derechos ...Por tanto — dicen — es
necesario dejar a un lado las controversias ...Parecería que éstos, que
luchan por la unión de las iglesias, persiguen el más noble de los
ideales al promover la caridad entre todos los cristianos. Pero,... San
Juan mismo, el Apóstol de la caridad... prohibió estrictamente cualquier
trato con aquellos que profesaran una versióm mutilada y corrupta de la
enseñanza de Jesuristo:
«Si alguno viene a vosotros y no trae esta doctrina, no le recibáis en
casa, ni le digáis: ¡Bienvenido!» (II Juan, 10). ...claro está,
pues, por qué esta Sede Apostólica nunca ha permitido a sus hijos tomar
parte en las asambleas de los acatólicos. Sólo hay una forma en la que
puede fomentarse la unidad de los cristianos, y es favoreciendo el regreso
de los disidentes a la única y verdadera Iglesia de Cristo ...es,
principalmente, por el lazo de una sola Fe que han de unirse los
discípulos de Cristo.
Cantate Domino, del Papa
Eugenio IV: La Sacrosanta Iglesia Romana firmemente cree, profesa y
predica que nadie de los que están fuera de la Iglesia Católica, no sólo
paganos, sino también judíos y herejes y cismáticos, puede tener parte en
la vida eterna, sino que irán al fuego eterno preparado para el diablo y
sus ángeles ...a menos que antes de morir se unan a ella; y que tan
importante es la unidad de este cuerpo eclesial, que únicamente quienes
permanezcan dentro de esta unidad pueden, para su salvación, beneficiarse
de los sacramentos de la Iglesia y obtener recompensa eterna por sus
ayunos, limosnas, obras de piedad y deberes de la milicia cristiana.
Nadie, no importa qué tan grandes sean sus limosnas o que derrame su
sangre por el nombre de Cristo, puede salvarse, si no permanece en el seno
y la unidad de la Iglesia Católica.
Cuarto Concilio de Letrán:
Una sola es la Iglesia universal de los fieles, fuera de la cual
absolutamente nadie se salva.
Satis Cognitum, del Papa
León XIII: Dios ciertamente ha hecho de la Iglesia la más perfecta de
todas las sociedades, pues el fin para la cual existe es mucho mayor que
el fin de las demás sociedades, tanto como la gracia divina está por
encima de la naturaleza y las bendiciones inmortales son superiores a las
cosas terrenales. Así pues, la iglesia es una sociedad divina en su
origen; sobrenatural en su fin y en los medios próximos adaptados para la
consecución de dicho fin; pero es una comunidad humana en tanto que está
compuesta de hombres. Por esta razón la vemos llamada en las Sagradas
Escrituras con nombres que indican una sociedad perfecta.
Primer Concilio Vaticano:
Por tanto, deben ser creídas con fe divina y católica todas aquellas cosas
que están contenidas en la Palabra de Dios, escrita o transmitida, y que
son propuestas por la Iglesia para ser creídas como materia divinamente
revelada, sea por juicio solemne, sea por su magisterio ordinario y
universal.
Lamentabili, del Papa San
Pío X: ...Las siguientes proposiciones ...están condenadas y proscritas:
Error n.º 53: La constitución orgánica de la Iglesia no es inmutable, sino
que la sociedad cristiana, como la humana, está sometida a una evolución
perpetua.
Código de Derecho Canónico de 1917:
Canon n.º 1258: No les es lícito a los fieles participar, o asistir de
manera activa alguna, en los servicios de los no católicos.
Satis Cognitum,
del Papa León XIII: Los arrianos, los montanistas, los novacianos, los
cuartodecimanos, los eutiquianos no rechazaron, ciertamente, toda la
doctrina católica, sino sólo una parte de ella, y, con todo, ¿quién no
sabe que fueron declarados herejes y expulsados del seno de la Iglesia? De
modo semejante fueron condenados todos los autores de doctrinas heréticas
que les siguieron en épocas subsecuentes. «Nada hay más peligroso que
esos herejes que admiten casi la totalidad de la doctrina, y, sin embargo,
con una sola palabra, como con una gota de veneno, corrompen la verdadera
y sencilla fe de Nuestro Señor, la cual nos ha sido transmitida por la
tradición apostólica. ...A partir de esto es fácil comprender que los
hombres puedan separarse de la unidad de la Iglesia tanto por cisma como
por herejía.» «Pensamos — comenta San Jerónimo — que existe esta
diferencia entre la herejía y el cisma: la herejía no profesa ningún
dogma perfectamente, y el cisma, consecuencia de una disensión con el
episcopado, también separa de la Iglesia». ...Por lo tanto, como ninguna
herejía puede justificarse jamás, del mismo modo, no puede haber derecho
para el cisma. «Nada hay más grave que el sacrilegio del cisma: nunca
podrá haber necesidad justa para el rompimiento de la unidad de la
Iglesia». ...De la variedad de interpretaciones se generan,
necesariamente, pluralidad de creencias; de ahí que surjan las
controversias, las disensiones y las querellas como las del pasado, aún
en las primeras épocas de la Iglesia. San Ireneo escribe de la siguiente
manera acerca de los herejes: «Admiten las Sagradas Escrituras, pero
distorcionan ellos sus interpretaciones». Y San Agustín: «Las
herejías, y ciertas opiniones perversas que engañan a las almas y las
precipitan hacia el abismo, surgen sólo cuando las Escrituras, buenas en
sí, se entienden malamente».
Mediator Dei, del Papa
Pío XII: Más adecuado es decir que, puesto que la liturgia también es una
profesión de las verdades eternas, y está sujeta, como tal, a la Autoridad
Suprema de la Iglesia, puede producir pruebas y testimonio de no poco
valor hacia la determinación de un punto particular de la doctrina
cristiana. Pero si se desea diferenciar y describir la relación entre la
fe y la sagrada liturgia en términos generales y absolutos, es correcto y
muy perfecto decir: «Lex credendi, legem statuit supplicandi: que la regla
de creencia determine la regla de la oración».
Satis Cognitum, del Papa
León XIII: ...debe añadirse el conveniente y devoto culto a Dios, que ha
de encontrarse principalmente en el divino Sacrificio y en la
administración de los sacramentos, así como en las leyes y disciplinas
sagradas. Todo esto debe encontrarse en la Iglesia, pues ella continúa la
misión del Salvador hasta el fin del tiempo. La Iglesia sola ofrece a la
raza humana esa religión, ese estado de perfección absoluta, que él deseó,
por decirlo así, incorporarse en ella. Así también, los medios de
salvación que armonizan con los consejos ordinarios de la Providencia,
sólo ella los procura. |