PARA QUÉ SIRVE



     El sistema cardiovascular podría compararse, sin hacer excesivo derroche de fantasía, a una zona industrial que incluya a varias ramas, desde la industria química, la mecánica y la de transformación. Este sistema es en primer lugar, una gran cinta transportadora que lleva primero el oxígeno a los tejidos y luego las sustancias de desecho a los centros de eliminación.

     La función de transporte está íntimamente ligada a la transformación. De hecho, en los pulmones, el anhídrido carbónico presente en la sangre venosa es reemplazado por el oxígeno que, luego, activará todas las reacciones químicas que se producen a nivel de cada órgano.

     Otro centro importantísimo es el de enriquecimiento, representado por el sistema gastrointestinal. Precisamente gracias a este sistema la sangre se nutre de todos los elementos que aportan los alimentos. El hígado, al que la sangre aporta materiales que seran utilizados para la costrucción de células, lo transforma uniendo el oxígeno, hidrógeno, carbono y el nitrógeno y otros elementos.

     Por el contrario, los riñones son centros de depuracion en los que la sangre es sometida a un auténtico proceso de filtración, mediante el cual las sustancias tóxicas o inútiles se eliminan a través de la orina (Que pasa cálices renales y a la vejiga), mientras la sangre puede volver a circular. Cuando los elementos que componen la sangre (Eritrocitos y Leucocitos) envejecen son destruido por el bazo, que, sin embargo es también un centro de recogida de la sangre que este órgano conserva para hacer frente a situaciones de urgencia. Efectivamente, cuando se produce una hemorragia o disminuye en exceso la tensión arterial, el bazo se encarga de hacer que vuelva a la circulación lo glóbulos que retenía en sus depositos.

     Pero en el organismo no existen soloamnete centros de destrucción o de transformación de la sangre, sino también aquellos en los que se producen nuevos eritrocitos o leucocitos, ya que la existencia de ambos es más bien breve, alrededor de 80 días para los eritrocitos y de 10 a 12 horas para los leucocitos.

     Otra función impotantísima desarrollada por el sistema cardiocirculatorio es la de defensa, que se pone en marcha cada vez que el organismo se encuentra amenazado por la agresión de tipo bacteriano, viral, infecciosa, etc. En estos casos entran en acción los dispositivos áutomaticos, que, por una parte, aumnetan la eficacia del sistema cardiocirculatorio (frecuencia cardiaca caudal), y, por otra, enriquecen la sangre con unas especiales partículas, los llamados anticuerpos, capaces de destruir al enemigo (la defensa inmunológica).


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