OTRA REUNIÓN
ECUMÉNICA EN ASÍS
Nos
preguntamos por qué la
basílica de San Francisco
fue dañada gravemente
por dos terremotos
en septiembre de 1997
(1)
«Es urgente que una invocación común se eleve con insistencia desde la tierra hasta el Cielo para implorar del Omnipotente, en cuyas manos está el destino del mundo, el gran don de la paz, presupuesto necesario para todo compromiso serio al servicio del auténtico progreso de la humanidad» Este párrafo es particularmente demostrativo del pensamiento de Juan Pablo II: Ecumenismo (invocación común), para obtener el paraíso masónico en la tierra (el auténtico progreso de la humanidad). Preocupado por la situación mundial, a JP2 no se le ocurre otra cosa que buscar la solución en la solidaridad fraternal y en la unión de todas las religiones del mundo, en una tentativa para lograr la paz en la tierra. ¡El 18 de noviembre pasado, repitió las palabras que usó en Asís hace quince años: “es urgente dirigir al cielo una invocación común para suplicar al Todopoderoso, el magnífico obsequio de la paz, condición necesaria para un compromiso serio al servicio del progreso verdadero de la humanidad". Juan Pablo II, sigue así el camino trazado anteriormente por Juan XXIII, Pablo VI, y el llamado Concilio Vaticano II: obtener un paraíso de Masónico en la tierra (el progreso verdadero de la humanidad). Sabemos que esa no es la forma de salvar a la humanidad de los castigos que pueden venir. Todo lo contrario, hundirá al mundo en el caos Es importante recordar lo que el Papa Pío XI dijo respecto del ecumenismo: " .. Algunos, convencidos
de que son rarísimos los hombres privados de todo sentimiento religioso,
parecen haber visto en ello esperanza de que no será difícil que los pueblos,
aunque disientan unos de otros en materia de religión, convengan
fraternalmente en la profesión de algunas doctrinas que sean como fundamento
común de la vida espiritual. Con tal fin suelen estos mismos organizar
congresos, reuniones y conferencias, con no escaso número de oyentes e invitar
a discutir allí promiscuamente a todos, a infieles de todo género, de
cristianos y hasta a aquellos que apostataron miserablemente de Cristo o con
obstinada pertinacia niegan la divinidad de su Persona o misión. Tales
tentativas no pueden, de ninguna manera obtener la aprobación de los
católicos, puesto que están fundadas en la falsa opinión de los que piensan
que todas las religiones son, con poca diferencia, buenas y laudables, pues,
aunque de distinto modo, todas nos demuestran y significan igualmente el
ingénito y nativo sentimiento con que somos llevados hacia Dios y reconocemos
obedientemente su imperio. Haciendo caso omiso a las enseñanzas de sus antecesores, Juan Pablo II ha abrazado la quimera del ecumenismo. Esperando lograr la paz en la tierra sin Jesucristo, el Autor de la Paz, ha acabado por conseguir justamente lo contrario de lo que pretende: el estado del mundo empeora a pasos alarmantes, cada ves se hay más conflictos en más partes del globo. Tememos que las dos llamadas a la oración conjunta (en unión con los musulmanes el 14 diciembre, y con otras falsas religiones el 24 de enero en Asís) de ninguna manera, traigan la paz a la tierra, sino que en cambio aceleren la ira de Dios y se precipiten severos castigos para la humanidad “Cuando digan, "Paz y seguridad"; entonces vendrá sobre ellos de repente la ruina, como los dolores del parto a la que está en cinta; y no escaparán” (1Thess.5,3). El escándalo dado a las almas es inconmensurable. La Iglesia se sacude hasta sus cimientos. |