Canon 1258 del Código de
Derecho Canónico (1917: “Está prohibido participar activamente
en el culto de no-católicos.” (comunicatio in sacris)
Y en al Canon 2316: “El que coopera en comunicatio en sacris en contra de la provisión del Canon 1258 es sospechoso de herejía.” En su conclusión sobre el falso ecumenismo, el Papa Pío XI dijo: “Venerables Hermanos, claro está por qué la Sede Apostólica nunca ha permitido a sus feligreses tomar parte en las asambleas de los no católicos”. |
Por José Ignacio López De la Redacción de La Nación
Importante acercamiento entre la Iglesia Católica y la
Luterana El texto fue anticipado ayer en el Episcopado argentino, en un acto
encabezado por monseñor Guillermo Garlatti, titular de la Comisión Episcopal
de Ecumenismo, y los pastores Angel Furlán y
Juan Pedro Schaad, de las iglesias evangélicas Luterana Unida y del Río de la
Plata.
El acuerdo demandó 30 años de diálogo entre el Consejo Pontificio para la
Unidad de los Cristianos y la Federación Luterana Mundial. Establece "el
consenso alcanzado por ambas ramas del cristianismo acerca del modo en que el
ser humano pecador accede al perdón de Dios y ve restablecida su comunión con
él".
La separación doctrinal de estas dos iglesias data del siglo XVI y se
mantiene hasta hoy. La división se produjo cuando Martín Lutero se opuso al
sistema de indulgencias, como medio para que los fieles obtuvieran el perdón de
sus pecados. La negativa de Lutero a reconocer el valor salvífico de la
realización de algunas obras era vista por algunos como una manera de incitar
al "libertinaje". Así se produjo la ruptura entre ambas corrientes.
Implicancias del acuerdo
"Este no es un documento de teólogos solamente, sino que nos afecta a
todos", dijo el pastor Furlán.
El acuerdo alcanzado recoge el consenso sobre los postulados fundamentales de
esa doctrina, pero no abarca todo lo que las iglesias enseñan al respecto.
Entre otras consecuencias, dejarán de aplicarse las condenas doctrinales
dispuestas en el siglo XVI. "Se levantan las famosas condenas del concilio
de Trento", expresó monseñor Garlatti.
Las tres iglesias realizarán una celebración ecuménica el miércoles, a
las 19.30 en el templo de la Congregación Luterana "El Redentor", en
Simbrón 3194. Participarán miembros de las iglesias luteranas y representantes
de la Iglesia Católica, encabezados por el arzobispo de Buenos Aires, monseñor
Jorge Bergoglio.
Un paso monumental
Todos se pusieron de pie. Algunos se tomaron las manos; otros simplemente las
extendieron en ademán de oración. Y, así, juntos se dirigieron al Padre común.
Fue ayer por la tarde, en el amplio salón de la Conferencia Episcopal
Argentina. Había católicos, luteranos y protestantes de otras iglesias históricas.
Y el Padrenuestro que invitó a rezar el obispo de San Rafael, monseñor
Guillermo Garlatti, resonó diferente y sirvió de inmejorable rúbrica al acto
ecuménico de presentación de la Declaración Conjunta católico-luterana sobre
la justificación.
No es signo del reencuentro ni de la unidad perdida hace casi 500 años. Pero
sí un paso monumental, histórico que despeja el camino hacia la unidad entre
cristianos. Es, en rigor, un nuevo punto de partida y puede ser el principio del
fin de una larguísima y escandalosa división.
En verdad, poco podía hacerse si católicos y luteranos a fuerza de oración,
voluntad y diálogo no recuperaban el consenso doctrinal en torno de uno de los
motivos centrales de la dolorosa separación.
Se trata de la "justificación", es decir, del perdón de los
pecados, del paso de la situación de pecado a la de amistad con Dios.
Los católicos ponen el acento en las buenas obras y en la bondad de lo
humano, los luteranos en lo inmerecido de la justificación. Unos parecían
disolver el cristianismo en un moralismo estoico o en un humanismo ingenuo;
otros eliminaban toda cooperación humana, incluso en el crecimiento de la vida
espiritual, sintetizó ayer al explicar la declaración el teólogo católico
Victor Manuel Fernández.
El diálogo perseverante mostró ahora que ambos prejuicios no permitían
advertir la auténtica doctrina de ambas iglesias que, en realidad, coinciden en
lo esencial.
Fruto de más de 30 años de diálogo entre la Federación Luterana Mundial y
el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, la
declaración expresa la dinámica aconsejada por Pablo VI en su memorable encíclica
sobre el diálogo en la Iglesia: "Pongamos en evidencia primero todo lo que
nos es común antes de subrayar lo que nos divide". Además, desafía a los
cristianos, católicos o luteranos, a convertir el acuerdo en testimonios
vitales, a expresarlo en gestos y palabras accesibles al hombre de fin de
milenio.
El consenso logrado no implica uniformidad ni acuerdo total. Significa sí
que católicos y luteranos ya no pueden condenarse mutuamente en lo que se
refiere a esta doctrina y que son invitados a construir un estilo que el presbítero
Fernández denominó "diversidad reconciliada"
La declaración abre el camino para encarar acuerdos en otros temas
conflictivos y crea un estilo de pensamiento teológico que constituye un
valioso modelo de reflexión dialogante |