El Dalail Lama fue recibido por Quarracino y participó de un encuentro en el que cristianos,
judíos, musulmanes, budistas y miembros de otras religiones elevaron preces por
la paz en un templo colmado de público El Dalai Lama participó de un
acto por la paz en la Catedral de Buenos Aires, donde lo recibió el cardenal Antonio
Quarracino. La Catedral estuvo repleta de gente como pocas veces se ve. El publico
siguió atentamente la ceremonia en la cual hablaron representantes de distintas, religiones.
El Dalai Lama llegó a las 17.30, en momentos en que había una leve llovizna. Entró al templo en medio de una
multitud que pugnaba por saludarlo. Enfrente, en la Plaza de Mayo un centenar de personas sostenía un cartelón que
decía: "Entre Buda y Jesucristo hay que elegir. ¡Basta ya de
sacrilegios!". Otro cartel decía: "Quien no honra al Hijo, no honra
al Padre". Serían seguidores de Monseñor Lefebvre.
Quarracino dio palabras de bienvenida al líder espiritual
tibetano, a quien llamó "Su Santidad". Recordó que se
cumplían 500 años de la implantación de la cruz en el continente y pidió que
"la oración por la paz llegue hasta Dios" . Ruth
Sandler, de confesión judía, explicó el sentido del acto. "Cada uno es
instrumento de lo Absoluto, respondemos de nuestra identidad religiosa. Abrimos
nuestros corazones para tender puentes que nos unan pero que no nos
confundan". Mireya Baglietto recitó "Los espacios que
nos unen", mientras se escuchaban, como fondo, sonidos de pájaros, el
ulular del viento y una música suave. Muchas personas seguían el acto con los
ojos cerrados. Una mujer, arrodillada, desgranaba las cuentas de un Rosario, a
su lado, una joven meditaba sentada en la posición de la flor de Loto.
El rabino Baruj Plavnik, de la comunidad Bet El, leyó un texto del Profeta
Isaías; el maestro Zao Ting Chi, el canon budista en chino; el imán Mahmud
Hussain, el Corán, y monseñor Carlos Gardella, el Evangelio de San Juan.
Se escuchó después una música de quenas, que el conductor del acto, el pastor
metodista Juan Gattinoni, presentó como muestra de "la sabiduría
indígena". Quarracino animó a buscar sin descanso la
concordia. Dijo que cuando Dios es un ausente, "tampoco la paz está
presente ni en el corazón del hombre ni en la sociedad". El
Dalai Lama habló brevemente. Lo hizo en tibetano y fue traducido al inglés y
al castellano. Dijo que las cosas materiales no dan las respuestas que los seres
humanos buscan. Estimó afortunada la oración en conjunto promovida por el Papa
en Asís. Destacó que, con diferentes tradiciones, las distintas religiones
ponen énfasis en la hermandad. Finalmente cantó una oración.
Luego elevaron plegarias monseñor Kissag Mouradian, de la Iglesia Armenia; la
hermana Alda, de las Hermanas de Sion; el pastor danés Andrés Albertsen; el
imán Hussain; el rabino Plavnick; el maestro Ting-Chih; Horacio Araujo, del
centro de Budismo Tibetano; el pastor presbiteriano Ricardo Couch y el pastor
evangélico Rodolfo Reinich. Al concluir el acto, los presentes
se desearon la paz y entonaron varios cánticos. Y a la salida se escuchó el
Aleluya de Haendel.
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