AVANZA EL DIÁLOGO RELIGIOSO ENTRE JUDÍOS Y CATÓLICOS
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Debate entre dos de los máximos expertos
ROMA, 19 abril 2002- No se puede entender el
cristianismo sin conocer la escritura judía, fue la conclusión a la que llegó
un debate celebrado este jueves, en Roma, entre dos grandes exponentes de las
dos religiones.
Por un lado participó el rabino David Novak, profesor de la
Universidad de Estudios Judíos de Toronto, y autor del libro «Diálogo judeo-cristiano:
una justificación judía». En representación católica, intervino el padre
Albert Vanhoye, secretario de la Comisión Pontificia Bíblica, y profesor emérito
de Exégesis del Nuevo Testamento en el Instituto Pontificio Bíblico.
El debate tuvo lugar en el marco del Congreso internacional «Juan
Pablo II y el diálogo de la Iglesia en el siglo XXI», organizado por el Ateneo
Pontificio «Regina Apostolorum», en colaboración con el Programa de Estudios
Católicos del Centro «Ethics and Public Policy» de Washington.
La última contribución católica
El encuentro tenía lugar precisamente cuando la
Librería Editora Vaticana acababa de publicar la traducción al inglés del
documento «El pueblo judío y sus Sagradas Escrituras en la Biblia cristiana»,
publicado por la Comisión Pontificia Bíblica.
«Al inicio de la predicación apostólica --explicó el jesuita--,
Jesús se dirigía sólo a los judíos y a los prosélitos. El cristianismo nació,
por tanto, en el seno del judaísmo del siglo I; después se separó de él
progresivamente, pero la Iglesia no ha podido olvidar nunca sus raíces judías,
testimoniadas claramente en el Nuevo Testamento».
Por este motivo, el Nuevo Testamento reconoce a los judíos «una
prioridad», «pues el Evangelio es una fuerza divina para la salvación de todo
el que cree: "del judío primeramente y también del griego" (Romanos
1, 16)».
«La relectura cristiana del Antiguo Testamento es ciertamente
diferente a la judía, pues se realiza a la luz de Cristo --reconoció el
secretario de la Comisión Pontificia Bíblica--. El documento, sin embargo,
alerta ante una infravaloración del Antiguo Testamento, declara que el Antiguo
Testamento tiene en sí un valor inmenso como Palabra de Dios».
«Este documento --concluyó-- busca que los cristianos tomen
conciencia de que tenemos realmente mucho en común con los judíos y no en
asuntos secundarios, sino en cuestiones fundamentales».
«Dabru Emet», la última contribución judía
Por su parte, el rabino David Novak, subrayó que
la Declaración «Nostra Aetate» del Concilio Vaticano II, documento en el que
se afrontan las relaciones entre la Iglesia católica y el judaísmo, «no sólo
ha tenido una importancia para el pasado, sino que sigue teniéndola en el
presente, y muestra metas que hay que alcanzar en el futuro».
«La importancia de la "Nostra Aetate", en el pasado, se
debe al hecho de que en ella la Iglesia reconoció la legitimidad religiosa del
pueblo judío, considerando nuestra peculiar identidad. Esta se debe a la
alianza eterna de Dios con el pueblo judío, que de hecho no ha sido anulada --y
no puede ser anulada--».
«Dado que esta alianza eterna no puede ser anulada, nosotros los
judíos tenemos suficientes razones para sobrevivir e incluso para florecer», añadió
el rabino.
Novak explicó que en los últimos 37 años se han desarrollado «significativos
encuentros» entre teólogos católicos y judíos, «especialmente en América
del Norte». En este contexto, mencionó el extraordinario eco que ha tenido el
documento «"Dabru Emet" (Decid la verdad): Una declaración judía
sobre los cristianos y el cristianismo», que él mismo redactó junto a otros
tres catedráticos judíos.
Más de doscientos rabinos y otros profesores judíos han firmado
el documento, que fue publicado a toda página en el «New York Times» (CF.
Documentos, Zenit, 19 de abril). La recepción del documento en el mundo
cristiano, y en particular católico, fue muy positiva.
«"Dabru Emet" ha marcado la agenda para las relaciones
de los judíos con los cristianos en el momento actual --añadió Novak--. Ningún
judío --ya sea que lo apoye ya sea que lo critique-- puede ignorarlo».
«Lo que ha hecho "Dabru Emet" --subrayó-- es alentar, e
incluso forzar, a los judíos que están comprometidos en algún tipo de
relaciones con el mundo no judío, que en buena parte es cristiano, a hablar
teológicamente. Si no lo hacen, entonces los cristianos tienen el derecho a
preguntarse si el judaísmo tiene una teología».
La «Nostra Aetate» y «Dabru Emet» son los dos documentos que «muestran
el camino para hacer que el diálogo vuelva a tener una sólida base teológica»,
aseguró el rabino. «Dabru Emet» dice: «Los judíos y los cristianos adoran
al mismo Dios».
«Esta proposición ofrece material más que suficiente para
nuestro diálogo teológico actual», concluyó.
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