LA NACIÓN, Buenso Aires, 13-09-2000 Por Elisabetta Piqué Corresponsal en Italia
SOBRE EL DOCUMENTO ESCRITO
El texto señalaba la primacía de la Iglesia Católica ROMA.- En una suerte de silencioso y más que sutil "ping-pong", el Papa pareció corregir el domingo último el muy criticado documento escrito por el cardenal alemán Joseph Ratzinger, al afirmar que "la verdad cristiana debe ser propuesta, pero nunca impuesta". Con estas palabras, pronunciadas en el Vaticano ante docentes y profesores que celebraron el Jubileo de la Universidad, el Santo Padre suavizó el fuerte tono de "Dominus Iesus", el controvertido documento que hace una semana presentó Ratzinger, el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, sorprendiendo a todos. Allí, en efecto, el custodio de la ortodoxia católica, basándose en encíclicas escritas por el propio Juan Pablo II, reafirmó la supremacía de la Iglesia Católica como "único" medio para la salvación, y ratificó la primacía del Vaticano sobre las otras confesiones. El documento -con tonos duros y de línea ultraconservadora- desencadenó la semana pasada una verdadera tormenta, ya que fue criticado prácticamente por todo el mundo. En primer lugar, expresaron sus objeciones los protestantes, cuyas iglesias fueron definidas "impropias", pero también por ortodoxos, judíos y musulmanes. Aunque con matices, la mayoría de las confesiones religiosas interpretó el documento como un virtual "retroceso", y un "duro revés" a los esfuerzos hechos no sólo en favor del ecumenismo, sino también del diálogo interreligioso en los últimos tiempos. Una silenciosa batalla "Dominus Iesus" también levantó polvareda porque fue dado a conocer dos días después de la "inexplicable" beatificación de Pío IX, un Papa acusado de ser antisemita, antiliberal y antiitaliano, que fue levantado al honor de los altares junto a su antítesis, el pontífice Juan XXIII, el inolvidable "papa bueno". Una suma de pequeños gestos que muchos observadores interpretaron como una virtual agudización de la silenciosa batalla que, en la curia romana, enfrenta a un sector ultraconservador a otro que se presenta menos conservador. Así las cosas, que el Papa dijera que la "verdad cristiana debe ser propuesta, y nunca impuesta", trajo alivio a los sectores católicos más moderados, que no habían ocultado su disgusto ante el documento de Ratzinger, y que temen el resurgimiento de una "línea dura", según explicaron algunos observadores a La Nación. Las palabras del Pontífice estuvieron enmarcadas en un llamado a 10.000 docentes y profesores universitarios de todo el mundo a que "abran el espíritu a la verdad que nos hace libres". El Papa polaco recordó que la "libertad de investigación no debe temer el encuentro con Cristo", ya que dicho encuentro no condiciona ni el diálogo ni el respeto de las personas, "porque por su naturaleza la verdad cristiana debe ser propuesta, y nunca impuesta". Unos días antes, el cardenal Carlo Maria Martini, arzobispo de Milán y uno de los purpurados más abiertos y progresistas de la Iglesia Católica, también pareció corregir a Ratzinger. Martini, un jesuita no muy querido en los sectores "ultraconservadores" de la Curia, afirmó que "la salvación es para todos", y que sólo "hace falta vivir con amor". Pero no lo hizo criticando directamente el documento de Ratzinger -que invitó a leer con más atención, ya que según él fue interpretado superficialmente-, sino sus "tonos demasiado fuertes". |