Fecha de publicación 03.07.2000
Sendero que se ahondó junto al Muro
El pedido de perdón de la Iglesia por las culpas del pasado y del presente
solemnemente pronunciado por el Pontífice el primer domingo de la última
Cuaresma -que incluyó, claro, al pueblo de la Alianza- fue coronado de
inmediato por la histórica visita a Israel. Y así, la escena que allí
protagonizó Juan Pablo II orando junto al Muro de los Lamentos y dejando entre
las piedras el texto escrito con la oración elevada en Roma para pedir perdón
por "los pecados cometidos por muchos cristianos contra el pueblo de la
Alianza y de las bendiciones" se vino a constituir para muchos en un punto
culminante. Una suerte de eslabón decisivo en esa necesaria cadena de conversión
que la Iglesia Católica inició allá por 1965, con la declaración del
Concilio Vaticano II, que rechazó definitivamente interpretaciones erróneas e
injustas del Nuevo Testamento que por siglos agraviaron al pueblo hebreo.
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Movidos por esos magnos estímulos, activos protagonistas del diálogo judeo-cristiano,
los responsables del Seminario Rabínico Latinoamericano Marshall T. Meyer no
demoraron en exhibir su sensibilidad religiosa y organizaron dos jornadas de
estudio y reflexión destinadas, precisamente, a examinar el trayecto recorrido
desde Nostra Aetate hasta esa visita incluyendo, claro, el texto relativo a la
Shoah.
Contaron esta vez con el auspicio de la Federación de Comunidades
Conservadoras y con la activa participación de un nutrido auditorio de judíos
y cristianos. Entre otros, disertaron los sacerdotes Ignacio Pérez del Viso y
Rafael Braun, el pastor metodista Pablo Andinach, el doctor Roberto Bosca,
decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Austral; los rabinos Daniel
Goldman, de la comunidad Bet El, y Felipe Yafé, decano del Seminario, y los
profesores Abraham Zylberman, Iehuda Krell, Daniel Colodenco y Luis Kancyper.
"En un mundo globalizado por lo mediático, donde la dimensión de lo
trascendente parece achicarse, el diálogo entre aquellos que sinceramente
buscan al Dios metafísico, sempiterno, resulta imprescindible", explicó
el rector del seminario, rabino Abraham Skorka.
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Al cabo de un cauce como el abierto en las últimas décadas, profundizado
durante el pontificado actual, el desafío que se plantea es, precisamente, el
de crear ámbitos de encuentro y reflexión y de parte de los católicos
desplegar toda la riqueza de esos gestos y pronunciamientos recientes para que
puedan expresarse cotidianamente en cada comunidad, en la enseñanza, en la
predicación, en la catequesis y en las actitudes.
Empeñada en ese objetivo está la Comisión Episcopal de Ecumenismo
y Relaciones Religiosas con el Judaísmo que el mes próximo reunirá en Cosquín
(Córdoba, Argentina) a los delegados diocesanos.
Y en la convicción de que uno de los ámbitos más fértiles para el diálogo
interreligioso es el de la espiritualidad, está preparando otro encuentro para
que judíos, cristianos y musulmanes puedan dar testimonio de experiencias místicas
en sus respectivas confesiones. |