EL MISTERIO DE MARÍA Y LA PATRIA
Debo ser breve y simple, porque, así cuadra. también al misterioso regir de la Virgen en nuestra historia: presencia cierta y ostensible, presencia imbatible y oculta. No podíamos celebrar esta fiesta sin recordar las fases en que nace la Patria, protegida por el manto de la Virgen. Ella, claro está, es donación de España a América, pero es donación particularísima para Argentina inmortal. Está en las fundaciones españolas y en las guerras que se suceden hasta las invasiones inglesas, que fueron repelidas sin duda por el fervor mariano de los jefes y tropas, por la devoción de la ciudad al Rosario reconfortante y sublime, por la piedad popular, hondamente vigente en nuestros acontecimientos. Luego viene la guerra de la Independencia, la fundación de los ejércitos y la marcha de nuestros soldados por los caminos del Norte y del Oeste. Es un reclamo de los Ejércitos nacionales en procura de una patria grande, por su dimensión terrena y por su sentido teológico. La Patria Argentina es pues fundación de María. No sólo es motivo sugerente la advocación de Luján, salida de las entrañas hispánicas, afincadas según el piadoso tenor de los recuerdos, en la entraña de tierra americana: la imagen poderosa quiere esta tierra poderosa. No es sólo el motivo de las diversas devociones de mercedarios, dominicos o franciscanos: es una nueva conjunción de María con esta tierra incógnita, como algo que la liga en las fases inesperadas de su protección incomparable. En fin, no es sólo la presencia en los ejércitos de Belgrano, San Martín y tantos otros: es la unión sagrada de milicia y religión que halla en María Sma. la justa medida de una guerra justa, la sabia dispensación de una Patria que nace ya gloriosa. Gloriosa, porque querida por María. En fin, si aquel pasado hispano en América, si ese transcurso americano según modalidades hispánicas es magnífico y sublime, grande es también el recurso de María en nuestras contiendas ulteriores, en la magna protección con que prepara quizá un nuevo horizonte de nuestro querido suelo. Solamente este fervor que celebra lo justo y lo sublime de María, en la entraña de Argentina, dice sin duda algo sobre el misterioso regir de la Virgen: todo en sus manos nada contra su dispensación generosa. Patricio Fernández Rivero, Publicado en "La Hostería Volante", Nº 30, pag. 7 , Septiembre de 1973. |