Esta es la historia, en palabras del Padre Moreello, supèrior de la Orden, que el 2 de septiembre de 2000, escribía lo que sigue: 

    "Llegamos al Sur en octubre de 1999, a un campo hermoso, pero sin ninguna construcción y sin electricidad. No había un solo ladrillo, y debimos instalarnos nuevamente en carpas durante 5 meses. La vivienda abrió su primera puerta para Dios el 25 de marzo de 2000, día en que pudimos decir Misa en la capilla. En el mes de julio de 2000, pudimos tener celdas y luz. 

   Mientras tanto, el obispo de Bariloche armó todo el revuelo que le permitió su celo por la modernidad, haciéndonos conocer como excomulgados y no católicos. Durante algunos días aparecimos en las noticias de diarios y radios, y fuimos apercibidos por la Secretaría de Cultos.

   Pero poco a `poco las cosas se fueron calmando y la gente comienza a acercarse. 

   La casa cuenta con catorce religiosos, cuatro de ellos sacerdotes, tres que lo serán en algunos meses y otros dos poco más tarde.

   Buenos Aires, Méjico y algún país de Europa esperan fundaciones. Dios dirá y su Gracia, sin la cual nada es posible.

   La única manera de asegurar el futuro de la cristiandad es nutriéndola con sacerdotes bien formados, lo cual supone la larga espera de esa formación.

   En doce añós debimos mudarnos seis veces: el Fortín (en la provincia de Buenos Aires), Molinari, en Córdoba, Méjico, nuevamente la provincia de Buenos Aires, en estación García, Luján y ahora El Bolsóan, que gracias a Dios ya es nuestro.

   Quiera Dios llenarnos de buenas vocaciones, las malas no lo son, para poder ayudar a todos los que lo merecen y lo necesitan.