SAN VICENTE FERRER
TRATADO DEL CISMA MODERNO

   Se transcriben a continuación párrafos extractados del Tratado del epígrafe escrito por SAN VICENTE FERRER, cuando el Cisma de Occidente y editado por la BAC: "Biografía y escritos" (Madrid, 1956).
   Dice la Introducción de esta edición: "Siendo el tratado una obra ocasional, la doctrina que en él se maneja, sobre todo en la primera parte, no puede llamarse circunstancial o temporal... La aplicación de estos principios al caso concreto le ha fallado a fray Vicente Ferrer, no precisamente por sus raciocinios y datos positivos a priori... Si le engañaron con astucia política, carece de toda responsabilidad."

PRIMERA PARTE
CAPÍTULO III

En el que se declara ser muy peligroso para el alma cristiana
adherirse como a Papa al que no lo es, y apartarse,
aunque sea por ignorancia, del verdadero

   El Papa legítimo es padre universal de los cristianos, y la Iglesia es la madre. Además, prestando obediencia a uno que no es papa y tributándole honores papales, se quebranta el primer precepto de la primera tabla, en el cual se ordena: No adores a dios extranjero, ni ídolo, ni estatua, ni semejanza alguna del cielo. ¿Qué otra cosa es el falso papa sino un dios extranjero en este mundo, un ídolo, una estatua, una imagen ficticia de Cristo?

* * *

   Si existe el cisma, es necesario que haya cismáticos, que no son precisamente los que obedecen al papa verdadero, sino los que obedecen al falso cual si fuera legítimo. La ignorancia no excusa a los cismáticos, porque, según San Pablo: Si alguno lo desconoce, será él desconocido.

   Con todo, hay que notar que en este género de ignorancia no todos pecan del mismo modo. Cuanto más excelentes son los hombres en ciencia o en algún oficio y grado, tanto mayor es su pecado de ignorancia. Y a causa de la misma ignorancia, cuanto más se adhieren al falso papa, defendiéndolo, honrándolo o predicándolo como papa; y más se apartan del verdadero impugnándolo, blasfemando contra él y seduciendo a los demás, tanto más gravemente pecan.

CAPÍTULO IV

En el que se declara que no basta, para la fe necesaria en la
 Iglesia de Dios, creer bajo condición e indeterminadamente
en el verdadero Papa

   Por tanto, respondiendo a la cuestión, digo que en nuestro caso no es suficiente, para salvar la fe que hemos de tener en la Iglesia de Cristo, creer bajo condición e indeterminadamente en el verdadero papa, del mismo modo que no basta creer incondicionalmente e indeterminadamente en la Iglesia.

   Ya Se dijo que creer en la Iglesia una, santa, católica y apostólica, es un artículo de fe. Por consiguiente, no basta al fiel cristiano la credulidad condicional e indeterminada en la Iglesia y, por tanto, en el verdadero papa, porque una cosa conlleva la otra, como queda dicho.

   Pues bien, la fe condicional e indeterminada en el papa verdadero no dirige suficientemente al hombre en sus obras, sino que lo deja perplejo

   Si a ninguno obedece y permanece en la duda, está claro que dicha credulidad no le guía suficientemente en la observancia de los preceptos divinos.

CAPÍTULO V

En el que se declara que es necesario determinarse por el 
 verdadero Papa, mientras dura este cisma.

   Mas para salvar el artículo de fe sobre la Iglesia, a la que todos hemos de creer y obedecer, no basta la credulidad condicional e indeterminada sobre el verdadero papa, como se dijo en el capítulo precedente. Luego es necesario para la salvación determinarse a creer en el papa verdadero.

   Luego para la fe de la cristiandad y para alcanzar la salvación es necesario determinarse por el papa legítimo, vicario universal del Salvador.

   Quienes no creen explícita y determinadamente en el papa verdadero no entran en una iglesia determinada y, por consiguiente, están fuera de la Iglesia.

PRIMERA PARTE
CAPÍTULO I

En el que se declara que todos están obligados, como requisito
necesario para salvarse, a informar al prójimo de la legitimidad
de Clemente y de la Iglesia romana

   Así dice el Samo: "Creí, y por eso hablé". Y la Glosa: "Quien cree, es necesario que haable, pues no cree rectamente quien no manifieste lo que cree".

   Sin embargo, esta información no obliga a todos de la misma manera, pues a quienes incumbe predicar de oficio están obligados a informar pública y solemnemente al pueblo cristiano de la verdad del sumo pontífice y de la Iglesia romana.

   A éstos se les dice en San Mateo: Lo que yo os digo en la oscuridad decidlo a la luz, y lo que os digo al oído, predicad lo sobre los tejados.

CAPÍTULO III

En el cual se declara que de ningún modo debe omitirse
en el presente caso la información o la defensa de la verdad,
a pesar de la prohibición de los príncipes.

   Es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres. Es así que por precepto divino y de necesidad para salvarnos estamos obligados a informar al prójimo de la verdad del sumo pontífice y de la Iglesia romana, y a defender esta verdad, según se ha dicho.

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