ELECCIONES COMO PAPAS DE PABLO VI y JUAN PABLO
II
Abundan las pruebas de
que desde hace siglos existe un siniestro plan de infiltración de la
Santa Iglesia por parte del Judaísmo y su medio principal, la Masonería,
para alcanzar sus fines de abatir la Institución de Jesucristo. A tan
alto grado ha llegado el poder judaico que, es más, ya no se tiene que
esconder para trabajar dentro de la Iglesia. Así hubo embajadores como
Jules Isaac ante la Santa Sede para dictar sus iniciativas de reforma de
la liturgia, de la Biblia, de la catequesis a favor del judaísmo, lo
que se realizó obedientemente a través de las reformas hechas por el
Vaticano II. La infiltración es comprobable sobre todo desde hace dos
siglos. Un hecho significativo es el beneplácito de la Masonería hacia
los seudopapas, cuando ante los anteriores Papas católicos se mostraron
adversos hasta llevar a cabo acciones ignominiosas. TESTIMONIOS DE LOS AVANCES DE LA
INFILTRACIÓN Los testimonios abundan,
y los hechos están a la vista. Hace mucho tiempo, repetimos, que la
Masonería ha estado invadiendo todos los ámbitos de la Iglesia. Pero
acerca de interesantes sucesos durante el pontificado de S.S. Pio XII
transcribiremos en parte el contenido de una carta en la que podemos
confiar, más que nada por los resultados que están a la vista: la Sede
romana usurpada por hombres anticatólicos; una curia formada por
masones, herejes y comunistas, en gran parte, y el éxito de los planes
elaborados hace siglos. "Él es de los nuestros"... Sigue relatando que, por ese entonces arribó a Roma como embajador ante la Santa Sede Jaques Maritain, de quien dice Winckler que "fue un regalo tonto y malvado de Georges Bidault". (Nosotros decimos: ¿intencionalmente malvado?). Maritain invadió inmediatamente el grupo de Montini, y ya no hubo nada más que el "Humanismo Integral", -narra Winckler- y que ya todo aquel grupo manifestó abiertamente su modernismo. Winckler los abandonó. Nosotros queremos hacer notar que por esos años precisamente arribó también a Roma a estudiar teología Karol Wojtyla. Proseguimos citando la carta de Winckler. Durante su pertenencia a la Asociación, Winckler había actuado como acólito de Monseñor Montini durante la Misa. Muchos creían que él era un especial seguidor de las teorías montinianas. En este contexto se acercó a él Monseñor S. Pignedolli, miembro eminente de la Curia, quien creyendo que Winckler conocía los antecedentes de cierto plan, -y según da a entender Winckler, queriendo hacerle cómplice en algo- se. explayó haciéndole singulares confidencias. Pero para entender lo que sigue hay que recordar quién era el personaje a quien Pignedolli se refería en su confidencia; es preciso traer a la memoria al famoso masón cardenal Rampolla. El cardenal Mariano Rampolla fue el Secretario de Estado de S.S. León XIII (1878-1903). Habiendo muerto éste y convocándose el cónclave, resultó electo Rampolla, pero el Emperador de Austria Francisco José (quien estaba en alianza con otros príncipes católicos) vetó el voto. En aquel tiempo tenían derecho a voto en el cónclave los príncipes católicos. Después de un gran revuelo -aunque sin llegar a los excesos de anteriores cónclaves dudosos- tomando en cuenta el veto del emperador, se declaró nula la elección de Rampolla y en la nueva votación resultó electo el cardenal José Sarto, después San Pio X. Esto sucedía en el año 1903. Diez años después moría Rampolla, descubriéndose en sus pertenencias su afiliación a la Masonería. El cónclave que había elegido a Rampolla había durado ¡sólo cinco lías! escaso tiempo para una deliberación tan importante. Los masones liberales franceses se dieron a la protesta de manera especial. Pues bien, continuando con la carta de Winckler, manifiesta éste que Monseñor Pignedolli le habló de una gran revancha que se preparaba. Le hizo la reseña de todo el suceso del voto de Austria, cuyo resultado, según Monseñor había sido el de volver a hundir a la Iglesia durante más de medio siglo en el oscurantismo y en el aislamiento de la Edad Media; insistió en la necesidad de una apertura y de una adaptación de la Iglesia; finalmente le hizo entrever que se aproximaba una era nueva, y esto para muy pronto, gracias al éxito ya seguro (notemos que esto lo decía Pignedolli en 1945) gracias a uno que tendría éxito ahí donde Rampolla había tenido la desgracia de fracasar... "¿Quién es él?" le había preguntado Winckler; Pignedolli había respondido: "Usted le sirve en la misa todos los días"... Se trataba de Juan Bautista Montini. Según Winckler, el grupo que había creído a principios de siglo dar en el blanco con el cardenal Rampolla o sea colocar a uno de los suyos en la cima de la Iglesia para remodelarla a su propia imagen, ese grupo de presión nunca se encontró desarmado... "¿Quién, -dice Winckler- tuvo la posibilidad de preparar las elecciones de Roncalli y Montini con mucha anticipación, de modo que la primera hiciera posible la siguiente?"... ¿Y las siguientes? añadimos nosotros. Por los resultados que están a la vista la entrevista Pignedolli-Winckler no puede ser tachada de ficticia. Actualmente Sergio Pignedolli es Presidente del Secretariado para las Religiones no Cristianas, y es quien hace comunes las fiestas musulmanas del Ramadán para los católicos. Convencido de la igualdad de las "tres grandes religiones monoteístas". INFLUENCIA DE PABLO VI Imposible pensar que habiendo alcanzado el éxito enorme, primero, de poner en la cima de la Iglesia al iniciador de la revolución deseada, Roncalli, y logrando realizar un conciliábulo destructivo, no hubieran tenido preparados los autores del plan a otros sujetos aptos para continuar la exitosa tarea. De Juan XXIII se dice que fue "un papa de Transición", y lo mismo se repite acerca de Juan Pablo I, cuyo "pontificado" de treinta y tres días estuvo rodeado de circunstancias extrañas, lo mismo que su muerte. El "deseado de las Naciones Unidas" para continuar la tarea después de Montini era según todas las evidencias, como la de la suma eficacia para consumar el plan, Monseñor Karol Wojtyla. Hay que hacer notar que si bien en los cónclaves de tiempos anteriores influyó la política laica, como en el veto de Austria, no es posible negar ahora la influencia de otras políticas que están a la vista. Resumanos. Según narran los biógrafos en "Su Santidad" -datos conocidos sin necesidad de su relato- Paulo VI distinguió de manera especial a Karol Wojtyla en particular durante el mismo Vaticano II. Habiendo sido consagrado obispo en 1958, Paulo VI lo elevó al arzobispado en 1963, -quizá encantado por las intervenciones del obispo polaco en las sesiones conciliares que lo señalaban como miembro del "clan"-. En 1967 apenas terminado el conciliábulo lo elevó al cardenalato. Pero transcribimos algunos párrafos significativos de "Su Santidad". Dicen: "En la historia de la Iglesia casi nunca es posible determinar por qué un cardenal en particular es elegido papa. Pongamos mucha atención a lo que sigue: "Un observador minucioso puede develar las razones que llevaron al candidato -Karol Wojtyla- a estar en la mira de los papables. El cardenal Andrezek Deskur, un profundo conocedor de la curia, cree que, de una manera misteriosa cada papa elige a su propio sucesor...
Aquí caben dos pequeños comentarios. Los "ejercicios" espirituales dados por el cardenal Wojtyla a Paulo VI y su curia, no merecieron que se sepa, ninguna protesta por las herejías manifestadas. Por otra parte, dichos ejercicios han sido dados a conocer mundialmente en forma de libro, con el título de "Signo de Contradicción". En cuanto al comentario de los biógrafos sobre el anuncio de Wojtyla como "papable" en el New York Times, ¿no constituiría, dadas las cosas, una "señal" para decir a ciertos interesados: "todo va bien"? PREPARATIVOS DE PABLO VI No había ninguna razón para que Pablo VI dictara una disposición donde los cardenales octogenarios quedaran excluidos de los cónclaves de elección papal. Máxime cuando los excluidos se encontraban en perfecta salud mental, y era una evidente arbitrariedad privarlos del derecho de ejercer aquello para lo que precisamente habían sido constituidos: elegir Papa. Pero entre los cardenales que entonces eran mayores de ochenta años, y los que pronto alcanzarían la edad, había muchos "conservadores" indeseables. El documento que los dejó fuera -como una ley para el futuro- fue la "Constitución Apostólica Romano Pontífice Eligendo" dada por Montini en Roma el 1º de octubre de 1975. De todos los Movimientos de Resistencia Católica surgió la protesta considerando "nula de pleno derecho" dicha ley, y muchos manifestaron que "arrojaban sombras" sobre los próximos cónclaves. Nosotros junto con otros muchos católicos, no pensamos que es esa ley la que "arroja sombras" con todo y ser arbitraria; nosotros creemos que la Sede Romana está vacante por herejía del que la ocupa y que los cónclaves de los modenistas han sido nulos de toda nulidad. Pero bien, Paulo VI desde su ascenso se había dedicado a crear cardenales que a la elección de Wojtyla eran 115, de los cuales Montini había creado 100. Cuando se emitió la disposición de exclusión de los octogenarios, quedaron fuera del derecho de elección los siguientes, en número de trece, que no pudieron asistir al cónclave que elegió a Wojtyla: Ottaviani, Antonelli, Barbieri, Confalonieri, Caggiano, Dejorio, Fuinga, Marella, Mc. Inter, Miranda, Motta de Vasconcelos, O'Boyle, Shera, Parente y Slypji. Pero cardenales modernistas, masones, de tendencias protestantes, liberales, que profesaban las mayores herejías postconciliares, judíos y comunistas, esos sí estaban con todo derecho en el colegio cardenalicio al tiempo de la elección de Wojtyla, Por ejemplo: El cardenal Pironio, al que en su patria, Argentina, llamaban "el pirómano" por sus tendencias comunistas revolucionarias. El cardenal Willebrands que como embajador de Pablo VI se jactaba por toda la Iglesia de la reinvindicación de Lutero, siendo también firmante de la concesión de los sacramentos católicos a los cismáticos y "otras confesiones". Y estuvo también el ya mencionado Pignedolli, el de "nuestras fiestas del Ramadán". Estos, entre otros. El ilustre cardenal, teólogo renombrado Pietro Parente, encabezó la protesta de los cardenales octogenarios, pero es sabido que toda protesta venida de católicos verdaderos ante la iglesia postconciliar, choca con piedra. Nosotros estamos convencidos de que a los postconciliares no hay que rogarles nada, simplemente porque no tienen ningún derecho de conceder NADA, como no lo han tenido de abrogar nada. La Santa Iglesia Una, Católica Apostólica y Romana, sigue viviendo a Dios gracias, y lo que falta sólo a los católicos en resistencia es una gran tarea de UNIDAD, de unificación. Cristo está con nosotros, con Su Iglesia, hasta el fin de los siglos. Treinta y tantos años después del concilio y aún menos de la aplicación de las reformas ha sido poco tiempo, primero para salir de la sorpresa ante lo presentado "como desde Roma", reaccionar, y actuar en cociencia. La Resistencia Católica existe, gracias a Dios, el verdadero Santo Sacrificio se celebra, y se tienen los verdaderos sacramentos. No es aquí el lugar para dictar programas de acción. La Resistencia Católica se manifestó desde un principio, y sólo le falta la unificación para la consolidación de la tarea que hay que realizar. |