EL ABANDONO DE DIOS
¿Dónde
está Dios?
Decía mi viejo Catecismo que en todas partes, y es lógico que sea así
sino unos tendrían la dicha de poder tenerlo y otros nó. Pero ¿Dónde?.
Dios es el gran ausente de nuestras vidas, de nuestras casas, de nuestros
pueblos, de
Sincerándonos todos nadie puede decir que todo está mejor, crecen los pueblos
y con ellos los crímenes; las cárceles quedan chicas entonces a alguien de
El sida es un flagelo, pero no se contagia tejiendo a mano. Es un flagelo pero
quieren que se casen los hombres entre hombres y las mujeres entre mujeres. Les
dejan andar juntos, y no sé qué le pasa a mi hijo que anda medio raro.
Hay
que evitar los embarazos precoces, claro que sí, digamos entonces a los chicos
desde la primaria “como cuidarse” para que no les pase. Valga el ejemplo:
Escribir con faltas de ortografía es una burrada, no les demos entonces ni
lápices ni biromes a los burros no vaya a ser que hagan burradas. ¿No sería
mejor enseñarles a escribir bien? ¿Quién forma en la virtud a los chicos?
¿Quién exige la conducta recta en los grandes?. Hoy la escuela evita el efecto
sin suprimir la causa. Lo mismo hace la justicia, el legislador, el ejecutivo y
el clero.
Todos juraron por
La Biblia
que juran los Presidentes tiene los Mandamientos, esos de no robar ni mentir,
Nuestros pueblos nunca andarán bien si no se vuelven a Dios. A Dios lo acepto
entero o no lo acepto nada, no puedo decirle “Jesús ayúdame” y mirar mal a
la mujer del vecino, o a cualquiera que se cruce, o envidiar los bienes del
otro, o dejarlo mal parado por no ser capaz de callar una crítica o una
mentira.
Los pueblos van a la deriva, que es ir al naufragio, que es ir a la muerte. Van
a la deriva porque sus guías temporales que son los gobernantes, los mayores y
los maestros no gobiernan como quien responderá ante Dios, no enseñan por amor
a Hable cada quien
de lo propio, haga cada quien su deber, sepa cada uno que le juzgará Dios sí o
sí y de manera inexorable. Sean ejemplares los sacerdotes, sean varones y
varones de virtudes para Dios, enseñen a los hombres que hay que ser cristiano
para salvarse, que de Dios nadie se burla. Reconozcan los hombres a los
sacerdotes por sus vestiduras y por su conducta acorde al hábito que llevan o
deberían llevar, por su vida sacrificada y por tratar de vivir de corazón el
Evangelio que predican o deberían predicar.
Dios abandona sólo a
aquellos que lo dejan. |
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