DELENDA EST CARITAS CHRISTIANA

(La Caridad Cristiana ha de ser destruida

Autopsia del Amor de una Encíclica - 2

   Sepa disculpar el lector tamaño resumen pero ha sido la manera mas breve de resumir que hemos podido encontrar, vayamos ahora paso por paso en la penosa tarea de esta autopsia de un documento que en vez de exaltar y aumentar al amor cristiano lo reduce a menos de lo que es y, peor a lo que no es. Considere serenamente el lector.

                        (La Encíclica puede hallarse en Internet en el Sitio:

 http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/encyclicals/documents/hf_ben-xvi_enc_20051225_deus-caritas-est_sp.html.

                        I. PRÓLOGO

   Para hablar o escribir lo primero es entenderse o ser entendido, imposible si los términos no son claros; por eso una buena definición primero hace algo de terminología o de semántica, como le dicen, para usar los vocablos adecuados y descartar los que nó. La Encíclica lo hace pero mucho y demasiado, nó ya como siempre lo hizo la escolástica hablando de amor de concupiscencia y de amistad, sinó con los términos griegos que parecen hacer más sabios a los que los dicen y cultos a los que los oyen aunque pocos sepan lo que dicen y menos lo que oyen. Así pues se desglosan el “eros” (amor entre hombre y mujer), “philia” (amor de amistad) y “ágape” (convite de caridad), todos revueltos con referencias a Virgilio del brazo de Descartes, riendo de Gassendi y no olvidando a Nietzche. Muchos Papas han sido verdaderos eruditos de la lengua latina y de la griega y eminentes filósofos sin embargo cuidadosamente evitaron en sus enseñanzas las alusiones directas a tales o cuales, a no ser para condenar un error o felicitar a algún autor eminente.

   Los términos son útiles si nos llevan a la verdadera definición, nó si nos pierden entre tantas distinciones y alusiones que podrán afirmar en el oyente que está delante de alguien erudito, nó delante de alguien sabio o certero, aunque muchas veces confundiendo lo uno con lo otro.

   En el n.7  de la Encíclica, ya que los cuatro primeros se los llevaron las “palabras”, habla el Cardenal Ratzinger de sus reflexiones sobre la esencia del amor “bastante filosóficas” si bien no indicó la esencia y tampoco filosofó a no ser que confundamos filología con filosofía.                       

                        II. Buscando la Definición de la Caridad Cristiana:                                  

                             A) El Cardenal Ratzinger dice aquí lo que no es la caridad cristiana

   A decir verdad hubiera bastado con hacer referencia a las formas bastardas del “amor” contemporáneo o televisivo que lo reduce simplemente al manoseo y a la lujuria. En cambio, el Card. Ratzinger en el n. 4 de la Encíclica, hace una larga referencia al culto antiguo a la fertilidad y a la prostitución “sagrada” que se ejercía en los antiguos templos paganos: “en el campo de las religiones esta actitud se ha plasmado en los cultos de la fertilidad, entre los que se encuentra la prostitución sagrada que se daba en muchos templos… En efecto, las prostitutas que en el templo debían proporcionar el arrobamiento de lo divino, no son tratadas como seres humanos y personas, sino que sirven sólo como instrumentos para suscitar la locura divina: en realidad, no son diosas, sino personas humanas de las que se abusa” (n.4).

   ¿Se le ocurrió a Usted que era necesaria una intervención pontificia para descubrir que aquella antigua práctica morbosa no era el verdadero amor de Dios? ¿El Sacerdote, el simple cristiano o la monjita que habrían de leer la Encíclica necesitaban que les hicieran acaso la distinción? Juzgue Usted.

   En el n. 5, siguiente de la Encíclica, presenta esta afirmación: “Pero ni la carne ni el espíritu aman: es el hombre, la persona, la que ama como criatura unitaria, de la cual forman parte el cuerpo y el alma”. Es cierto que si de amores se trata, como acto responsable del hombre, el sujeto, que en ese caso es la persona, es quien en definitiva ama, piensa, respira o recuerda. Pero también es cierto y mucho, que uno no quiere sin la voluntad, ni piensa sin el intelecto, ni siente sin el sentimiento. El alma, no siendo directamente operativa, hace sus operaciones mediante sus facultades, que en el caso del amor es la voluntad. Más claro, escuchemos a San Francisco de Sales, Doctor de la Iglesia: “Ciertamente que es el hombre quien ama, pero ama por medio de la voluntad con lo que el fin de su amor es de la misma naturaleza que su voluntad; siendo espiritual, la unión que busca su amor es también espiritual…” “…Siendo pues el amor un acto de voluntad, quien quiera tenerlo no solamente noble y generoso sinó fuerte, vigoroso y activo es necesario que reprima su poder y fuerza en los límites de las operaciones espirituales…” “…Al contrario los que atraídos por los placeres sensuales, ponen toda el alma en su goce, descienden de su media condición a la de brutos y merecen ser llamados tales por sus obras, aunque continúen siendo hombres por naturaleza.” (S. Francisco de Sales, Tratado del Amor de Dios, L.I, C.10, Pags. 50, 51, 52. BAC, Obras Selectas T.II. Madrid, 1954)

                              B) Buscando la Definición anula el Card. Ratzinger tres (3) referencias esenciales de la Sagrada Escritura

                                   1ra. El Cantar de los Cantares

                                   2da. Los Profetas Oseas y Ezequiel

                                   3ra. El Génesis (Adán y Eva) 

   Si en algún escrito está presente el Amor de Dios es en la Sagrada Escritura. El Texto Sagrado no es más que el fruto de la Inspiración de Dios a las almas selectas de sus redactores originales que movidos por la Gracia y guiados por el Espíritu Santo pusieron en aquél lo que Dios quería dejar plasmado para los hombres para que éstos se salvaran. Nada pues tan delicado, tan modesto ni virtuoso como la Sagrada Escritura.

   Así como para apreciar una poesía hermosa o una música bellísima la sensibilidad del hombre también tiene que tener una cierta elevación, así de manera semejante la Sagrada Escritura exige en nosotros una cierta virtud y espiritualidad como para entender ciertos pasajes y expresiones que, mirados de manera grotesca, serían groseros; virtud y espiritualidad que todo buen cristiano puede tener. Dios no necesita hablar del sexo para enseñarnos qué hondo puede ser su amor. Lo humano no tiene sacralidad en sí mismo sinó por la Gracia que recompone en nosotros el desorden instaurado por el Pecado Original. Nó que todo lo humano sea pecaminoso por ser humano, sería eso una herejía; pero lo humano desde la falta original de nuestros Primeros Padres siempre comporta concupiscencia y desorden que sólo pacifican la Gracia y la virtud; de ahí que el cristiano aún en lo más pasional es moderado y modesto, tanto que la misma castidad rige los afectos naturales; no es coerción ni represión a la manera sensual de Freud, sinó elevación y virtud, simplemente cristianismo en la manera de amar. 

   Así entendido veamos cómo lo entiende, de manera dispar, el Cardenal Ratzinger.                                     

                                           1ra. El Cantar de los Cantares:

   Dice de este Libro santísimo en el n. 6 de la Encíclica: “Según la interpretación hoy predominante, las poesías contenidas en este Libro son originariamente cantos de amor escritos quizás para una fiesta nupcial israelita, en la que se debía exaltar el amor conyugal”.

   Si bien entendemos, sería un canto nupcial simplemente usado por el escritor sagrado para figurar algo, como si la abundancia divina no bastara para componer en exclusiva un poema grandioso que expresara su Amor y el de su Iglesia. Dice en cambio San Bernardo que se llama Cantar de los Cantares porque “este cántico supera a todos los otros del Antiguo Testamento”. Dice el P. Fillión en su Introducción a este Libro: “Es absolutamente falso querer mirarlo como una reunión de piezas juntadas y originariamente dispares, como una especie de antología”. (Santa Biblia Comentada, T. IV, p. 593, Letouzey, París, 1900). Entre los mismos hebreos respondía Akiba: “¡Nó lo quiera Dios! Jamás hombre en Israel contradijo que el Cantar sea un Libro sagrado; el curso entero de los tiempos nó podría rivalizar con el día en el que el Cantar fue dado a Israel. Todos los hagiógrafos son santos pero el Cantar es Sacrosanto” (idem. p.594).

   El Cantar ha tenido sus interpretaciones buenas y malas, entre las malas precisamente está la literal, condenada tanto por judíos como por católicos pero defendida por los racionalistas. “La escuela llamada literal o realista se atiene pura y exclusivamente a la letra del Cantar, es decir, la idea de un matrimonio puramente huamano” (Fillión, idem, p. 595). Esta interpretación fue condenada por el Sanhedrín hacia el año 90 después de Cristo, y entre los católicos por el II Concilio General de Constantinopla en 553. Decía entre los judíos Aben-Esra: “Lejos, lejos que el Cantar trate de la voluptuosidad carnal; todo más vale está allí dicho figuradamente. Sino fuera por su máxima dignidad no estaría entre los libros de la Sagrada Escritura; de él no hay controversia alguna”. (Praefatio In Canticum Canticorum)

   Agreguemos con San Gregorio Niceno hablando de este Libro sagrado: “Es Cantar por la inspiración divina, las alabanzas de Cristo y de su Iglesia”.

   ¿Nos parece todavía una cancioncita de bodas? Escuchemos a San Bernardo: “Así pues (Salomón) divinamente inspirado, canta en este Libro los loores de Cristo y de su Iglesia, celebra las dulzuras del amor sagrado y los misterios de su eterno matrimonio… Es un verdadero canto nupcial compuesto por aquella alma santa y extática que en él manifiesta las dulzuras inefables de que goza valiéndose para ello de símbolos y figuras… Por esto creo que este canto nupcial es llamado el Cantar de los Cantares a causa de su excelencia, como aquél Señor en honor de quien fue escrito es llamado el Rey de los reyes y el Señor de los señores”. (San Bernardo, Obras Completas, T. II, p. 9, n. 8, Sermón 1ro. sobre el Cantar, BAC año 1955). 

                                   2da. Los Profetas Oseas y Ezequiel:

   Leamos al Cardenal Ratzinger: “Los profetas Oseas y Ezequiel, sobre todo, han descrito esta pasión de Dios por su pueblo con imágenes eróticas audaces” (n. 9 de la Encíclica)… “La historia de amor de Dios con Israel consiste, en el fondo, en que Él le da la Torah, es decir, abre los ojos de Israel sobre la verdadera naturaleza del hombre y le indica el camino del verdadero humanismo” (idem n. 9).

   Son dos cosas densas dichas en pocas palabras: 

                                                                                 

 

                                          a) “Imágenes eróticas audaces”:

   La Iglesia Católica de rito latino, que es su mayor parte, no piensa en griego por no ser oriental sinó occidental. Un documento eclesiástico para la Iglesia universal entonces debe usar términos precisos para ser interpretados correctamente por aquellos a los que se dirige. Para el espíritu latino una “imagen erótica audaz” más parece una película indecente o la afirmación de un psicoanalista que una expresión teológica. Los profetas no son novelistas. Es cierto que a veces los Profetas usan expresiones de un vivísimo realismo y que por su sentido figurado deben ser entendidas como una imagen castísima de un autor sagrado e inspirado por Dios, nó a la manera de un sentido obsceno y degradado. Así dice Teodoreto, uno de los mayores comentaristas de los Profetas en la Patrología Griega, hablando precisamente de los Profetas Isaías, Jeremías, Oseas y Ezequiel: “Es el Soberano de todas las cosas quien ha ordenado todo eso, para excitar la atención por lo extraño del espectáculo y hacer entender los divinos oráculos para aquellos que se hacían sordos a sus palabras” (P. G. LXXXII, 1473)

   Dice San Juan Crisóstomo: “En el Profeta… Su espíritu es lúcido, su estado en calma; él sabe lo que dice; aprended a distinguir así al adivino del Profeta” (P. G. LXI, 241). 

                                          b) “El Amor de Dios… le indica el camino del verdadero humanismo”:

   No es cierto. Una verdad que no lo dice todo pretendiendo decirlo no lo dice sinó que miente. El amor de Dios nó quiere hacer sólo hombres sinó hombres salvos. Hombre se puede ser en cualquier religión y casi aún sin ella. Dios Nuestro Señor nó vino a hacernos hombres sinó a salvarnos Él por su Cruz y su Pasión, nosotros por la Gracia que podemos recibir. Nadie se salva por la naturaleza sinó por la sobrenaturaleza, sinó la Redención no hubiera sido necesaria, ni los Sacramentos, ni una institución sobrenatural como es la Santa Iglesia. 

                                   3ra. Génesis (Adán y Eva):

   Dice el Cardenal Ratzinger en el n. 11 de su Encíclica: “En el trasfondo de esta narración (la del Génesis II, 23) se pueden considerar concepciones como la que aparece también por ejemplo en el mito relatado por Platón…”

   Hay allí o un error cronológico o la afirmación de una tesis racionalista. Para la Iglesia Católica todo el Pentateuco (los primeros cinco Libros de la Biblia) y de éste su primer Libro que es el Génesis, tiene como autor a Moisés como lo afirmó la Comisión de Re Bíblica el 27 de junio de 1906 (Denzinger 1998). El 18 de noviembre de 1907 el Papa S. Pío X declaró que las sentencias emitidas por dicha Comisión y aprobadas por el Papa, como aquella, obligan en conciencia ( San Pío X, Motu Proprio “Praestantia Scripturae”, Denzinger 2113).

   Ahora bien, Moisés fue ciertamente anterior por varios siglos a Platón. ¿Cómo podía tener su libro un transfondo platónico? Sólo admitiendo la tesis racionalista que pone el origen del Génesis nó en Moisés sinó hacia el siglo V antes de Cristo, en clara oposición a los dictámenes de la Comisión de Re Bíblica y de San Pío X. 

                             C) Hegelianismo

   También dice el Cardenal Ratzinger en el n. 11 de la Encíclica: “En la narración bíblica no se habla de castigo; pero sí aparece la idea de que el hombre es de algún modo incompleto, constitutivamente en camino para encontrar en el otro la parte complementaria para su integridad…”

   Nada que constituya algo esencialmente puede faltarle a esto, sinó no sería constitutivo suyo y sólo accidental y prescindible. A mi puede faltarme un pie pero no el cuerpo si quiero ser yo. Afirmar que el hombre está “constitutivamente en camino” es igual a decir que no es sinó que se va haciendo y eso no es más que idealismo puro (Hegel), haciendo honor al fondo filosófico del Cardenal Ratzinger.

                             D) El Cardenal Ratzinger reduce el amor a sexo

   No se trata de escandalizarse ya que sólo nos limitamos a explicar lo dicho en la Encíclica. Ni tampoco de excusar diciendo “se entiende que el sexo también es importante”. Ambas reacciones son injustas. No hay derecho a creer que decimos de más si lo que decimos es objetivo y lo probamos; y tampoco afirmar tal importancia del sexo con lo cual sólo los casados podrían amar y ciertos Santos jamás lo hubieran hecho bien.

   Dice el Cardenal Ratzinger “…Para encontrar en el otro la parte complementaria para su integridad, es decir, la idea de que sólo en la comunión con el otro sexo puede considerarse completo”… “El eros orienta al hombre hacia el matrimonio, un vínculo marcado por su carácter único y definitivo, así, y sólo así, se realiza su destino íntimo”. (n. 11 de la Encíclica).

   Si fuere así ¿Se habrán querido realmente la Santísima Virgen y San José?  ¿Habrá amado San Juan Evangelista? ¿Lo habrá hecho El Bautista o tantos Santos y Santas Vírgenes?

Si fuere así ¿Qué queda para el Sacerdocio y el Monacato? ¿Sólo seremos “íntegros” los Sacerdotes buscándonos una esposa? ¿Corregiremos a San Pablo? “Respecto de las vírgenes no tengo precepto del Señor, pero doy mi parecer, como quien ha alcanzado la misericordia del Señor para ser fiel. Juzgo pues que en vista de la inminente tribulación es bueno para el hombre quedar como está. ¿Estás atado a mujer? Nó busques desatarte. ¿Estás desatado de mujer? Nó busques mujer…Quien, pues, case a su doncella, hará bien; mas el que no la casa hará mejor” (I Cor., Cap. VII, 25-40). 

                             E) El Cardenal Ratzinger confunde

a) La noción de Comunión

b) La idea de la Caridad Cristiana 

a) Confunde la noción de Comunión:                                      

   Una Encíclica tiene que hacer el bien a todos y para eso poder entenderse. ¿Será difícil decir qué es la Comunión? Tal vez bastara una afirmación sencilla del Catecismo. Compare Usted lo que Usted sabe con esta frase del n. 13 de la Encíclica: “Nó recibimos solamente de modo pasivo el Logos encarnado, sino que nos implicamos en la dinámica de su entrega”.

   Apréndala bien para explicársela a su jardinero o al común de las gentes que convive con Usted. 

b) Confunde la idea de la Caridad Cristiana

   De la Caridad aún y hasta muy avanzada la Encíclica no dará la definición. Dice en el n. 19, aunque haya hablado de la evangelización: “El amor es el servicio que presta la Iglesia para atender constantemente los sufrimientos y las necesidades incluso materiales de los hombres”. Si eso es la Caridad Cristiana ¿Dónde está el amor a Dios que sería su primer objeto? Si es la Caridad Cristiana, ¿Dónde está claramente enunciada la preocupación primaria del amor que es el bien del alma, el que los hombres vivan en Gracia y se salven?     

                    III. ANTES DE LA DEFINICIÓN:

                           IMPLICANCIAS SOCIALES Y ESTATALES. 

    Apenas vamos mediando esta autopsia que lógicamente es desagradable como lo son todas. Aún no llegamos a la definición de la Caridad Cristiana del Cardenal Ratzinger. Antes pues de definir habla de las implicancias sociales y estatales y lógicamente de la doctrina social de la Iglesia.

                                Entonces para hacerlo: 

A) Reivindica a un Tirano.

B) El Estado debe ser laico.

C) Doctrina Social Racionalista.                       

A) Reivindica a un Tirano: Juliano el Apóstata

   Nó sabemos bien por qué era necesario hablar de éste cruel perseguidor de los cristianos pero, allí puesto en la Encíclica, hablemos de él. Juliano era sobrino del Emperador Constancio quien mató al resto de su familia. Nuestro Tirano fue Monje Católico y dejó de serlo por el mandato de su tío quien lo nombró César en Milán el 6 de noviembre del 355. Constancio, en cambio fue arriano y defensor del arrianismo. Juliano al proclamarse Emperador y atacar a Constancio abjuró del Cristianismo y adhirió a los antiguos cultos paganos del Imperio Romano que quiso restaurar y restauró de hecho. Dice el Cardenal Ratzinger en el n. 24 de la Encíclica: “Imputó esta brutalidad (la muerte de su familia) al Emperador Constancio que se tenía por un gran cristiano. Por eso para él la fe cristiana quedó desacreditada definitivamente… Decidió restaurar el paganismo… Se inspiró ampliamente en el cristianismo… Los sacerdotes (paganos) debían promover el amor a Dios y al prójimo”.

   Dirá luego más adelante en el n. 31: “La presencia del Cristianismo en el mundo hace eficaz ese imperativo del amor… La mencionada reforma del paganismo…es sólo un testimonio inicial de dicha eficacia”.

   ¿Será que sí?

   A nuestro pobre modo de ver lo que dice es esto, y es absurdo (unas líneas después mostraremos quién fue Juliano): 

· Cristianismo 4   hace eficaz el amor en el mundo                                              

· Reforma del Paganismo = es distinta del Cristianismo 

· Reforma del Paganismo= testimonio de la eficacia del Cristianismo.

   En otras palabras: La negación de lo eficaz (que es el Cristianismo) es testimonio de dicha eficacia, por la reinstauración del paganismo.

   De otra manera: Niego lo que enseñas para darte la razón.                   

   Agreguemos ahora una noticia biográfica. ¿Quién fue este gran tirano reivindicado por el Cardenal Ratzinger? Dice el Padre Rohrbacher en su Histoire Universelle de l’Eglise Catholique, Societé Générale de Librairie Catholique, París-Bruxelles, 1879, que los Santos Padres lo llamaron “precursor del Anticristo”. Fue formado por Eusebio de Nicomedia (arriano), Ecébole (sofista) y Aëtius (esclavo arriano). ¿Cuáles fueron las causas de su apostasía? El Padre Rohrbacher en la obra citada, pág. 152, col. 2 las indica: - La mala instrucción de los arrianos;- el escándalo de sus intrigas y pasiones; - el odio a Constancio; - curioso, superficial, vanidoso.

   ¿Es cierto que se inspiró ampliamente en el Cristianismo? Dice D’Alés en el Dictionnaire Apologétique de la Foi Catholique, Beauchesne, París 1928, T.I, col. 1480-81: “El único Emperador del s. IV que no tomó ninguna medida en favor de los esclavos es Juliano. Respecto a ellos se muestra imbuido de todos los prejuicios del paganismo, y habla de ellos en sus escritos con el antiguo menosprecio. Deseoso de apropiarse de la biblioteca del Obispo Georgias asesinado por los paganos de Alejandría, manda en su Ep. XXXVI, “torturar sin pausa a los esclavos de aquél sospechosos de guardar sus libros”.

   ¿Reformó realmente al paganismo? ¿Qué dice San Gregorio Nazianceno: “ Se lo veía prosternarse ante el ídolo, besarle los pies, ir y venir con un aire inquieto y apresurado, cortar la leña para el altar, atizar el fuego, soplar con la boca hasta quedar sin aliento, degollar la víctima, hurgar en sus entrañas, buscar allí con avidez el futuro, sacar luego sus manos repugnantes de sangre, queriendo ser a la vez sacrificador y ministro” (Rohrbacher, op. cit. T.III, L. 34, p. 185).

   Sean nuestro juicio las palabras de San Gregorio Nazianceno, su contemporáneo y compañero de estudios en Atenas, al verlo en dicha ciudad: “¡Qué peste alimenta el Imperio Romano! ¡ Quiera Dios que yo sea falso profeta!” ( San Gregorio Nazianceno, Orat. 4, Rohrbacher op. cit., T.III, p. 156, col. 2, in fine)                                       

B) El Estado debe ser laico

   El Cardenal Ratzinger niega la religión al Estado. Aquí sus palabras en el n. 28 de la Encíclica: “El Estado no puede imponer la religión (luego, ha de ser laico) pero tiene que garantizar su libertad y la paz entre los seguidores de las diversas religiones (a todas por igual)”

   Nó es esta una doctrina católica, es más, es algo condenado y execrado por los Papas Católicos como S.S. Pío IX y Gregorio XVI.

   “Se atreven a enseñar, que el mayor orden de la sociedad pública y el progreso civil demandan imperiosamente, que la sociedad humana se constituya y se gobierne sin que se tenga en cuenta la Religión como si no existiese; o por lo menos sin hacer diferencia entre la verdadera Religión y las falsas. Además contradiciendo la doctrina de la Escritura, de la Iglesia y de los Santos Padres no dejan de afirmar, que el mejor gobierno es aquél en el que no se reconoce al poder la obligación de reprimir por la sanción de las penas a los violadores de la Religión Católica… No temen favorecer esa opinión errónea, la más fatal a la Iglesia Católica y a la salvación de las almas, y que nuestro Predecesor de feliz memoria, Gregorio XVI, llamaba delirio (Mirari Vos, 15/8/1832) a saber: Que la libertad de conciencia y de cultos es un derecho libre de cada hombre, que debe ser proclamado y garantido en toda sociedad bien constituida” (Pío IX, Quanta Qura, n. 4, 8/12/1864; Encíclicas Pontificias, Guadalupe, T.I., p. 156, Buenos Aires, 1958).

   Confirmemos los dicho contra el Cardenal Ratzinger con las palabras de San Pío X: “Que sea necesario separar el Estado de la Iglesia es una tesis absolutamente falsa y un error pernicioso porque basada en el principio de que el Estado no debe reconocer culto religioso alguno, es gravemente injuriosa a Dios, fundador y conservador de las sociedades humanas al cual debemos tributar culto público y social” (S. Pío X, Vehementer, Guadalupe p.753, n. 5, 11/2/1906).

C) Doctrina social Racionalista

   Como consecuencia lógica de su pensamiento naturalista en el orden político afirma el mismo error naturalista respecto a la doctrina social de la Iglesia. Leamos su argumento en el n. 28 de la Encíclica: “La doctrina social de la Iglesia argumenta desde la razón y el derecho natural… Sabe que no es tarea de la Iglesia el que Ella haga valer públicamente esta doctrina”.

   No es cierto, si la doctrina social católica argumenta sólo a partir de la razón y el derecho natural ¿Qué diferencia tiene de una argumentación laica? La doctrina social católica se apoya principalmente en la Revelación y consiguientemente en la Fe, es su nota esencial y distintiva, además en la razón y el derecho. Decía el Papa León XIII: “La Iglesia es la que del Evangelio saca doctrinas tales que bastan a dirimir completamente esta contienda o por lo menos a quitarle toda aspereza”. (Rerum Novarum, 15/5/1891, Guadalupe, T. I, p.428, n.11).

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