Combate
es la Vida del Hombre sobre la Tierra
“Militia est Vita Hominis super Terram”
(Job VII, 1).
Estamos prontos a celebrar la solemnidad mayor del Año Litúrgico que es
la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, o tal vez al leer esta ya la
hayamos celebrado.
La Pascua en la Liturgia y en la
Vida terrena de Jesucristo es el punto más alto, más destacado y sublime.
La Pascua es el triunfo grandioso e
inigualable de nuestro supremo Capitán. El Verbo de Dios se hizo hombre, murió
en la Cruz y resucitó al tercer día para librar un combate que no nos era para
nada ajeno pero sí que nos superaba infinitamente. Imposible para nosotros
vencer al demonio, a la muerte, a la carne y al mundo. Nuestro Señor podía
vencerlo todo con su sola Voluntad santísima, con sólo quererlo, con un solo
acto de amor de su Sagrado Corazón. Pero conociendo Dios nuestro natural,
siempre tardo para lo bueno y pronto para lo malo, quiso y permitió las penas,
las afrentas y los horrorosos dolores de su Hijo para que se conmovieran
nuestras entrañas ante tanto sufrir inmerecido por Él y tan merecido por
nosotros.
La Pasión y Resurrección de Cristo
nos emociona y nos conmueve en una situación histórica particular en la cual
el rechazo de la Cruz es moneda corriente. Los hombres no quieren saber de
Jesucristo. “¡Nolumus Eum regnare super nos!” (No queremos que Él reine
sobre nosotros) (S. Lucas XIX, 14).
No quieren su Realeza porque con
ella va su Moral y sus Mandamientos que no quieren observar.
Lo que es peor es que sus Ministros,
las Jerarquías de su Iglesia han hecho un pacto tácito de no agresión con el
mundo enemigo de Dios. Duele más en la Roma de hoy el calentamiento global o el
aumento de la pobreza que la pérdida masiva de las almas.
Han naturalizado la Religión, han
borroneado todo lo sagrado, han relegado los imperativos de una Única Verdad
que, de suyo, debe ser intransigente. La Roma de hoy se conmueve de terror al
escuchar la Verdad, adula a los modernos fariseos y a los herejes mientras
persigue y castiga a los que no quieren renunciar a la Fe de sus mayores.
Roma Modernista quiere imponer sus
reformas y forzar a aceptarlas y, si sonríe y ofrece su abrazo, no es abrazo de
madre bondadosa que quiere a todos más católicos, sinó abrazo de perfidia que
busca coartar toda reacción y diluir todo principio de oposición a sus cobardías
y traiciones.
Jesucristo Nuestro Señor es nuestro
supremo Capitán, nuestro Héroe divino y majestuoso. Nos debemos primero a Él
y es crimen contra Dios, es afrenta a las almas y a nuestro nombre no defender
sus derechos.
Seamos criteriosos y valientes. Dios
primer servido. No podemos aceptar nada contra nuestra Fe y nuestra Moral, por
ellas murieron miles de Mártires. Si algo nos hace temer escuchemos aquella
promesa: “Ero vobiscum usque ad consummationem saeculi” (Estaré con
vosotros hasta la consumación de los siglos) (S. Mateo XXVIII, 20).
¡Santas
Pascuas!
4
de abril del 2009.
+ Mons. Andrés Morello.