LA VICTORIA
DE LEPANTO
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BATALLA DE LEPANTO, DOMINGO 7 DE OCTUBRE 

DE 1571:TRIUNFO DE LASANTÍSIMA VIRGEN

CONTRA LOS ENEMIGOS DE DIOS.

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   El siglo XVI, consagrado por la presencia del santo pontífice San Pío V a la cabeza de la Santa Iglesia Católica, debió sufrir uno de los peligros más graves a los cuales haya estado sometida la Cristiandad, a saber, el peligro de las invasiones turcas, que de haber triunfado hubieran hundido Europa y todo el mundo conocido en las fauces pestilentes del paganismo más horrible.

   Es también San Pío V, el Papa de Nuestra Señora de las Victorias, quien con su bravura y su Fe pudo armar a la Cristiandad para repeler semejante peligro. 

   La Cruzada de San Pío V contra los turcos fue una Cruzada mariana, como lo veremos en la apoteosis de Lepanto. El Santo Papa envió a Mons. Odescalchi, obispo de Penna, como legado para entregar a Don Juan de Austria, Jefe de las tropas católicas, el bastón; de mando y el estandarte que él le enviara. Al bendecir al representante de Don Juan, el Papa le dijo: "Que Su Alteza recuerde perpetuamente la causa que debe defender y que esté seguro de la victoria, puesto que Yo se la prometo de parte de Dios". 

   Cuando el legado pontificio vio la expedición lista, ordenó un ayuno de tres días, publicó una indulgencia plenaria en forma de jubileo; distribuyó Agnus Dei entre los simples soldados, bendecidos con esta intención por San Pío V y los admitió a la comunión general, precedidos por sus oficiales. Antes los libertinos, bandidos y blasfemos habían sido expulsados por orden de San Pío V.

   El 15 de septiembre, fiesta de Nuestra Señora de los Dolores, la armada católica dejaba Messina, dirigida por Don Juan de Austria, hombre de valor sin igual, que había sabido decir: "Yo sería el más vil de los hombres si no escuchara la voz del Papa. .. Ella nos grita que vayamos sin tardanza a enfrentar al enemigo."

   Mientras tanto las diferentes casas religiosas de Roma recibieron la orden de rezar y hacer vigilias, a fin de que las suplicaciones no faltasen en la presencia del Ssmo. Sacramento. El mismo Papa perseveraba noche y día en la oración y en la recitación del Santo Rosario. Luego de haber conocido a una hora avanzada de la noche, el milagroso triunfo de Lepanto, el Papa se echó de rodillas y exclamó: "Dios ha mirado la oración de los humildes y no ha despreciado sus ruegos. Que estas cosas sean escritas para la generación a venir, y el pueblo que nacerá bendecirá a Dios."

   En Constantinopla, sobre la basílica de Santa Sofía, convertida en Mezquita, se vieron aparecer tres grandes cruces luminosas color de fuego. Durante la batalla los turcos escapados con vida dijeron haber visto a Nuestro Señor Jesucristo con los Apóstoles San Pedro y San Pablo y una multitud de ángeles con espadas amenazantes enfrentando a los turcos.

   La victoria de Lepanto fue una victoria de la Inmaculada Madre de Dios, vencedora de todas las batallas de Dios. El triunfo se produjo ese año, justamente el primer domingo de octubre en que se festejaba en las cofradías de Roma la fiesta de Nuestra Señora del Rosario. Por eso San Pío V en la Bula "Salvatoris" decía así: "La Bienaventurada Virgen María, como una Madre de Misericordia, amiga de la piedad y consoladora del género humano, no cesa de presentar sus Oraciones  a los pies de su Divino  Hijo, por la salvación de los fieles que aplasta el peso de sus pecados; es por sus méritos y sus piadosas intercesiones que Nos ha sido divinamente con cedido el 7 de octubre del año del Señor de 1571, esta victoria memorable para siempre contra los turcos, enemigos jurados de la Fe cristiana".

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P. Andrés Morello

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