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(Imprimatur: Sagli, die XXIV Aprilis 1903)
Santa Brígida
En el día 14 de junio de 1303, nació Santa Brígida.
En ese momento, el Cura de Rasbo, llamado Benito, oraba por un feliz parto
de la Señora Ingeborde. Súbitamente, se encontró el
Cura envuelto en una nube luminosa, y de la cual se le apareció
la Santísima Virgen, diciéndole: "Una niña ha
nacido en Birger; y se oirá su voz por todo el mundo." (Imprimátur:
Sagli, die XXIV Aprilis 1903) "La Aprobación de estas Revelaciones
implica nada más que esto: Después de una examinación
lenta y detenida, se permite publicar estas Revelaciones, para el bien
espiritual de todos los fieles, Y, aunque no se les atribuye el mismo grado
de fe, igual al que se le rinde a las Verdades de la Religión bajo
pena, sin embargo, se les permite creer con fe humana. Es decir, conforme
a las reglas de prudencia, por las cuales son probables. Por lo tanto,
estando ya adecuadamente afirmadas y apoyadas por suficientes motivos,
pueden ser piadosamente creídas."
Expresiones del Papa Benedicto XV Estas oraciones y promesas fueron
copiadas de un libro impreso en Tolosa, Francia, en el año 1740.
Se publicaron por el Padre Adrien Parvelliers, de la Compañía
de Jesús. El Padre Adrien era Jesuita, Misionero Apostólico,
en la Tierra Santa. Este Sacerdote obtuvo la aprobación, el permiso
y la recomendación que se requería para difundir estas Oraciones.
Los Padres de Familia, Maestros, y Maestras que enseñen estas Oraciones
a los pequeños, por lo menos durante un año, serán
premiados de Dios. Esta Promesa se aplica igualmente a los que se las facilitan
a otros. Se les asegura el privilegio de ser preservados durante la vida,
de todo accidente grave, que pudiera ocasionar la pérdida de alguno
de sus cinco sentidos. El Papa Pío IX declaró conocimiento
de estas oraciones con el acto de presentar el Prólogo. De esta
manera, el Sumo Pontífice admitió la autenticidad de estas
plegarias por el bien de las almas; y firmó la aprobación
el día 31 de mayo de 1862. Este veredicto del Santo Padre Pío
IX fue confirmado con actos tangibles y concretos. Las Promesas ya se han
realizado a favor de todas las personas que han rezado estas oraciones.
Además, se han producido numerosos hechos sobrenaturales. Por este
medio, Dios se ha dignado dar a conocer la rigurosa veracidad de estas
oraciones y promesas.
Una colección de pequeños libros, incluyendo estas oraciones,
fue aprobada por el Gran Congreso de Malines, en el día de agosto
22 de 1863.
Por mucho tiempo, Santa Brígida había deseado saber cuantos latigazos había recibido Nuestro Señor en Su Pasión. Un cierto día se le apareció Jesucristo, diciéndole: "Recibí en Mi Cuerpo cinco mil, cuatrocientos ochenta latigazos; son 5480 azotes. Si quieres honrarlos en verdad, con alguna veneración, decid 15 veces el Padre Nuestro; también 15 veces el Ave María, con las siguientes oraciones, durante un año completo. Al terminar el año, habréis venerado cada una de mis llagas." (Nuestro Señor mismo le dictó las Oraciones a la Santa.) El Señor prometió conceder muchas gracias a las almas que reciten estas oraciones.
Las Promesas
* Libraré del Purgatorio a 15 almas de su parentela o linaje
* 15 almas de su parentela o linaje serán preservadas y confirmadas
en la gracia
* 15 pecadores de su linaje serán convertidos
* El que rezare estas Oraciones, alcanzará el primer grado de
la perfección
* 15 días antes de su muerte, le daré el alimento de
Mi Sagrado Cuerpo, para que se escape del hambre eterna; y le daré
de beber de Mi Preciosísima Sangre, para que no padezca de sed eternamente.
* 15 días antes de su muerte, sentirá contrición
profunda por todos sus pecados; y tendrá conocimiento perfecto de
todas sus culpas.
* Yo pondré el Signo de Mi Victoriosa Cruz delante de él,
para que sea su amparo y defensa contra las asechanzas de sus enemigos.
* Antes de su muerte, vendré a él con Mi Carísima
y Bien Amada Madre.
* Benignamente recibiré su alma; y le conduciré a las
delicias eternas.
* Y habiendo conducido a esta alma hasta las Mansiones Eternas, allí
le daré de beber del Manantial de Mi Divinidad; cosa que no haré
con los que no hayan recitado Mis Oraciones.
* Haz saber que el que haya vivido en estado de pecado mortal aun por
30 años, si rezare devotamente estas Oraciones, o si hubiese propuesto
rezarlas, el Señor le perdonará todos sus pecados.
* Yo le defenderé contra graves tentaciones
* Preservaré y guardaré sus 5 sentidos.
* Le preservaré de una muerte repentina.
* Su alma será librada de la muerte eterna.
* Esta alma obtendrá todo cuanto le pidiere a Dios y a la Santísima
Virgen
* Si ha vivido haciendo su propia voluntad durante toda su vida y si
debiera morir al día siguiente, Yo le prolongaré su existencia
para que se confiese bien.
* Cada vez que un alma rezare estas oraciones, ganará 100 días
más de indulgencia.
* Se le asegura que será colocado junto al Supremo Coro de los
Santos Angeles.
* Al que enseñare estas Oraciones a otra persona, se le asegura
gozo continuo; y el mérito perdurable por toda la eternidad.
* Dondequiera que se rezaren estas Oraciones, o si se rezan en algún
tiempo futuro, allí estará Dios presente con Su Gracia.
Las Oraciones
Primera Oración Padre Nuestro - Ave María
¡Jesucristo! Sois la Eterna Dulzura de todos los que Os aman:
la Alegría que sobrepasa todo Gozo y deseo; La Salvación,
y Esperanza de todos los pecadores. Habéis manifestado no tener
mayor deseo que el de permanecer en medio de los hombres, en la tierra.
Los amáis hasta el punto de asumir la naturaleza humana, en la plenitud
de los tiempos, por amor a ellos. Acordaos de todos los sufrimientos que
habéis soportado desde el instante de Vuestra Concepción;
y especialmente durante Vuestra Sagrada Pasión; así como
fue decretado y ordenado desde toda la eternidad; según el Plan
Divino. Acordaos, Oh Señor, que durante la Última Cena con
Vuestros Discípulos les habéis lavado los pies; y después,
les disteis Vuestro Sacratísimo Cuerpo y Vuestra Sangre Preciosísima.
Luego, confortándolos con dulzura, les anunciasteis Vuestra próxima
Pasión. Acordaos de la tristeza y amargura que habéis experimentado
en Vuestra Alma, como Vos mismo lo afirmasteis, diciendo: "Mi alma
está triste hasta la muerte." Acordaos de todos los temores,
las angustias y los dolores que habéis soportado, en Vuestro Sagrado
Cuerpo, antes del suplicio de la Crucifixión. Después de
haber orado tres veces, todo bañado de sudor sangriento, fuisteis
traicionado por Vuestro discípulo, Judas; apresado por los habitantes
de una nación que habíais escogido y enaltecido. Fuisteis
acusado por falsos testigos, e injustamente juzgado por tres jueces; todo
lo cual sucedió en la flor de Vuestra Madurez; y en la Solemne Estación
Pascual. Acordaos que fuisteis despojado de Vuestra propia vestidura, y
revestido con manto de irrisión. Os cubrieron los Ojos y la Cara
infringiendo bofetadas. Después, coronándoos de espinas,
pusieron en Vuestras manos una caña. Finalmente, fuisteis atado
a la columna; desgarrado con azotes; y agobiado de oprobios y ultrajes.
En memoria de todas estas penas y dolores que habéis soportado antes
de Vuestra Pasión en la Cruz, concededme antes de morir, una contrición
verdadera, una confesión sincera y completa; adecuada satisfacción;
y la remisión de todos mis pecados. Amén.
Segunda Oración Padre Nuestro - Ave María
¡Oh Jesús, la Verdadera Libertad de los Ángeles
y Paraíso de Delicias! Acordaos del horror y la tristeza con que
fuisteis oprimido cuando Vuestros enemigos, como leones furiosos, Os rodearon
con miles de injurias, salivazos, bofetadas, laceraciones, arañazos
y otros suplicios inauditos. Os atormentaron a su antojo. En consideración
a estos tormentos, y a las palabras injuriosas, Os suplico, ¡Oh mi
Salvador y Redentor! que me libréis de todos mis enemigos visibles
e invisibles y que, bajo Vuestra protección, hagáis que yo
alcance la perfección de la Salvación Eterna. Amén.
Tercera Oración Padre Nuestro - Ave María
¡Oh Jesús, Creador del Cielo y de la Tierra, al que nada
puede contener ni limitar! Vos abarcáis todo y todo es sostenido
bajo Vuestra Amorosa Potestad. Acordaos del dolor muy amargo que sufristeis
cuando los judíos, con gruesos clavos cuadrados, golpe a golpe,
clavaron Vuestras Sagradas Manos y Pies a la Cruz. Y no viendoos en un
estado suficientemente lamentable para satisfacer su furor, agrandaron
Vuestras Llagas, agregando dolor sobre dolor. Con indescriptible crueldad,
extendieron Vuestro Cuerpo en la Cruz. Y con jalones y estirones violentos,
en toda dirección, dislocaron Vuestros Huesos.
Cuarta Oración Padre Nuestro - Ave María
¡O Jesús, Médico Celestial, elevado en la Cruz
para curar nuestras llagas con las Vuestras! Acordaos de las contusiones
y desfallecimientos que habéis sufrido en todos Vuestros Miembros;
y que fueron distendidos a tal grado, que no ha habido dolor semejante
al Vuestro. Desde la cima de la cabeza hasta la planta de los pies. Ninguna
parte de Vuestro Cuerpo estaba exenta de tormentos. Sin embargo, olvidando
todos Vuestros Sufrimientos, no dejasteis de pedir por Vuestros enemigos,
a Vuestro Padre Celestial, diciéndole: "Padre, perdónalos
porque no saben lo que hacen." Por esta inmensa Misericordia, y
en memoria de estos sufrimientos, Os hago esta súplica: Conceded
que el recuerdo de Vuestra muy amarga Pasión nos alcance una perfecta
contrición, y la remisión de todos nuestros pecados, Amén.
Quinta Oración Padre Nuestro - Ave María
¡Oh Jesús, Espejo de Resplandor Eterno! Acordaos de la
tristeza aguda que habéis sentido al contemplar con anticipación,
las almas que habían de condenarse. A la luz de Vuestra Divinidad,
habéis deslumbrado la predestinación de aquellos que se salvarían,
mediante los méritos de Vuestra Sagrada Pasión. Simultáneamente,
habéis contemplado tristemente la inmensa multitud de réprobos
que serían condenados por sus pecados; y Os habéis quejado
amargamente de esos desesperados, perdidos y desgraciados pecadores. Por
ese abismo de compasión y piedad; y principalmente por la bondad
que demostrasteis hacia el buen ladrón, diciéndole: "Hoy
estarás conmigo en el Paraíso.", hago esta súplica,
Dulce Jesús. Os pido que a la hora de mi muerte tengáis misericordia
de mí. Amén
Sexta Oración Padre Nuestro - Ave María
¡Oh Jesús, Rey infinitamente amado y deseado! Acordaos
del dolor que habéis sufrido cuando, desnudo y como un criminal
común y corriente, fuisteis clavado y elevado en la Cruz. También
fuisteis abandonado de todos Vuestros parientes y amigos, con la excepción
de Vuestra muy amada Madre. En Vuestra Agonía, Ella permaneció
fiel junto a Vos; luego, la encomendasteis a Vuestro fiel discípulo,
Juan, diciendo a María: "¡Mujer, he aquí a tu
hijo!" Y a Juan: "¡He aquí a tu Madre!" Os
suplico, Oh mi Salvador, por la espada de dolor que entonces traspasó
el alma de Vuestra Santísima Madre, que tengáis compasión
de mí. Y en todas mis aflicciones y tribulaciones, tanto corporales
como espirituales, ten piedad de mí. Asistidme en todas mis pruebas,
y especialmente en la hora de mi muerte, Amén.
Séptima Oración Padre Nuestro - Ave María
¡Oh Jesús, Inagotable Fuente de Compasión, ten
compasión de mí! En un profundo gesto de amor, habéis
exclamado en la Cruz: "¡Tengo sed!" Era sed por la
salvación del género humano. ¡Oh mi Salvador! Os ruego
que inflaméis nuestros corazones con el deseo de dirigirnos hacia
la perfección, en todas nuestras obras. Extinguid en nosotros la
concupiscencia carnal, y el ardor de los apetitos mundanos. Amén.
Octava Oración Padre Nuestro - Ave María
¡Oh Jesús, Dulzura de los corazones y Deleite del espíritu!
Por el vinagre y la hiel amarga que habéis probado en la Cruz, por
amor a nosotros, oíd nuestros ruegos. Concedednos la gracia de recibir
dignamente Vuestro Sacratísimo Cuerpo y Sangre Preciosísima,
durante nuestra vida; y también a la hora de la muerte; para servir
de remedio y consuelo a nuestras almas. Amén.
Novena Oración Padre Nuestro - Ave María
¡Oh Jesús, Virtud Real y Gozo del alma! Acordaos del dolor
que habéis sentido, sumergido en un océano de amargura, al
acercarse la muerte. Insultado y ultrajado por los judíos, clamasteis
en alta voz que habíais sido abandonado por Vuestro Padre Celestial,
diciéndole: "Dios Mío, Dios Mío, ¿por
qué me has abandonado?" Por esta angustia, Os suplico, Oh
mi Salvador, que no me abandonéis en los terrores y dolores de mi
muerte. Amén
Décima Oración Padre Nuestro - Ave María
¡Oh Jesús, Principio y Fin de todas las cosas, Sois la
Vida y la Virtud plena! Acordaos que por causa nuestra fuisteis sumergido
en un abismo de penas; sufriendo dolor desde la planta de los Pies hasta
la cima de la Cabeza. En consideración a la enormidad de Vuestras
Llagas, enseñadme a guardar, por puro amor a Vos, todos Vuestros
Mandamientos; cuyo camino de Vuestra Ley Divina es amplio y agradable para
aquellos que os aman. Amén Undécima Oración Padre
Nuestro - Ave María ¡O Jesús! ¡Abismo muy profundo
de Misericordia! En memoria de las Llagas que penetraron hasta la médula
de Vuestros Huesos y Entrañas, para atraerme hacia Vos, presento
esta súplica. Yo, miserable pecador, profundamente sumergido en
mis ofensas, pido que me apartéis del pecado. Ocultadme en los huecos
de Vuestras Llagas; hasta que Vuestra cólera y justísima
indignación hayan cesado. Amén
Duodécima Oración Padre Nuestro - Ave María
¡Oh Jesús, Espejo de la Verdad, Sello de la Unidad, y
Vínculo de la Caridad! Acordaos de la multitud de Llagas con que
fuisteis herido, desde la Cabeza hasta los Pies. Esas Llagas fueron laceradas
y enrojecidas. Oh, dulce Jesús, por la efusión de Vuestra
Adorable Sangre. ¡Oh, qué dolor tan grande y repleto habéis
sufrido por amor a nosotros, en Vuestra Carne Virginal! ¡Dulcísimo
Jesús! ¿Qué hubo de hacer por nosotros que no habéis
hecho? Nada falta. ¡Todo lo habéis cumplido! ¡Oh Amable
y Adorable Jesús! Por el fiel recuerdo de Vuestra Pasión,
que el Fruto meritorio de Vuestros Sufrimientos sea renovado en mi alma.
Y que en mi corazón Vuestro Amor aumente cada día; hasta
que llegue a contemplaros en la Eternidad. ¡Oh amabilísimo
Jesús! Vos Sois el Tesoro de toda alegría y dicha verdadera,
que Os pido concederme en el Cielo. Amén.
Décima tercera Oración Padre Nuestro - Ave María
¡Oh Jesús, Fuerte León, Rey Inmortal e Invencible!
Acordaos del inmenso dolor que habéis sufrido cuando, agotadas todas
Vuestras Fuerzas, tanto morales como físicas, inclinasteis la Cabeza
y dijisteis: "Todo está consumado." Por esta angustia
y dolor, Os suplico, Señor Jesús, que tengáis piedad
de mí en la hora de mi muerte; cuando mi mente estará tremendamente
perturbada y mi alma sumergida en angustia. Amén.
Décima cuarta Oración Padre Nuestro - Ave María
¡Oh Jesús, Único Hijo del Padre Celestial, Esplendor
y Semejanza de Su Esencia! Acordaos de la sencilla y humilde recomendación
que hicisteis de Vuestra Alma, a Vuestro Padre Eterno, diciéndole:
"¡Padre,
en Tus Manos encomiendo Mi Espíritu!" Desangrado Vuestro
Cuerpo, destrozado Vuestro Corazón, y abiertas las Entrañas
de Vuestra Misericordia para redimirnos, habéis expirado. Por Vuestra
Preciosa Muerte, Os suplico, Oh Rey de los Santos, confortadme, Socorredme,
para resistir al demonio, la carne y al mundo. A fin de que, estando muerto
al mundo, viva yo solamente para Vos. Y a la hora de mi muerte, recibid
mi alma peregrina y desterrada que regresa a Vos. Amén.
Décima quinta oración Padre Nuestro - Ave María
¡Oh Jesús, Verdadera y Fecunda Vid! Acordaos de la abundante
efusión de Sangre que tan generosamente habéis derramado
de Vuestro Sagrado Cuerpo. Vuestra Preciosa Sangre fue derramada como el
jugo de la uva bajo el lagar. De Vuestro costado perforado por un soldado,
con la lanza, ha brotado Sangre y Agua, hasta no quedar en Vuestro Cuerpo
gota alguna. Finalmente, como un haz de mirra, elevado a lo alto de la
Cruz, la muy fina y delicada Carne Vuestra fue destrozada; la Substancia
de Vuestro Cuerpo fue marchitada y disecada la Médula de Vuestros
Huesos. Por esta amarga Pasión, y por la efusión de Vuestra
Preciosa Sangre, Os suplico, Oh Dulcísimo Jesús, que recibáis
mi alma cuando yo esté sufriendo, en la agonía de mi muerte.
Amén.
Conclusión ¡Oh Dulce Jesús! Herid mi corazón, a fin de que mis lágrimas de amor y penitencia me sirvan de pan, día y noche. Convertidme enteramente Oh Mi Señor, a Vos. Haced que mi corazón sea Vuestra Habitación Perpetua, Y que mi conversación Os sea agradable. Que el fin de mi vida Os sea de tal suerte loable, que después de mi muerte pueda merecer Vuestro Paraíso; y alabaros para siempre en el Cielo, con todos Vuestros Santos. Amén