Yo Soy María de El Buen Suceso
“En el siglo XX, cundirá en estas tierras... varias herejías; y
reinando ellas, se apagará la luz preciosa de la Fe en las almas...
“Habrá una
guerra formidable y espantosa en la que correrá sangre de propios y ajenos, de
sacerdotes seculares y regulares y también de religiosas. Esta noche será la horrorosísima, porque al parecer humano será triunfante la
maldad. Entonces es llegada mi hora en la que Yo, de una manera asombrosa
destronaré al soberbio y maldito Satanás, poniéndole bajo mi planta y
encadenándole en el abismo infernal, dejando por fin libres la Iglesia y la
Patria de su cruel tiranía...”
Desde los
tiempos de la Colonia estas tierras americanas gozaron del privilegio de la
dilección de la Madre de Dios quien participó directa y muy activamente, a
veces con intervenciones directas, en el implantación
de la verdadera Fe en todo el Continente. No menos ha sido esa dilección
materna en el recurrir de la historia convulsionada en la que algunos hijos
ingratos de América, entre los cuales desgraciadamente no ha faltado eclesiásticos, han asumido el triste encargo de desarraigar
la Fe. De las intervenciones directas de la “Guardiana de la Fe” existe toda
una historia, la cual se han querido borrar de la historiografía oficial. La
geografía del Nuevo Mundo contiene numerosos focos de gracia que explican la
imposibilidad de que ese desarraigo de la fe no se haya consumado totalmente;
en es lucha uno de los episodios de intervención profética, que aún no se
conoce totalmente, son las apariciones a la Venerable Madre Mariana Francisca
de Jesús Torres en el Convento de las religiosas Concepcionistas en Quito a
quien ya desde el siglo XVI y XVII le anunció, entre otras cosas el
advenimiento de la República, la existencia de un futuro Presidente que vendría
en el siglo XIX “de veras católico” que consagraría el País al Sagrado Corazón
(Ecuador fue el primer País consagrado al Sagrado Corazón) quien sería
martirizado... dando muchos detalles de lo que sucedió. Pero también habló
sobre nuestros días... sobre la situación de la Iglesia y del mundo... veamos
algo de lo que Nuestra Señora del Buen Suceso anunció:
VII
Yo Soy María de El Buen Suceso
Aparición
de la Santísima Virgen el 16 de enero de 1599
Durante la tercera
permanencia en la cárcel del Monasterio de la Madre Mariana de Jesús, vuelve,
por segunda ocasión, a aparecérsele la divina Señora bajo la invocación de
María de El Buen Suceso. Le explica que el dolor que ahora sufre ella y sus
monjas observantes es un don celestial con el cual se hermosean las almas y se
convierten en desagraviadoras de tantos crímenes
ocultos que se cometen en la ingrata Colonia; que por este motivo y en este
sitio se fundó el Monasterio; que el demonio pondrá en juego todo su poder
para destruirle, que vendrá un tiempo en que, aún personas de autoridad y
dignidad, muchas de ellas con pretexto de mejorar situación y tranquilidad tratarían
de secundar los diabólicos esfuerzos, pero que como Dios y Ella, su Madre, han
escogido este lugar para el cumplimiento de sus designios de salvación, ninguna
criatura puede oponerla resistencia si no quiere caer en la maldición divina.
Aquí viviré yo
exteriorizada en algunas de mis hijas en lodos los siglos; aqu4 en medio del
bullicio del ingrato mundo, tendrá Dios almas contemplativas y esposas dignas
de su Majestad; que dichas almas elegidas serán poderosas para aplacar la
Justicia Divina y conseguir para la Iglesia, la Patria y las almas, grandes
bienes, sin los cuales no subsistiría Quito. - Dentro
de poco tiempo dejará de ser Colonia y será república libre, la patria en que
vives: el ya entonces Ecuador, necesitará almas heroicas para sostenerse a
través de tantas calamidades públicas y privadas, y aquí Dios las encontrará
siempre como ocultas violetas. Desgraciado fuera Quito sin este Monasterio; y
ningún monarca poderoso de la tierra pudiera con sus tesoros edificar
edificios nuevos en este lugar que es posesión de Dios, así como Juliano
Apóstata con su mentido poder no pudo reedificar el templo de Salomón. ¡Vanos
son los esfuerzos de los hombres contra el poder de Dios!
Yo cuidaré con
solicitud maternal de este sitio y sus dependencias; y si necesario es sostener
con milagros las murallas que guardan la clausura, la sostendré. Benditos serán
de Dios y de su Madre que te habla, todos cuantos procuren edificar, sostener y
conservar este lugar querido: sus nombres quedarán escritos en la refulgente
estrella de rubíes que ves en la mitad de este báculo, signo de mi poder y autoridad
en esta mi casa, y, a los que trabajen por destruida, a unos les quitaré la
vida cuando menos lo pensaren; a otros les sobrevendrán grandes trabajos y
todos recibirán en la eternidad su merecido.
En el siglo XIX vendrá un presidente de veras cristiano,
varón de carácter, a quien Dios Nuestro Señor le dará la palma del martirio en
la plaza en cuyo sitio está este mi Convento; él consagrará la república al
Divino Corazón de mi amantísimo Hijo y esta consagración sostendrá la Religión
Católica en los años posteriores que serán aciagos para la Iglesia; en esos
años en que el masonismo, esa maldita secta, se
apodere del Gobierno civil, vendrá cruel persecución a todas las Comunidades
Religiosas y se estrellará sobre ésta mía; para esos desgraciados hombres
estará acabado el Monasterio, mas, vive Dios y vivo Yo, para suscitar entre
ellos mismos, defensores poderosos; les pondremos dificultades imposibles de
vencerlas; y el triunfo será nuestro.
En ese
entonces habrá hermosas almas en este Monasterio que atraerán las
misericordias de Dios sobre su Convento, sobre su desgraciada Patria y
sobre su combatida Iglesia, que ellas mismas no sabrán cómo las labra su
dueño y Señor. Y por esto,
es voluntad de mi Hijo Santísimo que tú misma mandes a trabajar una estatua
mía, tal como me ves y la coloques encima de la Silla de la Prelada para desde
allí yo gobernar mi Monasterio, poniéndome en mi mano derecha el báculo y las
llaves de la clausura en señal de propiedad y autoridad; a mi Divino Niño le
harás colocar en mi mano izquierda, lo primero para que entiendan los mortales
que Yo soy poderosa para aplacar la Justicia Divina y alcanzar piedad y perdón
a toda alma pecadora que acuda a Mi con contrito corazón porque soy la Madre de
Misericordia y en Mi no hay sino bondad y amor; y lo segundo, para que en este
mi lugar, en todos los siglos mis hijas comprendan que yo les muestro y les doy
como modelo de su perfección religiosa a mi Hijo Santísimo y su Dios. Vengan
ellas a Mí para conducirlas yo a El.
Cuando las tribulaciones del espíritu y
los dolores del cuerpo les agobien y parezcan que naufragan en ese mar sin
fondo, una mirada a mi Santa Imagen será para ellas como la estrella del
náufrago, siempre me tendrán pronta a oír sus gemidos y acallar su llanto.
Diles que acudan siempre a su Madre, con Fe y amor; es para esto que yo quiero
vivir con ellas y en ellas; con sus sufrimientos de toda clase conservarán su
Monasterio en todo tiempo. Diles que imiten mi humildad, mi obediencia, mi
espíritu de sacrificio y mi absoluta dependencia a la Voluntad Divina; estas
son las alas con las que mis hijas que honran el misterio de mi Limpia
Concepción han de volar en todo tiempo, con agilidad misteriosa, a la más alta
cumbre de la santidad, en los silenciosos retiros de los claustros bajo la sola
mirada de Dios.
Insistiendo en su
mandato de que le hiciera trabajar una escultura de su Imagen, le dijo: La
altura de mi talle mídeme tú misma, con el Seráfico Cordón que traes en tu
cintura. Pon en mi mano derecha tu Cordón y tú con el Otro extremo toca en mi
pie.
Hizo la feliz religiosa
lo que María Santísima le mandaba, temblando de gozo, de amor y reverencia; y
continuó María Santísima: Aquí tienes, hija mía, la medida de tu Madre del
Cielo; entrégale a mi siervo Francisco del Castillo, explicándole mis facciones
y mi postura, él trabajará exteriormente mi Imagen porque tiene conciencia
delicada y guarda escrupuloso los Mandamientos de Dios y de la Iglesia. Ningún
otro será digno de esta gracia. Tú, por tu parte, ayúdalo con tus oraciones y
con tu humilde sufrimiento.
Nuestra
Señora le anuncia el día de su muerte
Corría el año de 1634, el 2 de febrero, fiesta de la Purificación de la Santísima Virgen y de la Presentación del Niño Jesús en el Templo, fiesta que, a partir del año 1610 había sido celebrada casi anualmente, con las extraordinarias Apariciones de la dulcísima Señora de El Buen Suceso, fue también, en este susodicho año, solemnizada (...)
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Proféticos de la Madre Mariana
Otras Apariciones de la Santísima Virgen
de El Buen Suceso
El 2 de febrero de 1634,
acababa la Madre Mariana Francisca su fervorosa oración a las 3 de la mañana,
en el Coro Alto, cuando de pronto observó que la lámpara del
Sagrario dejó de alumbrar. En un movimiento casi instintivo, se dispuso a bajar
a la Iglesia para reavivaría, pero una fuerza desconocida inmovilizó sus
músculos y no pudo dar un solo paso. En ese momento se le aparece la Santísima
Virgen de El Buen Suceso portando al Divino Infante en su brazo izquierdo y
sosteniendo el báculo en el derecho; y acercándosele ledamente le dice: Mi amada
hija, hoy vengo a darte la grata nueva de tu muerte que ocurrirá de aquí a diez
meses y días, cerrarás tus ojos a la luz material de este mundo para abrirlos a
la claridad de la luz eterna. Prepara tu alma que, purificada más y más, entre
de lleno en el gozo de tu Señor.
Te hago saber que mi amor maternal
velará sobre los Conventos de toda la Orden de mi Inmaculada Concepción, porque
esta Orden me dará mucha gloria en san tas hijas que tendrá; y con especialidad
cuidaré de los Conventos fundados en estas tierras por mis hijas de esta Casa.
La lámpara que arde delante del Amor
Prisionero y que viste apagarse, tiene muchos significados:
- a) El
primero que en el siglo XIX, al concluirse, y seguirá gran parte del siglo XX,
cundirá en estas tierras, entonces ya república libre, varias herejías; y
reinando ellas, se apagará la luz preciosa de la Fe en las almas por la casi total corrupción de costumbres. En este
tiempo habrá grandes calamidades físicas y ni orales, públicas y privadas. Las
pocas almas fieles a la gracia sufrirán un cruel e indecible al par que
prolongado martirio; muchas de ellas descenderán al sepulcro por la violencia
del sufrimiento y serán contadas como mártires que se sacrificaron por la Iglesia
y por la Patria...
- b) El segundo, que
ésta mi Comunidad, estando en un reducido número de personal, será sumergida en
el mar sin fondo de indecibles amarguras; cuántas vocaciones verdaderas
perecerán por falta de discreción, tino y prudencia para formarlas, por parte
de las Maestras de Novicias, quienes, debiendo ser almas de oración y
conocedoras de los diversos caminos del espíritu, dejarán que estas almas
inocentes que ya pisaron el puerto seguro de este bendito Monasterio, vuelvan
a la Babilonia del mundo y se conviertan en agentes del mal y de la perdición
de las almas...
- c) El
tercer significado de este apagarse de la lámpara, es debido al ambiente
envenenado de impureza que reinará por aquella época, que a manera de un mar
inmundo correrá por calles, plazas y sitios públicos con una libertad asombrosa
de manera que casi no habrá en el mundo almas vírgenes. Bien sabido es que
el vicio impuro apaga la luz de la Fe.
- d) El
cuarto significado es el reconocimiento del poder de las sectas y de su
habilidad para introducirse en los hogares, apagando la luz de la inocencia en
los corazones de los niños; y, por este medio, escaseando las vocaciones
sacerdotales. Si bien en el clero regular, con el brillo de la observancia y la
práctica de las virtudes no faltarán santos sacerdotes; no así en el clero
secular que querrá afianzarse, más que en su vocación, en el apego al dinero;
y, como por desgracia para esta Iglesia estará viviendo en la noche obscura
de la falta de un Prelado y Padre que vele con amor paterno, con suavidad,
fortaleza, tino y prudencia, muchos de ellos perderán su espíritu poniendo en
gran peligro (la salvación de) su alma. Ora con instancia, dama sin cansarte y
llora con lágrimas amargas en el secreto de tu corazón, pidiendo a nuestro
Padre Celestial, que por amor al Corazón Eucarístico de mi Hijo Santísimo ponga
cuanto antes fin a tan aciagos tiempos enviando a esta Iglesia el Prelado que
deberá restaurar el espíritu de sus sacerdotes. A ese hijo mío muy querido lo
dotaremos de una capacidad rara, de humildad de corazón, de docilidad a las
divinas inspiración es, de fortaleza para defender los derechos de la Iglesia y
de un corazón tierno y compasivo, para que cual otro Cristo atienda al grande y
al pequeño, sin despreciar al más infeliz...
En su mano será
puesta la balanza del Santuario, para que todo se haga con peso y medida y Dios
sea glorificado; para poseer pronto este Prelado y Padre, harán contrapeso la
tibieza de todas las almas a Dios consagradas siendo esta misma la causa de
apoderarse de estas tierras el maldito Satanás quien todo lo conseguirá por
medio de tanta gente extranjera sin Fe que cual nube negra obscurecerá el
límpido cielo de la ya entonces república consagrada al Corazón Santísimo de mi
Hijo Divino, entrando con ella todos los vicios y viniendo por ellos toda clase
de castigos, entre ellos la peste, el hambre, la pendencia entre propios y
ajenos, la apostasía perdiendo a un número considerable de almas...
Habrá una guerra
formidable y espantosa en la que correrá sangre de propios y ajenos, de
sacerdotes seculares y regulares y también de religiosas. Esta noche será la horrorosísima, porque al parecer humano será triunfante la
maldad. Entonces es llegada mi hora en la que Yo, de una manera asombrosa
destronaré al soberbio y maldito Satanás, poniéndole bajo mi planta y
encadenándole en el abismo infernal, dejando por fin libres la Iglesia y la
Patria de su cruel tiranía.
e) El quinto motivo
por el que se apagó la lámpara es por esa dejadez y descuido de las personas
que poseyendo cuantiosas riquezas verán con indiferencia oprimida la Iglesia,
perseguida la virtud, triunfante la maldad, sin emplear santamente las riquezas
en la destrucción del mal y la restauración de la Fe...
Terminada la visión,
comenzó a trajinar por la mente de la Madre Mariana Francisca de Jesús el
recuento de las desgracias anunciadas por la Madre de Dios para los futuros
siglos: el número sin número de las almas que se perderían para siempre; el
llanto desconsolado de la Iglesia y de la Patria y acaso de muchas otras
patrias; y el dolor catastrófico de los pueblos castigados por la Justicia
Divina. Midió con vara de amor, el mal de los hombres y la ofensa sufrida por
Dios.
Y, sin poder soportar tamaña desdicha, cayó de bruces en el pavimento del Coro, con la frente en el polvo y los brazos en Cruz. Llegada la hora del rezo del Oficio Parvo en el Coro Bajo, a las 4 de la mañana, como no estuviera presente en este acto de Comunidad, ésta se inquietó sobremanera y comenzó a buscarla por todas partes, hasta dar con ella y tenerla por muerta al sentirla sin respiración y que, como única señal de vida, le daba el agitado' latido de su corazón.
Lleváronla,
pues, a tenderla en su pobre y duro lecho. Y así pasó, sin conocimiento ni
reacción a los medicamentos y cuidados de sus monjas, hasta el día 4, cuando a
las 3 de la mañana, dando un prolongado y sufrido suspiro, cruzó las manos
sobre el pecho y sus hermosos ojos se bañaron de lágrimas, pero sin pronunciar
palabra, ni dar sensación de que oía ni veía lo que pasaba en torno suyo. Por
fin, el día 5, a las 3 de la mañana, se incorporó por sus propias fuerzas en
el pobre lecho y exclamó: Sí, Serafín llagado y Padre mío querido, gracias
te doy.
La Madre Abadesa y todas
las religiosas, poseídas de un filial amor a su santa Fundadora, le atendían y
la servían prolijamente. Dándose ya cuenta de todo, la Madre Mariana Francisca
correspondía a estas manifestaciones afectuosas, enderezando a cada una de
ellas su dulce y tierna mirada y reciprocando ternura por ternura y amor
agradecido al amor filial de sus hijas. Dícele la
Madre Abadesa: Todas tus hijas estamos aquí preocupadas por tu salud. Son ya
las 5 de la mañana. Contesta la Madre Mariana: ¡Qué buenas y
caritativas sois! Os doy gracias a todas y pido que el Señor os pague, pero, os
ruego, que como la mejor demostración de vuestra piedad para conmigo, no dejéis
de cumplir con los actos de Comunidad.
Idas ya las monjas al
Coro, se le acerca la enfermera, una monja joven de una de las notables
familias de Quito, por nombre Zoila Blanca Rosa de Mariana de Jesús, cuyo
carácter dócil, sencillo y tierno le granjeaba la simpatía de cuantos la
conocían y trataban.
Acercándose a la
enferma, le dice: Madre, mucho hemos llorado por Vuestra Reverencia. La
creíamos difunta. Yo, en particular, sentía el no haber recibido su última
bendición y sus consejos; pero ahora que el Señor oyendo mis ruegos os otorga
la vida, dígame ¿qué le pasó? Del Coro la sacamos muerta y así ha permanecido
todos estos días.
Le contestó la Madre
Mariana Francisca: Hija, los designios de Dios sobre sus criaturas son
inescrutables y profundos. Ellos abrazan todos los tiempos. Por tu parte, ora,
gime y llora delante del Sagrario para que, en este nuestro Convento reine
siempre el amor a Dios, la santa caridad fraterna, al par que la santa y
regular observancia, no sólo para el tiempo presente, sino, aún más, por el
venidero.
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Cfr. :
“MADERA PARA ESCULPIR UNA SANTA” Por Mons. Dr. Luis E Cadena Y Almeida, Director
del Archivo Arzobispal de la Curia de Quito y Postulador de la Causa de
Beatificación de Sor Mariana Francisca De Jesús Torres y Berrichoa