Muy
apreciado Sr. Xisto, ¡Salve María!
Le agradezco su
desafío. El me da la oportunidad de demostrar cual es realmente el pensamiento
del Cardenal Kasper.
Por hoy, me limitaré a
transcribir algunas páginas de él, para atender a su pedido-desafió tan
oportuno. Haré, es claro, algunos comentarios. Posteriormente, haré un
trabajo criticando más a fondo ese teólogo Modernista, que, infelizmente,
hoy es Cardenal.
Usted verá, por los
textos de él, que quien lee las tesis heréticas del libro "Jésus
le Christ”, éditions du Cerf, Paris, 1976, queda realmente atónito.
Ahí van algunos textos
como "aperitivo"... pues le prometo muchos otros.
Siéntese, porque ahora
es que tendrá motivo para quedar de hecho atónito, Sr. Xisto.
*** En primer lugar, es
preciso destacar que el hoy Cardenal Walter Kasper considera que los
Evangelios no son libros históricos.
Lea lo que escribió:
"Los evangelios no son testimonios históricos en el sentido moderno de
esa palabra, mismo si en el detalle contienen un abundante material
histórico auténtico; en la realidad, son testimonios de la fe, es el Credo
cristológico de la Iglesia primitiva que recibimos en los escritos del
nuevo Testamento. Jesús de Nazaret no nos es pues accesible sino por
intermedio de la fe de las primeras comunidades cristianas" (Walter
Kasper, Jésus le Christ, Éditions du Cerf, 1976, p. 33-34. La
edición original es Matthias- Grünewald Verlag, Mayence, 1974).
[Le doy también el
mismo texto en francés, porque, probablemente, usted me juzga tan
deshonesto que podría falsificar la traducción del libro de Kasper:
"Les Évangiles ne sont pas des tesmoignages historiques au sens
moderne de ce mot, même si dans le détail ils contiennent un abondant
matériel historique authentique; ils sont en réalites des tesmoiganges de
foi. C'est le Credo christologique de l 'Église primitive que nous
rencuentrons dans les escrits du Nouveau Testament. Jésus de Nazaret ne
nous est donc accessible que par l'intermédiaire de la foi des premières
communautés chrétiennes"].
¿Está contento,
desconfiado Sr. Xisto?
De ese texto se deducen
las siguientes tesis de Kasper: Primera tesis de Kasper: los Evangelios no son
libros históricos en el sentido moderno del termino histórico.
Segunda tesis: los
evangelios contienen apenas la fe de las comunidades cristianas primitivas,
y no propiamente hechos históricos.
¿Deduje honestamente,
mi querido Sr. Xisto?
Como, en general, en
Brasil, pocos conocen la doctrina católica y la Historia de la Iglesia,
permítame recordar que esas tesis de Kasper son propias de la herejía
Modernista, y que fueron condenadas por la Iglesia. Ellas fueron defendidas
por Alfred Loisy en su libro L'Evangile et l'Église, condenado por
San Pío X.
¿El Señor continúa
atónito?
Pues quedará más
atónito aún con los párrafos siguientes.
La distinción entre un
Cristo histórico y un Cristo de la Fe fue condenada por San Pío X, en el
decreto Lamentabili - que continúa en vigor - y en la encíclica Pascendi,
que condenó las herejías del Modernismo.
"Error 29 -- es
lícito conceder que el Cristo que presenta la historia es muy inferior al
Cristo que es el objeto de la fe". (San Pío X, Decreto Lamentabili,
1907, Denzinger, 2046).
Está ahí probadito: el
Cardenal Walter Kasper defiende el principio modernista de Loisy, condenado
por S. Pío X.
Y de este error
fundamental vendrán todos los demás errores modernistas de Kasper.
Para que le quede bien
claro que no estoy inventando nada -- y ni calumniando a nadie -- le doy el
texto de la encíclica Pascendi del mismo S. Pío X, condenando
la distinción entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe.
"En la persona de
Cristo, dicen [los modernistas], la ciencia y la historia no descubren más
que a un hombre. Luego, en virtud del primer principio deducido del
agnosticismo, hay que borrar de su historia todo lo que hule a divino.
Ahora bien, en virtud de la segunda regla, la persona histórica de Cristo
ha sido transfigurada por la fe; luego hay que ir quitando de ella
cuanto la levanta por encima de las condiciones históricas. Por fin, en
virtud de la tercera regla, la misma persona de Cristo ha sido desfigurada
por la fe; luego, hay que apartar de ella los discursos, hechos, cuanto, en
una palabra, no responde en modo alguno a su carácter, estado y educación y
al lugar y tiempo en que vivió"( Pío X, Encíclica Pascendi,
1907, Denzinger, 2.076).
¿Qué tal Sr. Xisto?
El Cardenal Kasper ya
cayó bajo la condena del Decreto Lamentabili y de la encíclica Pascendi,
como modernista.
¿Continua apenas
atónito? ¿O también con rabia?
Espero que en vez de
esas pasiones y sentimientos, haya brillado en su alma una centella de
comprensión.
Si el Jesucristo
presentado por los Evangelios es distinto del Jesucristo de la fe, todos
los hechos y doctrinas enseñadas por El se hacen contestables. De ahí la
negación de sus milagros.
¿Y cómo quedarían
entonces los grandes milagros referentes al propio Cristo, como la
concepción virginal de Nuestra Señora y la Resurrección?
Es claro que, si
los Evangelios no son documentos históricos, todo eso queda sin base. Y
Kasper va a colocar esos hechos en duda, o va a negarlos.
Es lo que veremos.
¿Cuál es la razón del interés
en distinguir el Jesús de la Historia del Cristo de la fe?
Kasper va a confesar
cual era ese interés, por parte de algunos, de modo claro al punto de dejar
atónito quien lo lee: "El dominio más importante de la teología
bíblica moderna es la pesquisa sobre la vida de Jesús. A. Schweitzer, su
gran historiógrafo, la llama "la mayor hazaña de la teología
alemana". Ella representa "lo que la reflexión religiosa jamás
osó o realizó de más poderoso". Entretanto ella no partió "de
un interés puramente histórico, sino que busca al Jesús de la historia como
una ayuda en la lucha para liberarse del dogma"ª (Schweitzer, Geschichte
der leben- Jesu- Forschung, Tubingen, 1913, 4). Probando que el
Jesús de la historia era diferente del Cristo de la fe eclesial, que él no
reivindicaba para sí ninguna autoridad divina, se quería ver desmoronar la
pretendida autoridad de la Iglesia" (W. Kasper, op. cit. p. 37. El
negrito es mío).
Está es la confesión:
la teología moderna -- debería haber dicho modernista y no
simplemente moderna -- "busca al Jesús de la historia como una
ayuda en la lucha para liberarse del dogma". Es para destruir la
Fe que se buscó y se busca una contradicción y no solo una distinción entre
el Jesús de la Historia y el Jesús de la fe.
¿Es para quedar
atónito, no, Sr. Xisto?
[Y no voy, a partir de
ahora, a dar los textos de Kasper en francés, porque ya sería conceder
demasiado a su desconfianza sobre mi honestidad].
Y note que Kasper
dice más: "Probando que el Jesús de la historia era otro diferente
del Cristo de la fe eclesial, que él no reivindicaba para sí ninguna
autoridad divina, se quería ver desmoronar la pretendida autoridad de la
Iglesia".
He ahí un teólogo que
osó escribir que distinguiendo al Jesús de la Historia del Jesús de la fe
-- tal como él mismo confiesa hacerlo -- lo que quería hacer la teología
modernista era "ver desmoronarse la pretendida autoridad de la
Iglesia".
El cita ese intento
criminal sin condenarlo. Y, peor aún, él mismo acepta, como vimos, la
distinción entre el Jesús histórico y el Jesús de la fe, tesis que ya
fuera condenada, por San Pío X, como modernista.
¡Y ese hombre fue
hecho Cardenal, en febrero de este año, en una "segunda época",
por imposición del Episcopado alemán, bajo amenaza de cisma, porque Juan
Paulo II no lo nombrara en la primera tanda!
Y Kasper cita aún a otro "escriba" de la
"Teología moderna" diciendo: "R. Augstein recientemente
formuló así esa intención: "Debe ser demostrado con qué derecho las
Iglesias cristianas se refieren a un Jesús que no existió, a enseñanzas que
él no dio, a un poder que él no confirió, y a una filiación divina que él
mismo no tuvo como posible y que no reclamó" (R. Augstein, Jesús
Menschensohn, Gütersloh, 1972, 7.Apud W. Kasper, op. cit., p. 37).
Kasper cita tales frases
sin condenarlas, sin criticarlas más a fundo, o mismo superficialmente.
Peor: va a admitir mucho, o casi todo, de lo que esos teólogos modernistas
alemanes -- esos nuevos escribas enemigos de Cristo -- afirman con descaro.
Estoy ATÓNITO, Sr.
Xisto. ¡Estoy ATÓNITO!!!
¿Usted no está por lo
menos simplemente atónito -- aunque sea solo con letras minúsculas --
ahora, mi querido Sr. Xisto?
Kasper va a decir que
ese dualismo entre el Jesús histórico y el Jesús de la fe produce dos
maneras de llegar a Cristo: por la razón, o por una actitud interior,
espiritual.
Es la vieja dicotomía
entre racionalistas panteístas y gnósticos irracionalistas.
Vea lo que escribió el
Cardenal que usted admira: "Este dualismo de métodos repercutió
también sobre la teología, y allí, con la distinción entre el Jesús
histórico y el Cristo de la fe, condujo a un doble acceso a Jesús: uno
histórico y crítico, racional, y el otro interior, más levado, intelectual
y espiritual, personal y existencial, creyente. Este dualismo es el destino
espiritual en el cual estamos colocados". (W. Kasper, op. cit., p.
40).
Al exponer la posición
de la Leben Jesu Forschung (Pesquisa sobre la Vida de Jesús) Kasper
afirma que, hoy, ella es tenida como una escuela que fracasó.
La primera causa de ese
fracaso habría sido porque -- dice Kasper -- "A .Schweitzer probó, en
su Historia de la Pesquisa sobre la vida de Jesús, que lo que había
sido dado como Jesús histórico no era nada más sino el reflejo de las ideas
de los autores particulares" (W. Kasper, op. cit., p. 40).
Y más: "Mas,
al final, era forzoso reconocer: "El Jesús de Nazaret que apareció
como Mesías, que predicó la moral del reino de Dios, fundó el reino de los
cielos sobre la tierra y murió para dar la consagración de sus obras, jamás
existió. Es un personaje que fue esbozado por el racionalismo,
reanimado por el liberalismo, y vestido con una vestimenta histórica por la
teología moderna" (A. Schweitzer, Geschichte..., 631, citado
por W. Kasper, op. cit., p. 42. El negrito es mío).
Y Kasper cita todo
eso, sin crítica.
En seguida, Kasper
trata de la posición de la Formgeschichte moderna, diciendo:
"esta última mostró que los Evangelios no son fuentes históricas en el
sentido moderno de la palabra, sino que ellos presentan testimonios de la
fe de las comunidades" (W. Kasper, op. cit., p. 42).
Trata, después, de la
posición de la renovación de la Cristología dogmática de K. Adam, K. Barth,
y Bultmann, y finalmente llega a nuestros días, hablando de la Cristología de
Käsemann, Hans Kung, y otros que defienden la tesis de que los Evangelios
habrían mitificado la Historia de Jesús, e historicizado el mito. (W.
Kasper, op. cit. p.45).
Como se ve, esas varias
tomas de posición de los teólogos modernistas alemanes, variando en
filigranas, son constantes en la tesis central modernista: los Evangelios
no son libros históricos. El Jesús que vivió realmente en Nazaret es
diferente de aquel en que se cree en la Iglesia.
Kasper cita todo eso,
sin críticas mayores, como si fuesen posiciones aceptables, y aceptando esa
tesis central del Modernismo.
Kasper muestra que,
hoy, "se quiere solucionar la cuestión histórica pasando no por
el kerigma, sino por el intermediario del mensajero cristiano
primitivo. Es imposible, según Käsemann, hacer una separación radical entre
la interpretación y la tradición. No se trata, pues, de un retorno para
atrás del kerigma, ni tampoco de una reducción del evangelio al Jesús
histórico. Esa tentativa racionalista se verificó ser ilusoria. La ciencia
histórica, por tanto, no puede servir también a la legitimación del
kerigma. La historia sirve entretanto como criterio del kerigma y de la fe.
No se trata de fundamentar la fe históricamente. Se trata de separar de
modo crítico el verdadero mensaje del falso mensaje"(Käsemann citado
por Kasper, op. cit. p. 46).
La nueva solución de la
Cristología "comprende al Jesús histórico a la luz de la de la Iglesia
e interpreta recíprocamente la fe de la Iglesia a partir de Jesús. El dogma
cristológico y la crítica histórica parecen estar de nuevo
reconciliados". (W. Kasper, op. cit., p. 47).
El primer presupuesto
filosófico de esa nueva "solución" cristológica seria, según
Kasper, que "la historia a que se refiere el kerigma del propio Nuevo
Testamento, el Jesús terrestre como era realmente en carne y hueso, es
una cosa; el Jesús histórico que deducimos del kerigma por medio de un
proceso complicado de sustracción, con la ayuda de nuestros métodos
históricos modernos, es otra cosa" (W. Kasper, op. cit., p.
47).
Un segundo presupuesto,
de orden teológico, depende de este primer presupuesto filosófico que
citamos arriba. "Se presupone que la realidad del Jesús es la realidad
del Jesús terrestre o mismo del Jesús histórico"(op. cit. p. 47).
Eso coloca el problema
de la resurrección, y lleva a distinguir el Jesús terrestre del Jesús
exaltado o resucitado. Dice Kasper: "a pesar de eso es imposible hacer
del Jesús histórico el objeto total y único determinante de la fe en
Cristo" (W. Kasper, Op. cit. p. 48).
De ahí se parte para
una Cristología de dos grados: uno, el del Jesús terrestre o de la carne;
otro, el del Jesús del espíritu"(Op. cit., p. 48).
Como conclusión Kasper
dice que: 10 -- "el punto de partida y la posición del problema
cristológico: la confesión eclesial constituye el punto de partida".
20 --Objeto central de
la Cristología que se comprende como la interpretación de la confesión
"Jesús es el Cristo" es la Cruz y la Resurrección de Jesús.
30-- "El problema
fundamental de una cristología que tiene su centro en la Cruz y la
Resurrección consiste en el comportamiento de la cristología ascendente y
de exaltación que ahí se formula frente a la cristología descendente que se
expresa por la idea de encarnación" (W. Kasper, Op. cit., p. 52).
Esto es, en síntesis,
lo que presenta el capítulo del libro de Walter Kasper sobre La cuestión
histórica de Jesucristo (pp. 31 -52).
En ese capítulo, Kasper
hace el resumen de las varias Cristologías a partir del Romanticismo.
Curioso es que Kasper se cuida bien de citar la posición de Loisy, porque
este fue el único en ser condenado por defender la distinción entre el
Jesús histórico y el Jesús de la fe, distinción que Kasper acaba por
aceptar.
(Habría mucho más que
decir sobre los fundamentos doctrinarios modernistas y románticos del
Cardenal Kasper, pero dejaré eso para otra ocasión, al elaborar un trabajo
mayor sobre el libro de él. Hoy, es solo una carta que le escribo).
De esa distinción
herética entre el Jesús histórico, el Jesús real y el Cristo de la fe,
resulta la negación de los milagros de Cristo, asumida por el Cardenal
Kasper.
Los Milagros de
Cristo según el Cardenal Kasper. Kasper trata de ese problema en un capítulo de su libro
Jésus le Christ (ed. cit. pp. 127 - 145).
Y dice: "El examen
histórico y crítico de la tradición de los milagros conduce inicialmente a
un triple resultado: 1- La crítica literaria constata la tendencia a
reforzar los milagros y a multiplicarlos".
Y como ejemplo de esa
doble exageración literaria en los Evangelios, Kasper cita los milagros
referentes a la hija de Jairo, curas de ciegos, la multiplicación de los
panes. Y concluye Kasper: "Esta tendencia al desenvolvimiento, a la
multiplicación y al refuerzo que se constata existir en los Evangelios debe,
bien entendido, debe ser supuesto también para el período que precedió a la
composición de los evangelios. Así, la materia de los relatos de los
milagros disminuye muy sensiblemente"(W. Kasper. Op. cit. pp.
128-129).
¿Entendió bien Sr.
Xisto?
Los Evangelios, según
Kasper, exageran, multiplicaron hechos. Los Evangelios no dicen la verdad
sobre lo que Cristo realmente hizo.
¿Usted no está atónito,
Sr. Xisto?
Pues yo estoy atónito,
Sr. Xisto. ¡ATÓNITO!!!
Y quedo también atónito
por el hecho de que usted, Sr. Xisto, no queda atónito a no ser conmigo,
por lo que yo digo, y queda frío y comprensivo con lo que escribió Kasper.
Porque es cierto que usted leyó a Kasper.
¿Cómo usted, Sr. Xisto,
no quedó atónito con él?
¿Qué es necesario para
dejarlo atónito?
¿Solo la crítica a un
Cardenal? ¿Y no la crítica de un Cardenal a los Evangelios?
Pero si los Evangelios
no son históricos, Sr. Xisto, el título de Cardenal tampoco vale nada, pues
toda la Iglesia estaría basada en una mentira histórica.
Mas prosigue al Cardenal
Kasper: "2- Una segunda reducción [de los evangelios] resulta de la
comparación con las historias de milagros rabínicos y helenísticos. Los
relatos de milagros del nuevo Testamento son construidos por analogía y con
la ayuda de motivos que conocemos también por el resto de la antigüedad.
Hay también historias de milagros rabínicos y helenísticos concernientes a
curas, expulsiones de demonios, resurrecciones, tempestades calmadas, etc.
Se encuentran numerosos paralelos entre el contemporáneo de Jesús, Apolonio
de Tyana. Muchas curaciones también son atestadas también principalmente en
el santuario de Asclépios, en el Epidauro". (...)".
De ahí, concluir el
texto de Kasper, en ese punto: "Pero en frente de los paralelos de los
cuales no se puede negar la existencia, es difícil pensar recusar todos los
relatos de milagros judaicos y helenísticos vendo en ellos simples
falsificaciones de la Historia y aceptar, al contrario, sin discernimiento
como históricos los relatos del nuevo Testamento" (W. Kasper, op.
cit., p. 129).
Por tanto, para Kasper,
los Evangelios tienen el mismo valor histórico que los relatos rabínicos o
paganos. A palabra de Cristo, para él, vale tanto cuanto a palabra de un
rabino.
Si él estuviese vivo en
el tiempo de Cristo, él quedaría neutro cuando los escribas atacaban a
Cristo. O diría con los rabinos fariseos que el milagro de Cristo podía
haber sido realizado con la ayuda del diablo.
Como é piadoso ese
Cardenal, no é, su Xisto?
3 – “Conforme a
Historia das formas [Formengeschichte] muchas historias de milagros
son proyecciones retrospectivas, experiencias pascales en la vida terrestre
de Jesús, o representaciones anticipadas del Cristo glorificado. Por
ejemplo, el milagro de la tempestad calmada, la escena de la
transfiguración, el caminar sobre las aguas, la distribución de los 4.000 o
5.000 panes y la pesca milagrosa de Pedro son historias epifanicas de ese
tipo. Con mucha mayor razón, historias como la resurrección de la hija de
Jairo, la del joven de Naim y la de Lázaro, no tienen otro fin sino el de
mostrar en Jesús al Señor de la vida y de la muerte. Así los milagros
refiriéndose a la naturaleza son muy especialmente un añadidura secundaria
con relación a la tradición original". (W. Kasper, op. cit. p. 129-130.
El negrito es mío, confirmando el texto citado y negado por usted, Sr.
Xisto. ¿Continua usted, atónito?).
Até aquí o relato, sin
crítica, hecho por Kasper.
Ahora -- mí
atónito Xisto -- el comentario del nuevo Cardenal impuesto al Papa:
"Resulta de
todo eso que nos es preciso calificar como legendarias muchas historias de
milagros contenidas en los Evangelios." (Walter Kasper, op. cit. p. 130).
¿Qué tal? ¿Será ese un
comentario digno de un autor que merece ser levado al cardenalato?
¿Usted se espanta,
querido Sr. Xisto, que yo critique a un Cardenal que osa criticar el
Evangelio?
Criticar solo o
Evangelio no. Negar o Evangelio (W. Kasper, op. cit. p. 129).
Y más. Si Kasper niega
que los milagros fueron hechos históricos, él afirma que a pesar de ser
como "cuentitos" para adormecer niñitos, esas leyendas tienen
valor "teológico", "kerygmático" y que
son "afirmaciones de la fe": "Probando que ciertos
milagros no pueden ser atribuíos al Jesús terrestre -- [¿Jesús
terrestre... ??? ¿Qué es eso ???] -- no se quiere entretanto decir que
ellos no tengan ningún significado teológico y kerygmático. Esos relatos no
históricos son afirmaciones de la fe sobre el significado de la salvación
de la persona y del mensaje de Jesús" (W. Kasper, op. cit., p. 130.
O itálico é do autor).
Que bueno, ¿no? Sr.
Xisto: los milagros de Cristo son leyendas, pero con valor "kerymático"...
Y delante de un adjetivo griego -- "kerygmático"-- cuántos tontos
se dejan embelezar. E de boca abierta dicen: "Kasper reconoce o valor
"kerygmático" de las leyendas evangélicas. Solo lo condenan, los
que no comprenden el kerigma".
Pero, me diría usted,
Sr. Xisto, intentando probar mi mala fe, que, luego en seguida, Kasper
escribe: "Seria entretanto falso concluir que de esta tesis que no
hay absolutamente ningún milagro de Jesús que sea históricamente
garantizado. Es lo contrario que es verdad. No hay ningún exegeta serio que
no admita una base de milagros históricamente ciertos de Jesús" (W.
Kasper, op. cit. p. 130. El negrito es mío para resaltar el texto
pro-Kasper y contra mí. ¿Estoy siendo honesto y leal Sr. Xisto?).
Si Kasper hace esa
afirmación reconociendo que hubo, de hecho, algunos milagros históricamente
comprobados de Cristo, restringido y hasta contradiciendo la tesis que había
afirmado antes, es preciso -- para continuar a ser leal, explicar algo más.
¿Cuáles son los
milagros de Cristo que él juzga realmente, históricamente comprobados?
Kasper no los enumera ni cita ninguno. Y después afirma: "Se sigue
que, mismo después de un examen histórico crítico de la tradición de los
milagros en los evangelios, no se puede contestar la presencia de un
núcleo histórico en la tradición de los milagros. Jesús realizó hechos
extraordinarios que dejaban a sus contemporáneos espantados. Es preciso
contar entre esos hechos la curación de ciertas enfermedades y de los síntomas
en los cuales se veía entonces señales de posesión. En compensación es
permitido considerar con alguna verosimilitud como no históricos los
milagros relacionados con la naturaleza" (W. Kasper, op. cit., p.
131).
Si en la página
anterior Kasper admitiera que había algunos hechos milagrosos hechos por
Jesús, en esta página siguiente tales milagros son apenas hechos espantosos
de curación, o de eliminación de supuestas señales de posesión. Pero los
milagros relativos a la naturaleza no serían verosímilmente históricos.
Ahí se fue la
restricción a la negativa de los milagros... Kasper no acredita mismo que
Cristo haya hecho milagros.
Por eso, enseguida él
afirma, junto con los escribas y fariseos hipócritas que atribuían los
milagros de Cristo a la ayuda del diablo [prepárese para quedar
atónito Sr. Xisto atonístico]:
"Ya durante la vida de Jesús se discutía manifiestamente sobre el
significado de sus actos de poder. En cuanto algunos los entendían como
señales de la acción de Dios, los adversarios de Jesús os interpretaban
como ilusiones demoníacas, como engaños y charlatanería (cfr. Mc. III,
22-30 par.)." (W. Kasper, op. cit., p. 131).
Y Kasper se alinea
entonces con los adversarios de Jesús... Dando valor a su argumento negador
de los milagros de Cristo.
Pero, como era
costumbre de los modernistas, luego Kasper hace una leve restricción a su
blasfemia, aunque negando de nuevo los milagros de Jesús: "Hoy, se
intenta "explicar" las curaciones de fiebre, de parálisis, de
lepra (como se llamaban entonces ciertas enfermedades de la piel) de modo
"psicógeno", y se propone por tanto comprender los milagros de
Jesús como una "terapéutica de dominación". (Op. ct. p. 131)/
"Psicogenia", terapéutica de dominación, son expresiones para
negar con palabras y expresiones pedantes que Cristo hizo de hecho
milagros.
Que Kasper no cree en
los milagros de Cristo queda patente cuando se lee a continuación de su
capítulo sobre ese tema.
Kasper cita una
definición de milagro: "Tradicionalmente se comprende el milagro como
un acontecimiento perceptible que ultrapasa las posibilidades naturales,
causado por la omnipotencia de Dios transgrediendo o al menos contornando
las causalidades naturales, y que sirve así de confirmación de la
revelación oral" (op. cit p. 132).
Y después de esa
conceptuación tradicional de milagro, Kasper afirma rotundamente:
"Mirando esa definición de más cerca se ve entretanto que esa
noción de milagro es una fórmula vacía" (W. Kasper op. cit, p.
132. El negrito atónito es mío, Sr. Xisto).
Y para probar el
“vacío” de la noción tradicional de milagro Kasper argumenta que:
"Del punto de
vista teológico -- [modernista, es claro] -- igualmente hay lugar para
levantar fuertes reservas con relación a esa concepción del milagro. Dios
no pode jamás ser colocado no lugar de una causalidad interior al mundo Si
él estuviese en el mismo plano que las causas interiores al mundo, él no
seria más Dios, mas un ídolo... Se Dios debe permanecer Dios, sus milagros
deben también ser concebidos como producidos por intermedio de las causas
segundas creadas" (W. Kasper, op. cit. p. 133. El negrito
gritántemente atónito es mío, querido Sr. Xisto).
Y como "teólogo
modernista" que da más importancia a la opinión de los teólogos
modernos que a la palabra de Dios, a la tradición de la Iglesia y al texto
de los evangelios, ese teólogo que es hoy Cardenal dice: "Dificultades
de ese género condujeron a los teólogos -- [¡los teólogos !!!] --- a
abandonar más o menos la noción de milagro de inspiración apologética y a
recordarse del sentido original de milagro" (W. Kasper, op.
cit., p. 133).
Kasper confiesa que,
como teólogo, abandonó la noción tradicional de milagro.
¿Quiere una confesión
más del naturalismo de ese cardenal 'teólogo' que prefiere la argumentación
de los escribas a la palabra de Cristo y de los evangelios, su Xisto? Pues
escúchela: "En el plano del método, las ciencias parten del principio
del determinismo universal. Lo que no acontece sino una vez, lo que es
particular y extraordinario, está igualmente sometido por principio a ese
postulado. En el nivel puramente científico no se puede, por tanto,
detectar ningún espacio libre para un milagro en el sentido de un
acontecimiento interior al mundo que no sea causado y que, por tanto, no
pueda, en principio, ser definido" (...) no es posible descubrir el
milagro en el exceso de determinación de lo individual en frente de lo
general" (W. Kasper, Op. Cit. p. 135).
"En el interior
del dominio científico no se puede responder ni de modo positivo, ni de
modo negativo a la cuestión del milagro" (W. Kasper, Op. cit. p.136.El
itálico es del modernista Kasper).
Concluyendo su estudio
del milagro, dice Kasper: "1 - En el plano fenomenal pertenece al
milagro el aspecto extraordinario que hace sensación y provoca el espanto.
Pero, en si, esto es ambiguo y no adquiere su significación clara sino por
la predicación que lo acompaña y que es aceptada en la fe".
(...)" 2 – En el plano religioso, explicado por la palabra, pertenece
al milagro el hecho de que él tiene su fuente en una iniciativa personal de
Dios. La particularidad del milagro está, por tanto, en el nivel de la
interpelación y de la reivindicación personales de Dios, de una interpelación
y de una reivindicación cuyo poder se manifiesta por el hecho que ellas
toman cuerpo bajo forma de señal"." 3 - Esta encarnación es
siempre realizada históricamente por medio de causas segundas creadas. Una
intervención personal divina, en el sentido de una acción de Dios
directamente visible es un non sense teológico" (W.
Kasper, Op. cit. p. 139 El negrito y el subrayado escandalizados son míos.
El itálico es del autor).
Es para caer de
espaldas, ¿no es cierto Sr. Xisto?
¿Cómo usted no cayó de
espaldas delante de esa afirmación absurda de que el milagro como
intervención de Dios es un non sense teológico?
Non sense es que un Obispo escriba tal
absurdo.
Estaba con voluntad de
parar, pero encontré una “perla”... podrida más en el libro de ese Cardenal:
"porque no se puede probar que esos acontecimientos notables que hacen
colocar cuestiones sean milagros en el sentido teológico, esto es, actos de
Dios (...) es porque los milagros no pueden jamás ser una prueba evidente
para la fe" (W. Kasper, op. cit. p. 142).
La Resurrección de
Jesús según el nuevo Evangelio modernista de Walter Kasper.
Infelizmente, falta
tratar de la cuestión de la Resurrección, milagro supremo de Cristo.
Es lógico que, negando
la historicidad y el hecho del milagro, Kasper debe negar también la
Resurrección de Cristo como hecho histórico milagroso.
En primer lugar, el
actual Cardenal Kasper hace notar que los Evangelios presentan testimonios
contradictorios sobre la Resurrección. Ahora, donde los testigos se
contradicen, hay mentira.
"Las apariciones
de la tradición kerygmática, en las cuales Pedro es nombrado en primer
lugar, y las apariciones de los relatos de Pascua, en las cuales los
personajes totalmente diferentes inclusive mujeres, desempeñan un papel
importante, no concuerdan unas con las otras" (W. Kasper. op. cit. P.
189).
Por tanto los relatos
de las apariciones de Cristo resucitado, que están en los Evangelios,
serían falsos.
Y entonces Kasper se
pregunta: "¿Estamos en presencia de relatos históricos, al menos de
relatos conteniendo un núcleo histórico, o se trata de leyendas que
expresan la fe pascual bajo forma de relatos?" (W Kasper, op. cit.
P. 190).
A pregunta ya es un
escándalo.
Si un ateo la hubiese
hecho, se protestaría. Como es un cardenal el que la hace, se tolera esa
aberración.
Kasper analiza el
problema de este modo: "1 - "Hay discordancias fundamentales
entre os relatos dos cuatro evangelistas (...)"
"2 - El relato más
antiguo del cual los otros dependen se haya en Marcos XVI, 1-8. (...)
Resulta de él que por lo menos en su forma actual ese texto no tiene en su
base un relato histórico. La introducción comporta ya una cierta
inverosimilitud. El deseo de ungir el cuerpo de un muerto hace ya tres
días, envuelto en paños, no se apoya en ninguna costumbre recibida, y está
en oposición con las condiciones climáticas de Palestina.
"Esas mujeres
teniendo solamente en camino la idea de que tendrán necesidad de una ayuda
para apartar la piedra para llegar así al túmulo, esas mujeres manifiestan
una despreocupación difícilmente admisible. Nos es necesario pues admitir
que no tenemos aquí trazos históricos, sino procedimientos de estilo
destinados a despertar la atención y a producir un efecto de suspenso. Todo
es manifiestamente construido de modo muy hábil para conducir a la solución
dada por el ángel: "él resucitó; él no está aquí. Ved el lugar donde
lo habéis colocado (Mc. XVI, 6). (...).
"3 - (...) el
relato se enriquece cada vez más de trazos legendarios. (...) El punto que
es subrayado inicialmente no es que el túmulo está vacío: es la
Resurrección que es anunciada y el túmulo es mostrado en seguida como señal
de esta fe. Resulta de eso que este antiguo elemento de la tradición no es
un relato histórico del descubrimiento del túmulo vacío, sino un testimonio
de fe" (...) "4 - Se verifica lo que puede ser verificado, es si,
a mí modo de ver, constreñido a admitir la
realidad del túmulo vacío y de su rápido descubrimiento. Muchos indicios estan en su favor, y ningún indicio preciso y decisivo
se opone a eso.; eso es pues probablemente una realidad histórica (...)”.
Y de ahí concluye
Kasper: "Esta constatación de la existencia de un núcleo
histórico en los relatos concernientes al túmulo vacío no implica de modo
alguno una prueba a favor de la Resurrección" (...) "El túmulo vacío no es una prueba para la fe,
sino una señal" (W. Kasper, op. cit. pp. 191-192. El negrito y
el subrayado son de mí responsabilidad. Y la indignación es muy mía, y no
de Kasper, y ni del Sr. Xisto. ¿Cómo usted --que leyó el libro de Kasper--
no se indignó con esas frases y ni protestó contra ellas, pero se indignó
contra mí, que las publiqué para atacarlas y para defender la verdad de que
Cristo resucitó? ¡Y verdaderamente resucitó!!!).
Para confirmar ese
soplo de duda kasperiano contra la verdad de la Resurrección de Cristo, el
Cardenal que citamos dice: "El verdadero centro de la propia
resurrección nunca fue relatado ni descrito directamente. Ningún testimonio
neotestamentário pretende haber observado él mismo la resurrección. Este
límite va a ser transpuesto, más tarde, en los evangelios apócrifos. Los
autores canónicos del nuevo Testamento tienen conciencia de la
imposibilidad de hablar directamente de la Resurrección como de un hecho
que se habría podido constatar físicamente "(W. Kasper, op.
cit., p. 194- 195) De ese modo Kasper insinúa que la Resurrección no
ocurrió porque nadie la vio.
"Los testimonios
relativos a la Resurrección hablan de un acontecimiento que transciende el
dominio de lo que puede ser constatado históricamente" (W. Kasper, op.
cit. p. 195).
"Pascua no es un
hecho que se pueda alegar como prueba de la fe; Pascua es ella misma un
objeto de fe. No se puede establecer históricamente la propia
Resurrección" (W. Kasper, op cit. p. 198 "Karl Barth dio
a la concepción de Bultmann la fórmula a ese respecto: Jesús resucitó en el
kerigma. Bultman declara sobre eso: "Yo acepto esa frase. Ella es
perfectamente justa bajo condición de ser bien entendida. Ella supone que
el kerigma es él mismo un acontecimiento escatológico; y ella afirma que
Jesús está realmente presente en el kerigma, que es su palabra que
impresiona al oyente en el kerigma. Creer en Cristo presente en el kerigma
es el sentido de la pascua" (W, Kasper, op cit, pp. 199-200, citando
dos herejes, Barth y Bultmann).
Y de ahí concluye
Kasper: "No se puede aprehender como hecho histórico sino la fe
pascual de los primeros discípulos" (W. Kasper, op cit. p. 200).
En otras palabras,
Cristo no habría resucitado de hecho. Fueron los discípulos de él que
creyeron en eso, y anunciaron aquello en que creyeron, y no lo que
propiamente aconteció.
Para confirmar esa
negación, Kasper cita sin pestañar, sin criticar, como si fuese un oráculo
del cielo -- él que duda de los evangelios y hasta los niega -- cita al escriba
Marxsen: “Esas tesis fundamentales indican por ellas mismas que la
Resurrección de Jesús no puede ser llamada un acontecimiento histórico. Lo
que se puede constatar históricamente es solo... que después de la muerte
de Jesús personas afirmaron que les había ocurrido un acontecimiento que
ellas designan como la visión de Jesús". (W. Kasper citando a
Marxsen, op cit p. 201. El subrayado es mío. La herejía es de Marxsen y de
Kasper, que la cita sin protestar y para confirmar lo que él mismo
piensa.).
Concluyendo su examen
del problema de la Resurrección de Cristo, Walter Kasper afirma:
“1- Las apariciones [de
Jesús resucitado] no deben ser consideradas como acontecimientos
objetivamente captables (...) es necesario por tanto partir del hecho que
se trataba de una visión de fe. Se diría aún mejor que era un conocimiento
en la fe"(...).
"2- El encuentro
con el Señor resucitado es presentado en el Nuevo Testamento como un
encuentro con Dios y como una experiencia de Dios" (...).
"3 -- La
experiencia de la pascua de los primeros discípulos hace aparecer la
estructura fundamental de la (...) Debemos ahora sustentar firmemente
que se trata de un encuentro personal con el Cristo. La cuestión esencial
no es la de saber lo que aconteció "objetivamente', sino saber si,
como los primeros cristianos, estamos dispuestos a dejar a Jesucristo
apoderarse de nosotros" (...).
"Es en ese
sentido, y solamente en ese sentido, que se puede decir: Jesús resucitó en el
kerigma. El es una presencia permanente en la historia gracias al
testimonio de la Iglesia apostólica" (W. Kasper, Op cit, pp.
213-214 El negrito y el subrayado son míos).
*** Se acostumbra a
recordar que hasta los judíos respetaron a Nuestra Señora, en el Calvario.
Se debería esperar por lo menos lo mismo de un Obispo y de un Cardenal.
Kasper, no obstante, si no considera los Evangelios libros históricos, y si juzga que no hay milagro, ¿cómo podría
aceptar la concepción virginal de Cristo por Nuestra Señora?
Lógicamente, admitiendo
esos principios del escepticismo moderno, Kasper tenía que negar la
virginidad de Nuestra Señora, o ponerla en duda.
Esto es lo que él dice
sobre esa cuestión: "La concepción por medio del Espíritu Santo (del
nacimiento virginal) y la filiación divina de Jesús están, por tanto, en
una relación más estrecha de lo que se admite generalmente. En una teología
abstracta de los posibles -- [ ???] -- unida a un positivismo teológico
"sin Espíritu", se puede sin duda decir : Dios habría podido
actuar también de otro modo, él habría podido también hacerse hombre por
medio de una concepción natural, pero de hecho él quiso actuar de otro
modo, y debemos por tanto acreditar que en el hecho de la concepción
virginal, si bien que ella no tenga en suma sino un significado
simbólico, el de afirmar que Jesús es el nuevo comienzo colocado por
Dios, el nuevo Adán" ( W. Kasper, op. cit. p. 381. El negrito
indignado es mío).
Aunque Kasper afirme
que se deba creer en el hecho de la concepción virginal de Cristo, la
restricción que él hace con las palabras que colocamos en negrito
prácticamente anula la creencia de que Nuestra Señora concibió
virginalmente.
De hecho él afirma que
esa concepción virginal-- en la cual debemos creer -- solo tiene "en
suma un significado simbólico". Y esta frase escandalosa insinúa
la herejía.
Estoy atónito, Sr.
Xisto.
¿Quedó contento,
Sr. Xisto, por que publiqué hasta más de lo que me pidió?
Solo puede estar,
porque atendí su pedido largamente.
Ahora que el Señor
tiene los textos de las páginas del libro de Kasper citadas per longum
et largum, ¿Usted aún osaría decir que calumnié al Cardenal
Kasper, y que esas frases no están en su libro?
Y su atonitismo,
¿dónde quedó, Sr. Xisto?
Talvez usted ahora
proteste por mis palabras contra el Cardenal que escribió esas herejías.
Ahora, afirmar que los
Evangelios mienten, presentando leyendas como verdades, es mucho más grave
que criticar a un Cardenal, Sr. Xisto.
¿Qué extraña concepción
de fe la es la suya, Sr. Xisto, que coloca el respeto a un miembro del
Clero sobre el respeto a los Evangelios y sobre la fe en Cristo?
Aún resta preguntar
algunas cosas.
Si el Cardenal
Kasper tiene razón en decir que los Evangelios no son históricos, y que la
Iglesia erró al acreditar en los milagros y en la Resurrección de Cristo,
tales como son contados en ellos, entonces él no debería haber aceptado ser
Cardenal de una Iglesia mentirosa y engañadora. ¿Pero, si él está errado en
sus tesis, cómo se le hizo Cardenal?
Y no tratamos del
milagro de la transubstanciación.
¿Será que Kasper cree
en el milagro de la transubstanciación?
Y si los milagros
contados en el Evangelio son leyendas, ¿cómo celebra Misa?
¿Será que cree en las
palabras de Cristo en el Evangelio: "Esto es mí cuerpo"?
¿Qué es la Misa para
ese Cardenal?
In Corde Jesu, semper,
Orlando Fedeli
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