Nos pareció importante dar a nuestros lectores la información que hay en el siguiente cruce de cartas, que encontramos en un Sitio Católico, lo cual es un aporte de los hechos que ayuda y ayudará a comprender mejor la deriva doctrinaria de los Pastores y lo que en realidad constituye la Crisis que se abate sobre la Santa Iglesia de Dios:


 

 

Pregunta

  Un Cardenal Modernista: Walter Kasper

De:  Xisto
Enviada el: Miércoles 13 de agosto de 2002 

Ustedes son valientes. ¿Leyeron el libro de Kasper? ¿Simplemente reproducen una acusación corriendo el riesgo de calumniar? Y la calumnia contra la fe de alguien es de las más graves.

Atónito y aguardando la trascripción de las páginas incriminadas.

Xisto
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Iglesia y Religión

(20/06/2001) Cardenal Kasper niega que Jesús es Hijo de Dios
 

La obra más conocida del teólogo alemán es el libro "Jésus le Christ", publicado en Francia por las Ediciones Cerf.

Esto es una muestra de la Fe del nuevo Cardenal: Sobre los milagros: «es necesario que califiquemos como imaginarias muchas historias de milagros contenidos en el Evangelio», y negar tranquilamente toda la realidad objetiva de los milagros de la «tempestad calmada», de la «Transfiguración», del «caminar sobre el lago», de la «multiplicación de los panes», de la «pesca milagrosa», de la «resurrección de la hija de Jairo», de «Lázaro», etc.

(cf. p. 129-130).

Jesús no es Hijo de Dios: esta concepción «comporta un último vestigio del pensamiento mítico mal esclarecido ». Según los Sinópticos, «Jesús nunca se designa como Hijo de Dios» (N.B. esto es falso, cf. Mt 16, 16).

En cuanto a la Resurrección: «es preciso reconocer que no tenemos, aquí, hechos históricos, sino procesos de estilo». Y niega explícitamente la realidad de las apariciones de Jesús resucitado (p. 212) ¿La resurrección al tercer día?

Dudoso, «una opinión teológica rabínica» (p.219).

Y él siembra la duda sobre la maternidad virginal de la Santísima Virgen (nota 69, p. 381).

El cardenal Kasper fue encargado para cuidar del diálogo interreligioso apenas terminó el Consistorio del 21 de febrero último.

¡Sin duda, no será incomodado por las certezas de la Fe! (D.I.C.I.)

Comentario: ¡Monseñor Kasper fue nombrado Cardenal de la Santa Iglesia Romana, en febrero último!....

Respuesta

 Muy apreciado Sr. Xisto, ¡Salve María!

Le agradezco su desafío. El me da la oportunidad de demostrar cual es realmente el pensamiento del Cardenal Kasper.

Por hoy, me limitaré a transcribir algunas páginas de él, para atender a su pedido-desafió tan oportuno. Haré, es claro, algunos comentarios. Posteriormente, haré un trabajo criticando más a fondo ese teólogo Modernista, que, infelizmente, hoy es Cardenal.

Usted verá, por los textos de él, que  quien lee las tesis heréticas del libro "Jésus le Christ”, éditions du Cerf, Paris, 1976, queda realmente atónito.

Ahí van algunos textos como "aperitivo"... pues le prometo muchos otros.

Siéntese, porque ahora es que tendrá motivo para quedar de hecho atónito, Sr. Xisto.

*** En primer lugar, es preciso destacar que el hoy Cardenal Walter Kasper considera que los Evangelios no son libros históricos.

Lea lo que escribió: "Los evangelios no son testimonios históricos en el sentido moderno de esa palabra, mismo si en el detalle contienen un abundante material histórico auténtico; en la realidad, son testimonios de la fe, es el Credo cristológico de la Iglesia primitiva que recibimos en los escritos del nuevo Testamento. Jesús de Nazaret no nos es pues accesible sino por intermedio de la fe de las primeras comunidades cristianas" (Walter Kasper, Jésus le Christ, Éditions du Cerf, 1976, p. 33-34. La edición original es Matthias- Grünewald Verlag, Mayence, 1974).

[Le doy también el mismo texto en francés, porque, probablemente, usted me juzga tan deshonesto que podría falsificar la traducción del libro de Kasper: "Les Évangiles ne sont pas des tesmoignages historiques au sens moderne de ce mot, même si dans le détail ils contiennent un abondant matériel historique authentique; ils sont en réalites des tesmoiganges de foi. C'est le Credo christologique de l 'Église primitive que nous rencuentrons dans les escrits du Nouveau Testament. Jésus de Nazaret ne nous est donc accessible que par l'intermédiaire de la foi des premières communautés chrétiennes"].

¿Está contento, desconfiado Sr. Xisto?

De ese texto se deducen las siguientes tesis de Kasper: Primera tesis de Kasper: los Evangelios no son libros históricos en el sentido moderno del termino histórico.

Segunda tesis: los evangelios contienen apenas la fe de las comunidades cristianas primitivas, y no propiamente hechos históricos.

¿Deduje honestamente, mi querido Sr. Xisto?

Como, en general, en Brasil, pocos conocen la doctrina católica y la Historia de la Iglesia, permítame recordar que esas tesis de Kasper son propias de la herejía Modernista, y que fueron condenadas por la Iglesia. Ellas fueron defendidas por Alfred Loisy en su libro L'Evangile et l'Église, condenado por San Pío X.

¿El Señor continúa atónito?

Pues quedará más atónito aún con los párrafos siguientes.

La distinción entre un Cristo histórico y un Cristo de la Fe fue condenada por San Pío X, en el decreto Lamentabili - que continúa en vigor - y en la encíclica Pascendi, que condenó las herejías del Modernismo.

"Error 29 -- es lícito conceder que el Cristo que presenta la historia es muy inferior al Cristo que es el objeto de la fe". (San Pío X, Decreto Lamentabili, 1907, Denzinger, 2046).

Está ahí probadito: el Cardenal Walter Kasper defiende el principio modernista de Loisy, condenado por S. Pío X.

Y de este error fundamental vendrán todos los demás errores modernistas de Kasper.

Para que le quede bien claro que no estoy inventando nada -- y ni calumniando a nadie -- le doy el texto de la encíclica Pascendi del mismo S. Pío X, condenando la distinción entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe.

"En la persona de Cristo, dicen [los modernistas], la ciencia y la historia no descubren más que a un hombre. Luego, en virtud del primer principio deducido del agnosticismo, hay que borrar de su historia todo lo que hule a divino. Ahora bien, en virtud de la segunda regla, la persona histórica de Cristo ha sido transfigurada por la fe; luego hay que ir quitando de ella cuanto la levanta por encima de las condiciones históricas. Por fin, en virtud de la tercera regla, la misma persona de Cristo ha sido desfigurada por la fe; luego, hay que apartar de ella los discursos, hechos, cuanto, en una palabra, no responde en modo alguno a su carácter, estado y educación y al lugar y tiempo en que vivió"( Pío X, Encíclica Pascendi, 1907, Denzinger, 2.076).

¿Qué tal Sr. Xisto?

El Cardenal Kasper ya cayó bajo la condena del Decreto Lamentabili y de la encíclica Pascendi, como modernista.

¿Continua apenas atónito? ¿O también con rabia?

Espero que en vez de esas pasiones y sentimientos, haya brillado en su alma una centella de comprensión.

Si el Jesucristo presentado por los Evangelios es distinto del Jesucristo de la fe, todos los hechos y doctrinas enseñadas por El se hacen contestables. De ahí la negación de sus milagros.

¿Y cómo quedarían entonces los grandes milagros referentes al propio Cristo, como la concepción virginal de Nuestra Señora y la Resurrección?

Es claro que, si los Evangelios no son documentos históricos, todo eso queda sin base. Y Kasper va a colocar esos hechos en duda, o va a negarlos.

Es lo que veremos.

¿Cuál es la razón del interés en distinguir el Jesús de la Historia del Cristo de la fe?

Kasper va a confesar cual era ese interés, por parte de algunos, de modo claro al punto de dejar atónito quien lo lee: "El dominio más importante de la teología bíblica moderna es la pesquisa sobre la vida de Jesús. A. Schweitzer, su gran historiógrafo, la llama "la mayor hazaña de la teología alemana". Ella representa "lo que la reflexión religiosa jamás osó o realizó de más poderoso". Entretanto ella no partió "de un interés puramente histórico, sino que busca al Jesús de la historia como una ayuda en la lucha para liberarse del dogma"ª (Schweitzer, Geschichte der leben- Jesu- Forschung, Tubingen, 1913, 4). Probando que el Jesús de la historia era diferente del Cristo de la fe eclesial, que él no reivindicaba para sí ninguna autoridad divina, se quería ver desmoronar la pretendida autoridad de la Iglesia" (W. Kasper, op. cit. p. 37. El negrito es mío).

Está es la confesión: la teología moderna --  debería haber dicho modernista y no simplemente moderna -- "busca al Jesús de la historia como una ayuda en la lucha para liberarse del dogma". Es para destruir la Fe que se buscó y se busca una contradicción y no solo una distinción entre el Jesús de la Historia y el Jesús de la fe.

¿Es para quedar atónito, no, Sr. Xisto?

[Y no voy, a partir de ahora, a dar los textos de Kasper en francés, porque ya sería conceder demasiado a su desconfianza sobre mi honestidad].

Y note que Kasper dice más: "Probando que el Jesús de la historia era otro diferente del Cristo de la fe eclesial, que él no reivindicaba para sí ninguna autoridad divina, se quería ver desmoronar la pretendida autoridad de la Iglesia".

He ahí un teólogo que osó escribir que distinguiendo al Jesús de la Historia del Jesús de la fe -- tal como él mismo confiesa hacerlo -- lo que quería hacer la teología modernista era "ver desmoronarse la pretendida autoridad de la Iglesia".

El cita ese intento criminal sin condenarlo. Y, peor aún, él mismo acepta, como vimos, la distinción entre el Jesús histórico y el  Jesús de la fe, tesis que ya fuera condenada, por San Pío X, como modernista.

¡Y ese hombre fue hecho Cardenal, en febrero de este año, en una "segunda época", por imposición del Episcopado alemán, bajo amenaza de cisma, porque Juan Paulo II no lo nombrara en la primera tanda!

Kasper cita aún a otro "escriba" de la "Teología moderna" diciendo: "R. Augstein recientemente formuló así esa intención: "Debe ser demostrado con qué derecho las Iglesias cristianas se refieren a un Jesús que no existió, a enseñanzas que él no dio, a un poder que él no confirió, y a una filiación divina que él mismo no tuvo como posible y que no reclamó" (R. Augstein, Jesús Menschensohn, Gütersloh, 1972, 7.Apud W. Kasper, op. cit., p. 37).

Kasper cita tales frases sin condenarlas, sin criticarlas más a fundo, o mismo superficialmente. Peor: va a admitir mucho, o casi todo, de lo que esos teólogos modernistas alemanes -- esos nuevos escribas enemigos de Cristo -- afirman con descaro.

Estoy ATÓNITO, Sr. Xisto. ¡Estoy ATÓNITO!!!

¿Usted no está por lo menos simplemente atónito -- aunque sea solo con letras minúsculas -- ahora, mi querido Sr. Xisto?

Kasper va a decir que ese dualismo entre el Jesús histórico y el Jesús de la fe produce dos maneras de llegar a Cristo: por la razón, o por una actitud interior, espiritual.

Es la vieja dicotomía entre racionalistas panteístas y gnósticos irracionalistas.

Vea lo que escribió el Cardenal que usted admira: "Este dualismo de métodos repercutió también sobre la teología, y allí, con la distinción entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe, condujo a un doble acceso a Jesús: uno histórico y crítico, racional, y el otro interior, más levado, intelectual y espiritual, personal y existencial, creyente. Este dualismo es el destino espiritual en el cual estamos colocados". (W. Kasper, op. cit., p. 40).

Al exponer la posición de la Leben Jesu Forschung (Pesquisa sobre la Vida de Jesús) Kasper afirma que, hoy, ella es tenida como una escuela que fracasó.

La primera causa de ese fracaso habría sido porque -- dice Kasper -- "A .Schweitzer probó, en su Historia de la Pesquisa sobre la vida de Jesús, que lo que había sido dado como Jesús histórico no era nada más sino el reflejo de las ideas de los autores particulares" (W. Kasper, op. cit., p. 40).

Y más: "Mas, al final, era forzoso reconocer: "El Jesús de Nazaret que apareció como Mesías, que predicó la moral del reino de Dios, fundó el reino de los cielos sobre la tierra y murió para dar la consagración de sus obras, jamás existió. Es un personaje que fue esbozado por el racionalismo, reanimado por el liberalismo, y vestido con una vestimenta histórica por la teología moderna" (A. Schweitzer, Geschichte..., 631, citado por W. Kasper, op. cit., p. 42. El negrito es mío).

Y Kasper cita todo eso, sin crítica.

En seguida, Kasper trata de la posición de la Formgeschichte moderna, diciendo: "esta última mostró que los Evangelios no son fuentes históricas en el sentido moderno de la palabra, sino que ellos presentan testimonios de la fe de las comunidades" (W. Kasper, op. cit., p. 42).

Trata, después, de la posición de la renovación de la Cristología dogmática de K. Adam, K. Barth, y Bultmann, y finalmente llega a nuestros días, hablando de la Cristología de Käsemann, Hans Kung, y otros que defienden la tesis de que los Evangelios habrían mitificado la Historia de Jesús, e historicizado el mito. (W. Kasper, op. cit. p.45).

Como se ve, esas varias tomas de posición de los teólogos modernistas alemanes, variando en filigranas, son constantes en la tesis central modernista: los Evangelios no son libros históricos. El Jesús que vivió realmente en Nazaret es diferente de aquel en que se cree en la Iglesia.

Kasper cita todo eso, sin críticas mayores, como si fuesen posiciones aceptables, y aceptando esa tesis central del Modernismo.

Kasper muestra que, hoy, "se quiere solucionar la cuestión  histórica pasando no por el kerigma, sino por el intermediario del mensajero cristiano primitivo. Es imposible, según Käsemann, hacer una separación radical entre la interpretación y la tradición. No se trata, pues, de un retorno para atrás del kerigma, ni tampoco de una reducción del evangelio al Jesús histórico. Esa tentativa racionalista se verificó ser ilusoria. La ciencia histórica, por tanto, no puede servir también a la legitimación del kerigma. La historia sirve entretanto como criterio del kerigma y de la fe. No se trata de fundamentar la fe históricamente. Se trata de separar de modo crítico el verdadero mensaje del falso mensaje"(Käsemann citado por Kasper, op. cit. p. 46).

La nueva solución de la Cristología "comprende al Jesús histórico a la luz de la de la Iglesia e interpreta recíprocamente la fe de la Iglesia a partir de Jesús. El dogma cristológico y la crítica histórica parecen estar de nuevo reconciliados". (W. Kasper, op. cit., p. 47).

El primer presupuesto filosófico de esa nueva "solución" cristológica seria, según Kasper, que "la historia a que se refiere el kerigma del propio Nuevo Testamento, el Jesús terrestre como era realmente en carne y hueso, es una cosa; el Jesús histórico que deducimos del kerigma por medio de un proceso complicado de sustracción, con la ayuda de nuestros métodos históricos modernos, es otra cosa" (W. Kasper, op. cit., p. 47).

Un segundo presupuesto, de orden teológico, depende de este primer presupuesto filosófico que citamos arriba. "Se presupone que la realidad del Jesús es la realidad del Jesús terrestre o mismo del Jesús histórico"(op. cit. p. 47).

Eso coloca el problema de la resurrección, y lleva a distinguir el Jesús terrestre del Jesús exaltado o resucitado. Dice Kasper: "a pesar de eso es imposible hacer del Jesús histórico el objeto total y único determinante de la fe en Cristo" (W. Kasper, Op. cit. p. 48).

De ahí se parte para una Cristología de dos grados: uno, el del Jesús terrestre o de la carne; otro, el del Jesús del espíritu"(Op. cit., p. 48).

Como conclusión Kasper dice que: 10 -- "el punto de partida y la posición del problema cristológico: la confesión eclesial constituye el punto de partida".

20 --Objeto central de la Cristología que se comprende como la interpretación de la confesión "Jesús es el Cristo" es la Cruz y la Resurrección de Jesús.

30-- "El problema fundamental de una cristología que tiene su centro en la Cruz y la Resurrección consiste en el comportamiento de la cristología ascendente y de exaltación que ahí se formula frente a la cristología descendente que se expresa por la idea de encarnación" (W. Kasper, Op. cit., p. 52).

Esto es, en síntesis, lo que presenta el capítulo del libro de Walter Kasper sobre La cuestión histórica de Jesucristo (pp. 31 -52).

En ese capítulo, Kasper hace el resumen de las varias Cristologías a partir del Romanticismo. Curioso es que Kasper se cuida bien de citar la posición de Loisy, porque este fue el único en ser condenado por defender la distinción entre el Jesús histórico y el Jesús de la fe, distinción que Kasper acaba por aceptar.

(Habría mucho más que decir sobre los fundamentos doctrinarios modernistas y románticos del Cardenal Kasper, pero dejaré eso para otra ocasión, al elaborar un trabajo mayor sobre el libro de él. Hoy, es solo una carta que le escribo).

De esa distinción herética entre el Jesús histórico, el Jesús real y el Cristo de la fe, resulta la negación de los milagros de Cristo, asumida por el Cardenal Kasper.

Los Milagros de Cristo según el Cardenal Kasper. Kasper trata de ese problema en un capítulo de su libro Jésus le Christ (ed. cit. pp. 127 - 145).

Y dice: "El examen histórico y crítico de la tradición de los milagros conduce inicialmente a un triple resultado: 1- La crítica literaria constata la tendencia a reforzar los milagros y a multiplicarlos".

Y como ejemplo de esa doble exageración literaria en los Evangelios, Kasper cita los milagros referentes a la hija de Jairo, curas de ciegos, la multiplicación de los panes. Y concluye Kasper: "Esta tendencia al desenvolvimiento, a la multiplicación y al refuerzo que se constata existir en los Evangelios debe, bien entendido, debe ser supuesto también para el período que precedió a la composición de los evangelios. Así, la materia de los relatos de los milagros disminuye muy sensiblemente"(W. Kasper. Op. cit. pp. 128-129).

¿Entendió bien Sr. Xisto?

Los Evangelios, según Kasper, exageran, multiplicaron hechos. Los Evangelios no dicen la verdad sobre lo que Cristo realmente hizo.

¿Usted no está atónito, Sr. Xisto?

Pues yo estoy atónito, Sr. Xisto. ¡ATÓNITO!!!

Y quedo también atónito por el hecho de que usted, Sr. Xisto, no queda atónito a no ser conmigo, por lo que yo digo, y queda frío y comprensivo con lo que escribió Kasper. Porque es cierto que usted leyó a Kasper.

¿Cómo usted, Sr. Xisto, no quedó atónito con él?

¿Qué es necesario para dejarlo atónito?

¿Solo la crítica a un Cardenal? ¿Y no la crítica de un Cardenal a los Evangelios?

Pero si los Evangelios no son históricos, Sr. Xisto, el título de Cardenal tampoco vale nada, pues toda la Iglesia estaría basada en una mentira histórica.

Mas prosigue al Cardenal Kasper: "2- Una segunda reducción [de los evangelios] resulta de la comparación con las historias de milagros rabínicos y helenísticos. Los relatos de milagros del nuevo Testamento son construidos por analogía y con la ayuda de motivos que conocemos también por el resto de la antigüedad. Hay también historias de milagros rabínicos y helenísticos concernientes a curas, expulsiones de demonios, resurrecciones, tempestades calmadas, etc. Se encuentran numerosos paralelos entre el contemporáneo de Jesús, Apolonio de Tyana. Muchas curaciones también son atestadas también principalmente en el santuario de Asclépios, en el Epidauro". (...)".

De ahí, concluir el texto de Kasper, en ese punto: "Pero en frente de los paralelos de los cuales no se puede negar la existencia, es difícil pensar recusar todos los relatos de milagros judaicos y helenísticos vendo en ellos simples falsificaciones de la Historia y aceptar, al contrario, sin discernimiento como históricos los relatos del nuevo Testamento" (W. Kasper, op. cit., p. 129).

Por tanto, para Kasper, los Evangelios tienen el mismo valor histórico que los relatos rabínicos o paganos. A palabra de Cristo, para él, vale tanto cuanto a palabra de un rabino.

Si él estuviese vivo en el tiempo de Cristo, él quedaría neutro cuando los escribas atacaban a Cristo. O diría con los rabinos fariseos que el milagro de Cristo podía haber sido realizado con la ayuda del diablo.

Como é piadoso ese Cardenal, no é, su Xisto?

3 – “Conforme a Historia das formas [Formengeschichte] muchas historias de milagros son proyecciones retrospectivas, experiencias pascales en la vida terrestre de Jesús, o representaciones anticipadas del Cristo glorificado. Por ejemplo, el milagro de la tempestad calmada, la escena de la transfiguración, el caminar sobre las aguas, la distribución de los 4.000 o 5.000 panes y la pesca milagrosa de Pedro son historias epifanicas de ese tipo. Con mucha mayor razón, historias como la resurrección de la hija de Jairo, la del joven de Naim y la de Lázaro, no tienen otro fin sino el de mostrar en Jesús al Señor de la vida y de la muerte. Así los milagros refiriéndose a la naturaleza son muy especialmente un añadidura secundaria con relación a la tradición original". (W. Kasper, op. cit. p. 129-130. El negrito es mío, confirmando el texto citado y negado por usted, Sr. Xisto. ¿Continua usted, atónito?).

Até aquí o relato, sin crítica, hecho por Kasper.

Ahora -- mí atónito Xisto -- el comentario del nuevo Cardenal impuesto al Papa:

"Resulta de todo eso que nos es preciso calificar como legendarias muchas historias de milagros contenidas en los Evangelios." (Walter Kasper, op. cit. p. 130).

¿Qué tal? ¿Será ese un comentario digno de un autor que merece ser levado al cardenalato?

¿Usted se espanta, querido Sr. Xisto, que yo critique a un Cardenal que osa criticar el Evangelio?

Criticar solo o Evangelio no. Negar o Evangelio (W. Kasper, op. cit. p. 129).

Y más. Si Kasper niega que los milagros fueron hechos históricos, él afirma que a pesar de ser como "cuentitos" para adormecer niñitos, esas leyendas tienen valor "teológico", "kerygmático" y que son "afirmaciones de la fe": "Probando que ciertos milagros no pueden ser atribuíos al Jesús terrestre -- [¿Jesús terrestre... ??? ¿Qué es eso ???] -- no se quiere entretanto decir que ellos no tengan ningún significado teológico y kerygmático. Esos relatos no históricos son afirmaciones de la fe sobre el significado de la salvación de la persona y del mensaje de Jesús" (W. Kasper, op. cit., p. 130. O itálico é do autor).

Que bueno, ¿no? Sr. Xisto: los milagros de Cristo son leyendas, pero con valor "kerymático"... Y delante de un adjetivo griego -- "kerygmático"-- cuántos tontos se dejan embelezar. E de boca abierta dicen: "Kasper reconoce o valor "kerygmático" de las leyendas evangélicas. Solo lo condenan, los que no comprenden el kerigma".

Pero, me diría usted, Sr. Xisto, intentando probar mi mala fe, que, luego en seguida, Kasper escribe: "Seria entretanto falso concluir que de esta tesis que no hay absolutamente ningún milagro de Jesús que sea históricamente garantizado. Es lo contrario que es verdad. No hay ningún exegeta serio que no admita una base de milagros históricamente ciertos de Jesús" (W. Kasper, op. cit. p. 130. El negrito es mío para resaltar el texto pro-Kasper y contra mí. ¿Estoy siendo honesto y leal Sr. Xisto?).

Si Kasper hace esa afirmación reconociendo que hubo, de hecho, algunos milagros históricamente comprobados de Cristo, restringido y hasta contradiciendo la tesis que había afirmado antes, es preciso -- para continuar a ser leal, explicar algo más.

¿Cuáles son los milagros de Cristo que él juzga realmente, históricamente comprobados? Kasper no los enumera ni cita ninguno. Y después afirma: "Se sigue que, mismo después de un examen histórico crítico de la tradición de los milagros en los evangelios, no se puede contestar la presencia de un núcleo histórico en la tradición de los milagros. Jesús realizó hechos extraordinarios que dejaban a sus contemporáneos espantados. Es preciso contar entre esos hechos la curación de ciertas enfermedades y de los síntomas en los cuales se veía entonces señales de posesión. En compensación es permitido considerar con alguna verosimilitud como no históricos los milagros relacionados con la naturaleza" (W. Kasper, op. cit., p. 131).

Si en la página anterior Kasper admitiera que había algunos hechos milagrosos hechos por Jesús, en esta página siguiente tales milagros son apenas hechos espantosos de curación, o de eliminación de supuestas señales de posesión. Pero los milagros relativos a la naturaleza no serían verosímilmente históricos.

Ahí se fue la restricción a la negativa de los milagros... Kasper no acredita mismo que Cristo haya hecho milagros.

Por eso, enseguida él afirma, junto con los escribas y fariseos hipócritas que atribuían los milagros de Cristo a la ayuda del diablo [prepárese para quedar atónito  Sr. Xisto atonístico]: "Ya durante la vida de Jesús se discutía manifiestamente sobre el significado de sus actos de poder. En cuanto algunos los entendían como señales de la acción de Dios, los adversarios de Jesús os interpretaban como ilusiones demoníacas, como engaños y charlatanería (cfr. Mc. III, 22-30 par.)." (W. Kasper, op. cit., p. 131).

Y Kasper se alinea entonces con los adversarios de Jesús... Dando valor a su argumento negador de los milagros de Cristo.

Pero, como era costumbre de los modernistas, luego Kasper hace una leve restricción a su blasfemia, aunque negando de nuevo los milagros de Jesús: "Hoy, se intenta "explicar" las curaciones de fiebre, de parálisis, de lepra (como se llamaban entonces ciertas enfermedades de la piel) de modo "psicógeno", y se propone por tanto comprender los milagros de Jesús como una "terapéutica de dominación". (Op. ct. p. 131)/ "Psicogenia", terapéutica de dominación, son expresiones para negar con palabras y expresiones pedantes que Cristo hizo de hecho milagros.

Que Kasper no cree en los milagros de Cristo queda patente cuando se lee a continuación de su capítulo sobre ese tema.

Kasper cita una definición de milagro: "Tradicionalmente se comprende el milagro como un acontecimiento perceptible que ultrapasa las posibilidades naturales, causado por la omnipotencia de Dios transgrediendo o al menos contornando las causalidades naturales, y que sirve así de confirmación de la revelación oral" (op. cit p. 132).

Y después de esa conceptuación tradicional de milagro, Kasper afirma rotundamente: "Mirando esa definición de más cerca se ve entretanto que esa noción de milagro es una fórmula vacía" (W. Kasper op. cit, p. 132. El negrito atónito es mío, Sr. Xisto).

Y para probar el “vacío” de la noción tradicional de milagro Kasper argumenta que:

"Del punto de vista teológico -- [modernista, es claro] -- igualmente hay lugar para levantar fuertes reservas con relación a esa concepción del milagro. Dios no pode jamás ser colocado no lugar de una causalidad interior al mundo Si él estuviese en el mismo plano que las causas interiores al mundo, él no seria más Dios, mas un ídolo... Se Dios debe permanecer Dios, sus milagros deben también ser concebidos como producidos por intermedio de las causas segundas creadas" (W. Kasper, op. cit. p. 133. El negrito gritántemente atónito es mío, querido Sr. Xisto).

Y como "teólogo modernista" que da más importancia a la opinión de los teólogos modernos que a la palabra de Dios, a la tradición de la Iglesia y al texto de los evangelios, ese teólogo que es hoy Cardenal dice: "Dificultades de ese género condujeron a los teólogos -- [¡los teólogos !!!] --- a abandonar más o menos la noción de milagro de inspiración apologética y a recordarse del sentido original de milagro" (W. Kasper, op. cit., p. 133).

Kasper confiesa que, como teólogo, abandonó la noción tradicional de milagro.

¿Quiere una confesión más del naturalismo de ese cardenal 'teólogo' que prefiere la argumentación de los escribas a la palabra de Cristo y de los evangelios, su Xisto? Pues escúchela: "En el plano del método, las ciencias parten del principio del determinismo universal. Lo que no acontece sino una vez, lo que es particular y extraordinario, está igualmente sometido por principio a ese postulado. En el nivel puramente científico no se puede, por tanto, detectar ningún espacio libre para un milagro en el sentido de un acontecimiento interior al mundo que no sea causado y que, por tanto, no pueda, en principio, ser definido" (...) no es posible descubrir el milagro en el exceso de determinación de lo individual en frente de lo general" (W. Kasper, Op. Cit. p. 135).

"En el interior del dominio científico no se puede responder ni de modo positivo, ni de modo negativo a la cuestión del milagro" (W. Kasper, Op. cit. p.136.El itálico es del modernista Kasper).

Concluyendo su estudio del milagro, dice Kasper: "1 - En el plano fenomenal pertenece al milagro el aspecto extraordinario que hace sensación y provoca el espanto. Pero, en si, esto es ambiguo y no adquiere su significación clara sino por la predicación que lo acompaña y que es aceptada en la fe". (...)" 2 – En el plano religioso, explicado por la palabra, pertenece al milagro el hecho de que él tiene su fuente en una iniciativa personal de Dios. La particularidad del milagro está, por tanto, en el nivel de la interpelación y de la reivindicación personales de Dios, de una interpelación y de una reivindicación cuyo poder se manifiesta por el hecho que ellas toman cuerpo bajo forma de señal"." 3 - Esta encarnación es siempre realizada históricamente por medio de causas segundas creadas. Una intervención personal divina, en el sentido de una acción de Dios directamente visible es un non sense teológico" (W. Kasper, Op. cit. p. 139 El negrito y el subrayado escandalizados son míos. El itálico es del autor).

Es para caer de espaldas, ¿no es cierto Sr. Xisto?

¿Cómo usted no cayó de espaldas delante de esa afirmación absurda de que el milagro como intervención de Dios es un non sense teológico?

Non sense es que un Obispo escriba tal absurdo.

Estaba con voluntad de parar, pero encontré una “perla”... podrida más en el libro de ese Cardenal: "porque no se puede probar que esos acontecimientos notables que hacen colocar cuestiones sean milagros en el sentido teológico, esto es, actos de Dios (...) es porque los milagros no pueden jamás ser una prueba evidente para la fe" (W. Kasper, op. cit. p. 142).
 

La Resurrección de Jesús según el nuevo Evangelio modernista de Walter Kasper.

Infelizmente, falta tratar de la cuestión de la Resurrección, milagro supremo de Cristo.

Es lógico que, negando la historicidad y el hecho del milagro, Kasper debe negar también la Resurrección de Cristo como hecho histórico milagroso.

En primer lugar, el actual Cardenal Kasper hace notar que los Evangelios presentan testimonios contradictorios sobre la Resurrección. Ahora, donde los testigos se contradicen, hay mentira.

"Las apariciones de la tradición kerygmática, en las cuales Pedro es nombrado en primer lugar, y las apariciones de los relatos de Pascua, en las cuales los personajes totalmente diferentes inclusive mujeres, desempeñan un papel importante, no concuerdan unas con las otras" (W. Kasper. op. cit. P. 189).

Por tanto los relatos de las apariciones de Cristo resucitado, que están en los Evangelios, serían falsos.

Y entonces Kasper se pregunta: "¿Estamos en presencia de relatos históricos, al menos de relatos conteniendo un núcleo histórico, o se trata de leyendas que expresan la fe pascual bajo forma de relatos?" (W Kasper, op. cit. P. 190).

A pregunta ya es un escándalo.

Si un ateo la hubiese hecho, se protestaría. Como es un cardenal el que la hace, se tolera esa aberración.

Kasper analiza el problema de este modo: "1 - "Hay discordancias fundamentales entre os relatos dos cuatro evangelistas (...)"
"2 - El relato más antiguo del cual los otros dependen se haya en Marcos XVI, 1-8. (...) Resulta de él que por lo menos en su forma actual ese texto no tiene en su base un relato histórico. La introducción comporta ya una cierta inverosimilitud. El deseo de ungir el cuerpo de un muerto hace ya tres días, envuelto en paños, no se apoya en ninguna costumbre recibida, y está en oposición con las condiciones climáticas de Palestina.

"Esas mujeres teniendo solamente en camino la idea de que tendrán necesidad de una ayuda para apartar la piedra para llegar así al túmulo, esas mujeres manifiestan una despreocupación difícilmente admisible. Nos es necesario pues admitir que no tenemos aquí trazos históricos, sino procedimientos de estilo destinados a despertar la atención y a producir un efecto de suspenso. Todo es manifiestamente construido de modo muy hábil para conducir a la solución dada por el ángel: "él resucitó; él no está aquí. Ved el lugar donde lo habéis colocado (Mc. XVI, 6). (...).

"3 - (...) el relato se enriquece cada vez más de trazos legendarios. (...) El punto que es subrayado inicialmente no es que el túmulo está vacío: es la Resurrección que es anunciada y el túmulo es mostrado en seguida como señal de esta fe. Resulta de eso que este antiguo elemento de la tradición no es un relato histórico del descubrimiento del túmulo vacío, sino un testimonio de fe" (...) "4 - Se verifica lo que puede ser verificado, es si, a mí modo de ver, constreñido a admitir la realidad del túmulo vacío y de su rápido descubrimiento. Muchos indicios estan en su favor, y ningún indicio preciso y decisivo se opone a eso.; eso es pues probablemente una realidad histórica (...)”.

Y de ahí concluye Kasper: "Esta constatación de la existencia de un núcleo histórico en los relatos concernientes al túmulo vacío no implica de modo alguno una prueba a favor de la Resurrección" (...) "El  túmulo vacío no es una prueba para la fe, sino una señal" (W. Kasper, op. cit. pp. 191-192. El negrito y el subrayado son de mí responsabilidad. Y la indignación es muy mía, y no de Kasper, y ni del Sr. Xisto. ¿Cómo usted --que leyó el libro de Kasper-- no se indignó con esas frases y ni protestó contra ellas, pero se indignó contra mí, que las publiqué para atacarlas y para defender la verdad de que Cristo resucitó? ¡Y verdaderamente resucitó!!!).

Para confirmar ese soplo de duda kasperiano contra la verdad de la Resurrección de Cristo, el Cardenal que citamos dice: "El verdadero centro de la propia resurrección nunca fue relatado ni descrito directamente. Ningún testimonio neotestamentário pretende haber observado él mismo la resurrección. Este límite va a ser transpuesto, más tarde, en los evangelios apócrifos. Los autores canónicos del nuevo Testamento tienen conciencia de la imposibilidad de hablar directamente de la Resurrección como de un hecho que se habría podido constatar físicamente "(W. Kasper, op. cit., p. 194- 195) De ese modo Kasper insinúa que la Resurrección no ocurrió porque nadie la vio.

"Los testimonios relativos a la Resurrección hablan de un acontecimiento que transciende el dominio de lo que puede ser constatado históricamente" (W. Kasper, op. cit. p. 195).

"Pascua no es un hecho que se pueda alegar como prueba de la fe; Pascua es ella misma un objeto de fe. No se puede establecer históricamente la propia Resurrección" (W. Kasper, op cit. p. 198 "Karl Barth dio a la concepción de Bultmann la fórmula a ese respecto: Jesús resucitó en el kerigma. Bultman declara sobre eso: "Yo acepto esa frase. Ella es perfectamente justa bajo condición de ser bien entendida. Ella supone que el kerigma es él mismo un acontecimiento escatológico; y ella afirma que Jesús está realmente presente en el kerigma, que es su palabra que impresiona al oyente en el kerigma. Creer en Cristo presente en el kerigma es el sentido de la pascua" (W, Kasper, op cit, pp. 199-200, citando dos herejes, Barth y Bultmann).

Y de ahí concluye Kasper: "No se puede aprehender como hecho histórico sino la fe pascual de los primeros discípulos" (W. Kasper, op cit. p. 200).

En otras palabras, Cristo no habría resucitado de hecho. Fueron los discípulos de él que creyeron en eso, y anunciaron aquello en que creyeron, y no lo que propiamente aconteció.

Para confirmar esa negación, Kasper cita sin pestañar, sin criticar, como si fuese un oráculo del cielo -- él que duda de los evangelios y hasta los niega -- cita al escriba Marxsen: “Esas tesis fundamentales indican por ellas mismas que la Resurrección de Jesús no puede ser llamada un acontecimiento histórico. Lo que se puede constatar históricamente es solo... que después de la muerte de Jesús personas afirmaron que les había ocurrido un acontecimiento que ellas designan como la visión de Jesús". (W. Kasper citando a Marxsen, op cit p. 201. El subrayado es mío. La herejía es de Marxsen y de Kasper, que la cita sin protestar y para confirmar lo que él mismo piensa.).

Concluyendo su examen del problema de la Resurrección de Cristo, Walter Kasper afirma:

“1- Las apariciones [de Jesús resucitado] no deben ser consideradas como acontecimientos objetivamente captables (...) es necesario por tanto partir del hecho que se trataba de una visión de fe. Se diría aún mejor que era un conocimiento en la fe"(...).

"2- El encuentro con el Señor resucitado es presentado en el Nuevo Testamento como un encuentro con Dios y como una experiencia de Dios" (...).

"3 -- La experiencia de la pascua de los primeros discípulos hace aparecer la estructura fundamental de la (...) Debemos ahora sustentar firmemente que se trata de un encuentro personal con el Cristo. La cuestión esencial no es la de saber lo que aconteció "objetivamente', sino saber si, como los primeros cristianos, estamos dispuestos a dejar a Jesucristo apoderarse de nosotros" (...).

"Es en ese sentido, y solamente en ese sentido, que se puede decir: Jesús resucitó en el kerigma. El es una presencia permanente en la historia gracias al testimonio de la Iglesia apostólica" (W. Kasper, Op cit, pp. 213-214 El negrito y el subrayado son míos).

*** Se acostumbra a recordar que hasta los judíos respetaron a Nuestra Señora, en el Calvario. Se debería esperar por lo menos lo mismo de un Obispo y de un Cardenal. Kasper, no obstante, si no considera los Evangelios libros históricos, y si juzga que no hay milagro, ¿cómo podría aceptar la concepción virginal de Cristo por Nuestra Señora?

Lógicamente, admitiendo esos principios del escepticismo moderno, Kasper tenía que negar la virginidad de Nuestra Señora, o ponerla en duda.

Esto es lo que él dice sobre esa cuestión: "La concepción por medio del Espíritu Santo (del nacimiento virginal) y la filiación divina de Jesús están, por tanto, en una relación más estrecha de lo que se admite generalmente. En una teología abstracta de los posibles -- [ ???] -- unida a un positivismo teológico "sin Espíritu", se puede sin duda decir : Dios habría podido actuar también de otro modo, él habría podido también hacerse hombre por medio de una concepción natural, pero de hecho él quiso actuar de otro modo, y debemos por tanto acreditar que en el hecho de la concepción virginal, si bien que ella no tenga en suma sino un significado simbólico, el de afirmar que Jesús es el nuevo comienzo colocado por Dios, el nuevo Adán" ( W. Kasper, op. cit. p. 381. El negrito indignado es mío).

Aunque Kasper afirme que se deba creer en el hecho de la concepción virginal de Cristo, la restricción que él hace con las palabras que colocamos en negrito prácticamente anula la creencia de que Nuestra Señora concibió virginalmente.

De hecho él afirma que esa concepción virginal-- en la cual debemos creer -- solo tiene "en suma un significado simbólico". Y esta frase escandalosa insinúa la herejía.

Estoy atónito, Sr. Xisto.

¿Quedó contento, Sr. Xisto, por que publiqué hasta más de lo que me pidió?

Solo puede estar, porque atendí su pedido largamente.

Ahora que el Señor tiene los textos de las páginas del libro de Kasper citadas per longum et largum, ¿Usted aún osaría decir  que calumnié al Cardenal Kasper, y que esas frases no están en su libro?

Y su atonitismo, ¿dónde quedó, Sr. Xisto?

Talvez usted ahora proteste por mis palabras contra el Cardenal que escribió esas herejías.

Ahora, afirmar que los Evangelios mienten, presentando leyendas como verdades, es mucho más grave que criticar a un Cardenal, Sr. Xisto.

¿Qué extraña concepción de fe la es la suya, Sr. Xisto, que coloca el respeto a un miembro del Clero sobre el respeto a los Evangelios y sobre la fe en Cristo?

Aún resta preguntar algunas cosas.

Si el Cardenal Kasper tiene razón en decir que los Evangelios no son históricos, y que la Iglesia erró al acreditar en los milagros y en la Resurrección de Cristo, tales como son contados en ellos, entonces él no debería haber aceptado ser Cardenal de una Iglesia mentirosa y engañadora. ¿Pero, si él está errado en sus tesis, cómo se le hizo Cardenal?

Y no tratamos del milagro de la transubstanciación.

¿Será que Kasper cree en el milagro de la transubstanciación?

Y si los milagros contados en el Evangelio son leyendas, ¿cómo celebra Misa?

¿Será que cree en las palabras de Cristo en el Evangelio: "Esto es mí cuerpo"?

¿Qué es la Misa para ese Cardenal?

In Corde Jesu, semper, Orlando Fedeli