Hora Santa
Mateo Crawley-Boevey
Origen, importancia y prodigiosa
eficacia de este ejercicio
He aquí una práctica eminentemente divina, no sólo en su fin,
sino por su origen inmediato. Jesús, hablando a su sierva Margarita María, en
1674, le dice terminantemente desde el misterioso Tabernáculo de
Paray-le-Monial: “Todas las noches del jueves al viernes te haré participar
de la mortal tristeza que quise padecer en el Huerto de los Olivos; tristeza
que te reducirá a una especie de agonía, más difícil de soportar que la muerte.
Y para acompañarme en aquella humilde plegaria, que entonces presenté a mi
Padre, te postrarás con la faz en tierra, deseosa de aplacar la cólera divina y
en demanda de perdón por los pecadores”. Tal es la palabra de imperiosa
misericordia que estableció, en la primera aurora de la devoción al Corazón de
Jesús, la práctica de incomparable hermosura que llamamos la