Iglesia y Religión

 

 

CONSIDERACIONES SOBRE LA GNOSIS:

Panteísmo y Gnosis

Orlando Fedeli

 

Como vimos, en artículo anterior, es común confundir Gnosis y Panteísmo.

Muchos toman esos dos ramos de la Religión del Hombre como sinónimos. Hasta el

Dictionnarie de Théologie Catolique omite la distinción entre esas dos corrientes

religiosas. Se engañan. El Panteísmo afirma que todo es Dios. Para él, habría identificación

entre Dios, el universo y el hombre. El universo es la actual etapa de la evolución divina.

De esa forma el Panteísmo es monista: todo, en el fundo, constituye un único ser. Tal

fue, por ejemplo, el pensamiento de Parménides, en la Antigüedad.

 

Para el Panteísmo, el individuo no tiene alguna importancia o valor en si mismo. Lo

que importa es la inserción de cada uno en el Todo Divino. Los males y las desgracias

personales no asumen ninguna relevancia ante el orden universal, para el cual

concurren. Todo marcha inexorablemente en dirección a la divinización final,

cualesquiera que sean los percances individuales. En la unidad final en Dios todo será

absorbido. Hay, pues, en el Panteísmo, un optimismo fundamental: todo terminará

bien. Todo y todos serán Dios.

 

En el extremo de esa evolución inevitable, marcha el Hombre, cuya inteligencia sería la

fina punta del proceso de perfeccionamiento divino. Por medio de la Razón, el Hombre

conoce su naturaleza divina, comprende el universo y, a través de la ciencia y de la

técnica, es capaz de acelerar la evolución. El se tornaría, así, el Redentor de sí

mismo.

 

El Panteísmo es, pues, racionalista, cientificista, evolucionista y determinista. En él

encontramos un naturalismo total. Al negar la distinción entre Dios y el mundo, niega

radicalmente el orden sobrenatural. El prescinde de la gracia, de los sacramentos o

de un Redentor, pues el Hombre sería capaz de realizar su propia redención. El acto

de religión panteísta consiste, así, en la auto-adoración. Su oración se resume en la

contemplación del universo.

 

En esa religión determinista y radicalmente optimista, en que la completa divinización

final es inexorable, no hay lugar ni para conmiseración, ni para caridad. Por eso el

paganismo panteísta de la Antigüedad no creó hospitales, no se importó con los

orfanatos, ni con los débiles o miserables. La fuerza es lo que valía. La crueldad

campeaba. La injusticia dominaba. El capricho del Emperador romano tenía fuerza de

ley.

 

Diametralmente opuesta es la posición de la Gnosis. Aparentemente ella también afirma

la divinidad de todo y de todos. No lo hace, sin embargo, como el Panteísmo. Para la

Gnosis, la Divinidad está aprisionada en el universo, considerado, por eso,

esencialmente perverso. El Hombre sería Dios, sí, pero no el hombre todo. Apenas

su espíritu sería divino. El cuerpo, causa de la individuación, sería la fuente de todas las

desgracias y males.

 

Y no se confunda espíritu con alma. El espíritu (pneuma, éon, atman, funkenlein) sería

una partícula divina aprisionada en el túmulo del ser humano. De ese modo, tanto el

cuerpo cuanto el alma serían malos, pues cooperaría, cada uno a su modo, para

aprisionar el espíritu divino.

 

Habría entonces una contradicción profunda en el ser humano: su espíritu seria divino,

en cuanto su cuerpo su alma serían malos. Esa contradicción no se limitaría al

hombre. En todo ser habría una oposición intrínseca, de tal forma que el ser no seria

idéntico a sí mismo, sino constituido de dos principios iguales y contrarios.

En cuanto el Panteísmo es monista, la Gnosis es dualista y dialéctica. Para esta última, el

ser es lo que no es, y no es lo que es.

 

Por tanto, el Dios que se presentó a Moisés como siendo “Aquel que es” habría

mentido. El seria el Dios creador del mundo, el enemigo de la divinidad. En rebelión

contra la  Divinidad buena, él la habría encarcelado en el universo material.

Metafísicamente dualista, la Gnosis tenía que admitir el dualismo teológico. Si concebía

el mal como ser, ella tenía que admitir dos dioses: un Dios del Bien y uno del Mal.

 

La Divinidad buena sería totalmente inconocible, tanto cuanto el Id en el psicoanálisis

gnóstico freudiano.

 

El Dios que se revela en la Biblia seria el Dios maligno, correspondiente al Ego, en el

hombre, conforme Freud. De la misma forma como sustentó Lutero habría dos dioses:

el “Deus Absconditus” y el “Deus Revelatus”: este último sería mentiroso, cruel y

malo, en cuanto el otro sería bueno y verdadero. (Cfr.H. Grisar, Martin Luther,

Lethielleux, Paris, 1931, p.195).

 

Todo sistema gnóstico distingue Divinidad y Dios.

El Demiurgo creador aprisionara las partículas de la Divinidad en tres caracteres: la

materia, la razón y la moral. Para la Gnosis, la materia es considerada mala por ser la

causa de la individuación y de la limitación en el hombre. La razón engañaría al hombre,

pues, por medio de ella, el hombre comprende el mundo, construido como inteligible

por el demiurgo. Y, comprendiendo el mundo, el hombre piensa que él es bueno.

Comprendiendo el mundo, cual cómoda jaula de oro, el hombre se considera feliz en

su prisión cósmica. Por tanto, la inteligencia engañaría al hombre. Una intuición mística

es la que lo liberaría de los lazos de la lógica y del silogismo.

 

La moral, explicitada en los diez mandamientos, sería a ley del Demiurgo malo. Como

dijo Lutero, sería preciso abolir todos los mandamientos, porque la ley de Dios fuera

dada a “Moisés, siervo del Dios del Mal” (Cfr. F. F. Brentano, Lutero, Ed. Vecchi,

1943, pp.22).

 

En suma, la Gnosis es pesimista, en cuanto el Panteísmo es optimista. Ella es dualista, al

contrario del monismo del Panteísmo. Ella es dialéctica e individualista. El Panteísmo

lleva al totalitarismo, al colectivismo. Si el Panteísmo es racionalista y cientificista, la

Gnosis es anti-racional, alógica y anti-científica.

 

La Gnosis está contra a la ciencia en favor de la Magia. Contra la abstracción racional, ella

defiende la intuición alógica. Contra el discurso lógico, ella se expresa por símbolos

abstrusos e incoherentes. Contra la Historia, ella defiende la leyenda y el mito. Contra

lo real, ella propugna por el ideal.

 

El Panteísmo, en el fondo, es materialista. La Gnosis se presenta como espiritualista. El

Panteísmo rechaza todo lo que contraría su racionalismo. La Gnosis es esencialmente

mística. El Panteísmo adora al Cosmos. La Gnosis lo odia.

Entretanto, a pesar de todas las oposiciones, hay una extraña relación de parentesco

entre Panteísmo y Gnosis. Esas dos herejías son como hermanas gemelas iguales y

simétricamente contrarias entre sí. Gnosis y Panteísmo son como las dos caras de una

misma diapositiva: presentan la misma imagen. Pero de manera invertida.

Volveremos sobre el tema.

 

PUBLICADO ORIGINALMENTE EN VERITAS, 31, AÑO VI,

OCTUBRE-NOVIEMBRE DE 1993

 

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