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DEVOCION AL GLORIOSO ARCANGEL SAN RAFAEL
ESTA DEVOCION DEBE PRACTICARSE DURANTE VEINTIUN DIAS
ACTO DE CONTRICION:
Señor mío Jesucristo, por aquellas Cinco Llagas que por nuestro amor   recibisteis en la Cruz, socorred a vuestros siervos redimidos con vuestra   preciosísima Sangre.
En la llaga del costado, mi Dios, yo quisiera entrar y vivir en ella   para no pecar más.
Se rezan tres Padres Nuestros, Ave Marías y Gloria Patri y al final   de cada uno se dice la siguiente:
JACULATORIA:
Protector mío, San Rafael, dígnate interceder con Dios para que conceda lo que te pido: entra en mi casa como entraste en la de Tobías.
(Aquí se pide lo que desea conseguir)
¡Oh, Glorioso Arcángel San Rafael!, acuérdate de tus devotos: aquí en todas partes y siempre ruega por nosotros al Hijo de Dios.
ORACION
Para preservarse de la ceguera física y espiritual (1)
Dignaos auxiliarme , glorioso Príncipe, San Rafael, médico divino de las almas y de los cuerpos, y ya que sanasteis los ojos corporales del anciano Tobías, iluminad también los ojos de mi espíritu y de mi cuerpo, apresuraos a apartar de mí con la eficacia de vuestras oraciones las demás tinieblas que oscurecen mi mente a mi corazón.
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(1) Está tomado de un manuscrito del Siglo XI
ORACION
¡Oh, Dios! Que a tu siervo Tobías diste por guarda y compañero al bienaventurado Arcángel San Rafael, concédenos a nosotros tus siervos, que siempre seamos defendidos por tu guarda y fortalecidos con tu amparo por Nuestro Señor Jesucristo. Amén
ORACION
¡Oh, Glorioso Arcángel San Rafael!, que estáis presente ante el Trono del Altísimo! Yo, vuestro indigno, pero devoto admirador me humillo en vuestra presencia, conociendo por una parte mi indignidad, y por otra vuestra ardiente caridad, os suplico de lo íntimo de mi corazón, os dignéis escuchar mis humildes ruegos y presentarlos ante el Señor para obtener por vuestra mediación los favores que solicito en estos días. Más, si mi súplica no va a contribuir a la mayor gloria de Dios y salvación de mi alma, os ruego, ¡oh celestial protector mío!, me escojáis vos la gracia que me ha de conducir con más seguridad a la eterna salvación. No miréis tanto a mis deseos, cuanto al bien de mi alma. Lleno de una entera confianza  en Vos, espero alcanzar lo que solicito por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
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