LOS TRIBUNALES DE ANULACION MATRIMONIAL

Presentamos el artículo publicado en el Boletín de la Fraternidad San Pió X, de los EUA, por el Superior del Distrito, Padre Scott,(Uno de os Distritos más importantes de la FSSPX) explicando las razones graves para mantener la Fraternidad Tribunales para juzgar los casos de nulidad matrimonial.

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Queridos amigos y colaboradores de la Sociedad San Pió X,

Frecuentemente somos interrogados sobre nuestra posición no tocante a delicada cuestión de la anulación de matrimonios, si debemos aceptar las concedidas por tribunales modernistas, y por que la Fraternidad S. Pío X debería atreverse a establecer tribunales para hacer sus propios juicios. Es una cuestión interesante, pues demuestra una vez más cuán seria es la crisis en que la Iglesia realmente está.

Las estadísticas son interesantes. En 1968 existían en los EUA un total de 338 anulaciones. En 1992 existían nada menos que 59.030, lo que representa un número ciento setenta y cinco veces mayor. Otro dato interesante: el número total de anulaciones en la Iglesia Católica en todo el mundo en 1992 fue de 76.286, o sea, nada menos que 75% de todas anulaciones provinieron de los EUA, que sólo posee el 5% dos católicos del mundo. Además, en apenas uno de cada dos matrimonios católicos aquí en los Estados Unidos termina en divorcio, pero uno de cada cinco es oficialmente anulado, siendo que 90% de los pedidos de anulación son bien sucedidos. ¿qué nos dicen estos números sobre la gravedad de tales procesos de anulación, especialmente si se considera que la vasta mayoría es concedida por razones puramente psicológicas — nominalmente, falta de madurez — como si la juventud bastara para hacer a alguien incapaz de entrar en un contrato vitalicio? ¿qué nos dice esto sobre la autoridad del Papa Juan Pablo II, que en diversas ocasiones se manifestó contrario a tales abusos, pero sin jamás traer alguna sanción contra o haber cerrado tribunales que permiten que tal fraude continúe? 

En efecto, una anulación no es creada por decisión de un tribunal de anulación. La función del tribunal es simplemente la de establecer como hecho indudable que un matrimonio dado jamás existió, o sea, que jamás existió verdadero intercambio de votos matrimoniales.

Consecuentemente, una decisión mal fundada no hace nulo un matrimonio. Es inválida, sin valor. Se alguien que obtuviese una anulación semejante realizase un segundo matrimonio, mismo bendecido por un padre, este sería ciertamente un matrimonio inválido. ¿Cuán numerosas son los millones de uniones de esta naturaleza, que en el papel parecen ser matrimonios católicos, pero que sólo son concubinatos con bendición oficial? 

¿Cuál debe ser a actitud de un padre Católico ante la tragedia de la destrucción de la indisolubilidad del matrimonio por los propios ministros de la Iglesia? su deber es preservar la santidad del sacramento, sobre todo, defender el lazo sagrado del matrimonio que es el fundamento de la sociedad humana y, consecuentemente, de la vida social de la propia Iglesia. ¿Cómo podría atreverse a aceptar tales anulaciones, tan inciertas? Está claro, pues, que así como la Iglesia provee la jurisdicción para los padres tradicionalistas bendecir los matrimonios, así también ella, en tales circunstancias trágicas, provee la autoridad para formar tribunales, sin los cuales sería imposible llegar a cualquier tipo de certeza. La manutención de la recta conciencia y la salvación de las almas depende de esto. Es claro, pues, que un padre tradicional no pode ni casar a alguien con anulación, ni aconsejar su matrimonio, a no ser que tal matrimonio haya sido estudiado y declarado nulo y vacuo por un tribunal tradicional, operando con principios verdaderamente católicos, — lo que siempre será una cosa rara y extremamente excepcional. Estén preparados, entonces, a encontrar nuestros padres totalmente firmes en estos principios. No es porque alguien sinceramente acredite que su “anulación” es diferente de las otras 59.030 que ella será aceptada.

Que a fidelidad a sus votos matrimoniales solemnes, la santidad de este sacramento de la Iglesia, el sentido de verdadera sumisión a la Providencia divina y el deseo de estar apartado de la vanidad de este mundo ayude a todos en el combate para vivir matrimonios católicos. Que la Santísima Virgen María afiance la perseverancia en nuestros matrimonios, “en el bien y en el mal, hasta que la muerte nos separe”.

Sinceramente, en el Inmaculado Corazón de María,

Padre Peter R. Scott
Superior del Distrito.               (District Superior’s Letters, 1 de Agosto de 1995).

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