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EJERCICIOS, MEDITACION PARA ALCANZAR LA CONFIANZA
1) La gran convicción: Dios
existe. Sin ésta no puede alimentarse la confianza.
Es un medio rápido para alcanzar
la unión con Dios; el enemigo nos engaña haciéndonos creer que es difícil, y
hasta imposible. Si al principio uno no lo cree posible, no puede adelantar:
¡Es posible! Pero no solos: con El, “Sin mí no podréis”. Cree que Dios quiere darte esta
confianza. “Dios tiene un deseo infinito de derramar sus bienes”. (San
León, Papa).
Hasta es fácil: Santa Teresita
tuvo de la Virgen la misión de enseñar al mundo este secreto de la Madre de
Dios: “La infancia espiritual”. “Todos los fieles de lasa naciones deben
andar en esta vía” (Pío XI).
2) Todo está en la observación
de la confianza exagerada que tienen los niños acerca de sus padres, y hacer
como ellos hacen. El niño de cinco años es incapaz de dirigirse, ganar la
vida,… pero está lleno de confianza en su papá y su mamá; no le queda otra…. Si
su mamá le dice que lo llevará al dentista, se pondrá a llorar o a decir que
no, pero al final irá con ella. ¿Por qué? Porque él sabe que lo hace por su
bien, nadie le va a poder quitar esta certeza. ¿Cómo lo sabe? No se sabe. Ni la
pedagogía, ni la ciencia pueden explicarlo. Si tiene hambre, sed, él tiene confianza,
no se preocupa, sabe que su mamá tiene en el bolso algo para el viaje: sabe que
ella se preocupa.
Esta confianza es buena, es
verdadera.
Esto es lo que nosotros debemos
aprender de los niños y tener el mismo abandono con nuestro Padre Dios (¡Que
existe!) y posee al máximo grado la paternidad y la maternidad que conocemos y
experimentamos; es la creación, es la realidad.
Es el don de Piedad. Este amor
hacia los padres, el niño sabe que lo aman, es amado: ¡No arriesga!
3) La prueba máxima para el
niño, (y para nosotros con nuestro Padre Dios) es cuando él hace una gran
travesura: rompe en jarrón de cristal de mamá; ella lo regaña, le pega un poco,
le dice que no lo quiere más; pero el niño sabe que después del castigo todo
está terminado, todo vuelve a ser como antes: ¡Es amado por mamá! ¿Y cómo lo
sabe? ¡Lo sabe! (haz unas cuantas pruebas con los niños y verás; te van a
instruir).
El niño lo sabe y no se lo vas
a quitar de la cabeza; intenta…. Él sabe que sus padres lo quieren.
Este es un punto en el cual
debemos hacer ejercicios: esta idea, esta convicción. El me ama… (te ama). Por eso Santa Teresita dice: “El pecado que
ofende más a Dios es la falta de confianza en El, en su perdón, en su amor”.
Quien no confía no lo conoce… y esto lo hiere mucho.
Este es el secreto de la unión
con El (porque siempre vamos a tener pecados): la confianza. Si no, estamos
perdidos, porque por nosotros mismos, solos, no podemos. Saber que no podemos,
somos incapaces…, en el momento de la dificultad… “pero estoy con mi Papá y
con mi Mamá”. Ella se va a ocupar de todo (trata de hacer ejercicios,
medita esta confianza).
El profeta Job llegó hasta el
heroísmo. Santa Teresita dice: “La palabra de Job no es vana”: “Aunque Tú
(Dios) me mataras, yo no perdería la confianza en Ti”. Ella dice que empleó
mucho tiempo para establecerse en este estado de abandono en Dios. El quiere
unirme a Sí, me abandono a El… El quiere muy bien.
Para volar se necesitan dos
alas:
1)
La
desconfianza de sí mismo (esto excluye el sentimiento de soberbia de sí, soy
capaz… Este está perdido, no tiene desconfianza de sí).
2)
La
confianza en Dios, supone la fe (y la razón en la existencia de Dios): aunque
sé que cometeré algunos errores, aún me ama. Esto dispone a la confianza en la
Providencia de Dios. El conoce el futuro, sabe que lo necesito. El sabe… El ve…
El puede…. El se va a ocupar de ti.
San Agustín decía: “Te
ocupas de mí como si yo fuera la única criatura en esta tierra” (Todo Dios
para ti); y el profeta Isaías: “ad ubera portabimini” (Te llevo en mis pechos). ¡Qué espectáculo
de la Creación, la mamá que amamanta a su niño!: cómo lo hace, cómo lo ama,
cómo se ocupa de él… y él lo sabe, no lo piensa, no se preocupa… disfruta….
Hagamos lo mismo nosotros… y esto va a dar mucha gloria a Dios, porque lo
reconocemos, lo dejamos ser lo que Es. Confiamos. Yo no soy capaz de nada, soy
infinitamente inferior a El, entonces yo confío…
¡Déjate abrazar!