¿ PORQUÉ DE LA MISA CATÓLICA CON EL MISAL DE S.S. SAN PÍO V?La Misa católica fue codificada, no fabricada, por S.S. San Pío V en el año de 1570, esto significa que este Pontífice no inventó un rito sino que estableció la estructura de la Misa respetando y continuando la Tradición ininterrumpida de Cristo, de los apóstoles, de los Santos Padres, de los primeros siglos del cristianismo y de los Pontífices anteriores. Al tener sus orígenes en los mismos apóstoles también es conocida como Misa apostólica o Misa tridentina por ser esa labor de codificación resultado de un ordenamiento del Concilio dogmático de Trento. Todos los sacerdotes católicos del rito latino –entre ellos todos los mexicanos- que hayan sido ordenados hace más de treinta años han celebrado el Santo Sacrificio de la Misa con este misal, hasta por lo menos a finales de la década de los años sesenta, fecha en que se efectuó la reforma litúrgica. Esta Misa ha estado vigente durante muchos siglos en la Iglesia Católica y ha producido grandes santos y enormes frutos en la historia de la cristiandad. ESTE RITO ESTÁ VIGENTEEste rito, contra lo que algunos mal informados pudieran pensar, está vigente por su antigüedad multisecular conforme al canon 28 del Nuevo Código (canon 30 del Código anterior) que señala que una nueva ley no revoca las costumbres centenarias o inmemoriales a no ser que se les cite EXPRESAMENTE. Al no haber sido explícitamente abrogado en la Constitución Apostólica Missale Romanum de S.S. Pablo VI, el rito tradicional –alabado por el propio Pablo VI- continúa vigente. Por otra parte, S.S. San Pío V en su bula QUO PRIMUM decreta a perpetuidad que puede ser utilizado para siempre en la Iglesia y que por lo tanto ningún sacerdote podrá –en ningún tiempo- ser sancionado por su uso. Esta bula se localiza fácilmente al principio de todos los misales que los sacerdotes han utilizado para celebrar este rito. Esta prerrogativa tiene por sí misma el suficiente valor jurídico, por lo que la autorización de S.S. Juan Pablo II a celebrar el Santo Sacrificio de la Misa con este rito mediante el indulto por él decretado, sólo viene a confirmar la vigencia del mismo.
EXPRESA CLARA Y MAJESTUOSAMENTE LA DOCTRINA CATÓLICAEl rito, conforme al misal promulgado por San Pío V, ha demostrado, en el transcurso de los siglos, ser un dique contra las deformaciones doctrinales pues expresa con toda claridad y belleza la doctrina católica de la misa: · Es el mismo e idéntico sacrificio del calvario, celebrado de manera incruenta (sin derramamiento de sangre), para aplicar su virtud salvadora a la remisión de nuestros pecados. No es una simple conmemoración de la pasión y muerte de N. S. Jesucristo sino que es un sacrificio propio y verdadero. · Es el mismo sacerdote Jesucristo, representado por su ministro que por su ordenación sacerdotal, obra en la persona del mismo Cristo. En cierta forma "presta a Cristo su lengua, le ofrece su mano" · Es la misma víctima del Calvario: el Divino Redentor, Jesucristo. Por medio de la doble consagración se representa la mística separación del Cuerpo y la Sangre de Cristo, estando todo Él con su divinidad, su alma, su sangre y su cuerpo realmente presente en las especies consagradas. No es pues, una simple presencia espiritual. · Son los mismos fines: 1) Adorar y glorificar a Dios 2) Dar gracias a Dios 3) Expiación y Propiciación (Cristo se ha inmolado como víctima propiciatoria para satisfacer por nuestros pecados. En la Misa se aplican los frutos de su redención). 4) Impetración (pedir gracias, favores y bendiciones a Dios). Toda esta doctrina definida infaliblemente y custodiada por la Iglesia Católica se encuentra de una manera clarísima y majestuosamente expresada en la liturgia codificada por S.S. San Pío V que con sus rúbricas ha sido secularmente un dique contra el error y la anarquía en la celebración del Santo Sacrificio de la Misa.
EL USO DEL LATÍN: SIGNO DE UNIDADLa utilización del latín se efectúa siguiendo el idioma oficial de la Iglesia, mismo que el Papa emplea en Roma y que representa un signo de unidad entre los católicos. Es falso que su abolición haya sido decretada por el Vaticano II que sólo recomendaba el uso de la lengua vernácula en ciertas partes de la liturgia, siendo muy útil en las lecturas de la epístola y el evangelio. Hoy que el latín prácticamente ha caído abusivamente en desuso, el pueblo católico –contra lo que se pretendía- no conoce lo que es la misa. Basta preguntarle a los fieles cuál es su definición y cuáles son sus fines para constatar la tremenda ignorancia que existe. Cuando en todas partes del mundo se empleaba el latín cualquier extranjero no se sentía extraño en Misa, el pueblo fiel aprendía y entendía el ritual por medio de misales bilingües y existía uniformidad entre el clero de todo el mundo, además que no se presentaban los graves problemas y errores en las traducciones. MODO DE RECIBIR LA COMUNIÓN: - Honestamente vestidos y con el debido ayuno. - De rodillas y en la boca. En esta misa se recibe a Cristo -en la comunión- de rodillas, puesto que si la Sagrada Escritura prescribe que a su nombre se doble toda rodilla, es claro que cuando se recibe su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, ésta es la posición exterior piadosa más conforme con una actitud interna de adoración y es la misma que señala Cristo en la parábola del fariseo que oraba orgullosamente de pie y del publicano que de manera humilde, interna y externamente, rezaba arrodillado. Éste último, enseña Cristo, fue el que salió justificado del templo. Por otra parte, el fiel –modestamente vestido y limpio de todo pecado mortal por la confesión sacramental- recibe con respeto en la boca la sagrada forma por no tener las manos consagradas como el sacerdote; además al no tomarla con la mano se evita, así, la caída de partículas consagradas (en las que Cristo está realmente presente) al suelo o cualquier posible profanación. ESTE RITO EVITA LA ANARQUÍA LITÚRGICA Hoy que la anarquía litúrgica es claramente constatada por el pueblo católico, donde cada sacerdote y en cada templo se le añaden o quitan preces al arbitrio de cada cual, ahora que la doctrina del mismo sacrificio es negada y se nos enfatiza lo secundario para acallar o negar lo fundamental de la doctrina del Santo Sacrificio, hoy que se nos dice que la misa es sólo un memorial, un recuerdo, una simple cena, una mera asamblea más precedida por un ministro, nuestra conciencia católica nos exige proclamar la verdadera y eterna doctrina definida infaliblemente por la Iglesia, así como el debido respeto y devoción que debe existir en la liturgia, haciendo uso de este multisecular rito que ha probado su eficacia en la historia para dar frutos de santidad y evitar de este modo la anarquía litúrgica que lamentablemente padecemos. Nos basamos en la autoridad de la Iglesia Católica y del Romano Pontífice que ha permitido y promulgado este rito católico a perpetuidad. MUCHOS SACERDOTES CELEBRAN CON EL MISAL DE SAN PIO V Por último, es importante considerar que no sólo en el transcurso de los siglos ha sido utilizado con grandes frutos y que la mayoría de los santos canonizados por la Iglesia Católica celebraron con él o asistieron a este rito, si no que incluso después de la reforma litúrgica sigue siendo utilizado en casi todos los países por muchos sacerdotes católicos. Así, por ejemplo, podemos citar el caso famosísimo del Padre Pío que en vida manifestó en su cuerpo las mismas llagas de la pasión de N.S. Jesucristo y que en la década de los sesentas, cuando se implantaron los antecedentes de la reforma litúrgica, al advertir los peligros que hoy se constatan, mantuvo el uso del misal de San Pío V. Este sacerdote reconocido durante toda su vida por su santidad, fue beatificado en 1999 por S.S. Juan Pablo II. Podríamos citar otros casos, pero sólo recordaremos que los Cardenales Bacci y Ottaviani no dejaron de utilizarlo, después de la reforma litúrgica, hasta el fin de sus vidas. El Cardenal Ottaviani –al que S.S. Paulo VI llamaba "mi maestro" y al que tanto elogió en la fecha de su muerte- fue sumamente reconocido por su ciencia teológica y su fidelidad a la Iglesia y era nada menos que el Prefecto de la Sagrada Congregación de la Fe, uno de los organismos más importante dentro del Vaticano. Estos eminentes cardenales vieron de manera clarividente todos los riesgos teológicos y litúrgicos que se avecinaban –y que hoy se manifiestan claramente- y así los consignaron en su ya célebre documento "Breve exámen crítico del Novus Ordo". CONCLUSIÓN Este rito plenamente católico, está reconocido por su antigüedad en la Iglesia, ya que respeta la Tradición ininterrumpida de Cristo, de los apóstoles, de los Santos Padres, de los primeros siglos del cristianismo y de los Pontífices Romanos. Su misal fue promulgado por un Papa como resultado de un Concilio y está plenamente vigente en la Iglesia Católica. Sus frutos de santidad están más que reconocidos: la mayoría de los santos canonizados celebraron con él –en caso de ser sacerdotes- o se santificaron por su medio al asistir al Santo Sacrificio de la Misa –en caso de los seglares-. Manifiesta de una manera clara e inequívoca la verdadera doctrina católica sobre la Santa Misa y ha probado su eficacia contra la anarquía, errores y abusos litúrgicos. Exige de los fieles el debido respeto y devoción por el mismo e idéntico sacrificio del Calvario que se celebra en el altar para aplicarnos los frutos de la redención de Cristo, quien está real y verdaderamente presente con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en cada una de las especies consagradas. ------------------------------------------------------------- |
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Algunas personas cantan en otros idiomas sin que sea esta para ellos una lengua conocida, y sin entender una palabra de lo que dicen. El auditorio queda con la boca abierta sin comprender tampoco de que se trata, pero todos quedan felices. Les parece esta forma de expresión lo más interesante que hay. El no entender lo que se dice hace que eso les sea encantador. El apóstol Pablo dice que el en Corintios 14. del 2 al 4 "El que habla en lenguas habla a Dios, pero no a los hombres, pues nadie lo entiende cuando habla en espíritu y dice cosas misteriosas. El que profetiza en cambio, da a los demás firmeza, aliento y consuelo. El que habla en lenguas se fortalece a si mismo, mientras que el profeta fortalece a los demás" |
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Mejores relaciones con los lefebvristas (¿hoy convertidos en Tribunalianos?) Se estudia la posibilidad de crear una «administración apostólica» CIUDAD DEL VATICANO, 11 mayo 2001 (ZENIT.org).- El cardenal Darío Castrillón Hoyos, presidente de la Comisión Pontificia «Ecclesia Dei», encargada de las relaciones con los fieles de la Fraternidad Lefebvrista de San Pío X que quieren regresar a la comunión plena con la Santa Sede, inició en Alemania y Suiza, una serie de conversaciones con Bernard Falley, guía de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X. Actualmente se analizan posibles soluciones para dar cauce a su incorporación plena a la comunión y superar así la ruptura consumada el 30 de junio de 1988. La noticia ha sido confirmada por la agencia de noticias católica AICA. Según explicaba el diario italiano «La Repubblica»», en su edición del 10 de mayo, la Santa Sede estaría analizando la posibilidad de crear para los lefebvristas una «administración apostólica». Se trata de una institución que depende directamente del pontífice, pero que no tiene las atribuciones pastorales ni magisteriales de una «prelatura personal» (la única prelatura personal que actualmente existe en la Iglesia católica es el Opus Dei). El interés del Papa por restañar esta herida abierta a la unidad de la Iglesia parece claro. Al menos eso es lo que cabría deducir de los nombramientos, como miembros de la Comisión «Ecclesia Dei» del cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe; el cardenal Jorge Medina, prefecto de la Congregación para el Culto Divino; el cardenal Louis-Marie Billé, presidente de la Conferencia Episcopal Francesa y el arzobispo Julián Herranz, presidente del Consejo Pontificio para la interpretación de los textos legislativos. ______________________________ NB: Esta modalidad les daría aún más independencia canonica de los Obispos locales de la que tendrían en una Prelatura personal. |
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Enviado: 12/05/2001 06:08 p.m. |
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Hermanos: Esperemos que este problema tenga pronta solución, que los malos entendidos o rigideces sean superados, y el tener luego de vuelta en comunión con Roma a los Hermanos Católicos de la Fraternidad de San Pío X. Esperemos, además, que la Santa Sede ponga el mismo ahínco, e incluso uno mayor, en el dialogo con la Fraternidad de San Pío X, tal como lo hace con las Iglesias Particulares Ortodoxas, comunidades protestantes y credos no cristianos. http://wwgb.seminaire-econe.com/ Esta dirección es de un seminario de la Fraternidad de San Pío X, es muy interesante e "ilustrativa". Por ultimo, le rogaría al Hermano Karlgon que especificara su mensaje, ya que no lo he entendido. En Cristo. Desde Santa María la Blanca de Valdivia, Chile. ----------------------------------------------------------------------------- |
De: José Horacio |
Enviado: 10:53 p.m. |
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Documento interesante: CONSIDERACIONES RELATIVAS A LOS CONTACTOS ENTRE ROMA Y LA FRATERNIDAD SAN PÍO X Se ha hablado tanto del llamado "caso Lefebvre", casi siempre de una manera superficial, pero en el fondo se conoce tan poco de él, que creo serán de utilidad las siguientes reflexiones. Algunos, acostumbrados a ese trato superficial y maniqueo del tema, tal vez podrían suponer que somos de su Fraternidad. Nada más errado. Sólo intentamos proporcionar información veraz, de esa que no aparece en los diarios y revistas. Queremos partir de datos objetivos y de una actitud católica de verdadera caridad, que pueda explicar la postura de S.S. Juan Pablo II con relación a sus contactos con el Superior General de esa Congregación: Mons. Bernard Fellay.
1.- Los que no pertenecemos a la Fraternidad San Pío X (fundada por Mons. Lefebvre) debemos tener presente que si con los protestantes y ortodoxos se ha tenido una relación de diálogo y comprensión, con la Fraternidad San Pío X debe existir también esa misma caridad y comprensión, sobre todo si como señaló, el 3 de mayo de 1994, el Cardenal Edward Cassidy: "La situación de los miembros de esta Fraternidad es ASUNTO INTERNO de la Iglesia Católica. La Fraternidad no es otra iglesia u otra comunidad eclesial, en el sentido utilizado por el Directorio. En efecto –añadió el cardenal-, la Misa y los Sacramentos administrados por los sacerdotes de la Fraternidad son válidos. Sus obispos están ilícita pero VÁLIDAMENTE consagrados". Luego, si la Iglesia no los considera fuera de su seno, debe tratárseles no con menor caridad que la que se trata a aquellos que sí están fuera de la Iglesia. 2.- La excomunión por consagrar obispos sin el mandato papal, en principio, si se aplicara, alcanzaría sólo a los consagrantes y consagrados, es decir sólo a seis obispos, y no a los demás sacerdotes (más de cuatrocientos) y seminaristas miembros de esta Fraternidad, menos, todavía, a los miles de fieles que asisten a los sacramentos impartidos en sus iglesias y capillas distribuidas por todo el mundo. Lo anterior quedó muy en claro, cuando una tentativa de excomunión en Hawai, por parte de Mons. Ferrario, a los fieles que asistían a las capillas de la Fraternidad, fue anulada por el Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, el 28 de junio de 1993, en los siguientes términos: "Luego de examinar el caso, sobre las bases de las leyes de la Iglesia, no aparece que los hechos a los cuales se hace alusión en el decreto antes citado, sean actos formalmente cismáticos en el sentido estricto del término, porque éstos no constituyen el delito de cisma; y por eso esta Congregación JUZGA que el decreto del 1 de mayo de 1991 CARECE DE FUNDAMENTO Y EN CONSECUENCIA DE VALIDEZ" (Nunciatura Apostólica, Washington DC). 3.- Si bien las consagraciones episcopales se consideraron, en un principio, como un acto cismático, parece ser que ha habido una reconsideración tácita de Roma, al respecto, por las siguientes razones: a) De acuerdo con lo dicho por la Fraternidad San Pío X y confirmado por los hechos, los obispos consagrados no tienen una misión, en el sentido de que no se atribuyen ninguna jurisdicción ni pretenden tomar el lugar de otros obispos ni crear una iglesia paralela, lo que, de haber sido así, hubiera hecho ciertamente cismática la consagración episcopal. b) El Derecho Canónico establece que en caso de NECESIDAD puede llegar a consagrarse un obispo sin el mandato papal. Para que se cumpla esta condición es suficiente que quien lo haga, juzgue sinceramente que existe ese ESTADO DE NECESIDAD, es decir que basta ese juicio interno sobre la existencia de ese estado de necesidad, aun cuando objetivamente dicho estado de necesidad no fuese real. Mons Lefebvre y Mons Castro, así como los cuatro consagrados creyeron y adujeron la existencia de ese estado de necesidad (la crisis de la Iglesia). Luego, independientemente de si su juicio fue correcto o no, este hecho los exoneraría de la sanción y por lo tanto no estarían excomulgados de acuerdo con las leyes de la Iglesia. El Padre Gerald E. Murria de la Arquidiócesis de Nueva York, que durante sus estudios de Doctorado en Derecho Canónico, obtuvo su Licenciatura en Derecho Canónico, con una larga tesis sobre el estatus de la Fraternidad y fieles que le siguen, explicó, en una entrevista, lo mismo que hemos dicho: "He llegado a la conclusión de que, canónicamente hablando, él (Mons. Lefebvre) no es culpable de ningún acto cismático que caiga bajo el golpe del Derecho Canónico, es culpable de un acto de desobediencia al Papa, pero lo ha realizado de manera tal que se puede beneficiar con una cláusula de la ley, que le permite NO ESTAR AUTOMÁTICAMENTE EXCOMULGADO (latae setentiae) por este acto". Más adelante, añadió: "En el caso de los sacerdotes y fieles de la Fraternidad San Pío X, el Vaticano no ha dicho jamás que ellos se hayan vuelto cismáticos. Por lo tanto, que yo sepa, la Santa Sede no ha declarado nunca que el simple hecho de asistir a una misa rezada por un sacerdote de la Fraternidad San Pío X constituya un acto cismático" (Revista "The Latin Mass", 1995). Incluso algún alto directivo de Radio Vatcano señaló que es posible –aunque no lo recomendó- cumplir con el precepto dominical asistiendo a una Misa celebrada por un sacerdote de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, dado que son sacerdotes válidamente consagrados y el rito tridentino es un rito católico válido. (n.dr.: Todo esto es antes de la usurpación de la Jurisdicción Papal, en 1997, creando "Tribunales canónicos" lo que es un cambio radical de la posición de la FSSPX sobre la jurisdicción. Cfr. Indice) Conviene considerar que el Padre Murria no es seguidor de la postura de Mons. Lefebvre y que su tesis fue para obtener la licenciatura en Derecho Canónico por la Universidad Gregoriana de Roma. Otros muchos opinan igual sin estar en comunión con Mons. Lefebvre. Así, el cardenal Castillo Lara, Presidente de la Pontificia Comisión para la Interpretación Auténtica del Derecho Canónico, expresó: "El acto de consagrar un obispo (sin la autorización del Papa) no es en sí un acto cismático" ("La República" 7 de octubre de 1988). Lo mismo opina el Conde Neri Capponi, Doctor y Profesor retirado de Derecho Canónico de la Universidad de Florencia, a menos que –aclara- se pretenda hacer una jerarquía o una Iglesia paralela (Revista "Latin Mass", mayo-junio de 1993). Otros canonistas que tampoco siguen a Mons. Lefebvre, opinan igual.c) La Fraternidad San Pío X sigue reconociendo (nunca dejó de hacerlo) a S.S. Juan Pablo II como el Vicario de Cristo y sucesor de San Pedro. Incluso, el año pasado organizó una peregrinación a la Ciudad del Vaticano con motivo del jubileo decretado por el Papa. Esta peregrinación impactó en Roma, a la Santa Sede, por su número, organización y respeto. Sus cuatro obispos y cientos de sacerdotes y fieles proclamaron su sumisión a la Iglesia Católica y al Vicario de Cristo. A partir de entonces, se reiniciaron los contactos y el diálogo. d) Doctrinalmente, la Fraternidad San Pío X siempre ha sostenido todos los dogmas católicos. Sus problemas en realidad se iniciaron por tratar de mantener la misa de S.S. San Pío V. Este aspecto se ha flexibilizado con el reconocimiento, por parte del actual Pontífice, de que los fieles legítimamente pueden asistir a ese rito, que considera plenamente válido y lícito, por su valor teológico católico, enriquecido por muchos siglos de catolicidad (una verdadera joya litúrgica la han considerado muchos teólogos -no sólo los seguidores de Mons. Lefebvre- que opinan debería extenderse en todo el orbe católico, señalando –en su mayoría- que es preocupante, que prácticamente, las nuevas generaciones no la conocen). El amor de muchos católicos por esa Misa, como varios autores lo han expresado en diversos medios, rebasa la figura de Mons. Lefebvre y a la propia la Fraternidad San Pío X. Por eso Juan Pablo II, en 1986, preguntó a una comisión de nueve cardenales si la Misa de San Pío V había sido abolida y prohibida por Paulo VI o por otra autoridad competente, a lo que ocho de ellos, luego de estudiar el asunto, respondieron. "No, la Misa de San Pío V jamás fue suprimida". La segunda pregunta que les efectuó fue: "¿Un obispo tiene al menos el derecho de prohibir a un sacerdote de buena reputación celebrar la misa tridentina?" La respuesta fue unánime de los cardenales: "No, ningún obispo tiene el poder de prohibirle a un sacerdote católico que celebre la Misa tridentina (de San Pío V)". Lo anterior lo informó el cardenal Alfonso Stikler, entonces Prefecto de los Archivos del Vaticano que era miembro de la comisión cardenalicia nombrada por Juan Pablo II. Este cardenal, luego de notificar lo anterior, opinó también: "No tenemos ninguna prohibición oficial, y pienso que el Papa no impondrá nunca ni la menor prohibición...por causa de las palabras de San Pío V, que ha declarado solemnemente que esta Misa será válida hasta el fin de los tiempos" (Revista "The Latin Mass, 5 de mayo de 1995) 4.-Por lo tanto, tomando en consideración lo anteriormente expuesto, se considera factible el hecho de que S.S. Juan Pablo II, antes de finalizar su pontificado, dejara resuelto este caso y declarara que los obispos consagrados de la Fraternidad San Pío X (e incluso los obispos Lefebvre y Castro Mayer como consagrantes) no están excomulgados, que –además- convirtiera a esa Congregación en una Administración Apostólica dependiente directamente del Santo Padre y exhortara a todos los obispos del mundo a no sólo permitir, sino hasta fomentar la celebración de la Misa de San Pío V (o Misa Tridentina) en todo el mundo. Sin embargo, encontraría para este histórico suceso, la oposición del sector radical progresista. Los contactos ya se iniciaron, se espera una reacción favorable a esta iniciativa de parte de la mayoría de los católicos que buscan la solución al "caso Lefebvre" –como se le denomina-; sin embargo, se espera, que los enemigos radicales, contrarios a la Fraternidad San Pío X, pondrán mil piedras en el camino para evitar un acuerdo. Quienes no pertenecemos a la Fraternidad San Pío X, vemos con buenos ojos estos contactos del Sumo Pontífice con Mons. Bernard Fellay, Superior General de esa congregación religiosa que mucho se ha extendido y tiene gran influencia por todo el mundo, a pesar que se intenta minimizar su importancia. Sabemos que es difícil juzgar un suceso tan delicado y complejo cuando los hechos son muy recientes, pero si la Fraternidad mantiene la fe católica (sus desavenencias en aspectos pastorales no contradicen ningún dogma) y reconoce al sucesor de Pedro, dando además constancia por los hechos (su peregrinación a Roma: ¿cuándo se había visto que a quienes se les llama "cismáticos" vayan a Roma a proclamar su reconocimiento a la legitimidad del Papa?) ¿por qué tanta dureza de algunos sectores –que paradójicamente hacen gala de gran caridad con los miembros de los credos no católicos- con estos hermanos en la fe? ¿Dónde está su amor? ¿No debería usarse la misma vara para todos y no satanizar sólo a Mons. Lefebvre y a la Fraternidad por él creada? ¡Algunos lo ven peor que al mismo demonio, y consideran a Lutero –comparado con el obispo francés- como a un santo, siendo que este mal llamado reformador sí creó una nueva religión separada de la católica! ¿Por qué se oponen a este reencuentro los sectores duros, que hacen gala de un maniqueísmo muy parcial y trasnochado? No pertenezco a la Fraternidad San Pío X, lo vuelvo a decir, pero si buscamos la unidad, ¡busquémosla en todos los lados! Iniciemos una campaña de oración para que el Espíritu Santo derrame su inspiración sobre S.S. Juan Pablo II y Mons..Fellay, para que todo se arregle, de tal modo, que la solución sea para mayor gloria de Dios y honra de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. ¡Qué el Corazón Inmaculado de María interceda a Dios por esta intención! José María R. de la Inmaculada ------------------------------------------------------------ |
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Enviado: 14/05/2001 11:15 p.m. |
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Estimado José Horacio: Documento interesante firmado por José María R: Es lamentable, pero recemos para que dándose cuenta de lo que han hecho, se retracten y enmienden, por el bien de la Tradición de la Iglesia y de ellos mismos... hay que permanecer católicos pase lo que pase, y así al usurpar una jurisdicción judicial, han dejado de estar verdaderamente, bajo la jurisdicción del Papa; estoy consiguiendo un análisis de este episodio que se dio a luz, al interior de esa comunidad, en 1997 con unas nuevas "ordenanzas" de lo que, según ellos, puede hacer la FSSPX, firmadas por el Superior General, Mons Bernard Fellay. De ahí la denominación de: TRIBUNALIANOS----------------------------------------------------------------------------- |
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Enviado: 15/05/2001 06:00 a.m. |
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¿Avance o retroceso? Los devaneos propios de quienes malinterpretaron las directrices pastorales del Concilio Vaticano II han debilitado las afirmaciones eternas respecto a la Santa Misa. El Pbro. Miguel Rivilla San Martín y D. Andrés Segura desarrollan el problema ocasionado por el falso ecumenismo al respecto. La presencia real de Nuestro Señor Jesucristo, la Misa como verdadero y propio sacrificio, la aplicación del holocausto del Calvario y el papel único y esencial del sacerdote que efectúa la inmilación son temas casi incomprendidos por muchos. ¿Cuál es la doctrina de la Iglesia al respecto? |
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El Concilio de Trento reafirmó con toda solemnidad contra los Reformadores del siglo XVI: 1º) La doctrina referente a la Misa sobre la presencia real de Cristo, (Dz. 883, 884) 2º) La Misa como verdadero y propio sacrificio, (Dz. 948) 3º)La aplicación del sacrificio del Calvario en la Santa Misa, (Dz. 950, 940) 4º) El papel único y esencial del sacerdote, que efectúa el sacrificio, (Dz. 949) Luego llegó el Concilio Vaticano II, en el cual una gran mayoría de los Padres conciliares se entregó a una tarea nueva: el ecumenismo, es decir, rehacer la unidad de los cristianos, rota desde la aparición de los diversos protestantismos. La intención era loable en sí misma, pues había asegurado que, manteniendo la doctrina, la Iglesia estaba dispuesta a hacer grandes concesiones en el ámbito de la disciplina y la observancia. Pero una vez concluido el concilio, no se tardó en comprobar cómo los maestros de las reformas y los destajistas del ecumenismo no resistían a la tentación de disfrazar la Fe Católica... (¡único obstáculo verdadero para la unión con quienes niegan la fe católica!) El modernismo, que había sobrevivido a las condenas de SAN PÍO X, se vio súbitamente reactivado. Se trataba de quitar obstáculos al ecumenismo. Y fuimos de sorpresa en sorpresa. Debe tenerse muy en cuenta que la reforma fue dirigida a una marcha infernal, contra la costumbre milenaria de la Iglesia. El pueblo católico se vio constantemente en vilo, sin apenas tiempo para respirar. Y como todos los cambios iban en sentido de una mayor relajación, la euforia no dejó de ser general. Como preludio, se comenzó por destruir la disciplina penitencial, suprimiendo la vigilia de los viernes y la mayor parte de los ayunos en beneficio de una libre elección de las penitencias que cumplir. Una propaganda insidiosa invitó a los mismos sacerdotes a declararse hombres como los demás, y de ahí pasaron enseguida a abandonar la sotana y a no distinguirse de los laicos. Se comenzó a hablar del matrimonio de los sacerdotes y a olvidar su consagración. Pero el obstáculo mayor para el ecumenismo continuaba siendo la Misa, que por sí sola es la afirmación del conjunto de la Fe Católica, transmitida inflexiblemente desde los orígenes apostólicos. Un primer proyecto de reforma de la Misa, bajo el nombre de Misa normativa, se presentó al Sínodo de Obispos delegados reunido en Roma en 1967. Pareció tan extraña al espíritu católico, que fue rechazada por una gran mayoría. Sin embargo, a pesar de este rechazo, una nueva Misa calcada de la Misa normativa fue prácticamente impuesta a la Iglesia desde el 3 de abril de 1969. Mediante diferentes impulsos sucesivos, los diversos episcopados nacionales eliminaron toda oposición por parte de los sacerdotes, mediante el expediente, muy eficaz y hoy ampliamente conocido, de la pérdida de empleo. Frente al ecumenismo, hemos dicho, el obstáculo mayor sigue siendo la Misa, ubicada en el corazón del catolicismo. La oposición entre la Fe Católica y las creencias protestantes es aquí fundamental. Para el católico, la Misa es la renovación sacramental del sacrificio de la Cruz, es un verdadero sacrificio; para el protestante, Cristo sólo instituyó un banquete. Para el católico, la presencia del Señor en la Eucaristía es real; para el protestante, esa presencia no es más que espiritual en el alma del creyente. Para el católico, la justificación salvífica (gracia de santificación inherente a nuestro ser) nos viene del sacrificio del Calvario, pero se nos aplica por el canal de la Misa, que nos hace presente el sacrificio de la Cruz; para el protestante no existe la gracia santificante, sino que la justicia de Cristo se le imputa al creyente sólo de forma externa: el pecador es cubierto por la sangre de Cristo como por un manto, pero el pecado no se borra, no hay santificación. En función de esta concepción de la salvación, preconizada por Lutero en ruptura con quince siglos de Fe Católica, el protestante niega la realidad del sacrificio de la Misa, como niega todos los sacramentos que producen la gracia santificante. Para el protestante la cena es un memorial, y su celebración no pasa de ser una ceremonia conmemorativa. Para la Fe Católica, por el contrario, la realidad de la presencia del Señor en el sacrificio eucarístico requiere una obra propiamente divina del Amor infinito y de la Omnipotencia de Dios. La Misa se revela como el obstáculo mayor para el ecumenismo. Para realizar el proyecto ecuménico hacía falta pues remover dicho obstáculo. En consecuencia se introdujo una nueva Misa. Y para que la Nueva Misa dejase de ser un obstáculo para el ecumenismo, se llamó a teólogos de diversas confesiones cristianas, para realizar un proyecto de Misa que no molestara a ninguna creencia. La Documentation Catholique, órgano oficial del episcopado francófono, descubrió (apoyando la información con una fotografía) que seis teólogos ajenos a la Fe Católica colaboraron desde diversos cargos en la composición y redacción de los textos de la Nueva Misa. Esto ya era de por sí una dura injuria a la fe intangible de la única Iglesia de Cristo... pero tan sólo un preámbulo del saqueo espiritual de la Iglesia. Cuando aparecieron los nuevos textos, causaron estupor a los teólogos católicos no enfeudados al modernismo. Los cardenales Ottaviani y Bacci presentaron una súplica al Papa Pablo VI (3 de septiembre de 1969) conocida bajo el nombre de Breve examen crítico del Novus Ordo Missae, en la cual se denunciaba que "el Novus Ordo Missae [...] se aleja de manera impresionante, en conjunto, y en detalle, de la teología católica de la Santa Misa, cual fue formulada en la XXII sesión del Concilio de Trento, el cual, al fijar definitivamente los cánones del rito, levantó una barrera infranqueable contra toda herejía que pudiera menoscabar la integridad del misterio". Como es sabido, tras esta súplica Pablo VI hizo corregir el art. 7 de la introducción general del nuevo misal, donde se había incluido una definición protestante de la Misa: según se formulaba allí, la Misa es la asamblea del pueblo de Dios, reunido bajo la presidencia del sacerdote para celebrar el memorial del Señor. Ésta fue la única corrección esencial. Los nuevos ritos y los textos impuestos de la Nueva Misa, inspirados sin embargo en la primera definición heterodoxa de la Misa, se mantuvieron sin variación. Veamos, pues, estos nuevos ritos. En el curso de los siglos, la Iglesia Católica enseña y defiende su Fe en nombre de un solo criterio: "lo que siempre y en todas partes ha sido creído y enseñado" (San Vicente de Lehrins, Commonitorium) Todas las herejías a las que se ha enfrentado constantemente la Iglesia fueron juzgadas y rechazadas en nombre de su disconformidad con este principio. El primer principio, reflejo de la jerarquía de la Iglesia Romana, ha sido mantener sin cambios la verdad recibida de los Apóstoles y del Señor. La doctrina del Santo Sacrificio de la Misa pertenece a este tesoro de verdades de la iglesia. Y si hoy, en este dominio particular, aparece una especie de ruptura con el pasado de la Iglesia, tal novedad debiese alertar a toda la conciencia católica, como en el tiempo de las grandes herejías de los siglos pasados, y provocar universalmente una comparación con la fe inmutable de la Iglesia. Frente a las negaciones de Lutero, el Concilio de Trento recordó la doctrina inmutable de la Iglesia Católica y la resumió, en lo concerniente al Santo Sacrificio de la Misa, en los siguientes puntos doctrinales: 1º) En la Eucaristía la presencia de Cristo es real. 2ª) La Misa es un verdadero sacrificio: sustancialmente, el sacrificio de la Cruz, un sacrificio propiciatorio o expiatorio para la remisión de los pecados, y no sólo de alabanza o acción de gracias. 3º) El papel del sacerdote, en la ofrenda del Santo Sacrificio, es esencial y exclusivo: el sacerdote, y sólo él, ha recibido mediante el sacramento del Orden el poder de consagrar el Cuerpo y la Sangre de Cristo. La Misa, milenaria, latina y romana, expresa con toda claridad toda la sustancia de esta doctrina, sin suprimir nada del misterio. La Nueva Misa se impuso al mundo católico por necesidades del ecumenismo. La Nueva Misa puso sordina a esta Fe Católica, y el nuevo rito, indiferente al dogma, podrá acomodarse a una fe puramente protestante y servir incluso de punto de encuentro para la unidad ecuménica, para una misma celebración en la cual los dogmas no reconocidos habrán sido prudentemente velados, y donde sólo se habrán mantenido los gestos, expresiones y actitudes susceptibles de interpretación según la fe de cada cual. ¿Cómo podrá negarse la evidencia de los hechos, si los cambios aportados por la Nueva Misa se apoyan precisamente en los puntos de doctrina rebatidos por Lutero? 1º) La Nueva Misa y la Presencial Real En la Nueva Misa, la Presencia Real ya no ocupa el papel central manifestado en la antigua liturgia eucarística. Podemos constatar con estupor que los gestos y signos que expresaban de manera espontánea la fe en la Presencia Real han sido abolidos o gravemente alterados. Las genuflexiones (los signos más expresivos de la Fe Católica) se han suprimido como tales. Y si con excepción, se ha mantenido la genuflexión posterior a la elevación, desgraciadamente ha perdido su sentido preciso de adoración a la Presencia Real. En la Misa antigua, después de las palabras de la consagración, el sacerdote hace enseguida la primera genuflexión que significa, sin equívoco posible, que Cristo está allí, sobre el altar, realmente presente, en virtud de las palabras consagrantes del sacerdote. Éste hace una segunda genuflexión después de la elevación, que tiene el mismo sentido que la primera y le añade insistencia. En la Nueva Misa se ha suprimido la primera genuflexión, pero se ha conservado la segunda. Y aquí está la trampa para los espíritus que no estén al corriente de las astucias del modernismo: esta segunda genuflexión, aislada de la primera, puede ahora recibir una interpretación protestante. Si bien la fe protestante no se compagina con la Presencia Real física de Cristo en la Eucaristía, reconoce sin embargo una cierta presencia espiritual del Señor debida a la fe de los creyentes. En la Nueva Misa, el celebrante no adora en primer lugar la Hostia recién consagrada, pero al elevarla y presentarla a la asamblea de los fieles, ésta ofrece su fe en Cristo, y dicha fe hace a Cristo espiritualmente presente, y entonces se arrodilla y adora, y puede hacerlo en el sentido protestante de una presencia tan sólo espiritual. El rito exterior puede ir acompañado de una fe exclusivamente subjetiva, e incluso de la negación del dogma católico de la Presencia real. La genuflexión tras la elevación de la Hostia y del Cáliz ha llegado a ser susceptible de una interpretación protestante. Ha tomado un sentido adaptable a la fe de cada uno, y por tanto un sentido equívoco. Pero tal rito ya no es la expresión clara de la Fe Católica. Otras supresiones, siendo menos graves que las concernientes al corazón de la Misa, contribuyen no obstante, a disminuir el respeto debido a la Santa Presencia: La purificación de los dedos del sacerdote encima y dentro del cáliz; la obligación del sacerdote de mantener juntos los dedos que han tocado la Hostia después de la consagración, para evitar todo contacto profano; la palia protectora del cáliz; el dorado obligatorio de la pared del interior de los vasos sagrados; la consagración del altar, si éste es inmóvil; la piedra sagrada y las reliquias del altar, si éste es móvil; los manteles del altar, cuyo número ha sido reducido de tres a uno; las prescripciones concernientes para el caso de caer al suelo una Sagrada Forma. A estas supresiones es necesario añadir actitudes, en el mismo sentido, impuestas en la práctica por los fieles, como la comunión de pie y con frecuencia en la mano sin el debido discernimiento, o la posición de pie después de la consagración. Todos estos cambios, agravados por el alejamiento del tabernáculo (con frecuencia relegado a un rincón del santuario), convergen en el mismo sentido de una supresión del dogma de la Presencia Real. Estas observaciones valen para el conjunto del Novus Ordo Missae, sea cual sea el Canon elegido, e incluso si la Nueva Misa se celebra con el Canon romano. 2º) La Nueva Misa y el Sacrificio Eucarístico Además del dogma de la Presencia Real, el Concilio de Trento definió la realidad del sacrificio de la Misa como la renovación del sacrificio del Calvario, del cual nos aplica los frutos de salvación para la remisión de los pecados y para nuestra reconciliación con Dios. La Misa es un sacrificio y también una comunión, pero una comunión en el sacrificio previamente celebrado, un banquete en el cual se sume la víctima inmolada del sacrificio. La Misa es un sacrificio, y en segundo lugar una comunión o banquete de la celebración, en detrimento del sacrificio. También esto, y con mayor gravedad, va en el sentido de la herejía protestante. Ya la sustitución del altar del sacrificio por la mesa cara al pueblo era ilustrativa de toda una orientación, pues si la Misa es un banquete, es costumbre reunirse alrededor de una mesa, siendo innecesario un altar de cara a la Cruz del Calvario. Además, la Liturgia de la Palabra se ha desarrollado hasta el punto de ocupar la mayor parte del espacio-tiempo de la nueva celebración, disminuyendo otro tanto la atención debida al misterio eucarístico y a su sacrificio. Como punto esencial debe señalarse la supresión del ofertorio de la víctima del sacrificio y su sustitución por la ofrenda de los dones. Esta sustitución llega a ser realmente grotesca y se convierte en una caricatura, pues, ¿qué significa esta ofrenda de unas migas de pan y unas gotas de vino, "fruto de la tierra y del trabajo del hombre"? Ciertamente los paganos lo hacían mejor, pues no ofrecían migas a la divinidad, sino algo más sustancial, como un toro u otro animal cuya inmolación suponía para ellos un verdadero sacrificio. Lutero se había sublevado de modo violento contra la presencia del Ofertorio del sacrificio en la Misa Católica. No se había equivocado en su perspectiva negadora: la sola presencia de la ofrenda de la víctima es la innegable afirmación de que se trata verdaderamente de un sacrificio, y de un sacrificio expiatorio para la remisión de los pecados. El ofertorio de la Misa Católica era, pues, un obstáculo para el ecumenismo. No se temió entonces caricaturizarlo, y violentar una vez más la Fe Católica. El antiguo ofertorio precisaba la oblación del sacrificio mismo de Cristo: "recibe, Padre Santo, esta hostia inmaculada" [hanc inmaculatam hostiam], y "te ofrecemos, Señor, el cáliz de salvación" [calicem salutaris. No se ofrecían a Dios el pan o el vino, sino la hostia inmaculada y el cáliz de salvación, en la perspectiva de la próxima consagración. Algunos liturgistas demasiado preocupados de la letra del rito veían en ello una anticipación. Y era un gran error. La intención de la Iglesia expresada por el sacerdote es, en efecto, ofrecer la víctima misma del sacrificio (y en absoluto el pan y el vino) En el sacrificio de la Misa todo se realiza en el momento mismo de la consagración, donde el sacerdote obra in persona Christi y donde el pan y el vino son transustanciados en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Pero, como no se pueden expresar a la vez todas las riquezas espirituales del misterio eucarístico, la liturgia de la Misa las va exponiendo desde el Ofertorio. No se trata, pues, de anticipación, sino de perspectiva. 3º) La Nueva Misa y la función del sacerdote. El tercer punto de la doctrina católica definido por el Concilio de Trento es el papel exclusivo del sacerdote como instrumento de Cristo en la ofrenda del sacrificio. Este papel del sacerdote en la ofrenda del sacrificio desaparece en las nuevas celebraciones, junto con el sacrificio mismo. El sacerdote aparece como el presidente de la asamblea. Los laicos invaden el santuario y se atribuyen las funciones clericales: lecturas, distribución de la comunión, a veces la predicación... No debemos dejarnos sorprender por ciertos nombres antiguos que todavía se mantienen, susceptibles ahora de encubrir otro sentido. Así, como ya hemos observado, se conserva la palabra ofertorio, pero ya no significa la oblación de la víctima del sacrificio; también se mantiene aquí y allá la palabra sacrificio, pero ya no necesariamente en el sentido del sacrificio renovado del Salvador; puede no significar más que la acción de gracias o la alabanza, según la fe del creyente. CONCLUSIÓN No podemos dejar de constatar, a la luz de los hechos, que la Nueva Misa se ha concebido y elaborado totalmente en un sentido ecuménico, adaptable a la diferente fe de las diferentes iglesias. Y así lo reconoció enseguida la comunidad de Taizé, declarando teológicamente posible que las comunidades protestantes puedan celebrar la Sagrada Cena con las mismas oraciones que la Iglesia Católica. La iglesia luterana de Alsacia se pronunció en el mismo sentido: "ya nada en la Misa ahora renovada puede molestar verdaderamente al cristiano evangélico". Y en una gran revista protestante se ha podido leer que "las nuevas oraciones eucarísticas católicas han abandonado la falsa perspectiva [¿?] de un sacrificio ofrecido a Dios". Sólo la presencia de seis teólogos protestantes, capacitados legalmente para participar en la elaboración de los nuevos textos, era por sí misma significativa. En consecuencia, esta Misa ecuménica ya no expresa de forma clara y exclusiva la Fe Católica. En su súplica al Papa Pablo VI, los cardenales Ottaviani y Bacci no temieron hacer la observación ya mencionada, cuyo rigor hasta la fecha nadie ha podido negar: "El Novus Ordo Missae [...] se aleja de manera impresionante, en conjunto y en detalle, de la teología católica de la Santa Misa". |
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