LOS FRUTOS DE LA REFORMA LITÚRGICA
Daniel Almeida de Oliveira
El Concilio Vaticano II, en su Constitución
sobre la Liturgia: "Sacrossantum Concilium", deseó "hacer una perfeccionada
reforma general de la liturgia, para permitir al pueblo cristiano el acceso
más seguro a la abundancia de gracias que la liturgia contiene"
(n.o 21). Para esto, el Ritual de la misa sería revisado, de modo
que apareciese "más claramente la naturaleza específica de
cada una de sus partes bien como la mutua conexión, para facilitar
una participación piadosa y activa de los fieles" (no. 50).
La reforma en la liturgia causó,
en el período post-conciliar, una cierta esperanza, un cierto optimismo
de que habría, además de las conversiones en masa de los
protestantes por el carácter ecuménico de la nueva liturgia,
una mayor participación y comprensión de los fieles y una
renovación de la fe de estos. ¿Será que eso es lo
realmente ocurrió? Si tal pregunta fuere hecha en los medios progresistas
de hoy, será oída una respuesta padronizada: "Ahora el pueblo
entiende la misa, pues ella se hizo más alegre y más participativa.
Eso trajo para la Iglesia personas alejadas, principalmente los jóvenes".
Sin embargo, se pregunta si tal visión
optimista de la reforma en la liturgia podría ser sustentada a través
de las evidencias. Nuestro Señor Jesús Cristo dice que por
el fruto conoceríamos a los falsos profetas, pues todo árbol
bueno da buenos frutos, y árbol malo da malos frutos (cf. Mat, VII,
15-20). ¿Cuáles serían entonces los frutos de la reforma
litúrgica y de la misa nueva?
A respuesta está lejos de ser
esperanzadora u optimista. En todas as partes do mundo iglesias e conventos
fueron fechados, os seminarios se quedaron vacíos e muchas personas
pedieron a fe.
Para ejemplificar tales hechos presentamos
los datos del antiguo "Novus ordo Missae: the record after thirty years"
do Dr. James Lothian, economista da Universidad de Fordham en los Estados
Unidos, publicado en el periódico Homiletic & pastoral review,
en octubre de 2000.
El antiguo referido presenta interesantes
datos sobre el porcentaje de asistencia a la misa por los fieles de los
Estados Unidos para el período de 1939 a 1995 y por los fieles de
Inglaterra y el País de Gales para el período de 1959 a 1996.
Tales datos están expuestos en la figura 1.
Después de un temporal aumento
para casi 75% después de a II Guerra Mundial, probablemente generado
por el miedo y la inseguridad causados por la guerra, la asistencia a la
misa en los Estados Unidos en el período en torno del Vaticano II
permaneció cerca del 65%. A partir de ese período, el porcentaje
decreció continuamente, en una velocidad rápida al principio,
después más lentamente, haciéndose rápida nuevamente
al final. La tendencia estimada para el período es de un declinó
de 0,4 puntos porcentuales por año en la asistencia a la misa en
los Estados Unidos. El autor aplicó métodos estadísticos
a tales datos y concluyó que esa tendencia a la caída es
significante estadísticamente (esto es, la caída no es causada
por mera variación casual del porcentaje).
Los datos de asistencia a la misa en
la Inglaterra y el País de Gales presentan tendencia bien similar
a la de los Estados Unidos (ver figura 1). Hay un gran declinó inicial
de 15% en la década del Vaticano II, seguido de una menor, sin embargo
constante, tendencia a la caída. Esa caída fue al rededor
del 29% al considerarse todo el período (la misma cída aconteció
para los datos en los Estados Unidos) y fue estimada en 0,8 puntos porcentuales
por año para el período, también significante estadísticamente.
La asistencia a la misa en los Estados
Unidos, Inglaterra y el País de Gales ha, pues, sufrido una fuerte
caída, iniciada en el período inmediatamente después
al Concilio Vaticano II, o sea, en el período en que la misa fue
modificada.
El autor argumenta que alguien podría
decir que a reforma litúrgica no seria a causa da queda da asistencia
a la misa. El declino podría ser consecuencia de la amplia erosión
de valores que se inició en la década de 1960 y que continúa
hasta los días actuales. Si esa afirmación fuese verdadera,
el porcentaje de los integrantes de otras religiones que frecuentan sus
reuniones habría sufrido tendencia similar a la de la asistencia
a la misa. Para probar lo contrario, el autor muestra datos de asistencia
a las reuniones protestantes en los Estados Unidos (ver figura 2). La serie
temporal protestante a pesar de ser de grandeza inferior a la católica,
no presentó tendencia a la caída en el conjunto. Por el contrario,
hay un nítido aumento en el período en que la asistencia
a la misa diminuyó. En 1995 la serie protestante alcanzó
a la católica al llegar a 46%. Si fuera el temperamento de los tiempos
actuales que causó la caída en la asistencia a la misa, no
hay razón para que tal fuerza no haya influenciado también
a los protestantes. Luego, el declino debe haber tenido otro factor causal.
Ahora, ¿qué factor hubo en el período que pudiese
explicar tal caída si no la reforma litúrgica?
Se concluye, por lo tanto, que la reforma
litúrgica frustró las esperanzas postconciliares y fue la
causa de una gran diminución de la asistencia a la misa. Estos son
los frutos del Vaticano II.
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