Una visión del Mundo

con base en Fátima

    La siguiente trascripción impresa de un discurso hecho en Fátima, Conferencia de Paz Mundial 2000, en octubre de 1999, nos ayuda a comprender mejor las circunstancias reales del Secreto de Fátima completo.

por John Vennari

 

Hoy es 13 de octubre de 1999, 82º aniversario del Milagro del Sol en Fátima, el 13 de octubre de 1917. Este milagro había sido predicho 3 meses antes, el 13 de julio de 1917. En aquella ocasión, Lucía de Fátima pidió a Nuestra Señora:

“Quería que nos dijese quién es y que hiciera un milagro para que todos crean que Vd. se nos aparece.”

Nuestra Señora respondió:

“Continuad viniendo todos los meses. En octubre diré quién soy y lo que quiero, y haré un milagro para que todos vean y crean.”

Y el 13 de octubre de 1917, hoy hace 82 años, 70.000 personas fueron testigos del gran Milagro del Sol. 70.000 personas vieron el sol danzando en el cielo y enseguida desplomándose en dirección a la tierra. Estos testigos, incluso el padre de Jacinta, Tío Marto, nos informan que estaban aterrados. Dijo él: “El sol... comenzó a moverse y a danzar hasta que pareció que se desprendía del cielo y caía sobre nosotros. Fue un momento espantoso.”

Según los testigos, el milagro duró unos 8 minutos. Y después que el sol “retornó a su posición en el cielo”, el suelo, que antes del milagro estuviera encharcado por haber llovido toda la noche, estaba seco. Del mismo modo, las ropas de aquellos que habían permanecido bajo la lluvia, el día entero, estaban completamente secas.

Dicen los testigos que, durante el Milagro del Sol, podían mirar directamente al sol sin quedarse ciegos ni perjudicar de ninguna forma sus ojos.

 “En Portugal se conservará siempre el dogma de la Fe” Vemos aquí la prueba (¿?) de la luz de la Fe de los Portugueses y su fidelidad a Nuestra Señora de Fátima

En este siglo, Nuestra Señora realizó para nosotros uno de los más asombrosos milagros de todos los tiempos — un milagro público predicho 3 meses antes y atestiguado por 70.000 personas. Este milagro llegó a ser publicado hasta en el periódico liberal, anticlerical y masónico O Século. La noticia del periódico del 15 de octubre de 1917 decía:

“Vimos a una inmensa multitud volverse hacia el sol, que estaba en su cenit, sin nubes. Parecía una bandeja de plata y era posible mirarlo fijamente sin ningún inconveniente. No quemaba los ojos. No cegaba. Podríamos decir que se produjo un eclipse. En ese momento surgió un tremendo clamor y se oyó gritar a la multitud que estaba cerca de nosotros: ‘¡Milagro!... ¡Milagro!... ¡Prodigio!... ¡Prodigio!...’  Delante de los ojos aturdidos de las personas cuya actitud nos transportó a los tiempos bíblicos,  y que, enmudecidas, con la cabeza descubierta, contemplaban el azul del cielo, el sol tembló, hizo unos movimientos extraños y abruptos, contra todas las leyes cósmicas, ‘el sol danzó’, según la típica expresión de los campesinos.”

          Éste ha sido, sin sombra de duda, el milagro público más grande que el Cielo realizó desde que Nuestro Señor fundó Su única y verdadera Iglesia Católica.

          Por consiguiente, yo pienso que podemos decir que la magnitud de este milagro corresponde a la magnitud y a la importancia  del Mensaje que Nuestra Señora dio en Fátima. Y fue tan espectacular la forma de este milagro, en especial con la danza del sol en el cielo y desplomándose enseguida hacia la tierra, que se hacía imposible desviar de él la mirada; de tal modo, el propio Mensaje de Fátima es de tal magnitud, de tal importancia, tan central, que yo creo que a través de este milagro Nuestra Señora nos estaba diciendo que nunca, jamás debemos desviar la mirada de Fátima, jamás desviar la mirada de Su Mensaje, no consentir jamás que ninguna cosa nos desvíe la atención de Su Mensaje.

          Es éste el motivo por el que esta presentación se titula “Una visión del Mundo con base en Fátima.”  Nuestra Señora vino a Fátima al principio de este siglo, uno de los siglos más ateos de todos los siglos. El mundo se encuentra actualmente impregnado no sólo de paganismo, sino de un paganismo poscristiano, que es mucho peor que el paganismo precristiano. El paganismo precristiano no había oído hablar de Cristo. Pero el paganismo poscristiano ha oído el mensaje de Cristo y lo ha rechazado y a Su única y verdadera Iglesia. Por eso es ésta una situación mucho peor que la del antiguo paganismo, que era ignorante de Cristo.

          El Mensaje de Fátima tiene que ser central en nuestra vida católica; central en nuestra visión del mundo.  Yo creo que todo lo que Nuestra Señora hizo en Fátima nos muestra que debemos basar nuestra visión completa del mundo en el Mensaje de Fátima y no en ninguna otra cosa que pudiera entrar en conflicto con él.

          Hago hincapié en esto porque para muchos la devoción a Nuestra Señora de Fátima no es central. Es con frecuencia un asunto marginal, periférico. Como una devoción a Santa Rita, o a San Judas o a San Antonio. Se le considera un buen y provechoso suplemento para nuestra vida espiritual, pero es sólo una devoción marginal, sólo de importancia secundaria y que no tomamos suficientemente en serio.

          Las visitas de Nuestra Señora en Fátima nos han proporcionado la base para una completa visión del mundo — una visión del mundo que no está fuera de moda, que no está fuera de época. Y esta visión del mundo con base en Fátima nunca se puede “actualizar” para que signifique algo distinto de su significado original; ni tampoco puede tener un papel secundario ni ser alterada ni eclipsada por la superstición del aggiornamento. Nada de lo que ha sucedido en este siglo puede exceder en importancia al Mensaje que Nuestra Señora dio en Fátima.

          Y el Mensaje de Fátima no es otra cosa sino una urgente reafirmación de la doctrina tradicional de la Iglesia, y una reafirmación de la urgente necesidad de reparación, con consecuencias especiales para nuestros tiempos.

Nos libera de slogans populares

          La verdad tiene una cualidad liberadora. Nuestro Señor dijo “La verdad os hará libres”. Y el Mensaje de Fátima nos libra de caer en los numerosos y vacíos slogans populares de la actualidad. Nos impide caer en el slogan de que las Naciones Unidas ateas son “la última grande esperanza de paz para la Humanidad”. Nos impide caer en el slogan de que estamos entrando en una “nueva primavera” con el advenimiento del nuevo milenio. Nos impide caer en el slogan de que estamos actualmente en el umbral de alguna nueva "civilización del amor" en la cual los católicos y los miembros de religiones falsas pueden dejar de lado sus diferencias para trabajar juntos con el objetivo de convertir el mundo en un lugar mejor. (Es interesante que la noción de que católicos y no católicos pueden colaborar juntos para construir una especie de nueva “civilización del amor” en la realidad ya fue condenada por el Papa San Pío X al condenar el Movimiento Sillon en Francia en 1910.)

          Debemos observar que las dos expresiones tan populares hoy en día, “Una Nueva Primavera”  y “Una Civilización del Amor” — ninguna de ellas contiene cualquier mención del Inmaculado Corazón de Nuestra Señora. Sin embargo, Nuestra Señora hizo realmente en Fátima la promesa de una gran victoria. Pero no la llamó una “nueva primavera”, ni la llamó una “civilización del amor”. La llamó “El Triunfo de Mi Inmaculado Corazón”. Nuestra Señora vino a Fátima con el Mensaje de que “Dios quiere establecer en el mundo la devoción a Mi Inmaculado Corazón.” No habrá victoria, no habrá “nueva primavera” a no ser que un número suficiente de católicos cumpla fielmente los pedidos de Nuestra Señora de Fátima. Éste tiene que ser nuestro centro de gravedad. Pasemos ahora en revista Sus pedidos.

          En Fátima, Nuestra Señora nos pidió que:

* recitemos diariamente por lo menos Cinco Decenas del Rosario;

* usemos el Escapulario Marrón;

* ofrezcamos a Dios nuestros deberes diarios como un acto de sacrificio;

* hagamos los Cinco Primeros Sábados de Reparación a Su Inmaculado Corazón;

*  Nuestra Señora pidió también que el Papa, en unión con todos los obispos del mundo, consagrase Rusia a Su Inmaculado Corazón, prometiendo la conversión de Rusia a través de esos medios, y un período de paz que le será concedido al mundo.

 

     Esta consagración aún tiene que ser realizada.

     Mi pequeña contribución a la demostración de que Rusia no ha sido consagrada, y no ha sido convertida, proviene de un pequeño artículo en el Toronto Sun, de 9 de agosto de 1999, el cual informa que Larry Flint, el así llamado “Rey de la Pornografía”, acaba de publicar en Moscú una versión rusa de la revista Hustler. Para quien no sabe lo que es, la revista Hustler es una de las revistas pornográficas más gráficas en los Estados Unidos. Es una industria multimillonaria con enorme circulación. Larry Flint se jactó de haber enviado suscripciones gratuitas de esta revista a todos los miembros del parlamento ruso. Estos 15 años después de la consagración en 1984; una consagración que no mencionó a Rusia por su nombre, cosa que Nuestra Señora había pedido.

Con el Triunfo del Inmaculado Corazón de Nuestra Señora, ¡Larry Flint sería incapaz de llevar esto adelante!

Reverencia a la Tradición

Así, pues, quiero explicar por qué el Mensaje de Nuestra Señora de Fátima tiene que ser central en nuestra visión del Mundo.

Primero que todo, lo que hace que el Mensaje de Fátima sea eminentemente confiable es que Nuestra Señora de Fátima mostró un respeto profundo a la doctrina inalterada y consistente de la Iglesia a través de los siglos. Cuando Nuestra Señora vino a Fátima, no nos dio cualquier doctrina nueva, ni nos dio cualquier nueva interpretación de la doctrina católica que se desviase de la enseñanza constante de los siglos. Dijo San Pablo “Pero aún cuando nosotros mismos, o un ángel del cielo os predique un evangelio diferente del que nosotros os hemos anunciado, sea anatema.” (Gál. 1:8)

     Y Nuestra Señora siguió estas sacrosantas directivas. No sólo mostró un profundo respeto hacia lo que la Iglesia siempre ha enseñado, con el mismo significado y con el mismo sentido (eadem sententia eodem sensu), sino que reafirmó las doctrinas y orientaciones cruciales. Y las doctrinas y orientaciones que Ella reafirmó pueden darnos una guía para aquellas doctrinas que sufren los más grandes ataques en nuestro siglo.

Nuestra Señora en el Plan de la Salvación

     En primer lugar, el Mensaje de Nuestra Señora de Fátima consolida la profunda importancia de Nuestra Señora en el plan de la salvación. Sabemos por el Mensaje que la salvación del mundo, la conversión de Rusia y la paz mundial, dependen, en definitiva, de que la humanidad cumpla el deseo de Dios, de establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María. La centralidad y la importancia de Nuestra Señora son acentuadas de nuevo en Fátima.

     Ahora bien; un buen mariólogo podría hablar todos los días de como Nuestra Señora es central en el plan de la salvación. Pero deseo detenerme en un aspecto de esta verdad. Esto es: Nuestra Señora fue absolutamente necesaria para que Cristo se hiciese hombre — quizás debiera decir Hijo del Hombre. Dios, que es Todopoderoso, no se habría hecho miembro de la raza humana sin María, no se habría hecho “Hijo del Hombre” sin Nuestra Señora. Esto no es una enseñanza mía, sino del gran Abad benedictino Marmion (1858-1923). Él ha sido probablemente el más grande escritor espiritual del siglo XX. Respecto a la obra del Abad Marmion dijo el Papa Benedicto XV “léanla, es la pura doctrina de la Iglesia.”

     El Abad Marmión comenta en sus libros que, para que Nuestro Señor se hiciese verdaderamente miembro de nuestra raza humana, un Hijo de Adán, un “Hijo del Hombre”, Él dependía absolutamente de que Nuestra Bendita Madre le dijese “sí” al ángel que Le preguntó si consentía en ser Madre del Dios-Hombre, Jesucristo. Por supuesto, Nuestro Señor podría haberse hecho hombre por sí mismo, sin la intervención de Nuestra Señora. Podría en un instante haber asumido una naturaleza humana de la materia que creó de la nada, y aparecer ante nosotros como un hombre. Pero no hizo esto; Él sería, por decirlo así, como un habitante de otro planeta resplandeciendo sobre la tierra. No habría forma de considerarlo como siendo parte de nuestra raza humana. Podría ser visto como un hombre, caminar como un hombre, hablar como un hombre. Pero jamás podríamos verlo como siendo realmente parte de nuestra familia humana, parte de nuestra sangre, parte de nuestra raza humana. Jamás podríamos verlo como un auténtico descendiente físico de nuestros primeros padres, Adán y Eva. No tendríamos ninguna sensación de parentesco con Su humanidad.

     Para que Nuestro Señor llegase a tener verdaderamente parentesco con nosotros, verdaderamente parte de la familia humana que necesitaba la redención, fue absolutamente necesario que naciera de una hija de Adán y Eva, y esta “hija” fue la Pura e Inmaculada Siempre Virgen María. Ella fue absolutamente esencial.

     Dios dependió de Nuestra Señora para que Nuestro Señor Jesucristo verdaderamente pudiese llamarse a Sí Mismo el “Hijo del Hombre”. Y, como comenta el Abad Marmion, parece que el título de “Hijo del Hombre” es la descripción de Sí Mismo que Nuestro Señor consideraba más apreciada para Su Corazón mientras estuvo en la tierra. El Abad Marmion explica que, al referirse a Sí Mismo, Nuestro Señor usó más la expresión “Hijo del Hombre” que cualquier otro título.

     Y de igual modo, el Mensaje de Fátima nos ayuda a recordar nuestra dependencia en relación a Nuestra Señora. Nos recuerda que la devoción a Ella, y en particular a Su Inmaculado Corazón, no es una cosa periférica, no es algo extra u opcional. ¡No! Nuestro Señor hizo de la devoción a Su Inmaculado Corazón una condición ineludible para la conversión de Rusia, para poder asegurar al mundo un período de paz.

Doctrinas fundamentales afirmadas

     Además, en el Mensaje de Fátima vemos afirmados los dogmas fundamentales de nuestra Fe. Cuando Nuestra Señora vino a Fátima:

*  Ella habló de la doctrina del Cielo,

*  Ella habló de la doctrina del Infierno,

* Ella habló de la doctrina del Purgatorio,

* Ella habló de la doctrina de la Sagrada Eucaristía,

* Ella habló de la doctrina del Sacramento de la Penitencia.

     E indirectamente Ella habló de la doctrina del Reino Social de Jesucristo — y afirmó la doctrina papal tradicional de que sólo hay una Iglesia verdadera, fuera de la cual no hay salvación, y que los Estados y los Gobiernos deben reconocer esta Iglesia como tal y deben reconocer el poder indirecto de la Iglesia sobre el Estado y sobre la sociedad civil. Todo esto está implícito en el pedido de Nuestra Señora, de que el Papa consagre Rusia a Su Inmaculado Corazón.

     Primero, el Cielo. El 13 de mayo de 1917, cuando Lucía le preguntó a Nuestra Señora “¿De dónde es Vd.?”, Ella contestó: “Yo soy del Cielo”. Nuestra Señora está en el Cielo, en cuerpo y alma. El Cielo es un lugar, un lugar real, y no solamente un estado de espíritu. Y según el Mensaje, es un lugar que alcanzaremos sólo si vivimos la vida sacramental de la gracia santificadora a través de ser miembros del Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia Católica.

     Nuestra Señora nos recordó también la doctrina del Infierno. Que el Infierno existe. Que es un lugar; y que las almas humanas van allí, han ido allí y están allí actualmente. Nuestra Señora ciertamente no era seguidora del teólogo progresista Hans Urs von Balthasar, el cual especuló que “el infierno existe, pero está vacío”.

     No. Nuestro Señor dijo: “la verdad os hará libres”. Y la afirmación de Nuestra Señora de la doctrina del Infierno nos libra de todos los errores de von Balthasar y de sus seguidores, no importa quiénes sean.

     Aún más impresionante: Nuestra Señora no solamente habló con aquellos niñitos acerca de la realidad del Infierno. El 13 de julio de 1917, Nuestra Señora de Fátima les dio a los tres niños una visión terrorífica del Infierno. Este es un relato de las propias memorias de Sor Lucía:

     “Nuestra Señora abrió las manos como en los meses anteriores. El reflejo pareció penetrar la tierra y vimos como un mar de fuego.  Sumergidos en este fuego estaban los demonios y las almas como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas con forma humana.  Llevados por las llamas que de ellos mismos salían, juntamente con horribles nubes de humo, flotaban en aquel fuego y caían para todos los lados igual que las pavesas en los grandes incendios sin peso y sin equilibrio, entre gritos de dolor y desesperación que horrorizaban y hacían estremecer de espanto. (Debió ser ante esta visión cuando dije aquel ‘Ay!’, que dicen me oyeron.) Los demonios se distinguían por formas horribles y repugnantes de animales espantosos y desconocidos pero transparentes igual que carbones encendidos. Esta visión duró sólo un momento. Y gracias a que la Santísima Virgen en la primera aparición nos había prevenido con la promesa de llevarnos al cielo, porque si no yo creo que habríamos muerto de susto y pavor.”

 

     Nuestra Señora les dijo entonces:

 

      “Visteis el infierno donde van las almas de los pobres pecadores.  Para salvarlos Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón.”

 

     Fue ésta una visión pavorosa dada a los niños. Sor Lucía afirmó muy claramente que “los demonios se distinguían [de las almas de los condenados]”. Por lo tanto, esto demuestra que es completamente falsa la teoría de von Balthasar [de que el Infierno existe, pero está vacío — u otra opinión, de que “sabemos que existen demonios en el Infierno, pero no sabemos realmente si hay seres humanos en el Infierno]. En el Infierno hay demonios y en el Infierno hay almas humanas. Esta visión les dio a los niños la gracia y el ánimo de realizar sacrificios heroicos por la salvación de las almas.

     Nuestra Señora afirmó también la doctrina sobre el Purgatorio.

     El 13 de mayo de 1917, Lucía le preguntó a Nuestra Señora acerca de dos amigas suyas recientemente fallecidas.

      Lucía preguntó: “¿María das Neves ya está en el Cielo?” (esta joven había fallecido aproximadamente a los 16 años).

     Nuestra Señora respondió: Sí, ya está”. Entonces Lucía Le preguntó sobre otra amiga suya que había fallecido de 18 ó 20 años: “¿Y Amelia?”  Nuestra Señora contestó: “Estará en el purgatorio hasta el fin del mundo.

     Esta afirmación de Nuestra Señora también contradice los falsos credos protestantes que rechazan el Purgatorio. Precisamente por aquella única declaración “Estará en el purgatorio hasta el fin del mundo”, Nuestra Señora les está diciendo a los protestantes que “vuestra doctrina protestante que rechaza el Purgatorio es falsa”.

     Nuestra Señora afirmó la enseñanza sobre el Sacramento de la Confesión. Ella estableció la confesión sacramental como una condición necesaria para que las almas cumpliesen los pedidos para los Cinco Primeros Sábados.

     Y una vez más, por medio de esto, Nuestra Señora les está diciendo a nuestros amigos protestantes: “vuestra doctrina protestante que rechaza el sacramento de la Confesión es falsa”.

     A seguir, la Sagrada Eucaristía.

     Las apariciones de Fátima no solamente afirman la doctrina de la Eucaristía, sino que afirman también el deber del hombre de reverenciar la Sagrada Eucaristía como el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesucristo.

     En 1916, un año antes que Nuestra Señora viniese a Fátima, Jacinta, Francisco y Lucía fueron favorecidos con tres apariciones separadas de un ángel — precursor de las visitas de Nuestra Señora. La tercera y última de las apariciones del ángel ocurrió en el otoño de 1916, con el “Angel de la Eucaristía”.

     En esta ocasión, cuando el ángel vino para administrar a los niños la Sagrada Eucaristía, no apareció con una sonrisa de oreja a oreja diciéndoles: “¡Oh, niños!, estoy aquí para deciros que el propósito de la Eucaristía es inculcar en vosotros un sentido de comunidad y solidaridad, promoviendo el diálogo y las relaciones personales, y celebrando la dignidad inherente del ser humano a través de la unidad en la diversidad.” 

     No fue ésta la escena, de ninguna manera.

     Lucía nos cuenta que era mediodía y los niños estaban postrados, recitando las oraciones de reparación que en la primavera anterior les había enseñado el “Ángel de la Paz”. Escribe Lucía:

“No sé cuantas veces habíamos repetido esta oración cuando advertimos que sobre nosotros brillaba una luz desconocida. Nos incorporamos para ver lo que pasaba y vimos al ángel teniendo el la mano izquierda un cáliz sobre el cual está suspensa una hostia de la que caen algunas gotas de sangre dentro del cáliz. El ángel deja suspenso el cáliz en el aire, se arrodilla con nosotros y nos hace repetir tres veces:

Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Te adoro profundamente, y Te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que El mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón y del Corazón Inmaculado de María Te pido la conversión de los pobre pecadores.’”

          Escribe Lucía que el ángel se levantó, tomó otra vez el Cáliz y la Hostia en sus manos, y les dio la Comunión a los tres niños, colocando la Santa Hostia en la lengua de Lucía y repartió la Sangre del Cáliz entre Francisco y Jacinta, diciendo al mismo tiempo:

“Comed y bebed el Cuerpo y Sangre de Jesucristo horriblemente ultrajado por los hombres ingratos. Reparad sus crímenes y consolad a vuestro Dios.”

          Después de esto, relata Lucía que el ángel “[se postró] de nuevo en tierra repitió con nosotros otras tres veces la misma oración: ‘Santísima Trinidad... etc.’ , y desapareció.”

          ¿Es posible que el Cielo envíe a la humanidad una instrucción más convincente sobre cómo se debe reverenciar y venerar la Sagrada Eucaristía? Por sus actos el ángel no sólo instruyó a los tres niños de Fátima, sino también a todo el siglo XX y a todas las naciones hasta el fin de los tiempos.

          Una vez más, la actitud peculiar del ángel con relación a la Eucaristía estaba en plena conformidad con la doctrina y con la práctica tradicionales de la Iglesia:

          * El ángel estaba arrodillado, postrado con su faz hacia el suelo. Al hacer esto, estaba reconociendo la Soberana Majestad y Divinidad de Jesucristo verdaderamente presente en la Eucaristía. Esto nos recuerda la gran reverencia que le debemos al Santísimo Sacramento.

            * El ángel recitó oraciones de reparación por las blasfemias y sacrilegios cometidos contra el Santísimo Sacramento, como si estuviese previendo los innumerables ultrajes que ocurrirían contra el Santísimo Sacramento, especialmente después de 1960.

            * El ángel rezó, a través del Inmaculado Corazón de María, por la conversión de los pobres pecadores, especialmente — podemos deducir por el contexto — de aquellos que pecan contra la Sagrada Eucaristía.

            * El ángel no le dio a Lucía la Comunión en la mano.

          Los tres niños de Fátima supieron que el ángel fue enviado para instruirlos, y para que siguiesen su ejemplo. Escribe Lucía:

 “... Llevado[s] por una fuerza sobrenatural que a eso nos movía... nos postrábamos para rezar esa oración...permanecimos en la misma actitud repitiendo siempre las mismas palabras...”

 

            Además, parecía que el ángel era un mensajero celestial de Dios dándonos el ejemplo de la profunda reverencia que le debemos al Santísimo Sacramento. Y, una vez más, la doctrina de la Sagrada Eucaristía es rechazada por protestantes, judíos, musulmanes, hindúes, budistas. El Cielo está diciendo a todas estas religiones fabricadas por el hombre que su doctrina es errónea, que sus credos son falsos.

Los Cinco Primeros Sábados

          Antes de entrar en la próxima sección, que trata de los Cinco Primeros Sábados, quiero hacer una observación. A la luz de lo que podríamos llamar “sensibilidades ecuménicas”, existe actualmente una tendencia para reducir la importancia de las sólidas verdades católicas, en consideración a una orientación ecuménica. Esta nueva idea dice que, al tratar con no católicos, no deberíamos concentrarnos demasiado en aquellas cosas que nos dividen, sino dejarlas de lado, y concentrarnos en aquéllas que nos unen.

          En contraste, vemos que no es ésta la manera que Nuestra Santa Madre adoptó en Fátima. Nuestra Señora reconoció que Su primer deber es enseñar la Verdad. Y al dar énfasis

* al Rosario,

* a la devoción de Su Inmaculado Corazón,

* al Escapulario del Monte Carmelo,

* al Purgatorio,

* a la autoridad del Papado,

* al Sacramento de la Confesión,

* a la Sagrada Eucaristía como el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesucristo,

 

Nuestra Señora está dando énfasis a todos los puntos verdaderos que DIVIDEN a los Católicos de los Protestantes, y que DIVIDEN a los Católicos de todas las demás religiones sobre la faz de la tierra.

     ¿Podrá alguno de nosotros reclamar que en nuestro enfoque queremos saber más que la Madre de Dios?

     Y el Mensaje de Fátima no sólo hace hincapié en estos puntos que nos dividen, sino que explica claramente que, en el orden objetivo, aquellos que no creen estas verdades, y especialmente aquellos que rehúsan a darle a Ella el honor que Le es debido, son culpables del crimen de blasfemia.

Nuestro Señor enseñó esto de una forma delicada pero firme cuando explicó los Cinco Primeros Sábados de Reparación. La devoción de los Cinco Sábados a Nuestra Señora no es algo nuevo. No fue una innovación. Una vez más, al pedir los Cinco Primeros Sábados, Nuestra Señora estaba mostrando un profundo respeto a la Tradición. En 1892, el Papa León XIII concedió una indulgencia plenaria a todos los fieles que dedicasen 15 Sábados consecutivos en honor de Nuestra Señora del Rosario.

Posteriormente, el Papa San Pío X concedió una indulgencia plenaria a todos los que hiciesen los Doce Primeros Sábados en honor de Nuestra Señora. Además de eso, el 13 de junio de 1912 el Papa San Pío X concedió nuevas indulgencias a los Fieles que practicasen la devoción de Reparación a Nuestra Señora en los Primeros Sábados de  cada mes.

Y cinco años después de ese día, el 13 de junio de 1917, Nuestra Señora mostró a los 3 niños de Fátima Su Inmaculado Corazón, “rodeado de espinas que parecían clavarlo”, pidiendo reparación.

Al pedir por los Cinco Primeros Sábados, Nuestra Señora tomó una devoción tradicional, la simplificó y le dio una mayor eficacia.

El 10 de Diciembre de 1925, cuando Sor Lucía a los 18 años era una postulante en Pontevedra, se le aparecieron Nuestra Señora y el Niño Jesús. Dijo Nuestro Señor:

“Ten pena del Corazón de Su Santísima Madre que está rodeado con las espinas que los hombres ingratos constantemente le clavan sin haber quien haga un acto de reparación para quitárselas.”

          El Niño Jesús está preocupado con estos pecados contra Su Madre. A seguir, Nuestra Bendita Madre le dijo a Lucía:

“Mira, hija Mía, Mi Corazón rodeado de espinas que los hombres ingratos en cada momento me clavan con blasfemias e ingratitudes. Tú al menos, haz por consolarme y di que a todos aquellos que durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la sagrada comunión, recen el Rosario y Me acompañen 15 minutos meditando sus misterios con el fin de desagraviarme, Yo prometo asistirles en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para su salvación.”

                   Posteriormente, el confesor de Sor Lucía, el Padre Gonçalves, le pidió a que hiciese algunas preguntas a Nuestra Señora acerca de los Cinco Primeros Sábados.

                   Una de las preguntas que él hizo fue: “¿Por qué cinco sábados, y no nueve o siete en honor de los Dolores de Nuestra Señora?” 

                   Durante la revelación de Nuestro Señor en Tuy el 29 de mayo de 1930, Sor Lucía formuló esa pregunta. Fue ésta la respuesta que le dio el Cielo:

“Hija Mía, el motivo es sencillo. Cinco son las clases de ofensas y blasfemias proferidas contra el Inmaculado Corazón de María:

                   1. Las blasfemias contra la Inmaculada Concepción.

                   2. Las blasfemias contra Su Virginidad Perpetua.

                   3. Las blasfemias contra la Maternidad Divina, rehusando al mismo tiempo recibirla como la Madre de los hombres.

                   4. El tratar de infundir públicamente en el corazón de los niños la indiferencia, el desprecio y hasta el odio para con esta Inmaculada Madre.

                   5. Los ultrajes dirigidos a Ella en Sus sagradas imágenes.”

Por consiguiente, es esto lo que quiero decir cuando digo que, indirectamente y en el orden objetivo, Nuestro Señor ha acusado a todos los miembros de religiones no católicas de ser culpables de blasfemia contra el Inmaculado Corazón de Nuestra Señora.

Veamos una vez más estas cinco ofensas:

1. Blasfemias contra la Inmaculada Concepción

La mayoría de los protestantes, así como la mayoría de los ortodoxos orientales, no creen en la Inmaculada Concepción. Tampoco lo creen, por supuesto, los judíos, musulmanes, hindúes, budistas, francmasones, comunistas, socialistas, humanistas seculares, etc.

     2. Blasfemias contra Su Perpetua Virginidad

Una vez más, esto acusa a la mayor parte de los protestantes, judíos, musulmanes, hindúes, budistas, la gran mayoría de los cuales no cree en Su Perpetua Virginidad. De hecho, muchos católicos hoy en día no creen en Su Perpetua Virginidad.

     3. Blasfemias contra Su Divina Maternidad, rehusándose además a reconocerla como Madre de los Hombres

Por supuesto, sabemos que los musulmanes, judíos, hindúes, budistas rechazan esta doctrina, especialmente porque no creen que Jesucristo es Dios. Y Nuestro Señor advirtió: “Nadie viene al Padre sino por Mí.”

     4. Las blasfemias de todos los que públicamente siembran en el corazón de los niños la indiferencia o el menosprecio o hasta el odio a esta Madre Inmaculada

     Nuevamente, es ésta la situación de los protestantes, judíos, musulmanes, hindúes, budistas y la mayoría de otras falsas religiones. Los miembros de esas religiones enseñarán a sus niños a no atribuir ninguna importancia a Nuestra Señora ni a Su Inmaculado Corazón. Obsérvese también que a los ojos del Señor esto no es cosa de poca importancia. Él llama a esto blasfemia y convoca a los católicos a caer de rodillas y hacer reparación por estos grandes pecados. Son espinas en el Inmaculado Corazón de Nuestra Señora.

     5. Las ofensas de aquellos que La insultan directamente en sus Sagradas Imágenes.

Esto incluye aquellos que realmente destruyen Sus Imágenes, o las ridicularízan, o aquellos protestantes que acusan de idolatría a los católicos porque tienen estatuas de Nuestra Señora en los lugares de honor en sus residencias.

          Además de ser una llamada a la penitencia, ésta es una acusación contra todas las religiones no católicas.

          Por lo tanto, Nuestro Señor NO está utilizando el enfoque moderno  ecuménico. NO está dando énfasis a aquellos puntos que nos unen a las falsas religiones. Está dando énfasis a aquellos puntos que nos separan de los no católicos. Al hacer eso, creo que Nuestro Señor nos está diciendo que esos puntos son mucho más importantes que cualquier unidad ecuménica superficial. Está haciendo hincapié en que estas blasfemias contra el Inmaculado Corazón de Nuestra Señora no pueden ser consideradas frívolamente. Son, de hecho, pecados contra la Fe.

Tradición de reparación

          En este momento, quiero volver a un punto que hice antes. En todo lo que ha hecho Nuestra Señora de Fátima mostró un profundo respeto por la tradición, y que  los Cinco Primeros Sábados eran, y aún son, una devoción tradicional. Por supuesto, doctrinariamente Nuestra Señora no estaba enseñando nada nuevo. En efecto, Ella fue muy obediente al Primer Concilio Vaticano, que enseñó como artículo de fe — de fide — que no se puede alterar el significado de la Sagrada Doctrina. El 1er. Vaticano enseñó:

“El significado de los Dogmas Sagrados, que deben ser preservados para siempre, es el que nuestra Santa Madre Iglesia ha determinado. No es posible alejarse nunca de esto, en nombre de una comprensión más profunda.” (1)

          Así, pues, ya sea la doctrina del Purgatorio, o la doctrina de la Sagrada Eucaristía, o la doctrina de la Confesión, o la doctrina establecida de que sólo hay una Iglesia verdadera, fuera de la cual no hay salvación, el 1er. Concilio Vaticano enseñó que el significado de estas doctrinas jamás se puede cambiar. Y vemos que Nuestra Señora fue absolutamente fiel a esto.

       En 1918, el gran Cardenal Mercier, de Bélgica, afirmó que la Primera Guerra Mundial fue un castigo por el crimen de los hombres al colocar la única religión verdadera en el mismo nivel de los falsos credos. Dijo Cardenal Mercier, “En nombre del Evangelio y a la luz de las Encíclicas de los cuatro últimos Papas, Gregorio XVI, Pío IX, León XIII y Pío X, yo no recelo en afirmar que esta indiferencia hacia las religiones, que coloca en el mismo nivel la religión de origen divino y las religiones inventadas por los hombres, a fin de incluirlas en el mismo escepticismo, es la blasfemia que atrae el castigo sobre la sociedad mucho más que los pecados de los individuos y de las familias.”

          Por desgracia, la practica actual de ecumenismo y el “espíritu de Asís”, coloca la religión católica  verdadera en el mismo nivel de las religiones inventadas por los hombres. Según el Cardenal Mercier, ésta es la blasfemia que provocará el Castigo Divino.

          Además, en Fátima, Nuestra Señora demuestra Su continuidad con las revelaciones especiales hechas por el Cielo a la Iglesia en el siglo XIX; ya sea su aparición en Lourdes, en La Salette, ya sean las manifestaciones de Nuestro Señor a Sor María de Saint-Pierre en Francia en la década de 1840. Todos constituyen el mismo mensaje urgente.

          Cuando Nuestra Señora apareció en Lourdes en 1858, pidió para “hacer penitencia, hacer reparación”. Cuando Nuestra Señora apareció en La Salette en 1846, suplicó que se “hiciese penitencia”, que se “hiciese reparación”.  Y avisó en La Salette que Francia podría ser castigada principalmente por dos pecados: por los pecados contra la profanación de los domingos (pecados contra el Tercer Mandamiento) y por usar el nombre de Dios en vano (pecados contra el Segundo Mandamiento).

          Esto también está en consonancia de una manera muy especial con las revelaciones, aprobadas por la Iglesia, transmitidas por Nuestro Señor a Sor María de Saint-Pierre en la década de 1840. Sor María de Saint-Pierre era una monja carmelita en Francia, que murió con poco más de 20 años (una historia fascinante que no tenemos tiempo de relatar en detalle).

          En estos mensajes (como en Fátima), Nuestro Señor confirmó la gran necesidad de hacer reparación. Y Nuestro Señor pidió en particular la reparación a Su Santa Faz. Nuestro Señor le dio a Sor María de Saint-Pierre una oración especial llamada FLECHA DORADA (en reparación por las blasfemias), que indicaré enseguida. Y el 24 de noviembre de 1843, Nuestro Señor le dijo a Sor María de Saint-Pierre:

“La Tierra está cubierta de crímenes. La violación de los Tres Primeros Mandamientos de Dios ha irritado a Mi Padre; el Santo Nombre de Dios es blasfemado (2º Mandamiento) y los Días Santificados del Señor son profanados (3er. Mandamiento) llenando completamente la medida de las iniquidades. Estos pecados ascienden hasta el trono de Dios provocando Su ira que pronto irrumpirá si no se aplaca Su justicia. En ninguna otra época esos crímenes alcanzaron tal intensidad.” (2)

                   Esto se refiere a la década de 1840, que consideramos “los buenos viejos tiempos”. Actualmente está todo mucho peor.

                   Durante estas revelaciones, Nuestro Señor pidió que se formase una asociación de Reparación de la Santa Faz y dictó también la oración, LA FLECHA DORADA, para la reparación contra las blasfemias:

“Que el Santísimo, Sacratísimo, adorabilísimo, misteriosísimo e inefable Nombre de Dios sea alabado, bendito, amado, adorado y glorificado, en el Cielo, en la tierra, y en el infierno, por todas las criaturas de Dios, y por el Sagrado Corazón de Nuestro Señor y Salvador, Jesucristo, en el Santísimo Sacramento del Altar. Amén.” (3)

                   En aquella ocasión, uno de los más grandes promotores de esta Devoción a la Santa Faz fue el “Santo Hombre de Tours”, Leo DuPont, que colgó un cuadro de la Santa Faz en su  locutorio ante el cual ardía el santo oleo. Tantos fueron los milagros realizados en el locutorio de Leo DuPont que el Bienaventurado Papa Pío IX le llamó “el taumaturgo del siglo XIX”.

                   Ahora, Nuestra Señora de Fátima continua esta sólida “tradición”; esta inalterada y urgente llamada a la reparación. Y las revelaciones de Nuestro Señor a Sor María de Saint-Pierre piden no sólo reparación [por los pecados] contra el 2º y 3er. Mandamientos, como lo hizo Nuestra Señora de La Salette, sino también reparación por los pecados contra el Primer Mandamiento. Sabemos que el Primer Mandamiento es: “Yo soy el Señor vuestro Dios, no tendréis dioses extraños ante Mí..”  Y nuestra teología tradicional católica nos dice que los pecados contra la Fe, especialmente el pecado de herejía, son pecados contra el Primer Mandamiento.

                   De esto se sigue que somos llamados no a reírnos ni a tornarnos íntimos de los falsos credos de los no católicos; sino que somos llamados a caer de rodillas y hacer reparación por estos pecados contra la Fe, estos pecados contra el Primer Mandamiento. Estos pecados de herejía que producen las cinco blasfemias contra el Inmaculado Corazón de María fueron enunciados por Nuestro Señor en Tuy el 29 de mayo de 1930.

 

Fátima vs. “El espíritu de Asís”

 

                   Finalizando, yo creo que el Cielo quiere que el Mensaje de Nuestra Señora de Fátima sea una cuestión central en nuestra visión del mundo. Todo lo que suceda en la Iglesia o en el mundo será juzgado como bueno o malo, adecuado o inadecuado, teniendo por base si está, o no, en conformidad con las palabras de Nuestra Señora en Fátima.

                   En Fátima, Ella confirmó las doctrinas fundamentales de la Fe y focalizó aquellos puntos de la doctrina que nos separan de los no católicos, para demostrar que la Verdad es lo más importante. También nos instruyó, especialmente a través de los Cinco Primeros Sábados y en consonancia con las revelaciones hechas en Lourdes, La Salette y a Sor María de Saint-Pierre, acerca de la necesidad de hincarnos de rodillas y hacer reparación por los pecados de los hombres, en particular por los pecados contra la Fe que hacen parte de los credos no católicos, especialmente en relación a Su Inmaculado Corazón.

                   Ella no enseñó ninguna doctrina nueva, ni tampoco una comprensión modernizada de la doctrina que pudiese significar una reinterpretación de la doctrina católica de una forma distinta de la que ha sido enseñada durante 2.000 años.

                   Ella nos dijo que la paz mundial sólo vendrá por medio de la obediencia a Su pedido acerca de la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María, y no por medio de católicos que se reúnen con falsas religiones en oraciones interreligiosas por la paz — religiones que Ella afirma, blasfeman contra Ella por su incredulidad. De hecho, y es triste decirlo, en la gran reunión-plegaria en Asís en 1986, cuando los católicos rezaron en público con falsas religiones por la causa de la paz, no se rezó el Santo Rosario. Y esto a pesar de que el Rosario es la oración específica transmitida por Nuestra Señora como condición para la paz. De la misma manera, en aquel día, no fue ni honrado ni invocado el Inmaculado Corazón de María.

                   Ésta es una desviación radical del plan ofrecido por Nuestra Señora. De hecho, yo creo que estas asambleas interreligiosas no sólo fallarán en producir cualquier fruto saludable, sino que en realidad podrán acarrear un gran castigo. Y digo esto no con mi propia autoridad sino con la de uno de los más eminentes cardenales del siglo XX, el gran Cardenal Mercier de Bélgica.

                   En 1918, justamente un año después de las apariciones de Nuestra Señora de Fátima, el gran Cardenal Mercier afirmó que la Primera Guerra Mundial fue un castigo por el crimen de los hombres al colocar la única religión verdadera en el mismo nivel de los falsos credos (que es precisamente lo que hacen estas nuevas reuniones pan-religiosas, en total contradicción con los 2.000 años de la doctrina católica). En una carta pastoral titulada “La Lección de los Acontecimientos”, el Cardenal Mercier dijo:

“En nombre del Evangelio y a la luz de las Encíclicas de los cuatro últimos Papas, Gregorio XVI, Pío IX, León XIII y Pío X, yo no vacilo en afirmar que esta indiferencia hacia las religiones, que coloca en el mismo nivel la religión de origen divino y las religiones inventadas por los hombres, a fin de incluirlas en el mismo escepticismo, es la blasfemia que atrae el castigo sobre la sociedad mucho más que los pecados de los individuos y de las familias.” (4)

Por consiguiente, vemos que las afirmaciones del Cardenal Mercier están en perfecta continuidad con las enseñanzas consistentes de los Papas a través de los siglos, y en perfecta armonía con una visión del mundo con base en Fátima.

          Así, terminaré con lo que he dicho antes. De la misma forma que el gran Milagro de 13 de octubre de 1917 — especialmente con el Sol danzando en el cielo y enseguida lanzándose hacia la tierra — fue tan espectacular que se hizo imposible desviar la mirada; así también el propio Mensaje de Fátima es de tal magnitud, de tal importancia, de tal centralidad que no debemos desviar nunca nuestra mirada de Fátima, ni desviar nunca nuestros ojos de los de Nuestra Señora, ni permitir nunca que, de alguna forma, nos separemos de Ella.

 

NOTAS:

(1) Vaticano I, Sesión III, Capítulo. IV, Fe y Razón. — (2) Scalan, The Holy Man of Tours [El Santo Hombre de Tours], (Tan Books), pág. 122. — (3) P. Janvier, Life of Sister Saint-Pierre [Vida de la Hermana Saint-Pierre], con la aprobación del Revdmº Charles Colet, Arzobispo de Tours, (John Murphy & Co, Baltimore, 1884), pág.114. — (4) Citación extraida de The Kingship of Christ and Organized Naturalism [La majestad de Cristo y el Naturalismo Organizado], por el Padre Denis Fahey (Regina Publications, Junio de 1943), pág. 36. Nota según citación extraida de la Carta Pastoral de 1918, del Cardenal Mercier, The Lesson of Events [La Lección de los Acontecimientos].

 

 

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