HISTORIA DE LA VIRGEN DE LA PAZ
San Ildefonso fue uno de los más
importantes obispos de la Iglesia en España y uno de
esos grandes maestros en la fe a los que los creyentes
llamamos "doctores". Entre sus abundantes
enseñanzas destaca un entrañable amor a la Ssma. Virgen
María, que se esforzó por hacer venerar cada vez más
en su Toledo del siglo VII y desde allí en toda la
Península. No es extraño entonces que al morir el santo
arzobispo un 23 de enero, la Iglesia de Toledo dispusiese
que al día siguiente, 24 de enero, se rememorase cada
año un milagro mariano atribuido a su extraordinario
amor a la Virgen. Una noche de diciembre al entrar la
procesión del arzobispo en la Catedral para el canto de
maitines, el templo apareció iluminado por un fuerte
resplandor: la Ssma. Virgen aparecía sentada en la
Cátedra del Santo Obispo indicando así su aprobación a
lo que él enseñaba y su patrocinio sobre el lugar, y le
obsequió una casulla (manto festivo para celebrar la
Santa Misa) a San Ildefonso. Cuando los musulmanes invadieron España, Toledo cayó en sus manos y la Catedral se convirtió en mezquita. Pero cuatro siglos más tarde, otro milagro de la Virgen en la misma Catedral de Toledo confirmó su protección maternal. Acababa de reiniciarse una encarnizada lucha por la posesión de la Catedral entre los moros que querían conservarla como mezquita y los cristianos que estaban decididos a recuperarla como catedral, cuando milagrosamente los jefes musulmanes decidieron devolverla a los cristianos. Era la víspera de otro 24 de enero. Al día siguiente con solemnes cultos la Madre de Dios era aclamada como Nuestra Señora de la Paz. Corría el año 1085. Desde entonces, primero toda España, después América, fueron reconociendo con gratitud este título a la Santísima Virgen. Así también un día lejano, en la Colonia, llegó desde Bolivia a nuestra Patria. La misma Virgen patrocinó luego la paz en una época de luchas civiles que llevaban al país a una ruina segura. Así surgió su templo en Lomas de Zamora en 1860. Finalmente, el P. Lofano al fundar nuestra iglesia quiso que un título mariano tan necesario al hombre que hoy no estuviera ausente del acceso oeste de una de las principales capitales de la América española. Lo que quería enseñarnos San Ildefonso es lo mismo que necesitamos aprender hoy. Sólo acercándonos a la Virgen, vamos a encontrar la paz: es Jesucristo, "camino, verdad y vida" para todo hombre que viene a este mundo. |