NUEVOS VIENTOS DEL SUR
Los capitales imperialistas no pueden menos que preocuparse: se consolidan las tendencias que expresan fuerzas sociales decididamente confrontadas con los intereses y orientaciones que por más de dos décadas esos capitales impusieron a los países de nuestro Continente.
En menos de un mes dos de esas fuerzas acceden a gobiernos en América del Sur.
Primero el arrasador triunfo de Lula que lo conduce a la presidencia de Brasil, un país cuya economía se encuentra al borde de una grave crisis financiera pese a ser la mayor economía de la región y la octava del mundo.
Inmediatamente, el triunfo electoral del coronel Lucio Gutierrez en Ecuador, país desvastado por la aplicación de las llamadas políticas neoliberales y sometido inmediatamente al chaleco de fuerza de la dolarización.
Tanto por sus orígenes personales como por sus antecedentes ideológicos poco tienen de común estos hombres: Lula, un humilde obrero metalúrgico, de antecedentes socialista; en el caso de Gutierrez, un hombre formado en la tradición militar desde su cuna, y perfeccionado en las aulas universitarias.
Sin embargo ambos expresan los disímiles caminos, hombres y organizaciones que están dando cauce, en cada uno de los países latinoamericanos, a un creciente sentimiento antiimperialista que lleva a sectores cada vez más amplios de la población a confrontar con las políticas del imperialismo, el yanqui en particular.
Pero ambos expresan también nuevas fuerzas políticas que surgen en nuestros países, porque las que tuvieron la hegemonía en el período anterior han entrado en decadencia y quiebra, justamente por su sujeción a los intereses del gran capital local y el imperialismo, que los condujo a un progresivo alejamiento de las necesidades de las clases populares, en particular la de los sectores más pobres y explotados.
Similar situación fue la que condujo en nuestro país al derrumbe de los viejos partidos de AD y COPEI, y al vigoroso surgimiento del movimiento bolivariano.
Esto coloca en una difícil situación política al Departamento de Estado yanqui: ya no puede mover dentro de los gobiernos a los títeres, con la facilidad con la que lo hizo en todos estos años. Por este fracaso de la política exterior norteamericana ya empiezan a rodar cabezas: lo prueba el reciente relevo del fascista Otto Reich, el encargado de la política para América Latina y uno de los impulsores del golpe de estado de abril en Venezuela.
Sin embargo no debe pensarse que ni en Brasil ni en Ecuador los acontecimientos de la lucha política sigan un curso similar al de nuestro país, con un proceso de transformación de las vetustas estructuras políticas y jurídicas del pasado y una intervención masiva del pueblo.
Más allá de la voluntad transformadora de cada uno de los líderes de estos procesos y de su decisión en hacer cumplir los compromisos preelectorales, sobre lo cual pueden existir serios interrogantes, hay un hecho decisivo: ambos son tributarios de movimientos sociales poderosos que los han apoyado en las elecciones, pero tienen alto grado de autonomía y están buscando una dirección para salir de la miseria, la ignorancia y la opresión.
En el caso de Brasil, hay un poderoso movimiento obrero con sus organizaciones, aunque priman allí las direcciones reformistas y conciliadoras, y el Movimiento Sin Tierra, un movimiento agrario mucho más radical.
En Ecuador se ha asistido en enero del 2000 a una verdadera insurrección popular, cuyo protagonista central fue el movimiento indígena, que a su condición de opresión ancestral une su carácter campesino, y que es una de las fuerzas sociales que mayor influencia ha tenido para este triunfo de Gutierrez.
Lula ya ha emprendido una serie de acciones para conformar un bloque con los otros gobiernos del MERCOSUR, en un claro intento de frenar la presión yanqui para imponer el ALCA.
Esta situación conduce al imperialismo a incrementar sus intentos de imponer sus objetivos políticos y sus intereses por la vía de una militarización creciente de la región.
El llamado Plan Colombia se cierne como una amenaza para todos nuestros pueblos y no sólo para los combatientes y el pueblo colombiano,
Sin embargo tampoco en este terreno puede mostrar avances las fuerzas de la oligarquía colombiana y sus asesores yanquis.
Pese a que se oculta, la llamada ofensiva militar contra las FARC, después de rotas las negociaciones de paz, está fracasando. Por el contrario las fuerzas guerrilleras han infligido importantes derrotas militares al ejército, se extiende su acción urbana, y han empezado importantes movilizaciones de masas contra la política reaccionaria que trata de imponer el ultraderechista Uribe Velez.
Es en este cuadro latinoamericano donde el desarrollo de nuestra Revolución Bolivariana cobra especial significado, porque por primera vez en muchos años se abre la posibilidad cierta de conformar un bloque latinoamericano de países que oponga a la presión imperialista una política común, y permita a cada uno de nuestros países encontrar el camino hacia su desarrollo y a nuestros pueblos salir de la miseria.