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Octubre de 1944: principio de la guerra fría

Hace 50 años, el control de Grecia originó el primer enfrentamiento
entre Occidente y la URSS

Carlos Caballero. Profesor de Historia   El Mundo, 19 de Octubre de 1994

Hace 50 años, Churchill y Stalin se repartieron el Sur de Europa trazando garabatos sobre un papel.
Estos documentos se consideraban perdidos hasta que fueron descubiertos recientemente por investigadores de la BBC.

Según esos documentos, Gran Bretaña se reservaba el 90% de la «influencia» sobre Grecia, que debía permanecer firmemente anclado a la hegemonía británica.

Sin saberlo, el premier británico estaba dando el pistoletazo de salida de la Guerra  Fría porque llevar a la práctica el proyecto de controlar Grecia no era tan fácil.

Los alemanes  seguían ocupando Grecia. Pero ése no era el verdadero problema. La  irrupción de millones de soldados del temible Ejercito Rojo en Rumania y Bulgaria en septiembre de 1944, habla obligado a las tropas germanas en suelo heleno a emprender a marchas forzadas su retirada hacia el norte. Hitler sabía que era la única manera de no caer en una ratonera.

El día 4 de octubre de 1944 los británicos desembarcaron en Grecia   -en Patras-  los primeros elementos de su 2ª Brigada Aerotransportada. No fue una irrupción tranquila. El Alto Mando británico tenía tanta prisa que hizo saltar a sus hombres sobre las localidades de Megara y Eleusis con un 

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viento de más de 45 Kms/hora, cuando un salto con viento de 24Kms/hora ya se considera suicida. Las bajas fueron enormes.

Las fuerzas británicas habían sido sacadas con toda urgencia del frente italiano, pero no para impedir la retirada alemana, sino para prevenir la llegada de un insólito enemigo: el poderoso movimiento guerrillero comunista del EAM-ELAS que, bajo los auspicios de Stalin, pretendía conquistar Atenas.

El Frente Nacional Griego (EAM) fue creado en septiembre de 1941, por iniciativa del Partido Comunista heleno, con los objetivos de oponerse a la ocupación militar del Eje, conseguir reformas socioeconómicas y crear un Gobierno Provisional democrático y convocar una Asamblea Constituyente.

La  guerrilla comunista no era la única fuerza que se oponía a las tropas del Eje, pero sí la más numerosa y la única con implantación en todo el territorio.

GUERRILLAS.- Por otra parte, y como ocurría en la Europa ocupada por el III  Reich, los grupos guerrilleros se peleaban entre si (basta con recordar el caso de los «chetniks» serbios de Mihailovic, enfrentados a muerte con los partisanos de Tito).

Esta especie de guerra civil no era nueva en este siglo. La   Primera Guerra Mundial ya dio ocasión a una mini guerra civil entre la derecha germanófila encabezada por el rey Constantino (un Rohenzollern) y la izquierda aliadófila seguidora de Venizelos.

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, el país estaba gobernado dictatorialmente por un militar apadrinado por el rey, el general Metaxas. Los alemanes habían entrado en Grecia en 1941, a raíz de la fallida operación de Mussolini de 1940. Hitler comenzó a retirar a sus tropas a partir de principios de octubre de 1944. Se abrió entonces un "interregno"  preñado de peligros para los ingleses ya que, verosímilmente, el EAM-ELAS aprovecharía   aquel vacío de poder para adueñarse de los centros neurálgicos del país.   De ahí la urgencia con la que Churchill sacó a sus tropas de Italia y las envió hacia Atenas.

Bajo el mando del general Ronald M. Scobie, Gran Bretafña trasladó a Grecia al IIIº  Cuerpo del Ejercito Británico. Las ordenes dc Churchil a Scobie eran contundentes: debía  comportarse como en "territorio conquistado" y utilizar la fuerza tanto como fuera necesario:  Había que impedir  a toda costa que los comunistas  del EAM-ELAS se adueñaran  de Atenas.

El movimiento guerrillero controlaba eficazmente las zonas rurales, pero no se había adueñado de Atenas todavía. Hacia esa ciudad afluían sus bandas, lideradas por distintos «kapetanios» (comandantes).

Así, mientras los alemanes se retiraban tranquilamente, sin ser molestados ni por el EAM-ELAS, ni por el EDES, ni por los británicos, se estaba fraguando un conflicto de nuevo tipo: el primer choque armado de la «Guerra Fría».

El 3 de diciembre sucedió lo inevitable: se produjeron los primeros combates entre británicos y guerrilleros del EAM-ELAS en Atenas, donde el Cuartel General de esta formación político-guerrillera fue asaltado por carros de combate británicos.

Violentos enfrentamientos se extendieron por toda Grecia y al principio pareció inminente la victoria del EAM-ELAS, que se hizo incluso con el control de la carretera de Atenas a El Pireo.

El general Scobie pidió urgentemente refuerzos y mientras los aviones de la RAF atacaban con cohetes a los barrios populares de Atenas, desembarcaba la 4ª   División Blindada, que pronto se vio envuelta en una batalla, casa por casa, para recuperar el control de Atenas. Faltos de efectivos, los ingleses no tuvieron ningún problema moral en utilizar a los Batallones de Seguridad que habían colaborado con los alemanes, bastándoles con un cambio cosmético: pasaron a ser Batallones de la Guardia Nacional.

COLABORADORES.- En el resto de Europa, quienes habían colaborado con los alemanes se veían sometidos ahora a la persecución: en Grecia fueron reconvertidos en garantes del régimen "legalmente constituido"...

Los «kapetanios» del EAM-ELAS querían seguir la lucha, pero el Partido Comunista heleno obligó al grupos a admitir una oferta de alto el fuego británica formulada el día 7 de enero. La campaña tampoco era popular en Inglaterra. Los parlamentarios laboristas (en especial Aneurin Bevan) la criticaban abiertamente, mientras los influyentes diarios Times y Manchester Guardian la desaprobaban fríamente. Los «trade unions» (sindicatos) llegaron a enviar una comisión de encuesta para estudiar las denuncias de brutalidades atribuidas a los paracaidistas ingleses.

El 12 de febrero se firmó finalmente el alto el fuego, no sin que antes el rey admitiera ceder temporalmente sus poderes a un regente (el arzobispo Damaskinos). El día 14 Churchill visitó Atenas, pensando, quizás, que Grecia iba a ser una nueva pieza en el entramado imperial inglés. Pero, en realidad, estaba a punto de empezar su descomposición.

Los sucesos de Grecia no pasaron desapercibidos, desde luego, a los ojos de Stalin. Si Churchill había impuesto por la fuerza de sus armas un régimen pro-británico en Grecia, ¿por qué no hacer lo propio en los países ocupados por las tropas soviéticas?

La realidad indiscutible fue esa: antes de que Stalin instaurara gracias a sus bayonetas un régimen pro-soviético en Europa Oriental, Churchill ya había recurrido a sus paracaidistas y a sus tanques para instalar un Gobierno pro-inglés en Grecia. Y todo en estricta aplicación del acuerdo de 9 de octubre de 1944.

El precario alto el fuego de febrero de 1945 no fue un punto final. Desde marzo de 1946 y hasta octubre de 1949 Grecia vivió otra guerra civil, en la que de nuevo las guerrillas izquierdistas fueron derrotadas, al no contar con el apoyo de la URSS. Mientras, el Gobierno de Atenas recibía generosa ayuda de Londres y Washington para comprar armas y usarlas contra los comunistas.

CARLOS CABALLERO. Profesor de Historia.
Publicado en
El Mundo de 19 de Octubre de 1994

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