Comentando a Toro Hardy |
.............................................................................................................................................. “.... Inconscientes de ¿buena fe? El mandatario tiene únicamente dos alternativas. La primera alternativa es acatar la voluntad de un grupo mayoritario de la sociedad. Para ello debe propiciar un diálogo sincero que permita re direccionar la acción del gobierno. La segunda alternativa es tratar de imponer su propia voluntad, utilizando para ello un discurso populista que profundice las divisiones dentro de la sociedad y, por esta vía procurarse el apoyo de un sector de la misma que, por lo general, por ser menos preparado y, por lo tanto más fácil de convencer, resulta ser más sensible a las prédicas de la violencia. El mandatario tiene en sus manos la posibilidad de escoger entre dos caminos: el de iniciar un nuevo ciclo en la historia de Venezuela o el de transformarse, simplemente, en otro Ezequiel Zamora Ing. José Toro Hardy..... ” .............................................................................................................................................. |
Aristas Robert Poveda Brito |
Promoción del Programa: “Ciclos históricos en Venezuela” transmitido el domingo 21 de abril del 2002 a través de Globovisión |
No se le niega sapiencia al Dr. Toro Hardy. La altura pedagógica de sus especiales televisivos no se veía en conductor nacional desde hacía tiempo. El enfoque, los conceptos, los datos, la perspicacia... en fin. Nadie puede dudar de la experticia en el tema petrolero y la capacidad de comunicar efectivamente a su audiencia. Pero en el encierro de sus ilustrados y agudísimos análisis, se cobija, silencioso y mortal, el arrogante espíritu de élite autoproclamada de suficiente y ‘más capaz. Es esta, precisamente, la raíz primigenia, más antigua y arraigada, de la dolorosa división que hoy separa a muchos de los hermanos venezolanos. Así lo expresa, sin ambages, un extracto de la cita que encabeza el presente artículo: “... por esta vía procurarse el apoyo de un sector de la misma que, por lo general, por ser menos preparado y, por lo tanto más fácil de convencer, resulta ser más sensible a las prédicas de la violencia”. ¡Que triste!... cuanta inconsciencia abriga esta lamentable expresión que, por demás, representa el sentimiento inconsciente -y muchas veces conscientes - de muchos que ven en los partidarios del actual presidente, y más aún, en las mayorías empobrecidas de esta noble tierra, una raza sin criterio y con menos derecho que ellos a las prerrogativas políticas para conducir su destino. Pero lo peor de ello no sólo radica en la lógica humillación que nuestras gentes con menos oportunidades han de sentir al escuchar de la ‘vanguardia intelectual’’ semejante insulto de manera tan cruda -que a fin de cuentas tal irrespeto no debe significar mayor importancia según la lógica que demuestra el agraviante, sino en sí las consecuencias y el resentimiento que siembran entre unos y otros- pero luego proclama, con la mayor altura moral, la inconveniencia que el presidente utilice un discurso que “profundice las divisiones”. ¿Acaso, ilustre, admirado y respetable Dr. Toro Hardy, eso que afirma, y como lo afirma, no profundiza la división? ¿Será mentira que una parte importante de las clases pudientes y preparadas no se sientes ‘mejores’, en algún sentido humano o cultural, que los que no han tenido oportunidades? Es válido el argumento según el cual hay, dentro de nuestra sociedad, gente que desempeña distintos roles. Los hay con más estudios que otros, los hay más dedicados, técnicos, expertos en una u otra área. Pero no es válido creer que una licenciatura, un doctorado en el extranjero o tantos años de trayectoria en una empresa determinada le otorgan mejores elementos de juicio a un individuo, por sobre otro, para saber quién lo engaña. Su subestimación es odiosa e inconsciente. Y digo inconsciente porque no dudo de sus buenas intenciones, pero sí de su dedicación en meditar la naturaleza de sus palabras, por más profesional y preparado que usted sea. Al separarnos entre gente de ‘más criterio’ y de ‘menos criterio’ para discernir entre opciones, sobre la base de un concepto tan abstracto como lo es la preparación intelectual digna de razonamientos políticos acertados, no puedo sino sentirme asqueado y, a la vez, terriblemente humillado, al igual que una mayoría de nuestro país que se ha visto marginada de esas oportunidades y califica perfectamente para ser ‘menos preparada’. Pero usted, y los muchos que como usted se arropan con ese espíritu clasista e inconsciente, no parecen reparar en su grave error y en que la actual división tiene su verdadera raíz en esa concepción, que quizá nunca comprendan, pero sin duda todos sentimos hoy sus efectos. Quizá usted no lo interprete así, quizá no perciba la humillación a la que somete a los más desafortunados con sus palabras, pero tiene que entender que otros sí y no hay razones para culparlos. Muchos que han tenido oportunidad de trabajar, de acumular, de estudiar, culpan a los pobres de no haberlo logrado. Arguyen ‘flojera’, ‘ignorancia’, etc. ¿Debe ser esa la actitud ideal de nuestras ‘vanguardias’ económicas e intelectuales? ¿Por qué sus críticas minimizan, por omisión, esos temas? Los pobres son inicialmente víctimas, y básicamente de la falta de respuestas de un sistema político que les excluyó. Hoy, con las imperfecciones, los errores, los lamentos, pero en efecto, responden a esa marginación. No imagine usted que las respuestas pasan por objetar conciencias desde el poder, desde arriba. La lucha sincera por los pobres pasa de un trabajo a su lado, no inicialmente por una prédica política que se endilgue mayor cercanía con la verdad pero, paralelamente, subestima En diferentes grados a los más empobrecidos... a los que más. Responder a los que llama las “prédicas de la violencia”, no se limita a quienes no han podido prepararse, digamos, lo que usted llame ser preparado. Es algo más circunstancial, también psicológico, y, por demás, reducido a minorías que extienden esa violencia al conjunto social. No le niego razón en el espíritu de la idea, pero está incompleta, y es odiosamente discriminatoria ¿Qué quiere? ¿Que el voto sea para los licenciados? ¿Qué volvamos a las épocas más antidemocráticas? ¿Eso daría garantía de respuestas políticas correctas? ¿Acaso no eran muy preparados, eso que usted llama ser preparado, los políticos, los ministros, de tantos gobiernos anteriores y nuestro país respondió repudiando sus gestiones? Pero más allá de tan complejas cuestiones, de difícil repuesta, simplemente, lo irritante y triste no son sus ideas, sus propuestas, que aportan y dan pie a la sana discusión... sino la premisa subyacente, sutil pero penetrante, que no pasa desapercibida para esos que usted califica de no preparados y más proclives a la violencia, de distinguir entre ciudadanos de primera y segunda. La buena fe se presume, sin duda ¿pero es buena fe discriminar, aunque sea de manera inconsciente, y pretendiendo tomar el discurso de la razón? Está de más su experticia petrolera, su sapiencia en historia, su brillantez discursiva, cuando antes de eso, discrimina entre el soporte de nuestra gente para decidir políticamente. La perfección no está en el seno de los cultos, pero sin duda, más cerca, sí, de los humildes. |