ESTIGMATIZADAS ARGENTINAS

-Martha Rosemberg: un caso psicopatológico por Alejandro Borgo
-Crónica estigmatizada: los casos de la Rosemberg y la Buchet  por Christian Sanz

Martha Rosemberg: un caso psicopatológico
Alejandro Borgo*

Martha Rosemberg, ha sido un caso psicopatológico, con algún componente de estafa y fraude. Los medios de comunicación empezaron con sus maniobras habituales: darle prensa y pantalla, estimular el interés de la gente apelando al tema de las "sanaciones" y los "milagros", llegar al pico de audiencia, y luego comenzar a desenmascarla mostrando las cosas que deberían haber mostrado desde un principio.

Participé de tres emisiones de un programa televisivo en donde me convocaron para discutir el tema.

- Nadie vio nunca el momento en que los estigmas aparecen y desaparecen.
- Esta mujer ya había aparecido en el año 2001, diciendo que en su casa, un cuadro de Cristo sangraba, y ya en ese momento se había acumulado gente para ver el "milagro" y rezar.
- El caso presenta todas las característiccas habituales de los estigmatizados: la mujer recibe "mensajes", "sana" a través de Cristo, presenta una personalidad fabuladora, y dice que pierde la conciencia cuando está "sanando".
- Se descubrió que está registrada en la AAsociación Argentina de Actores, es decir, es actriz, y participó como extra en varias películas.
- También se supo que debía una cantidad dde dinero considerable.
- Sus familiares revelaron que solía autoiinflingirse heridas.
- Su deseo de protagonismo era evidente: nnunca dijo que no a las cámaras de TV, hasta que empezaron a hacerle preguntas incómodas. Su fastidio era evidente cuando había comentarios inconvenientes para ella.
- Afirmaba no cobrar por sus "sanacioones", pero dejaba que la gente "colabore" con lo que pueda...
- Acudía a la frecuente muletilla que utillizan los charlatanes: "sanar" no es lo mismo que "curar". La "sanación" es un proceso que va desde el interior hacia el exterior, y la "curación" va de lo exterior a lo interior.
Es decir, ella NUNCA tiene ninguna responsabilidad, sobre todo con respecto al posible ejercicio ilegal de la medicina, contemplado por el artículo 208 del Código Penal argentino.
- Recibió la invitación del Dr. Chouela, ddermatólogo del Hospital Argerich de la ciudad de Buenos Aires, para concurrir a hacerse análisis de la sangre que "brotaba" de sus "estigmas", pero NUNCA concurrió.

En fin, un cóctel de misticismo, fraude psicopatológico y estafa moral. Sobre todo para las miles de personas que fueron a buscar una solución mágica, atraídos por el irresistible imán del "milagro". Había enfermos terminales, gente en sillas de ruedas, niños, etc, etc, etc.
Los medios de comunicación la favorecieron para luego desenmascararla cuando el fraude ya era totalmente evidente. Mientras tanto, ganaron varios puntos de rating que no habrían logrado si sencillamente la hubieran ignorado.

*Alejandro Borgo (correo electrónico: haleke@hotmail.com) fue uno de los fundadores del Centro Argentino para la Investigación y Refutación de la Pseudociencia (CAIRP) institución decana del escepticismo en Latinoamérica.

Crónica estigmatizada
Christian Sanz*

Aquellos que nos dedicamos al escepticismo –sobre todo a la refutación- solemos recibir más agravios que apoyo por parte de la gente, sobre todo cuando nos metemos en temas religiosos. Es un punto en el que mucha gente se pone susceptible y siente la obligación de defender todo lo que suene a “religión”, aunque no tenga que ver con ella. Mucho de ese tipo de críticas las recibí en medio de la investigación de dos mujeres con los supuestos “estigmas” de Cristo. Todo empezó cuando Martha Rosenberg, autotitulada estigmatizada”, mostró frente a cámaras de televisión presuntas cicatrices del calvario de Jesús en sus manos y pies. Supe acerca de su caso, no por haberla visto en la pantalla de la televisión, sino por los llamados de mucha gente que me contaba acerca del fenómeno y me pedía que creyera en él. Cuando me llamaron de los medios de comunicación, me solicitaron lo mismo: que investigara sin ser tan escéptico y me abriera a la posibilidad de que un milagro pudiera haber aparecido ante la opinión pública. Yo sabia que no podía prometer eso y sólo me dediqué a hacer lo que debe hacer un periodista: investigar.
La historia de Martha Rosenberg presentaba demasiadas fisuras como para salir airosa de la indagación. Martha pertenecía a la Asociación Argentina de Actores y su pasado mostraba historias de autoflagelación nunca aclaradas por ella. Eso, sumado a la negativa de Martha a ser investigada por la ciencia, hizo que el descrédito minara su credibilidad.
El empujón que faltaba lo aportó Canal 2 -con ayuda de quien escribe estas líneas- al mostrar los montos de recaudación que diariamente se acumulaban en casa de la “estigmatizada” Rosenberg. Miles y miles de pesos “donados” por la gente. Cuando creí que el tema estaba zanjado y podía descansar respecto a este fenómeno, apareció una nueva “enviada del cielo”. Su nombre era Claudia Buchet y aseguraba que, aparte de los estigmas en sus muñecas, era poseedora de una virgen que lloraba lágrimas de sangre. Fue en ese momento que me di cuenta de que era hora de volver a la TV. La producción el programa “Va por vos” me pidió, como otras veces, que los ayudara a investigar a Claudia y su virgen llorona. Lo primero que hice fue explicar la cantidad de fraudes que han existido a lo largo de la historia de estigmatizados y vírgenes que lloran.
Recordé la historia de uno de los estigmatizados más famosos y fraudulentos de la historia: Giorgio Bongiovanni (si bien este último fue desenmascarado en 1993, lo dicho no alcanzó para que muchos de sus seguidores dejaran de seguir sus pasos). Luego pedí a Claudia que me permitiera investigarla personalmente, a lo cual accedió parcialmente. A la mañana siguiente estaba yo en la casa de esta mujer junto a dos colegas de Canal 2, uno de ellos camarógrafo. El nerviosismo reinante en el ambiente debido a mi presencia fue más que elocuente. Claudia estaba rodeada de familiares y amigos que todo el tiempo me pedían que fuera indulgente, mientras yo les explicaba que mi trabajo no era el de creer o no creer, sino el de comprobar que algo fuera cierto o no.
Comencé entonces una amable entrevista en la que pregunté a Claudia cuándo y cómo había empezado a creer en los poderes de la virgen. Ella me aseguró que su hijo había sido sanado “milagrosamente” de una enfermedad muy complicada y eso había despertado su vocación. Le pregunté entonces si no tenían algún crédito también los médicos que habían intervenido en la curación de su vástago, lo cual admitió sin gran alegría. Pedí a Claudia entonces que citara testimonios de otra gente que se hubiera sanado con la presencia de su virgen y –extrañamente- me nombró dos casos en los que sendos protagonistas fallecieron (uno de ellos fue el caso de María Belén, la chica que esperaba transplante de pulmón), lo cual no me aportaba pruebas de eficacia justamente. Luego pedí que me dejaran tomar muestras de sangre de la virgen y otras pruebas afines. Claudia accedió con temor y quiso convencerme de no hacerlo al afirmar que probablemente la virgen lloraría sangre si tocaba su rostro. Yo había observado la imagen y sabía que no tenía conductos por los cuales hacer llorar a la virgen, por lo cual podía descartar ese tipo de trucaje. La imagen era de plástico y estaba completamente hueca, por lo cual asumí que la sangre que se observaba podía haber sido puesta a mano.
Con un hisopo tomé mi muestra mientras ironizaba para la cámara: “Estoy tomando muestras de sangre de la cara de la virgen y no lloró como dijo Claudia que tal vez sucedería”. La cara de los presentes me demostró que la ironía no había sido buena idea. Claudia me aseguró que los días 12 de cada mes era probable ver llorar a la virgen, por lo cual le pedí que dejara que la filmáramos. Con la excusa de que la cámara no funcionaría, por el “gran poder de la virgen”, Claudia no nos dio el permiso solicitado. Luego hizo una prueba con su cabello. Me pidió que lo oliera antes y después de humedecerlo con agua. Antes de mojarlo no tenía aroma alguno y luego de hacerlo, comenzó a oler a rosas. “Buen truco”, le dije, agregando que “ahora me gustaría que lo hiciera bajo otras condiciones de observación”. Claudia dijo que sí, pero luego declinó. Le expliqué que era mago y que, como tal, podía reproducir el mismo efecto. Le expliqué, incluso, de qué manera. Llegó la hora de ver sus estigmas y Claudia comenzó a ponerse parca. Ante la insistencia incansable de quien escribe estas líneas finalmente declinó y mostró sus muñecas. Las marcas eran tan malas que hasta un sacerdote, dos días más tarde, las refutó con facilidad. Obviamente, Claudia no dejó que examinara en profundidad los “estigmas” y, consecuentemente, me dio más argumentos para sospechar de ella. Para cambiar de tema, me dijo que recibía mensajes de la virgen, la cual hablaba a través de su persona. Le pedí entonces que me dejara escuchar algunos de esos mensajes.
Lo primero que me impresionó fue que eran demasiado simples, algunos de ellos contradictorios y otros poco creíbles (en mensaje de 8/12/01 dice que "ya falta poco para el final del dolor", mientras que en mensaje de 7/7/02 asegura que "la paz está lejos", por ejemplo). Otra cosa que me llamó la atención es que, si bien Claudia había asegurado que al dar los mensajes la virgen tomaba posesión de su cuerpo, al escuchar su reproducción, los mismos mantenían sus mismos defectos personales de lenguaje y dicción (dice "siganmén" y "defiendanmén" en uno de sus mensajes).
Vale aclarar que Claudia es una mujer muy poco instruida. Volví entonces a preguntar sobre el tema del llanto de sangre de la virgen y Claudia me aseguró que el padre Joaquín de Quilmes –su zona de residencia- había certificado su autenticidad. Esto último fue desmentido horas después por el propio sacerdote, quien lo negó rotundamente. Con todo ese material me apronté a irme de su casa pero, vaya a saber porqué, Claudia me hizo una llamativa confesión: “Sé que me vas a investigar, por lo cual te aclaro que estuve en una cámara oculta de Marcelo Tinelli en 1995 y en otro programa en 1997”. Luego de sus palabras, empecé a entender cómo venía la cosa.
Para completar mi trabajo periodístico, lo primero que hice fue asegurarme de algunos datos que tenían que ver con este tema, por lo cual hablé con psiquiatras, bioquímicos y dermatólogos. Asimismo mandé a analizar la sangre de la virgen, lo cual dio positivo (efectivamente era sangre). Cuando me encontré esa misma tarde sentado en el estudio de Canal 2, ya sabía que todo era un fraude, pero me sentía apenado por Claudia, ya que me parecía que ella realmente creía en su propio caso. Cuando tuve que enfrentar la cámara, dije todo lo que objetivamente había observado e investigado, sin agregar adjetivo alguno. Recordé que siempre se debe desconfiar de lo que la mano del hombre puede reproducir. Ya lo había dicho un conocido filósofo: “afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias”.
Es decir, si los supuestos estigmas de Claudia podían provenir de ella misma, eso es lo que deberemos creer hasta que pueda demostrarse lo contrario. No hay que olvidar que muchas de las personas que presentan estigmas alrededor del mundo tienen una personalidad tendiente a la histeria, lo cual los hace proclives a flagelarse a sí mismos. Lo mismo sucede con las lágrimas de sangre de la virgen. Mientras no pueda probarse que provienen de la propia figura, debemos sospechar de la intervención humana.
En medio de mi explicación sobre el tema, llamó Claudia enojada, pero no se animó a debatir conmigo. Le pedí entonces que refutara alguna de las cosas que yo había dicho, lo cual no pudo hacer. Sólo atinó a decirme que era “un hombre que investigó con poca fe”, a lo cual le respondí que era periodista, lo cual implicaba que debía investigar con escepticismo, no con fe. Por las dudas, le pedí que me indicara si había dicho alguna inexactitud, pero ella insistió con que no hablaría conmigo.
Para algunas personas del canal, Claudia había sido una verdadera decepción. Realmente le habían creído y ahora no sabían qué decirme. El día siguiente fue aún peor. Comenzaron a aparecer denuncias de sus propios vecinos sobre manejos de dinero y Claudia ahora debía responder a sus nuevas acusaciones. Yo ya había hecho mi trabajo. Mientras ella trataba de defenderse de lo indefendible yo estaba trabajando ya en un nuevo caso de fraude a pedido del noticiero de Canal 2.
Las felicitaciones por mi labor sobre Claudia Buchet, me daban fuerzas para seguir adelante. Y las palmadas en mi espalda me habían demostrado que, a pesar de las críticas de muchos creyentes, no estaba en el camino equivocado...

*Christian Sanz (correo electrónico: christiansanz@hotmail.com) es fundador de la Asociación Argentina de Lucha contra las Pseudociencias (ASALUP).