Establece que el delito se asemeja al dolor, el hombre siempre lo sufre.
Por tanto el delito es natural al hombre como el dolor.
La normalidad del delito es como la normalidad de el
dolor al hombre, aunque si ya hay delito o dolor, estos son síntomas de
enfermedad, del hombre o en su caso de una sociedad.
Y sistematiza en dos proposiciones: