Red Nacional de Investigadores en Comunicación

III Jornadas Nacionales de Investigadores en Comunicación
"Comunicación: campos de investigación y prácticas"


NUEVAS TECNOLOGIAS Y VIDA PRIVADA: UN APORTE TEORICO-METODOLOGICO

Por Sandra C. Valdettaro
Departamento de Ciencias de la Comunicación
Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales
Universidad Nacional de Rosario.Argentina

Las transformaciones del sistema mediático que desde hace varios años estan sucediéndose plantean la necesidad de iniciar un estudio capaz de ampliar nuestro conocimiento sobre los comportamientos de comunicación y sobre la construcción de representaciones sociales a partir del complejo tecnológico-comunicativo instalado en el hogar.

En tal sentido, el presente trabajo se propone avanzar en la indagación de las modalidades de consumo mediático en el marco de la vida cotidiana como un escenario de articulación de distintos niveles de representación de lo global y lo local, lo público y lo privado, la producción y el consumo.

Una importante línea de investigación en el contexto de los estudios mediológicos actuales es la reflexión sobre los comportamientos y representaciones simbólicas ligados al uso de los medios domésticos, en sus condiciones habituales de utilización. Desde este punto de vista, "lo global" y "lo local" no aparecen como meros conceptos abstractos derivados de una trivializada visión posmoderna de la cultura, sino que se constituyen en conceptos altamente explicativos operando como sustrato simbólico en la conformación de la imagen del mundo en el marco de la vida cotidiana.

Varias son las corrientes a partir de las cuales poder reconstruír una mirada teórico-metodológica que contemple como objeto de estudio privilegiado el espacio de la mediación y la articulación.

 Por un lado, desde el ámbito específico de las Teorías de la Comunicación, a partir de la década del 80, se comienza a pensar en el rediseño mediático de los espacios sociales tradicionales. Se asume así la necesidad de producir cambios profundos en el interior del discurso teórico y metodológico sobre comunicación que derivó en la incorporación de enfoques de "long-run"

cuyo interés central no era ya medir actitudes u opiniones puntuales, sino tratar de reconstruír el complejo proceso de producción de la imagen pública. Las teorías de los efectos cognitivos de los medios, ancladas en ciertos enfoques de la sociología del conocimiento, remiten a la centralidad que adquieren los procesos simbólicos y comunicativos como presupuestos de la socialidad, esto es, a la relación entre la acción constante, sostenida y acumulativa de los medios y el conjunto de conocimientos sobre la realidad social.

El presupuesto que recorre esta idea es el de una interdependencia directa entre los sistemas tecnológicos de mediación simbólica y la construcción de la imagen pública en una sociedad. Es por ello que, incluso acaso en el nivel de la interacción, aparecen los media como estableciendo las condiciones de nuestra experiencia del mundo. No habría posibilidades, en las sociedades altamente mediatizadas del presente, de construcción de una imagen del mundo mas allá del marco interpretativo que proponen los media. En tal sentido, podría hablarse de una especie de continuidad cognitiva entre el sistema de medios -como "frame", como marco interpretativo otorgador de sentido- y los conocimientos compartidos públicamente.

El concepto de "efecto cognitivo" puede definirse como "el conjunto de las consecuencias de la acción comunicativa, de carácter público e institucional, que inciden en las formas del conocimiento cotidiano (de los saberes públicamente compartidos) que condicionan la manera en que los individuos perciben y organizan su entorno más inmediato, su conocimiento sobre el mundo, y la orientación de su atención hacia determinados temas, así como su capacidad de discriminación referida a los contenidos de la comunicación de masas"

. Complementariamente, los llamados estudios culturales sobre audiencia, partiendo de las consideraciones pioneras de Hall

sobre la naturaleza de los procesos de codificación y decodificación, se presentan actualmente como una de las mas importantes líneas de desarrollo dentro de este campo.

 Aunque sigue siendo la televisión y el ambiente por ella creado un motivo específico de estudio, se extiende la mirada hacia una consideración mas amplia de las funciones de diversas tecnologías de comunicación e información en la esfera doméstica, y se amplía la perspectiva hacia las modalidades del entorno tecnológico-comunicativo en la construcción de nuevos y diversos tipos de identidades -locales, nacionales, internacionales; públicas y privadas- en el contexto general de una geografía posmoderna massmediática.

Como principios básicos, y en el marco general de las lógicas de negociación del sentido, se parte de las nociones de audiencia activa y de naturaleza polisémica de los mensajes, dejando de lado, de este modo, tanto las posturas de tipo frankfurtianas de análisis ideológico que derivan en fuertes efectos conductuales, como las consideraciones funcionalistas en torno a las capacidades integristas de los medios en la sociedad. Intentando un camino que trate de ligar, de todos modos, los niveles de explicación pertinentes en ambas tendencias, se trata de encontrar las articulaciones, complejas y contradictorias, entre los niveles de las estrategias ideológicas centradas en la preeminencia teórica del texto y las tácticas del trabajo de la recepción como un lugar libre de imposiciones. La cuestión aquí es, en definitiva, evitar tanto una tendencia extrema a la textualización, como a la consideración de la recepción como lugar no contaminado por las estrategias de la ideología.

 En este sentido, y siguiendo a Giddens, consideramos el nivel de la estructura no como externo a la acción, sino como reproduciéndose en el interior de las actividades concretas de la vida cotidiana, esto es, como formación histórica sujeta a modificación.

Así, el proceso de estructuración se constituye en el nivel de la acción al mismo tiempo que la acción se constituye estructuralmente. En tal visualización de los microprocesos como reproductores de macroestructuras el concepto de "negociación de sentidos" cobra operatividad como una instancia necesariamente inestable e incompleta y siempre de naturaleza procesual. Por lo mismo, la noción de "habitus" de Bourdieu

-en el sentido de matriz de disposiciones y competencias capaz de generar un sinnúmero de variaciones estructuradas- permite aprehender significativamente la articulación de estas dos dimensiones.

El proceso por el cual se genera sentido en comunicación es abordado principalmente a partir de dos perspectivas. Una, de carácter semiótico-discursivo, a partir de la cual se exploran las estructuras y mecanismos de los textos mediáticos y las distintas relaciones de lectura y recepción establecidas, y la otra, de corte mas sociológico general, que tiende a examinar las restricciones impuestas a la producción de sentido por los orígenes culturales del lector/receptor.

Dichas vías de análisis permiten la articulación de las modalidades de interpelación de los sujetos como sujetos discursivos a partir del complejo de discursos existentes que componen una formación discursiva -el interdiscurso

-con los marcos de contextos sociales específicos de recepción. Si bien desde el polo de la emisión se intenta imponer ciertas clausuras en la estructura del mensaje tendientes a establecer un modo de interpretación "preferencial o dominante", apoyado en los modos de destinación y los estilos particulares de los textos mediáticos, no hay en verdad transparencia ni correspondencia unívoca con el nivel de la decodificación.

La observación y el análisis de las particulares formas de relación con la audiencia permitirá comprender hasta qué punto las decodificaciones se producen dentro de los límites de los modos preferencial o dominante propuestos por el mensaje y hasta dónde esas decodificaciones son producto de los códigos y discursos de diferentes sectores de la audiencia. La problemática de una relativamente inestable distribución social de códigos culturales llevará a reconceptualizar la audiencia en otros términos, como una compleja red de subculturas y subgrupos superpuestos en las que se emplazan individuos concretos.

En relación a las posiciones que puede adoptar el decodificador podemos encontrar por lo menos tres actitudes, a saber: la que tiende a aceptar plenamente el sentido que le ofrece el marco interpretativo del mensaje, por lo cual la decodificación se hará según el marco dominante; la que supone que el decodificador acepta a grandes rasgos el sentido codificado pero lo adapta a cierto contexto concreto, operación que significa una modificación parcial del sentido preferencial en el marco de una decodificación negociada; y, por último la que plantea la posibilidad de que el decodificador discierna el contexto en el que fue codificado el mensaje y aporte un marco de referencia distinto, de oposición.

Las lecturas dominantes, negociadas o de oposición se despliegan en realidad en un campo de variaciones internas en el cual la experiencia y la respuesta individual dependerán de los recursos culturales de que se dispone en un determinado y específico contexto social estructurado.

El hecho de tomar a la familia como contexto específico de análisis no significa presuponer allí una especie de escenario no antagónico de decodificación. No es la familia una "unidad de consumo" de mensajes; la podemos ver, al contrario, como una especie de arena de enfoque (monitoring) en la cual los distintos personajes van tomando determinadas posiciones en relación a sus diversas imágenes del sí-mismo.

Las prácticas, las rutinas y los rituales del tiempo libre y la cotidianeidad en la vida familiar se encuentran pautados a partir de una no determinada serie de restricciones simbólicas, imaginarias, físico-espaciales y temporales. El marco masculino-femenino de la interacción, las relaciones de status interfamiliar, las pautas cambiantes de ver televisión, la actividad de selección de los programas, las situaciones de "visión forzada", las rupturas generacionales, etc., todo ello implica un sinnúmero de complicadas actividades interpersonales de comunicación en las cuales se juegan, en definitiva, relaciones de poder. En la medida en que la televisión se constituye en centro de la actividad familiar, en torno a ella surgen configuraciones de dominio, zonas de conflicto, tomas de decisiones y establecimiento de reglas, explícitas o encubiertas. El estudio de las modalidades del consumo mediático debe necesariamente abordar un análisis de las variedades de escenarios domésticos y de los tipos de hogares donde se despliega.

Es necesario tener en cuenta, en la observación y análisis de los distintos escenarios familiares y domésticos, diversas expresiones de la relación entre medios y audiencia. Ante todo, partir de la consideración de que lo doméstico no es una categoría simple.

La familia se extiende mas allá de los límites del hogar y en el consumo de bienes, servicios y sentidos define una relación con el mundo. Los sentidos del consumo televisivo no se circunscriben a la relación TV-espectador sino que se producen y sustentan en la lógica de las actividades de la vida cotidiana. La caracterización de la familia como un escenario doméstico de comunicación e información formado por distintas tecnologías obliga a especificar cada relación de consumo en sí misma y entre ellas, esto es, la definición del espacio interdiscursivo específico. Las modalidades de consumo mediático y las maneras en que la gente incorpora los sentidos ofrecidos por el medio, el cómo de la relación entre los textos y la audiencia plantea la indagación de ciertas cuestiones retóricas. Las variadas formas de la estructura física de las viviendas con la existencia o no de "espacios especializados", y la organización de los ambientes domésticos generan efectos determinantes para las modalidades del consumo mediático. Todas estas especificaciones llevan a la necesidad de considerar de manera adecuada las complejas dimensiones sociales, psicológicas, rituales e ideológicas del consumo mediático.

La noción de consumo es tomada aquí como un proceso general que incluye al menos dos instancias, una material y otra simbólica

, como proceso activo y creativo, pasivo y determinado a la vez. El consumo productivo -"prosumo" para De Certau- es el nivel de las "tácticas deambulatorias" de las prácticas cotidianas que implican habilidades productivas y consumidoras, aspectos creativos de uso de las tecnologías que operan sigilosamente sobre la base de las imágenes dominantes del márketing y la publicidad. La familia, de este modo, se presenta como una célula multiactiva en la cual convergen estilos de vida diferenciados.

Asimismo, en el marco de la audiencia como mercancía, en su carácter de consumidora, los productos mediáticos toman forma semejante a cualquier otro bien de consumo. Pero el aparato de TV y las demás tecnologías se posicionan desde el inicio como objetos simbólicos del mobiliario de la casa. Implican una elección de diseño y estilo que expresa algo sobre los gustos de sus propietarios y que comunica esa elección por el lugar que ocupa en el hogar. Aquí la importancia está puesta en la observación de la articulación entre la naturaleza material del hogar y las reglas culturales que le asignan a la tecnología cierto lugar en la casa

. En síntesis, la investigación debe desarrollarse en relación a la idea central del espacio doméstico como lugar de articulaciones de una serie de oposiciones paralelas: público/privado, masculino/femenino, producción/consumo, trabajo/ocio, etc.

Son necesariamente los métodos etnográficos los adecuados para intentar elaborar estudios que tiendan a descubrir tanto las regularidades en las pautas de conducta de decodificación y de respuesta como los elementos de diversidad y de emergencia de nuevas prácticas, intentando reflexionar sobre las intrincadas relaciones de lo diverso con lo homogéneo.

Este tipo de indagación se ubica, por lo tanto, dentro de la tradición interpretativista de los análisis sobre audiencias. Dado que una de las características principales de los sistemas de comunicaciones actuales es el de relacionar los diferentes espacios -el público y el privado, el nacional y el internacional- y necesariamente, al hacerlo, desdibujar "fronteras" -sean estas de naturaleza físico-espacial como las del hogar doméstico o las de la nación; o simbólicas, como las diversas imágenes de "identidad"-, el marco analítico debe ser entonces aplicable tanto en el micronivel como en el macronivel. Tal es la pretensión de las perspectivas planteadas en el marco de estos paradigmas.

Desde el punto de vista metodológico, intentar una etnografia de la audiencia implica ante todo entender a la investigación como una práctica discursiva, como el resultado de encuentros discursivos entre el investigador y sus informantes. En tal sentido se trataría en definitiva de una cuestión de interpretación, de construcción conjunta de la realidad a partir de una cierta lectura de diversas lecturas.

Siguiendo el punto de vista de Schutz de que "la indagación de los principios generales segun los cuales el hombre organiza sus experiencias en la vida cotidiana es la primera tarea de la metodología de las ciencias sociales"

, la perspectiva fenomonelógica del estudio de la audiencia en su escenario natural y los métodos cualitativos de recolección de datos parecen ser los mas adecuados para un acercamiento a la lógica de la conducta cotidiana situada en relación a las modalidades de ingreso del -y en el- discurso público.

En este sentido, el hogar o la familia como ámbitos específicos de investigación, insertos en un ambiente social y cultural mas amplio, proporcionan con sus pautas de interacción cotidiana, con sus propios sistemas internos de relación, y su propia cultura de legitimación y de formación de la identidad, un laboratorio para la investigación naturalista del consumo y la producción del sentido

. La cuestión aquí no es reemplazar un nivel de análisis macrosociológico por otro micro, sino, al contrario, integrar el análisis de las cuestiones generales de la ideología, el poder y la política -que Hall

definió como la dimensión vertical de la comunicación- con el análisis del consumo, los usos y las funciones de las tecnologías de comunicación e información en la vida cotidiana -dimensión horizontal-. La articulación de las dimensiones de análisis vertical y horizontal permitirá arribar a un enfoque doble de las prácticas de consumo mediático. Entenderlas, simultáneamente, como rituales de estructuración de la vida hogareña y como modos simbólicos de participación en la comunidad; como maneras activas de consumo y producción y como un proceso que se da asimismo dentro de la esfera de la ideología.

La entrevista en sus distintas modalidades -individuales, grupales, etc.- como instrumento metodológico privilegiado no solo permite que la investigación tenga acceso a las opiniones y declaraciones conscientes de las personas encuestadas, sino que también nos da acceso a los términos y a las categorías linguísticas (al "andamiaje lógico" según Wittgenstein) en virtud de las cuales las personas construyen sus mundos y la propia comprensión de las actividades

. Sin dejar de lado lo planteado anteriormente, y para profundizar en este paradigma metodológico, es evidente aquí la pertinencia teórica de los distintos enfoques que se ubican dentro de las llamadas microsociologías de la vida cotidiana que implican un cambio de perspectiva metodológica en relación a la sociología en su conjunto al considerar las prácticas cotidianas y el lenguaje como objetos privilegiados de estudio de las relaciones sociales. La "microsociología" de Goffman, la "etnometodología" de Garfinkel y el "análisis de las conversaciones"-Sacks, Schegloff y otros- plantean en conjunto la reflexión sobre el hacer social en la red de relaciones de intersubjetividad.

Para Goffman será objeto de estudio privilegiado la dimensión de acción del lenguaje, su valor de interacción estratégica y su fundamento polémico (de batalla), centrándose en las "ocasiones sociales" -las realidades pequeñas y transitorias-.

El enfoque etnometodológico de Garfinkel se ocupa principalmente de la relación entre el sentido de lo que se comunica y el contexto, la situación en la cual aparece el uso del lenguaje, el aspecto local y contingente de la comprensión del discurso y de la acción, esto es, la construcción y el funcionamiento del sentido común, de aquello que se da por supuesto e interviene como tal en la comprensión del mundo social.

Por su parte, el análisis de las conversaciones intenta situar la conversación - una actividad libre en apariencia- como lugar de ejecución de reglas y competencias socialmente adquiridas.

De estas perspectivas es importante rescatar el carácter de primacía que adquiere lo público en el ámbito de lo privado, las rupturas que en el nivel de lo privado se realizan como consecuencia de una expansión de lo público en términos de las competencias socialmente adquiridas y exigidas para interactuar. Desde nuestro punto de vista, y en consonancia con lo anterior, se podría argumentar que la lógica de "lo público" se desarrolla en los marcos delineados por los sistemas de mediación simbólica socialmente hegemónicos que podríamos genéricamente nombrar como el sistema de medios. Hasta qué punto el nivel de la acción comunicativa en lo privado y en la interacción, se encuentra de algún modo estructurado por la gramática medial que caracteriza lo público es obviamente tema de investigación. La hipótesis central es, en este marco, la de una continuidad cognitiva entre el sistema de medios como "marco interpretativo" -como "frame"- y las modalidades de la interacción.

En términos de aclarar el concepto de "frame", y siguiendo a Goffman, podemos decir que definir una situación es responder a la pregunta sobre qué está sucediendo: establecer los límites del comportamiento adecuado, el marco que la distingue de otras situaciones, cualificar a los sujetos según el rol y el personaje que encarnan; estipular, en definitiva, el "significado" del encuentro.

Estas definiciones no se crean siempre y cada vez de la nada, sino que presentan una estructura y estabilidad propias. De tal manera, las definiciones se basan en el "como si" hubiese un acuerdo sustancial, efectivo, real, verificable. Dichos "consensos operativos" presentan la apariencia de un acuerdo y constituyen el umbral mínimo y básico de agregación de un sistema social. En realidad, el acuerdo es un ponerse de acuerdo sobre los límites del mismo, el marco. Dicho de otro modo, en el umbral mínimo de formación de un microsistema social está en juego la posibilidad misma de un acuerdo más que los contenidos específicos del mismo: es una especie de acuerdo vacío que constituye el marco con el cual cada actor social encuadra las secuencias de actividad. Así, "definir la situación significa identificar cooperativamente qué estructura dar a la interacción ... hay un trato y una lucha sobre la definición que se establece ... la versión de cada uno sobre qué es la realidad se integra en la definición de la realidad del encuentro ... hay un núcleo de poder ligado a la posibilidad de imponer la propia definición ... las definiciones de las situaciones son armisticios impuestos"

. De este modo, el "frame" está representado por las premisas organizativas de la actividad de los actores sociales. "Las definiciones de las situaciones se construyen de acuerdo con los principios de organización que gobiernan los acontecimientos y nuestra implicación subjetiva en ellos. "Frame" es el término que uso para referirme a estos elementos básicos"

. A nuestros fines de análisis, cobra importancia la actividad de aplicación de los marco -el framing- la cual constituye los "mundos" que estan al alcance de los miembros de una cultura y que son realizados rutinariamente, mediante la adhesión a sus convenciones. Los frames implican expectativas normativas que tienen que ver con la implicación profunda y plena del individuo en la situación. De tal forma, la interacción es vista por Goffman como el umbral mínimo de un núcleo social, como el "establecimiento del frame de accesibilidad mutua".

El propósito general de Goffman es describir las reglas que en una cierta época de la sociedad controlan las interacciones en la vida cotidiana, describir la estructura de la interacción en cuanto unidad fundamental de la vida social. Ahora bien, dicha estructura presenta una reglamentación "huidiza", muy sutil y difusa. Es la situación del sí-mismo (self) en la interacción, el sí-mismo del individuo en sociedad. Goffman divide al individuo en dos partes; una, "el actor", su soporte material, físico, biológico, cognoscitivo; otra, "el personaje", que está constituído por la imagen que un individuo tiene de sí mismo. Para Goffman, el individuo, como ser interaccional, tiende a concentrarse enteramente en "el personaje": "El self se atribuye al individuo sobre la base de la imagen social que representa su personaje"

. En esta gestión de la imagen social de los actores, "hay identidades sociales negociadas y trabajos de negociación, hay niveles mínimos, básicos, estipulaciones de una paz social provisoria y efímera". La construcción de la realidad social en la vida diaria se desarrolla mediante una corriente contínua de definiciones de las situaciones: la vida cotidiana, como conjunto de situaciones sociales, es una arena de enfoque o "monitoring" recíproco.

Si bien parece desdibujarse en los enfoques microsociológicos el tema del poder, se puede pensar, sin embargo, una teoría del Poder como emergiendo "de la manipulación del material simbólico, el poder de la persuasión, en definitiva, el que usamos en las situaciones diarias" ... "...al definir una situación, la cuestión de la realidad social y de su normalidad se plantea en los términos de aquel que posee el poder de establecer tal definición"

. Si bien, por lo tanto, no es posible encontrar aquí una postura tradicional en relación al poder, parece pertinente la articulación con las tesis foucaultianas del poder "irradiado".

Por su parte, la perspectiva de los etnometodólogos -Garfinkel- se centra asimismo en la vida cotidiana pero esta vez observada a partir de los modos, los métodos con los cuales se construye un escenario de sentido común, un ambiente social cuyos caracteres son los de una realidad preexistente. De este modo la consideración es que el contexto y el lenguaje, la escena social y la acción se determinan recíprocamente.

Reciprocidad y "provincias de realidad" son dos temas cruciales en la etnometodología de Garfinkel

. Principalmente referida al estudio de los conocimientos de sentido común que usamos en las prácticas cotidianas -los resúmenes, las explicaciones, las glosas con que reconstruímos la racionalidad de tales prácticas-, la actitud etnometodológica ve los elementos de la sociedad como productos de particulares situaciones sociales. El nivel del sentido común no se presenta "como un contexto transparente en su totalidad, sino más bien como una totalidad de "autoevidencias" que cambian de situación a situación, poniéndose de relieve en circunstancias específicas respecto a un background de indeterminación"

.

"El uso cotidiano, normal, del lenguaje, representa, inevitablemente, y al mismo tiempo, tanto una descripción de las escenas de interacción social como un elemento de estas mismas escenas que aquel consigue ordenar. Un enunciado no transmite solo una cierta información, sino que al mismo tiempo crea un contexto en el cual la información misma puede aparecer"

. Se puede decir, en definitiva, que el interés etnometodológico reside en la observación del carácter reflexivo de las actividades prácticas. A los fines de tal observación cobra importancia el concepto de "indexicalidad", el cual, derivado del problema linguístico de la enunciación en el lenguaje, y heredando esta problemática de lógicos y filósofos como Husserl y Peirce, es introducido por Garfinkel en la orientación sociológica. Las expresiones indexicales son las que marcan la inserción del discurso en la ocasión, en la situación en que se enuncian. Se subraya de este modo la naturaleza indexical del discurso común y de las prácticas cotidianas -las referencias de persona, espacio y tiempo que sitúan al discurso en un contexto-.

A los fines de la observación de los escenarios de la cotidianeidad, cobra también cierta relevancia el enfoque "conversacionalista" -Sacks, Schegloff, Jefferson-, el cual se propone explicar el "trabajo" llevado a cabo por los interlocutores al sostener una interacción verbal, al organizar su modo de proceder, al establecer algunos nudos cruciales que la estructuran.

La conversación, una actividad libre en apariencia, se muestra en realidad como un lugar de ejecución de competencias socialmente adquiridas. Estudiar las conversaciones desde este punto de vista significa "explicar los métodos que los sujetos emplean para construir los intercambios ordenados de palabra y para manifestarse el uno al otro la naturaleza regulada, coherente, descriptible de sus secuencias conversacionales"

. El mecanismo mas inmediatamente evidente parece ser el intercambio de palabra según movimientos coordinados entre los locutores, esto es lo que se nombra como el dispositivo o mecanismo de los turnos o reglas de la atribución del turno.

Es notable aquí la diferencia en relación a los planteos de Goffman ya que según él es preciso decidir qué pertinencia interesa, si la organización de los turnos por sí misma, o las secuencias de la interacción. En el segundo caso la unidad fundamental de análisis no es ya el turno y su organización reglamentada, sino el "movimiento", definido como todo periodo de discurso o de sus sustitutos, dotado de carácter unitario respecto a cualquier conjunto de circunstancias en las cuales los participantes se encuentren.

En efecto, la polémica contempla el hecho de que -según Goffman- lo que es fundamental en el uso del lenguaje en las interacciones cara a cara, no es una unidad conversacional, sino una unidad interaccional. El interlocutor no se dirige a un enunciado del locutor, sino más bien a cualquier cosa que el locutor y los demás participantes aceptan como un enunciado del locutor. Desde este punto de vista, el análisis de las interacciones cara a cara -y por lo tanto de las conversaciones-, aunque mucho más complejo y menos practicable, aparece sin embargo en condiciones de comprender elementos que de otro modo se omiten -en particular la trama entre acciones, movimientos no verbales y movimientos verbales-.

Mas alla de este elemento polémico, el mecanismo del turno implica, en general, la manifestación recíproca de los locutores de su comprensión de lo que está sucediendo. La conversación es, de este modo, una actividad negociada en la cual la coordinación no conduce "a una recíproca comprensión global que en realidad no existe. Lo que uno obtiene es un acuerdo operativo, un acuerdo para todos los fines prácticos".

Para terminar, quisiéramos remarcar que, en términos de intentar un enfoque teórico-metodológico capaz de dar cuenta de las complejidades del consumo mediático como articulador de diversas dimensiones de representación, un camino a recorrer tiene que ver con la articulación de las orientaciones aquí expuestas.

Las teorías sobre los efectos cognitivos de los media; las formulaciones sociológicas en la línea de Bourdieu, Giddens y De Certau; los estudios culturales sobre audiencia; y los enfoques microsociológicos, constituyen, seguramente entre otros, uno de los accesos pertinentes en tal sentido.

 Bibliografía:

Además de la bibliografía citada en las Notas, se toman como referencia los siguientes textos:

 

- Berger, P. y Luckmann, T., LA CONSTRUCCION SOCIAL DE LA REALIDAD, Buenos Aires, Amorrortu, 1968.

- Garfinkel, H., STUDIES IN ETHNOMETHODOLOGY, Englewood Cliffs, Prentice-Hall, 1967.

- Sacks, H., Schegloff, E, Jefferson, G, A Simplest Systematics for the Organization of Turn-Taking for Conversation, Language 50, 4, 1974.

- Schutz, A., ESTUDIOS SOBRE TEORIA SOCIAL, Buenos Aires, Amorrortu, 1974. Rosario, Argentina, octubre de 1996.

cfr Wolf, M; LA INVESTIGACION EN COMUNICACION DE MASAS, CRITICA Y PERSPECTIVAS, edit.Paidos, Barcelona, 1987; y Saperas, E., LOS EFECTOS COGNITIVOS DE LA COMUNICACION DE MASAS, Edit. Ariel, Barcelona, 1987.

Saperas, E., op. cit. p. 19.

Hall, S. (1973a), "Encoding-decoding in television discourse", reimpreso en S. Hall y otros, (1981), Culture, Media, Language, Londres, Hutchinson.

Giddens, A. ,Central Problems in Sociological Theory, Londres, Hutchinson, 1979.

Bourdieu, P., La Distinción, Madrid, Taurus, 1988.

Pecheaux, M. , Language, Semantics and Ideology, Londres, Macmillan, 1988.

cfr. Morley, D., Televisión, Audiencias y Estudios Culturales, Buenos Aires, Amorrortu, 1996.

cfr. Bourdie, P., op cit, y De Certau, M., The Practice of Everyday Life, Berkeley, University of California Press, 1984.

cfr. Bourdieu, P., "The Berber House", en M. Douglas edic., Rules and Meanings, Harmondsworth, Penguin, 1972.

Schutz, A., Collected Papers, La Haya, Martins Nijhoff, 1963, p. 59.

cfr Morley, D., op cit, p. 263.

Hall, S., Discurso Introductorio, International Television Studies Conference, Institute of Education, Londres, julio de 1988.

cfr. Morley, D., op cit, p. 261.

Wolf, M., Sociologías de la vida cotidiana, Cátedra, Madrid, 1979, p. 37, 38 y 39.

Goffman, E., Frame Analysis. An Essay on the organization of Experience, Harvard University Press, Cambridge, 1974, p. 10.

Wolf, M., op cit, p. 27.

cfr Goffman, E., LA PRESENTACION DE LA PERSONA EN LA VIDA COTIDIANA, Amorrortu, Bs. As. 1971.

IBIDEM, p. 90/101.

IBIDEM, p. 108.

Schutz, A. y Luckmann, T., LAS ESTRUCTURAS DEL MUNDO DE LA VIDA, Amorrortu, Bs As, 1977, p. 9.

Wolf, op cit, p. 132.

IBIDEM, p. 189.

Goffman, E., Replies and Responses, Urbino, Working Papers del Centro Internazionale di Semiotica e Linguistica, 1975, p. 3, citado en Wolf, M., op cit. p. 197.


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