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Yo estuve allí: 10 números atrás
A
tomar por cool: Adiós a la tele- por Fernando Márquez, el Zurdo
No
más rinocerontes: El conformismo como estrategia de control
¿Y
tú por qué editas un fanzine?" (10 números de El Efecto Orégano
Me
gustan las chicas Zara
Velox:
los velomotores son para el verano
A
todo el mundo le mola: La bola de cristal
A
otro con esa bola: La bola de cristal (2)
Nuestra
rebelión personal: Noche y día con Los Clash
Akakiy
Akákievich: el primer mod
Mántengase
fuera del alcance de los niños (Alex Tornasol y su colección de
discos)
Ya
sé que tienes culo (más reflexiones sobre la televisión, por Alex
Tornasol)
Odio
los Bitels
Squire:
la nostalgia prestada
Noticias
de la era pop |
|
Número dedicado a:
Mon y el Virus Púrpura,
Sabela, Juan Prieto (que desde Ortigueira colecciona discos que comparte),
Javier Morales y sus Ecos de Sociedad, Luisjo, César Prieto, Le
Touriste, Tremolina (el pequeño gran fanzine), Era Pop, Fiel Garvie, Nobel
(la mezcla perfecta entre Vacaciones, Nostrash y las Shirelles), Potion
(sonidos pop desde los USA), César García, Iñaki y Eduardo Orbezua, Bullit
(bailando soul hasta el amanecer), Afán Perdido, TBO, David Rivera (amigo
conspirador), El chaval de la Trenca, Mario de Andrés que nunca se
imaginará aparecer aqui, Words on Music, Deneuve (categoría
especial), Los Glosters (el beat-pop más divertido de nuestro país), Dewo
(que algún día cantarán sus melodías pop), El profesor Franz de
Copenhague, Gacela Thompson, The Boggie punkers, Ediciones Gamuza Azul,
Orpheo, Los Empresarios, Spanish Pop, Spanish Bizarro, The Shannons, Rock
Indiana, Planeta Amarillo, Elefant, Jorge
Rodiles, Cerezas
Revoltosas,
Pop Thing, Pin y
Pon, Ignacio Isasi,
Scuba Duba, Txetxu Elizalde, Judith Casado, Kola Conrad,
Belmondo
records, Pablo Cornejo, Tito Lorenzo, Fanzine Sifón,... y a los que
siempre quedan en el olvido.
RECOMENDAMOS LA
EDICION EN PAPEL: MAS ARTICULOS, IMAGENES, ...
Yo estuve allí: 10 números
atrás
Hoy he recibido un mail
de Mr. Ringo Rango invitándome a colaborar con un poco de ?chatarra
literaria? para ese gran acontecimiento que será el décimo número de El
Efecto Orégano. Y como estoy un poco desengrasado y creo que será difícil
aportar algo brillante a tan bizarra onomástica, creo que lo mejor será
contar que aunque ahora me parezca lejano, YO ESTUVE ALLÍ.
Yo estuve en
aquel Purple Weekend donde todo esto empezó después de un empacho de poses
mod y camisetas de dianas. Yo estuve allí cuando tener un fanzine fue la
única excusa que se nos ocurrió para ir a charlar con los
Selenitas. Y cuando al volver el lunes al despacho que compartíamos
empezamos a gestar esta revistilla que hoy ya va por su décimo número.
Lo más duro fue
sin duda establecer los cimientos en medio de la empanada mental que
teníamos. Nos tiraba el rollo mod - podíamos debatir durante horas sobre
el final metafórico de Jimmy en los acantilados de Brighton y bailar
espasmódicamente al ritmo de My Generation? pero tampoco queríamos
cerrarnos en una línea para un día descubrir que el As de Oros se había
vendido a los convencionalismos sociales. No queríamos acabar siendo una
pose de fin de semana, un panfleto transgresor escrito por cínicos
seguidores del sistema. Nos pusimos a escribir y a pedir a otros que
escribieran. Incluso fuimos un poco más allá, salpicando nuestras píldoras
escritas de una jerga propia que utilizaba términos como boscoso o
filisteo (gracias Zurdo, que hubiera sido de nosotros sin estas sonoras
palabras).
Y surgieron los
primeros números, cutres pero espontáneos, jactándonos siempre de nuestra
no-linea editorial y buscando presuntos afines allí donde quisieran estar.
Así conocimos a César Prieto, Tito Suspensos y a otro sinfín
de pacientes visionarios que nos leían número a número y nos ayudaban a
seguir, en la creencia de que al menos a alguien le llegaba nuestro
mensaje postadolescente. Llegaron también las primeras actividades para
dar a conocer nuestra peculiar visión nostálgica del mundo, primero entre
amigos y conocidos, organizando fiestas con sonadas performance ?
memorable aquella portando una pancarta exigiendo a Miliki la
devolución inmediata de las canciones de Fofó ? y siempre con una
excelente banda sonora que a veces estaba reñida con la asistencia másiva
de seguidores. Pero nos daba igual, ?hay que ser fieles a lo que nos
gusta?, decía Juan el Talibán.
Al mismo tiempo
entramos en contacto con otros fanzines y enviamos ejemplares del Efecto a
un sinfín de sitios. Así llegaron los primeros éxitos (?Juan de Pablos nos
ha mencionado en su programa!?) y las pequeñas referencias en otros
fanzines de mayor o menos importancia.
También empezaron
a surgir las primeras apariciones en televisiones y radios locales,
inolvidables algunas de ellas como esa mañana en la Ser de Castro en la
que The Catcher no consiguió pese a sus esfuerzos establecer un
vínculo conceptual entre El guardian entre el centeno y
Quadrophenia .
Y así, poco a poco,
número a número y reseña a reseña, El Efecto Orégano se fue convirtiendo
en una propuesta distinta y nutritiva para algunos. Yo abandoné el barco,
la vida me llevó a otros lugares y ya no escribo en ningún fanzine. Quizás
me esté volviendo un poco filisteo. Sin embargo, sigo desde la distancia,
este gran panfletillo que, todavía con su letra minúscula y su inexistente
tendencia ha alcanzado los diez números. ¡Quién lo hubiera dicho en aquel
Purple Weekend!... los Selenitas seguro que no.
Mr. Shankly
A tomar por cool: ¿adiós a la
tele?
Lo dejaré en
interrogación, que suena menos drástico. Pero, quién lo diría: yo,
teleadicto contumaz desde siempre, ya sólo me planto ante la dichosa caja
unas tres o cuatro horas diarias (en vez de las nueve o diez de antaño). Y
esas tres o cuatro horas, salpicadas de interrupciones (zapping literario:
o sea, que, cuando llegan los anuncios, si no hay nada apetecible en otras
cadenas, continúo la lectura de turno; o, si la programación no parece
especialmente apasionante, con un ojo puesto en el Fast
Browser).
Apenas hay
series (uno sangra de nostalgia evocando a la señora Peel, al matrimonio
MacMillan, los donuts del agente Cooper, los chilis del teniente Columbo o
las lapidarias frases de Hawk ?el guardaespaldas del sombrío Spenser-): en
el momento de cerrar este artículo, sólo quedan los husmeacadáveres de
«CSI» (felizmente recuperados tras su ausencia de meses, arrolladas
las huestes de Grissom por la marea PSM ?Puterío Siliconizado
Mononeuronal- de «Hotel Glam»). En el último trienio me he asomado
eventualmente a «Ally McBeal» (durante la breve y mágica etapa en
que Anne Heche ?mi mujer 10 para este nuevo siglo- me deleitó con su
síndrome de Tourette); he seguido algunas sagas de anomalías y mutaciones
(«Expediente X» -desde hace unos meses felizmente recuperada por
Telemadrid- o también «Más allá del límite» -destaco aquella
empática entrega navideña dirigida por Rebecca de Mornay y esa otra, con
impremeditados ecos de Alex de la Iglesia, de la telépata encarnada por
Jane Adams que acaba concitando en su minusválida persona las iras de su
comunidad vecinal-); las reposiciones de «Mr Bean», mi alter ego en
autismo y torpeza ante la temible cotidianeidad (hago constar que la
versión toonie que se han sacado de la manga en los últimos tiempos me
parece una soberana mierda), y de «Matrimonio con hijos» (devoto
que soy de las blancas carnes de Kelly Bundy y de las celinianas
sentencias de su progenitor, penúltimo epígono del Ulises joyceano); o
diversos cartoons («Los Simpsons» -aunque reconozco que, a la
vigésimo enésima reposición, como me pasó en su momento con «El Equipo
A», los visiono con algo menos de fervor-, «Futurama» o
«Rugrats» y, aún más recientes en mi córtex, dos series de
animación nihilista que he descubierto en un canal local ?Onda 6- y que,
en estos tiempos de flatulencias imperiales pseudocontestadas por
farisaicos ghandismos de pacotilla, me resultan de lo más cool: en
efecto, hablo de «Beavis & Butthead» -protoplasmas malolientes
de tantos iconoss posteriores de los 90, como los entrañables oligos
«Dumb & Dumber», y que hasta se permiten el lujo de incluir
eventualmente a la crítica musical Patricia Godes, a la sazón
semicamuflada en el personaje de Daria Morgendorffer- y del
pressing catch plastilínico de «Celebrity deathmatch» -que me
retrotrae a mis matineés del 92 gozando con la basura de Tele 5, primero
wrestling y, después, Kitano y sus colegas torturando a los sufridos
concursantes de «Humol amalillo»-).
Hablando de cuelgues,
no puedo omitir mi serie española favorita de los últimos años (felizmente
repuesta estos meses de canícula), «Manos a la obra» (con esa
megaactriz cómica llamada Nuria González ?Adela, la mejor encarnación de
Doña Urraca que se podía hacer más allá del tebeo- y el pedazo de
hebefrénico de Benito Lopera Perrote ?mostro del gotelé-). O mi
descubrimiento, también este verano, de un Atkinson previo a Bean, «La
víbora negra» (a la sazón repuesta por Localia y que me permite, de
paso, rendir homenaje a todas esas magníficas series británicas, tanto
jocosas -«Esto se hunde», «Reginald Perrin», aquella del
facha septuagenario cuidado contra su voluntad por una locaza de color, la
vuelta al mundo en plan Phyleas Fogg con el tartaja de «Un pez llamado
Wanda», la pasada galáctica del Enano Rojo...-, como serias
-«Retorno a Brideshead» y «Arriba y abajo», que tan
morosamente acariciaban mi nostalgia ruanesca de desclasado; o las basadas
en las intimidades de la realeza; o las de policías y ladrones, como
«Extraños», «Las viudas» o aquella de Helen Mirren en plan
férrea inspectora jefe-).
Otro hallazgo estival,
esta vez por Canal +, ha sido la serie «Friends», que, en
principio, me dio su poquita de grima (debido, sobre todo, a la presencia
de la buitresa Courteney Cox, a quien tenía bastante atravesada de la
estomagante saga «Scream») y ahora me cae bastante bien
(básicamente, por la extraña pareja de compañeros de piso que forman el
obtuso ?Matt Le Blanc- y el neurasténico ?Matthew Perry- y por la adorable
retardada emocional con toques New Age ?Lisa Kudrow-): no es la primera
vez que una comedia USA me entra con el pie izquierdo y acaba, con el
tiempo, causándome adicción (me ocurrió con «Roseanne», con la ya
mencionada saga de los Bundy, incluso con «Los Simpsons» -aunque en
este caso el problema fue su esspantosa llegada a nuestro país, cabalgando
sobre la probóscide innominable de Rossy de Palma-).
Y ¿qué se hizo de los
estrenos tv de sociópatas? (lo más granado de Antena 3 y Tele 5, en la
pasada década, eran aquellos docudramas en dos o tres entregas que
amenizaban los fines de semana y donde aprendimos la etología del predador
USA ?el seductor Ted Bundy, el tándem del asesino de la colina, la mamá
codiciosa que Lee Remick encarnó en «Amor, locura y asesinato», la
verdadera historia del rebelde sin causa que inspiró el rol de Martin
Sheen en «Malas tierras» y que en Antena 3 se nos deparó de manera
más sórdida bajo los rasgos de Tim Roth, o el parricidio como juego de rol
con ese orgásmico dúo formado por una Paltrow incipiente y su deliciosa
progenitora Blythe Danner...-). El mono sólo puedo combatirlo con
la revisión de algunos largometrajes («Copycat», «Seven»,
«El silencio de los corderos», «Natural born killers»...),
con algun@s villan@s de «CSI» (como esa espléndida variante de
Lecter encarnada por la hermana de Nicolas Cage, Alicia Coppola: una
experta en dietética enferma de porfiria que combate su mal asesinando
deportistas y bebiéndoselos en batidos proteínicos ?«hmmm, excelente»,
que diría Monty Burns-), con la relectura de algunos libros (nuevo
periodismo sobre el melancólico guitarrista Perry Smith o sobre el piadoso
follamuertas Henry Lee Lucas, más rumias de ficciones de Thomas Harris,
Stephen King, Clive Barker...) o con la escucha de ciertas baladas country
(«People say I?m no good» musita Charlie Manson desde la
cárcel).
Ya no hay presentadoras
de buen ver conduciendo espacios con las neuronas en su sitio (la mítica
Olga Barrio ?a quien Eduardo Haro Ibars, con su atinada intuición,
dedicaría un poema de combate-, la fallecida Inma de Santis, la gentil
Isabel Tenaille, la cálida Clara Isabel Francia, la elegante Jana
Escribano ?relegada a ocasional voz en off de documentales-...): lo más
aproximado, esa sonriente Sofía Garaizábal (del canal diocesano TMT), la
repostera Eva Arguiñano, Beatriz Pérez Aranda (con sus intervenciones en
el programa de Garci) y Karmele Marchante (el problema de esta última es
el espantoso contexto en que ha de desplegar sus talentos). El resto,
freaks microcéfalas como Leticia Sabater, marujas pirujas como las Campos
(madre e hija), manipuladoras malignas como la escrofulosa Milá, y caos
reptantes como las entidades a sueldo de Sardá, como la Lidia Lozano y sus
vegetaciones o como la Cristina Tárrega y su cara de asco. Casi, lo más
decente son las mujeres del tiempo y alguna
s locutoras de
informativos (Mónica Pérez, Ana Blanco, Marta García, Almudena Ariza,
Marta Reyero, Remedios Villa...). En cuanto a Ana García Siñeriz, aunque
todo el mundo me insiste en que es profundamente corta de entendederas,
con la personalidad de una patata semicocida, y verla con el cretino del
Schwartz me provoca tics eastwoodianos en el ojo izquierdo, su imagen no
deja de subyugarme.
Casi no hay teatro (el
«Estudio 1» es un fantasma errante que cada x tiempo aparece y se
esfuma de TVE). Y uno recuerda tantos títulos (el ya proverbial «Doce
hombres sin piedad», el «Calígula», los clásicos de Mihura o
Jardiel con Luis Varela dando su toque maestro, «La loca de
Chaillot», «Llama un inspector»...) o series dramáticas como
«Tristeza de amor» o, por supuesto, las estupendas creaciones de
Armiñán. El contraste con estos culebrones de plástico que hacen
hoy las privadas (en hospitales, comisarías, redacciones o cuarteles de
bomberos) es de un odioso subido.
En fin, no me extiendo
más. Digamos que mi refugio (largometrajes aparte) son los programas de
cocina (Arguiñano, a la cabeza, porque el resto todos me acaban, a la
larga, produciendo vergüenza ajena ?bien por pasarse de rosca en la
publicidad de los sponsors, bien por exceso de pluma, bien por escasez de
vocabulario, bien por untuosidad italiana que pone al invitado de los
nervios, etc-, y es que sólo Karlos, con los añadidos de su señora hermana
y de su maestro Arzak ?más la fantasmal y supersexy voz de Jone, la
directora, interviniendo puntualmente en cada programa con ese comentario
tan conciso y oportuno-, logra el equilibrio perfecto para hacer un
programa de cocina apurando al máximo los recursos telegénicos y metiendo
siempre su poquito de incorrección), los dibujos animados, algunos
documentales (esa deliciosa serie emitida por Telemadrid la pasada
primavera sobre los bebés y su desarrollo psicomotriz ?supongo la habrán
puesto también por otras autonómicas- o el alucinante trabajo de
docuficción «Futuro salvaje» que emitió TVE1 allá por junio y donde
se clavan mis intuiciones de que nuestro sufrido planeta seguirá tan
ricamente libre de este cáncer llamado Humanidad ?el sentir que tales
intuiciones, tan contrarias a la ñoñez catastrofista de los ecomembrillos
de Greenpeace, son refrendadas por importantes cerebros del mundo de la
ciencia me llenó una vez más de confianza en cuanto a mi sintonía
creciente con los tiempos que se van avecinando-), las reposiciones ya
mentadas de ácidas telecomedias y expedientes paracientíficos, los
coloquios de Garci y, ocasionalmente, la espectral ironía de Antonio
Gasset y la caudalosa parla de mi mentor Dragó. Informativos, apenas sigo,
salvo que se venga abajo algún rascacielos o se produzca algún megaapagón,
que los maoístas nepalíes monten el pollo, que el amigo Arnie nos pida su
voto para gobernador de California, que el delfín norcoreano esté en un
tris de atomizar a sus vecinos de abajo si los usacos le tocan las gafas
de sol o que se descuelgue Arzallus («he?s so cool») con un nuevo
sobresalto para las gentes de pro (esas tan amigas de poner puertas al
campo por mandamiento judicial, entre otros deportes boomerang tan propios
de nuestra piel de toro con la sesera espongiforme).
FERNANDO
MARQUEZ
(http://usuarios.lycos.es/YNALINNE)
^^
El conformismo como
estrategia de control
El conformismo nos
envuelve pero no sólo como un instrumento de control de la innovación sino
también como mecanismo de presión para acelerar los cambios no
siempre deseables.
?Es lo moderno?, ?Se
lleva ahora?, ?Tenemos que adecuarnos a la Unión Europea?...son coartadas
creadas desde el Sistema y sus colaboradores (periodistas, presentadores
de televisión, jueces, actrices, políticos,...) para justificar la
inevitabilidad de nuevas prohibiciones (desde la fabricación de
licores caseros hasta copiar un disco para uso privado sin pagar un
impuesto revolucionario) , la implantación de nuevos mecanismos de control
(los teléfonos móviles que alargan las jornadas laborales más allá de los
despachos y oficinas) o la desaparición de valores (la defensa de la vida
frente a la cultura de la muerte).
Quizás la obra
literaria que mejor ha descrito esta situación, como explica Rafael
Gambra en ?el Silencio de Dios?, es la obra teatral Rinoceros del
autor rumano Ionesco. La trama es conocida: en una ciudad sus
habitantes gradualmente comienzan a transformarse en rinocerontes. Pasada
la sopresa inicial los hombres poco a poco van asumiendo este destino sin
ninún atisbo de crítica o rebelión. Sólo Berlinguer, un hombre sencillo,
se enfrentará a este devenir del ser humano en animal, a esta aceptación
como inevitable de los cambios sociales que no siempre suponen un avance
hacia la libertad personal.
Berlinguer es un buen
ejemplo a seguir en estos tiempos convulsos: frente a lo presentado como
ineludible ? ?no merece la pena. Es imposible resistirse?- siempre puede
surgir una actitud de rebelión individual que diga - con una pequeña
(gran) voz - NO.
Y en ese momento
el mundo comenzará a cambiar frente a los emboscados, frente a aquellos
que cabalgan el tigre esperando mejores tiempos.
Claudio
Cuello
^^
?¿Y tú por qué editas un
fanzine??
La cultura pop
es- no nos engañemos- un producto de la sociedad mercantil en la que
nos vemos condenados a vivir los nacidos en este tonto Primer Mundo. Sin
embargo, desde los fanzines y algunos sellos musicales
independientes, con un espíritu semejante al de un coleccionista de arte,
tratamos de ser el último baluarte contra el artículo de masas.
Frente al consumo
compulsivo de caras, letras y sonidos, los fanzines, como Walter
Benjamin señalaba a propósito de los coleccionistas, somos
?una protesta obstinada y subversiva contra aquello que es típico y
clasificable?. Nuestro objetivo es inconscientemente poner a salvo lo
que no debe desaparecer, lo que merecer ser escuchado una y otra vez, lo
que exige nuevas relecturas. Y una tarde encontrar a un presunto
afín que en otra parte de la galaxia también se emocione con aquel grupo
de tristes chicas que, a pesar de sus bellas canciones, no tuvieron suerte
o con aquellas cuatro fotocopias mal grapadas donde un herido adolescente
escribía, a falta de ametralladora, sus cantos de amor a la
humanidad.
Probablemente, lo
siento, no he encontrado otra mejor respuesta a la pregunta repetida
de los aguafiestas y filisteos: ?¿y tú por qué editas un
fanzine??
Akakiy Akákievich
Me gustan las chicas
Zara
La dependienta de Zara
siempre ha querido ser modelo pero de momento se conforma con pasear su
cuerpo por los pasillos del imperio textil del señor Ortega. Lo más cerca
que ha estado de las pasarelas ha sido durante su participación en el
concurso de reina de las fiestas estivales de Ríoseco de Tajueco ( a sus
amigas les dijo que pasaría unos días de vacaciones con su novio en
Mallorca) donde obtuvo, además de algún sobeteo del organizador,
la banda de Miss Simpatía por ser sobrina del concejal de
Obras.
La dependienta de
Zara no envejece. ¿Alguien ha visto alguna chica Zara que supere la
edad de 30 años? En los probadores de este imperio textil, donde nunca se
pone el sol, deben esconderse terribles escenas de descuartizamiento de
dependientas al alcanzar la edad en que el cutis ya no es terso y los
pechos comienzan a confirmar las tesis de Newton y la ley de la
gravedad. ¿O tal vez las dependientas de Zara se convierten al
envejecer en las amargadas y repintadas dependientas de El Corte
Inglés?
La dependienta de Zara
no tiene ideas políticas, ni sabe nada de la causa palestina o
la desaparición de las ballenas, a ella sólo le preocupa tener el
rímmel perfecto, que los pantalones Lois ? últimamente ha comido - le
sienten bien y que su novio le venga a recoger a la salida del trabajo con
su Opel Astra GSI rojo.
La dependienta de Zara
debe aprovechar su juventud porque algún día su belleza ya no será
suficiente para continuar vendiendo ropa a las adolescentes anoréxicas y
yo, que te estoy mirando y amando desde esta esquina, ya no podré entrar ?
con mis canas y mis años- en tu tienda sin despertar
sospechas.
Clin
Clon
Velox: los velomotores son para el
verano
En estos vertiginosos
tiempos que vivimos un signo de distinción es conducir una moto que no es
una moto y una bicicleta que tampoco es una bicicleta. Los más avispados
ya sabéis que me estoy refiriendo a los exquisitos placeres que produce
circular a menos de 30 km/h con un velomotor Velosolex.
Estos ciclomotores son
un invento francés, como el existencialismo, la postura del
misionero o Brigitte Bardot, fruto de la necesidad de las
clases populares ? como se decía en España, los económicamente
débiles- de un medio de transporte económico después de la pequeña
catástrofe de la segunda guerra mundial.
Los ingenieros
Maurice Gondard y Marcel Mennensson tuvieron la feliz idea
de añadir un pequeño motor de menos de un caballo de potencia a una
bicicleta y, nunca mejor escrito,...et voila!: había nacido el velomotor
Velox.
Desde la primera unidad
producida en serie en 1946 hasta su desaparición en 1988 se
comercializaron más de 8 millones de unidades en todo el mundo. A lo
largo de su historia el velomotor Solex evoluciona con ligeras
modificaciones en su diseño y motor siendo el modelo 3800 el que alcanza
mayor popularidad y el que probablemente tengáis en la retina los
que recordéis estas bicicletas negras con motor que invitan a una rebelión
estudiantil, a un tonto amor de verano o a un fin de
semana en el Saint Tropez de Roger Vadim.
Si el vídeo mató a la
estrella de la radio (aunque todavía quedan
algunos insoportables supervivientes...¿los nuevos mutantes?), los
ciclomotores más rápidos y modernos (pero con menor personalidad) mataron
al Velosolex que dejó de fabricarse en 1988. Sin embargo, en 1995 se
reinicia en Hungría la producción del modelo 3800 manteniendo las
características originales de este vehículo, salvo ligeras
modificaciones como, por ejemplo, permitir que funcionen con
gasolina sin plomo.
Actualmente los
Velox son un icono pop como las vespas, los trajes espaciales
de Paco Rabanne o las lámparas diseño Verner Panton.
¿Cuánto tiempo tardarán nuestros modernos más modernos en pasear con sus
velomotores por nuestras ciudades? ¿Se organizará en el próximo Euro-yeyé
un rally de Velosolex? De momento sólo el grupo pop ?Astrogirls? se
ha acordado de cantar a estos vehículos que despertaron nuestros sueños de
otras épocas definitivamente más glamourosas que estas que nos han tocado
vivir.
Mr Ringo Rango
A todo el mundo le
mola: la bola de cristal
Pues parece ser que se
ha montado toda una campaña mediática que saca de las catacumbas la
parafernalia de La Bola de Cristal, para solaz de treintañeros,
que falta nos hacía sentirnos integrados de nuevo en una generación y
poseer, como los mayores, nuestro mayo del 68 o nuestra transición. Para
los treintañeros ya más ajaditos seguro que se está preparando en edición
limitada algo de La Edad de Oro. Y si no al tiempo.
Pero no, no voy a
hablar mal, que al fin y al cabo no eran programas deplorables, ni mucho
menos. Tenían momentos originales y de inteligente agudeza. No se tome
esto como cinismo, llevo tantos años insistiendo en que este es un país
tercermundista en lo cultural y que en cualquier lugar civilizado estas
cosas estarían editadas con mimo que me sería imposible dar a estás
palabras otro sentido que el recto. Pero a partir de aquí, si esto no se
hace costumbre no dejará de ser una operación comercial más -como los
fascículos de labores de ganchillo- y no una investigación sobre las
condiciones del pop en una década que todos tildan de dorada. Si hubiera
un verdadero interés ya estarían agotados los dos libros, preciosos oiga
usted, que Santiago Alba Rico publicó hace más o menos una década,
llenos de guiones y de anécdotas. Pero claro, esos libros no tuvieron una
campaña mediática, y es necesario ir a las librerías a
buscarlos.
Y eso tampoco es lo que
yo pedía. Es más, puestos a editar programas infantiles-musicales, visto
que la mayoría de la gente está atenta en esos DVDs a sus recuerdos del
programa y no al programa en sí, exijo que La Casa del
Reloj o Un Globo, dos globos, tres
globos pasen a ocupar espacio en los Kioskos, que a menda seguramente
le marcaron más que La Bola. Porque si de lo que se trata es de
recuperar nuestro pasado músical -actividad digna de loa, vuelvo a
repetir- ¿dónde está esa Pista Libre? ¿Dónde el Popgrama
con el concierto de Canito que parece ser que fue donde empezó
todo? ¿Dónde ese Musical Express con la única aparición en
televisión de los C-Pillos? ¿Y el Auambabuluba que guarda
actuaciones desmesuradas de Poch y enérgicas de Terry
IV?
Pero no se me
enfaden que este enlace sólo iba para comentarles una curiosidad. Resulta
que la gente que ha comprado el CD de Subterfuge que recopila gran parte
de las canciones del programa, después de escuchar sus himnos
generacionales -algo así como el Susanita para los míos- se ha
sorprendido de un par de canciones perpetradas por una tal Alicia
Sí. Que si me acuerdo de ella, que si no me acuerdo, que si imágenes
borrosas. Pues la tal Alicia Sí es ni más ni menos que Isabel Luna, de
Las Chinas -reverencia ahora todos- y la espléndida canción de la
novia de Guillermo Tell, sin duda lo mejor del disco y de las pocas que
sortea con elegancia el paso del tiempo, está compuesta por un tal Luis
G. Escolar (la G es de Gómez). Vale ¿Y qué me cuenta César de este
tío?, dirán ustedes, pues que este tío tuvo momentos grandes años ha. En
principio su carrera musical empezó con un fugaz paso por Aguaviva -si no
saben quién son no intenten averiguarlo- y por un noviazgo con
Cecilia, eran la pareja pop del momento, que le llevo a incluir en
su único Lp en solitario -que editó con el nombre de Simone- una canción
que le prestó su novia y que ella nunca grabó.
Era, a la sazón, el año
de 1974, y si el Lp es bastante curiosón y tiene melodías y arreglos de
Juan Carlos Calderón agradables al gusto y que superan la guitarra
de palo habitual y las letras ripiosas; vamos, que es uno de los Lps más
agradables de esos años. Pero es que la canción que le hizo la novieta es
de una impresionante sensibilidad, una letanía de caramelo sobre el amor y
sobre el tiempo que seguro que no desmerecía en la voz de Irantzu.
Canciones que se enfrentan a nosotros y nos dejan desnudos, como el
portero en un mano a mano.
Poco después es miembro
fundador de un grupo de esos de los que todos se ríen ahora pero con
supremo éxito en la España del 75: La Charanga del Tío Honorio,
tres artefactos disfrazados de cazurros que hacían del chiste paleto su
razón de ser con letras de sainete moderno (El ONI ) que darían
para un tratado sociológico de amena lectura. Y en éstas, al año
siguiente, está presente en el encuentro entre su Eva y la parca en forma
de carro de heno en Benavente.
Pues sí, este
señor es el que está detrás de algunos de los sueños de su infancia que
habían permanecido olvidados hasta ahora. No deja de ser bonito: los
odiados cantautores y el roz rurá en el inicio más evidente de lo moderno.
Y es que en el mundo,
pese a todo, hay justicia.
Una visita de Le
Touriste a El Efecto Orégano
A otro con esa bola: La
bola de cristal (2)
Nunca me gustaron los Electroduendes. Y
menos conociendo después, a través de los no muy exitosos ? lo que es
el marketing, ¿verdad? - libros de Santiago Alba, que entre pila
y baudio nos regalaban tontos discursos marxistas. Ya me temía que detrás
de este coñazo para niños estaban las barbas comprometidas de algún progre
del mayo del 68.
Sinceramente el único motivo para
sentarme los sábados por la mañana frente a La bola de cristal eran los
sonidos pop que surgían de las canciones de Alaska, Auserón y otros
músicos de la movida (¿Por qué no participó el Zurdo en este programa?).
El resto del programa, pese a lo que digan sus redescubridores, era
bastante infumable. Esperemos que los cirujanos del recuerdo nos dejen
tranquilos con nuestras vivencias. No soporto el bisturía del marketing
hurgando en este pequeño rincón de la memoria.
El
aguafiestas
^^
Nuestra rebelión
personal: Día y noche con los Clash - Johnny Green
El tercer
libro publicado por la Ediciones Gamuza Azul nos ofrece un divertido e
interesante acercamiento a una de las bandas míticas de la historia de la
música rock ? The Clash- a través del testimonio de . Johnny Green,
su ?road manager? y, ante todo, fan.
Más de doscientas
páginas que se leen de un tirón como una novela de aventuras ambientada en
el Londres del año 1977 y llena de peleas, drogas, punks, rebelión y ,
claro, rock.
Por cierto, desde aqui
animamos a descubrir los otros libros publicados por esta editorial
bilbaina (Malcom Scarpa, Dave Alvin,...) y que poco a poco van formando
una imprescindible biblioteca de literatura rock.
Contacto: http://www.gamuzaazul.com/
gamuzaazul@hotmail.com
Akakiy Akákievich: el primer
mod
Alguna
vez nos hemos preguntado con tonta curiosidad sobre quién fue el primer
mod de la historia. Y dándole vueltas y proponiendo nombres nos
encontramos con Akakiy Akákievich, el protagonista del relato ?El capote?
de
Nikolai
Gogol.
El
triste y gris funcionario al que un abrigo cambia su vida
(?Aquel
día fue para Akakiy Akákievich como la fiesta más grande de su
vida?)
es como el joven con problemas de acné e identidad que en el Londres de
los sesenta descubre la parka y se convierte en un mod.
O
como
el personaje de la película ?el ángel de la guarda? de
Santiago
Matallana,
que desde Zaragoza llega a Madrid en 1981 y, después de visitar El Corte
Inglés como hacían todos los paletos recién llegados a la capital de
España, descubre el Rock Ola, la parka (el mandilón, según su madre)
y a los mods.(¡Inolvidable la escena del Rata y sus amigos contemplando
una y otra vez Quadrophenia en el cine!).
Caminando
con porte lleno de júbilo, como Akakiy Akákievich, quizás un nuevo
Larry
Linch
busca hoy por las calles de Madrid, Soria o Bilbao un undreground de
mediodía.
Don pin pon
^^
Manténgase fuera del
alcance de los niños
Todo esto lo empezó la
tonta de mi mujer. Estábamos sentados a la mesa los cuatro de familia
deglutiendo el segundo plato, algo despistados, cuando mi costilla no tuvo
mejor idea que suspirar y decir: "Rosita, hija, cuando yo muera, este
anillo, que fue de mi abuela, será tuyo". Y nos enseñó una arandela del 12
rematada con un mineral. Bastó esta chispa de sentimental estupidez
femenina para que algo oscuro y terrible se apoderara de nuestra familia.
Lo sé porque mi hijo dijo entonces: "Papá, cuando te mueras, la colección
de vinilos de los Ramones será para mí, ¿verdad?" Y el pedazo de
cabrón me lo pregunto como deseando que el corazón me fallase allí mismo.
Desde aquel
día he sentido continuamente unos ojos que me espían. Mi hijo. En mala
hora le llevé a aquella feria del disco de colección. Desde que se enteró
de que los vinilos se venden por un pico no hay quien le pare. Solo habla
de si cuánto puede valer un single de las Grecas o en cómo se cotiza la
discografía completa de los Nikis. Hoy me maldigo por intentar
alejarle de Operación Truño y los bakaletas del chándal. Ahora me odio por
mi irresponsabilidad al educarle sin alejarle del pop. ¡Maldita sea mi
ingenuidad paterna! Durante estas últimas semanas, a veces estoy frente al
tocadiscos pasando el desmagnetizador a un par de singles cuando, de
repente, se me aparece el fruto de mis pasiones. Se acerca a un EP de
Aviador Dro, acaricia la funda de modo despreocupado, y me habla
así: "Papá, ¿tienes la colección bien registrada? Mira que si te pasara
algo luego tendríamos problemas para ponerla a mi nombre y poder disponer
económicamente de ella". Esto no es un niño: es el anticristo. Sé que
desea mis discos y que mi capacidad para respirar es lo único que se
interpone entre él y mi colección. Sé que nada le detendrá para conseguir
su objetivo. Sé que va a hacer lo posible por enviarme junto a Dios Padre
lo antes posible. Vivo en tensión.
Un día le sorprendí
leyendo con cuidado la etiqueta de la botella del matarratas. Desde
entonces, antes de empezar a comer llamo a mi hija y le digo "Rosita,
guapa, prueba de la comida de papá. Ya verás que está mucho más rica" Y mi
hija se zampa dos o tres cucharadas. Yo espero unos minutos, y si veo que
Rosita no se ha puesto verde ni padece nauseas empiezo a comer tan
tranquilo. Otro día le pillé colocando unos patines en las escaleras. No
dije nada y esperé. Minutos después oí como el muy canalla me llamaba
desde la planta baja. "Papá, corre, están echando por la tele un especial
de Soft Cell". El joputa lo tenía todo planeado. Bajé con cuidado,
esquivando el peldaño-trampa, y cuando llegué al salón el chaval no pudo
reprimir un gesto de disgusto al tiempo que me comentaba "Perdona, falsa
alarma, solo lo están anunciando. Lo echarán la próxima semana". Hace tres
noches, algo me despertó en mitad del sueño y en cuanto abrí los ojos me
encontré a mi hijo sujetando una almohada a unos 40 centímetros de mi
cara. "Buenas noches, papá. ¡Que lástima haberte despertado! ¿te importa
que coja prestada esta almohada? Me duele el cuello, me he debido lesionar
en la clase de educación física". ¡Maldito cerdo! ¡Víbora
asesina!
Se lo conté todo a mi
mujer: "De verdad, Purita. Te digo que ese hijo tuyo quiere matarme.
Quiere que yo desaparezca para quedarse con la colección de vinilos". Y
ella, como siempre, tan femenina, tan comprensiva, tan simpática... "Tu
estás neurótico, Manolo. Primero lo de que mi madre te odia y ahora me
sales con esto. ¿Quién va a querer esa basura? Además, no te quejes, ya te
dije que no me gustaba nada que le dijeses al niño que lo de ahora no es
música. Si el niño ahora quiere deshacerse de todo eso y encima le dan
algo de dinero, pues mejor para todos. ".
El niño... ¡el niño!,
un pedazo de híbrido entre Hitler y el estrangulador de Boston:
¡eso es lo que es! Sepan lo que me ha pasado hoy. Iba yo tan tranquilo en
mi coche llevando a Rosita al colegio. Voy bajando por la larga avenida
hasta la entrada del cole. Freno y... ¡no hay frenos! El muy canalla me
había vaciado el circuito hidráulico. Si no llega a ser porque había un
montón de niños cruzando la calle, que me frenaron bastante, me mato
contra un muro. Me bajé del coche rodeado de madres histéricas abrazadas a
los cuerpos atropellados de sus retoños. Una de ellas me gritó: "¡Asesino!
Mire lo que le ha hecho a mi hijo" Intenté explicarle, aludiendo a mi
experiencia personal, que le acababa de hacer un favor. Ni caso. Si no
hubiera intervenido la policía me habían linchado allí mismo.
Cuando volví a casa,
tras declarar en comisaria, me encontré a mi hijo haciendo un paquetito
con mis singles de Glutamato. "¡Ah!, pero... ¿estás aquí? Pensé que
hoy no volveri... quiero decir que pensé que hoy volverías tarde" me dijo
esa hiena sin escrúpulos. No tenía ganas de discutir. Solo acerté a
pronunciar un discurso de mínimos: "Despega tus sucias manos de mis
discos. Ahora voy a tomarme un whisky para tranquilizarme y luego
hablaremos. ¿Te apetece estudiar en un internado en Inglaterra?"
El hijo de perra había
diseñado un plan alternativo. Sabia que Purita no me dejaría que le
hiciese probar el whisky a Rosita antes de bebérmelo.
Había sustituido el
escocés por el matarratas. Ya no me queda mucho más tiempo de vida. Me
cuesta mucho escribir esta historia póstuma. Espero que haya servido de
advertencia y que salve la vida a otros padres jóvenes con un triste
pasado de comprador de pop. Y, por cierto, si en algún mercadillo ven a mi
chico intentando vender un single promocional de Ejecutivos
Agresivos (es uno moreno, de 13 años, con la cara picada de granos)
díganle a los de la Policía que es un negocio tapadera de Al Qaeda y que
disparen a matar. Es un favor que les pido.
Alex
Tornasol
Ya sé que tienes
culo
Observo
en la prensa diaria que
sesudos columnistas han convertido sus artículos de opinión en plataforma
para hablar de un mismo asunto: la tele basura. La idea generalizada de
tales opúsculos periodísticos es que constituye un escándalo el tipo de
televisión de cotilleo y bragas sucias que se ofrece a todas horas.
Y esta idea se aliña
con sorpresa e indignación. Pues la verdad, que no sé de que se extrañan
ni que les ofende. ¿Es que alguien esperaba que en el país del chandall,
del adosado, del Marca y del café en vaso iba a brotarnos la BBC? Pues
claro que no. Si en España un día encendiera la tele y me tuviese que
enfrentar a algo con un mediano interés y buen gusto me quedaría tan
asombrado como si una mañana me asomase un rosal florido por la taza del
water. Aquí, en cuestión de programación televisiva, tenemos exactamente
lo que nos gusta, lo que nos habla claro y lo que nos merecemos. Lo dicho,
que a mí la tele basura ¡plin! A mí lo que me preocupa de la tele es otra
cosa.
Lo que me a mí me tiene
frito es que la tele esta contagiando a las masas de una falta de pudor
inusitada. Me explico. Yo creo que todo empezó con los anuncios de
compresas. Todo eran chicas sonrientes en aquellas publicidades y la regla
se presentaba como momento encantador y de una sociabilidad inusitada. Y
las señoritas y las señoronas empezaron a hablar como si tal cosa de sus
menstruaciones ? "pues mi niña usa con alas porque es campeona de 100
metros vallas en su colegio y es que antes me dejaba el pantaloncito de
deporte como si se hubiera sentado en un plato de gazpacho". Luego
llegaron los anuncios de tratamientos para las hemorroides, de
limpiadores vaginales y de otros productos de higiene "íntima". Pero nadie
entendió que quería decir aquello de "íntima" y se pusieron a comentar la
efectividad de lo anunciado a la mínima oportunidad "pública"- "Pues yo
antes no podía ni sentarme y ahora me hago todos los días 5 kilómetros de
bicicleta y luego me seco el sudor de los bajos con unas toallitas que te
dejan tan limpia que parece que fuera el Scotch-Brite". Después empezó la
moda de los programas en que una menopaúsica precoz (la presentadora)
escuchaba muy atenta las terribles experiencias de una serie de mocitas,
mocitos, damas y caballeros (las estrellas del show) que se sentaban con
las piernas abiertas en una fila de sillas que se extendía frente a la
menopaúsica y el público. Sin rubor alguno ofrecían testimonios
inquietantes ? "Pues cuando llegué a casa me encontré a mi marido y a la
cochina del cuarto hechos un ocho. Y yo me fui directa para ellos y les
dije que ya lo sabía desde que mi Manolo, que es un cochino, dejó de
llevar los gallumbos con palominos y a lavarse los dientes".
Y claro, todo este
bombardeo de inmundicia personal a cara descubierta se ha apoderado de una
masa de población que pasa más horas frente al televisor que con la
familia. Así, hace unos días, un telediario informaba sobre un atraco. El
periodista entrevistaba a un testigo de los hechos y tal testigo (una
amable señora) no dudaba en ilustrar la situación ? "Pues venía yo del
ambulatorio porque acababan de operarle la fimosis a mi marido, que se le
había puesto toda negra e hinchada y no ha quedado más remedio que operar,
cuando salieron dos hombres armados de ese banco y..." Y la tía lo cuenta
con la mayor naturalidad, como si tal cosa. Si me dicen que el marido no
ha asesinado a esa señora tras abandonar el hospital es que ya no hay
sentido de la proporción en este mundo.
Pues eso, que a mí no
me preocupa que tengamos mal gusto y que nuestro organismo y nuestras
vidas estén sujetas a miserias y humillaciones orgánicas. Ya me he hecho a
la idea. Lo que me asusta es que la gente lo exhiba y haga un bando de que
sufren perdidas de orina o de que sus parejas son presas de la perversión
sexual. Y no me venga usted ahora con que no es para tanto. Reconozca que
este artículo mío de hoy le ha gustado más que los demás porque tiene ese
punto soez y chabacano que tanto nos gusta. Si es que empezamos a tener el
sentido artístico alojado en el tracto rectal del intestino.
Alex
Tornasol
Odio los Bitels
Sí, amigos del pop de
otros tiempos, yo odio los Beatles. Si tengo que hacer una lista de los
grupos (y solistas) que jamás lograrán subir un disco a mi viejo rallador
de vinilos (the most hated bands and singers list), el tercer puesto será
para Ramoncín, el segundo para los Mustang y el primero no se lo arrebata
ni Ana Belén a esos Beatles del demonio. ¿Por qué esta manía a los cuatro
de la talidomida? ¿Por qué este desprecio consciente a los reyes del
gomipop? ¿Por qué? Pues haré un ejercicio de introspección. Bienvenidos a
mis fobias.
Televisión. Entrevistan a un
autoproclamado "intelectual". El funcionario de lo políticamente correcto
es interrogado acerca de su juventud, de su pasado rebelde, de sus gustos
musicales. Por su aspecto de ex - sparring de su colegio, apuesto que
mencionará al grupo Coros y Danzas, a Mocedades o a las Monjitas del Jeep.
Pues no, "los Beatles".
El
dentista. Trozos de
poliuretano, un palo de plástico, un tubo aspirador y 17 dedos ajenos
dentro de mi boca. Frente a mí, inconfundible, Sir Lawrence Olivier en su
papel de dentista nazi (Marathon Man). Mi morcillona boca humea y hasta
mis oídos llegan las tristes notas de un piano. ¿Chopin? ¿Mozart?... ¡Los
Beatles!
Comunión de Carlitos,
mi sobrinete. Estoy empezando a
quedarme dormido. Sueño con bandas anarquistas prendiendo fuego a iglesias
y conventos, con la conferencia episcopal abrasándose en el infierno, con
sacerdotes y miembros de ONGs devorados por tribus caníbales... Estoy en
la gloria cuando un coro de niñatas armadas con guitarras me sobresalta.
La canción habla de un hippy que me quiere tanto que se hace trapecista
para salvarme de no se qué. La letra no me suena de nada pero esa
musiquilla... Desde luego que no son Siouxie y los Banshees. No hay duda,
son los Beatles.
El
periódico. En la sección de
noticias chorras para rellenar, leo un titular prometedor. Christie's bate
récords históricos en una subasta de iconos del pop. Pienso en candidatos
a pujas estratosféricas como un manojo de greñas de Joey Ramone, el póster
central de Playboy en el que salía Blondie, la pandereta de los Byrds, la
moto de Buddy Holly, la discografía completa de los Sonics... Pues nada de
eso. El récord es para unas gafas de John Lennon. ¿A quién le pueden
interesar las dioptrías de un tío que se casó con un pescador manchurio
travestí y sordomudo?
La
radio.
El locutor anuncia: "estuvieron en Hamburgo tocando en antros
cochambrosos" (¡Qué bien!, los Salvajes y el Soy Así) ... "una explosión
de rebeldía juvenil en los 60" (¡Mola!, los Who y el My generation. Esta
vez no fallo) ... "unos coros magníficos que nos devuelven a días mejores,
al beat del Merseyside" (para mi que van a ser los Roulettes)... Y claro,
acaban sonando los Beatles.
Navidad. Me regalan algo. Pesa
mucho. ¿Qué será? Me dicen que creen que acertarán porque a mí me gusta
ese tipo de música. Pienso en una colección de discos que incluye el de
Navidad de Phil Spector y estoy a punto de deshacerme en lágrimas. Rasgo
el paquete y descubro un libro-biografía-multimedia de los Beatles. Los
Beatles de convivencia-retiro espiritual con un tío con babuchas, los
Beatles fumando porretes porque es bueno para la salud, los Beatles en una
plaza de toros y bebiendo jerez, los Beatles sonriendo, los Beatles se
casan y son muy felices, los Beatles en dibujos animados, los Beatles
manifestándose por la paz del mundo, los Beatles jugando al pinta y
colorea con un Rolls...
¿Queréis ídolos?
Pues adorad a Satanás que no puede ser peor que Los Beatles.
Tarsicio
Bofarull
Squire: la nostalgia prestada
¿Quién iba a decirles a
aquellos chicos que bailaban éxitos de la Motown y que deambulaban por
Carnaby Street a mediados de los 60, que 15 años después decidieran otros
chicos imitar su estilo de vida (que no sólo consistía en bailar y pasear)
y su música?
En los años 78 y 79 en
Londres se produce un resurgir del modernismo a partir de una serie de
grupos que crecen a la sombra del punk. La verdad es que muchas de estas
bandas apenas tuvieron suerte. Algunos como Small House,
Mods o Beggar, apenas lograron un mínimo contrato
discográfico; otros como Secrett Affaire, Merton Parkas, Purple
Hearts,Chords, Back to Zero y algún otro, después de un relativo éxito
inicial, volvieron a los profundos abismos de los que habían salido. Los
últimos supervivientes de esta generación perdida fueron los
Squire.
Pero... ¿por qué
desaparecieron los dinosaurios de la faz de la tierra? Perdón, quería
decir que, ¿por qué no consiguieron progresar estas bandas? Tal vez, a
nadie le interesaba producir discos para una pequeña minoría modernistas
en un momento en que es estilaban otros sonidos. Únicamente los Jam
consiguieron abrirse espacio entre el público mayoritario.
Pero ahora hablemos de
los Squire. En el principio eran unos chicos que se dedicaban a hacer
covers sin mayor trascendencia y que necesitados de un cantante compositor
se encuentran a un pobre diablo que se llama Anthony Meynell y que
pronto se convierte en el indiscutible líder de la banda. Meynell había
estado en otros grupos y no era mod ?En el momento en que empezamos no
existía una escena mod y tan sólo éramos una serie de bandas dedicadas al
pop que nos fuimos interesando por la música de los 60 y por el
soul?.
Los Squire salen
plastificados en la compilación ?Mods Mayday 79? que se grabó en el Bridge
House y en el que aparecen tres canciones de la banda llegando una de
ellas al single ?Walking down the King?s Road?.
Después de su primera
aventura discográfica graban una serie de singles y un album titulado
?Greatests hits form 3000 years ago? y su club de fans tiene la gentileza
de publicar otro recopilatorio con material inédito y rarezas de la banda,
?Something new, something old?.
Es en el 82 cuando los
Squire reciben el impulso necesario para seguir en la brecha mientras sus
compañeros iban cayendo en el olvido. Anthony Meynell se fue a California
y se quedó impresionado con la escena mod de LA. y del área de
Orange County. Squire había encontrado su nuevo campo de operaciones en la
tierra prometida, California. Meynell debido al contraste entre Londres y
Los Angeles llegó a decir: ?Ahora mismo somos una banda de culto en
América y una banda undreground en Londres. Los americanos se preocupan
más por la música que por la moda, aquí importan más cómo sonamos que lo
que parecemos, En Londres no somos ahora muy apreciados, así que seríamos
imbéciles si no intentáramos tener éxito en América?.
La escena mod
californiana estaba en auge, durante el día practicaban surf y por las
noches acudían a los clubes donde no dejaban de bailar frenéticos. De todo
esto surgieron una serie de grupos californianos y toda una prolífica
industria teenager, incluso un fabricante de surfboards se hacía
publicidad ofreciendo ?Modern surfboards for a modern era?-.
La primera vez que
llega Anthony Meynell a la tierra de las libertades (¡ejem!) lo hizo en
solitario debido a lo costoso que resultaba llevar a toda la banda.
Anthony tocó una serie de conciertos por el sur de California acompañado
de una banda local que se llamaba Question.
Anthony
decidió instalarse en LA y a finales del 83 crea su propia compañía de
discos, Hi-lo Records, para preparar la producción de los próximos
trabajos de Squire y de otros grupos californianos.
Nada más crearse el
sello los Squire sacan un single que se titula ?Every trick in the book of
love? precediendo al LP ?Get Smart!?. Get Smart mantiene presente el beat
de trabajos anteriores pero muestra una mayor influencia soul tratando de
bucar público fuera de los círculos estrictamente mods.
Después de este
disco, Squire publica ?September Gurls? pero las escasas
ventas, pese a incluir canciones de Alex Chilton, suponen el fin
del grupo y el comienzo de la pequeña leyenda ? con una resurrección en un
Purple Weekend- entre los núcleos de coleccionistas de píldoras
pop.
Shalalaleé
^^
Noticias de la era pop
¿A veces lloro
por una mancha en la pared?
Reaparece Kikí
d?akí, aquella estrella fugaz- tan sólo un corto pero
intensísimo destello- del pop español de los ochenta que con
canciones del Zurdo como El futuro o Unidad de Destino enamoró a la
generación más despierta de compradores de vinilos de aquel mágico periodo
1980-1984 en la música española. El exquisito sello discográfico
Siesta ha conseguido la vuelta a la escena de un proyecto que nunca debió
desaparecer tan rápidamente. Según el Zurdo, las canciones escritas para
Kikí fueron su obra cumbre y sinceramente- otra vez- estamos de
acuerdo.
¿Aqui es donde
vais a empezar a pagar la fama...?
Se ha muerto Leroy
Johnson, el negrito bailarían de Fama que nos martirizó parte de
nuestra adolescencia. Sentimos su muerte ? la muerte nos parece lo más
insoportable de una vida en la que hay tantos libros que leer y tanta
música que descubrir- pero nunca le perdonaremos que él y Bruno
Martelli pusiesen los calentapiernas de moda (¡ojo!...regresan...dense
una vuelta por la siempre moderna Barcelona y contemplen las largas
piernas de las jóvenes anoréxicas).
Luto en Funky
street
A veces más que
escribir en un fanzine me creo estar redactando la sección de necrológicas
de un diario de provincias. En fecha reciente se ha muerto Arthur
Conley. ¿No recuerdas a los mods bilbaínos bailando con coreografías
ensayadas en sus habitaciones (realmente pequeñas) la canción Funky
Street?
Zigurats y
ensaimadas
Sus continuos viajes en
avión han revelado a nuestro buen amigo Fop un fenómeno que quizás
ustedes también hayan advertido en los aeropuertos españoles: la llegada
de los pasajeros de los vuelos procedentes de las islas Baleares con sus
torres de ensaimadas. Este fenómeno que , si no estuviese ya gastado el
término, nos atreveríamos a definir como ?bizarro? ha animado a Fop a
escribir un breve ensayo titulado ?Arquitectura popular: Zigurats
y ensaimadas? que esperamos publicar en nuestro número 11. ¡Abran sus
mentes
El
desván de la Nueva Ola
Una nueva
iniciativa del probablemente mejor fanzine de España (en competencia con
el enciclopédico Otoño Cheyenne): UN DOBLE CD tributo a la nueva ola
entendida en sentido amplio, desde Joe Jackson hasta Los
Modelos, brindado por 34 grupos españoles entre los que se encuentran
imprescindibles bandas como Nobel, Santi Campos, Vacaciones, Zola,
Verano en Lisboa o Me enveneno de azules.
Se
puede pedir por contra reembolso a
cesarprietoalvarez@eresmas.com.
Discos
Belmondo
es el nuevo sello que
conociendo a su alma mater? Fernando Flandis Bizarro Baturrico- promete
delirantes grabaciones yeyés. ¡Preparen sus picks-ups!
Belmondo Records
Madrazo, 22 3º B
08006 Barcelona
(Spain)
93 237 23 86
belmondo@belmondorecords.com
www.belmondorecords.com
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