Perspectiva histórica de la evolución del Mercosur en un una integración sudamericana
Por Enrique J. Aramburu, Ll Ab**
En este artículo me propongo mostrar y dar las
principales pautas de lo que sería una integración de los
países que conforman el continente sudamericano desde la doble
perspectiva de los antecedentes históricos de la idea y del
análisis de la misma a la luz de los modernos fenómenos que
constituyen lo que se ha dado en llamar globalización. Hago una
referencia concreta al Mercosur, como posible antecedente de una
integración mayor que abarque a todo el continente sudamericano.
La idea de la unión de los pueblos americanos es casi tan vieja
como la independencia de los países del continente de sus
metrópolis europeas. Entre los precursores de esta idea de una
unión de los pueblos de América tenemos a los pensadores y
publicistas del siglo XIX, Francisco E. Espejo, el chileno Juan
Martínez de Rosas, el hondureño José Cecilio Valle o el
argentino Bernardo de Monteagudo. Todos ellos tenían la
percepción de que la unión favorecería el conjunto, lo cual es
acertado en principio y responde al viejo dicho de l´union fait
la force; pero unos la veían como la unión de todos los pueblos
de América, otros, como Monteagudo, la circunscribían a los
pueblos que se estaban independizando de España, es decir,
excluido el Brasil.
Hoy en día, la realidad geográfica de la constitución de
bloques comerciales y políticos en otras regiones del mundo
condiciona la formación de un bloque, unión o como se lo quiera
denominar al subcontinente de América del Sur. Desde el punto de
vista geográfico, la presencia del istmo actúa como cuello de
botella para las comunicaciones terrestres y produce un
estrechamiento de las capacidades productivas de los países que
están situados en esa zona. No hay ya amplias pampas donde
sembrar, ni vastas selvas que explorar, ni profusión de extensas
venas minerales.
Aceptandoi el hecho de que la integración produce beneficios
para las respectivas sociedades civiles que pertenecen a los
países que la realizan y además el que estos beneficios se
derraman sobre los pueblos que componen esos países, debemos
todavía diferenciar lo que es la integración de lo que
podríamos llamar un "asociacionismo para la
cooperación", como el que, basado en la idea
panamericanista, da lugar a la OEA.
La integración es un proceso mucho más complejo y que en suma
remite al hecho de integrar diferentes órdenes jurídicos en uno
solo que los abarque o contenga. Con esta idea en mente, pasemos
a considerar algunos aspectos del problema.
El antecedente histórico de Bernardo de Monteagudo
Su Ensayo es interesante por cuanto fue a la vez
comienzo de la idea del panamericanismo y para ello proponía lo
que hoy llamaríamos una integración de países. Fue uno de los
primeros luchadores de la causa de la emancipación americana y
como tal tenía una idea de la unidad subyacente a todos los
países que pugnaban por abandonar el estado de dominación de
España sobre estas tierras.
Su trabajo, Ensayo sobre la necesidad de una federación general
entre los estados hispanoamericanos y plan de su organización,
fue hecho en las vísperas de la reunión del primer Congreso
Panamericano en 1824 (año de su muerte); pero, al decir de
Ricardo Rojas, escapa a la mera cronología exterior de su data.
En él hace primero lo que llama con sus propias palabras un
"resumen histórico de las medidas diplomáticas que se han
tomado sobre el negocio de más trascendencia que puede
actualmente presentarse a nuestros gobiernos."ii
Bajo el lema de "independencia, paz y garantías", que
son en su opinión, los intereses eminentemente nacionales de las
repúblicas que acababan de nacer, lo que Monteagudo proponía en
su opúsculo era en síntesis la reunión de un congreso de todos
los países que habían estado bajo la dominación hispana.
En lo que se refiere a la independencia, plantea primero la
situación política de España y las posibles acciones de ésta
para recuperar las colonias. Es interesante su consideración de
que "al examinar los peligros del porvenir que nos ocupa, no
debemos ver, con la quietud de la confianza el nuevo imperio del
Brasil." Luego hace una historia del Congreso de Viena y
analogías del sistema americano que propone con el sistema del
tratado de Chaumont (el de la cuádruple alianza contra Francia)
resultado del Congreso de Châtillon. Después analiza las
diferencias del Tratado de Viena con el tratado que propone
celebrar: aquél es posterior a la paz de París, éste surge
"para terminar la guerra con la España: para consolidar la
independencia, y nada menos que para hacer frente a la tremenda
masa con que nos amenaza la Santa alianza."
Por lo que respecta al interés de la paz, cree que éste se
conseguiría a través del sistema del Congreso Americano
"sin atribuir a la asamblea ninguna autoridad coercitiva
[lo] que degradaría su institución" por diez años; pero
asegurando que "la dirección en grande de la política
interior y exterior de la confederación debe estar a cargo de la
asamblea de sus plenipotenciarios."
Respecto de las garantías, la asamblea hispanoamericana
"será tan ventajosa para nuestros gobiernos como lo fue el
Congreso de Viena para las monarquías del viejo mundo."
Finalmente hace notar que Méjico, Colombia y Perú ya entraron
en el sistema, por lo tanto, formula votos por que Chile y el
Río de la Plata entren en el de la mayoría, el "único
capaz de dar a la América, que por desgracia se llamó antes
española, independencia, paz y garantías."
Como se ve, este plan era básicamente una unión de todos los
países que habían sido colonias de España. En su caso el plan
era más una estrategia para consolidar la obra independentista
que una cuestión de ideales o de conveniencia para los pueblos
que estaban accediendo a su independencia política por obra del
enfrentamiento militar. Por el contrario, los aspectos de la paz
y de las garantías sí apuntaban explícitamente en su
pensamiento a los pueblos que conformaban esas naciones recién
aparecidas y a su bienestar.
No tenía la visión de futuro de lo que se ve con mucha mayor
claridad hoy en día: el agrandamiento de un mercado optimiza el
rendimiento de las economías, y cuando éstas pasan a ser
economías de escala es cuando tienen más posiblidades de
competir con otras economías. Competencia que lleva al progreso
de todos los participantes de la misma. Pero sin embargo no
dejaba de señalar que el comercio se vería favorecido y que las
naciones europeas no tardarían en percatarse de ello.
El fenómeno comunicacional
Vivimos al comienzo del año 2000 en un mundo signado
por la idea de la integración a la luz del ejemplo europeo; idea
que tiene unos cincuenta años, poco más, poco menos. Pero este
mundo que ya dejó atrás al siglo XX está signado en mucha
mayor medida, por una de sus condiciones de posibilidad: el
fantástico avance de las comunicaciones.
Hoy el proceso es inverso al que se vivió mil años atrás y la
posibilidad casi ilimitada de comunicarse se constituye en fuerza
centrípeta que se torna imparable cuando entra en combinación
con el instinto gregario del ser humano.
Si la fragmentación de las comunicaciones que se produjo luego
de la caída del Imperio Romano fue la causa para la aparición
de numerosos reinos que devinieron en los estados que hoy
conocemos en Europa; el fenómeno inverso, este fantástico auge
de las comunicaciones, tiende a producir una unificación de
comunidades que estaban separadas por la distancia. Esta
distancia es quien separa; pero cuando se la abole por obra de
las vías y medios de comunicación (carreteras, rutas
marítimas, transmisión de datos, imágenes, voz, etc.) de nuevo
estamos frente al triunfo del instinto gregario del hombre y su
estructuración en comunidades.
Las etapas de un proceso integratorio
Desde el punto de vista económico, se puede mostrar un
camino para llegar a la unión entre varias entidades soberanas y
su constitución en bloque. Este camino se llama integración y
como proceso es aquél en el cuál dos o más mercados nacionales
(diríamos más correctamente, estatales) de dimensiones
estimadas poco adecuadas se unen para formar un solo mercado de
una dimensión que se juzga idónea.iii Pero no debemos olvidar
que si un proceso de integración no llega a niveles políticos,
se frena y desaparece.
Siguiendo al mismo Tamames, "el progreso en la integración
económica impone una coordinación política cada vez más
estrecha que a la postre no puede por menos de desembocar en una
unión política."iv Por lo tanto no puede quedar este
proceso en las cuestiones de naturaleza meramente económica, so
pena de paralizarse y quedar reducido a la nada. Lo expresa
también el economista:
"de ahí el error de muchos economistas y
políticos -que no quieren ver la realidad de los hechos-, que
piensan que pueden existir procesos de pura integración
económica sin implicaciones políticas, ..."v
En este orden de cosas, si tomamos como referencia el papel que
juega el arancel de aduanas (al que se le suman las restricciones
paraarancelarias) habría una gradación que lentamente va
llevando desde la cooperación y consecución de ventajas mutuas,
a grados mayores de compromiso y cohesión. Esta escala se
podría resumir así:
En primer lugar tenemos el área de libre comercio (si
se quiere, definida en el apartado 8. b) del artículo 24 del
Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio), que está
constituída por dos o más territorios aduaneros entre los
cuales se eliminan los derchos de aduana y las demás
reglamentaciones comerciales restrictivas respecto de los
intercambios comerciales de productos originarios de dichos
territorios. Sería el nivel más bajo de protección común ya
que las tarifas aduaneras que aplican los países son totalmente
independientes de las de los otros miembros de la asociación.
Luego, en un nivel superior, vendría la unión aduanera,
substitución de dos o más territorios aduaneros por uno solo,
de modo y manera que cada uno de los miembros de la unión
aplique al comercio con otros territorios derechos de aduana y
demás reglamentaciones de comercio que sean sustancialmente
idénticos.vi Por el hecho de ser un solo territorio a los
efectos aduaneros, tendría una tarifa aduanera común sin
tarifas internas.vii Es, por ejemplo, lo que se conoció en el
siglo XIX como la Zollverein de Bismark y que dio lugar a la
unificación de Alemania. Es esta tarifa aduanera común la que
protege hacia el exterior. Tiene dos efectos macroeconómicos, el
aumento de los tráficos internos y el desplazar la protección
respecto de los países no miembros de la unión.
En un grado mayor del proceso se puede tener lo que se donomina
un mercado común. Sería un área de libre intercambio;
pero extendida a todos los factores productivos, no sólo a las
mercaderías. No son restringidos, dentro de los territorios de
los países miembros, ni los trabajadores (dependientes y
autónomos), ni las empresas, ni los capitales (pagos e
inversiones) ni los transportes. Es decir, no se les aplican
tarifas aduaneras o cualquier otra medida paraarancelaria.
Si el mercado común cuenta con políticas económicas y sociales
de gobierno y defensa del mercado contra los mercados externos
que sean a su vez comunes, estamos en presencia de una comunidad
económica. Estas políticas pueden ser de diversa índole;
por ejemplo, de protección a los débiles (como la famosa
Política Agraria Común, de la Comunidad Europea; o una
política social, o políticas de desarrollo regional) y
políticas externas (una política comercial común,
asociacionesviii determinadas, una política de adhesiones, una
política de competencia).
En un estadio mayor, el mercado común puede devenir en mercado
único, con lo que se establece un mercado interno
liberalizado. Ya no hay fronteras legislativas ni administrativas
entre los miembros de este mercado único. Un mercado común
garantizaría el derecho a entrar al mercado. Éste, quiere
garantizar la paridad en todo el mercado eliminando la
legislación interna a través de una ley única.
Finalmente, la unión económica y monetaria consolida
todas estas etapas en un solo sistema monetario en el que
desaparecen las diferencias.
La etapa que queda, eminentemente política, es la de la confederación,
en la cual los órdenes jurídicos se unifican y pasan a ser
partes de uno más amplio.
Como criterio general, podríamos decir que la pretensión de una
sola de las partes de que sean las demás quienes efectúen las
cesiones necesarias para concretar cada una de estas etapas,
desvirtúa el proceso que ya no sería de integración sino de
conquista.
Esta es la secuencia gradual y en cierto modo, natural, desde el
punto de vista económico; pero que lleva a uno de tipo
político. La razón por la que se frenaría un proceso
integratorio basado solamente en la economía, es que si las
mercaderías se pueden desplazar y los hombres no, tarde o
temprano se producen asimetrías que llevarán a desigualdades
entre los miembros de ese futuro grupo integrado. Y aún, en el
caso de haber llegado a la etapa de mercado único, la disparidad
de órdenes jurídicos hace siempre engorroso el luchar con
legislación que puede ser discordante en el ámbito de validez
de cada uno de los órdenes jurídicos particulares.
Por tanto, si lo que se pretende es que todos disfruten en el
todo integrado de las ventajas de la cesión de autonomía que la
integración reporta, por su propio peso cae que los que resultan
perjudicados económicamente no verán como conveniente el
conseguir la integración con otros.
Por este motivo, el Mercosur, que es proyecto comercial, como lo
dice su nombre, debe llegar a la integración total o se
paralizará y morirá. Algunas señales en ese sentido estamos
viendo en este último año, lamentablemente.
La Unión Sudamericana sucesora del proyecto del Mercosur
En un rafforzamento de la idea del Mercosur como
integración de los mercados de América del Sur, la fuerza que
adquiriría esta unión estaría precisamente en una primera
etapa en ser productora de materias primas. Paralelamente, no
debería descuidarse el desarrollo industrial; pero con un
énfasis en la tecnología de la información, lo que le daría
un papel de liderazgo en la economía futura. Por supuesto que
luego, una vez consolidado su papel en todos los ámbitos
económicos, estaría en situación de terciar en condiciones de
paridad con los demás bloques del mundo.
Esta característica de productores primarios, sin embargo, no
debería afectar la consideración por parte de los otros
componentes del sistema mundial y, por lo mismo, no debería
producir sentimiento de inferioridad respecto de otros bloques
más desarrollados. Por el contrario, debería ser un aliciente
para imitarlos en su camino al desarrollo. Y por consiguiente el
bloque no se manifestaría en contra de una organización
multilateral del comercio, sino todo lo contrario.
Uno de los caminos más cortos al desarrollo de todo el bloque,
es naturalmente, la asociación con los que ya están
desarrollados y la cooperación en todas las áreas. Siendo el
desarrollo un estado que se consigue a través de un proceso de
índole cultural, es en ésta donde deberían concentrarse
particularmente los esfuerzos.
La piedra angular creemos, es sin lugar a dudas la informática,
esa herramienta que sirve para dinamizar todas las actividades
productivas y cuyo desarrollo sería sin duda la condición de
posibilidad para que el bloque se sostuviera, en esta primera
etapa, a nivel competitivo aún siendo básicamente proveedor de
materias primas.
Ahora bien, pese a que acabamos de destacar el hecho de que la
integración no puede ser meramente económica, cae de su peso,
por la importancia de este factor, que será gravitante en todas
las relaciones entre los países. Pero en ese campo, una unión
sudamericana sería complementaria de EE.UU. y de la UE, con lo
cual provocaría la competencia de éstos por sus productos, como
dijimos de índole primaria, y generaría además como
subproducto un interés de África por conseguir algo parecido.
A la pregunta de con quiénes se debería constituir la unión no
hay otra respuesta que el análisis de las circunstancias a la
luz de la globalización y la geopolítica, esto hace que debamos
pasar por un lado de toda América a América del Sur y, por el
otro, de la América Hispana a la América del Sur también. Si
se quiere, uno por exceso y otro por defecto (de acuerdo con la
famosa definición de Aristóteles) son dos extremos que no se
adaptan a las realidades actuales.
Hoy en día, como ayer, las realidades de tipo geográfico son en
tal medida condicionantes, que sería irrealista hacer un bloque
que no fuera continental; en efecto, con todo el progreso de los
transportes, el ser humano sigue condicionado por su capacidad
limitada para mover a través de la superficie de la tierra una
cantidad relativamente pequeña (en relación a la población) de
mercaderías.
Ahora bien, como ya se vio, uno de los caminos para obtener la
constitución de un bloque es el económico, pero sus resultados
terminan estando en el campo de lo político, si por ello
entendemos el de la unificación de los órdenes jurídicos que
en un primer lugar estaban desvinculados.
La forma de conseguirlo más recomendable pues, sería tomando
como ejemplo del bloque europeo: una integración económica que,
aunque lenta, se encamine a una unión de los países que hoy
conforman la América del Sur. Con el claro objetivo futuro de
llegar a instituciones comunes que sean las que emitan, apliquen
y juzguen las normas para todo el conjunto de habitantes del
continente.
Se debería tener presente sin embargo, la diferencia fundamental
que existe entre la Unión Europea y la que se propone de toda
América del Sur: la primera nació para solucionar el problema
de la violenta competencia de unas naciones contra otras a
través de la guerra. La segunda nacería no ya como una
afirmación frente a una potencia extranjera, como era la idea de
Monteagudo por ejemplo. Ni para afirmar el Nuevo Mundo contra el
Viejo, como es el ideal del panamericanismo. Sería un
alumbramiento que seguiría la tendencia marcada por la
evolución de la tecnología y el actual estado de civilización
del hombre en un momento de paz. Sería por tanto, consecuencia
de un estadio, no instrumento para alcanzarlo.
Por lo tanto, dado que posee una una raíz eminentemente
racional, tiene una probabilidad aún mayor de éxito.
Las dificultades
El lanzamiento de un proceso integratorio sería por
supuesto una empresa difícil en la que las dificultades a
superar serían a primera vista sobrecogedoras; sobre todo si se
tiene en cuenta la novedad del planteo. Vendrían también de la
tendencia a dejar las cosas como están "porque hasta ahora
no funcionan tan mal", de los intereses afectados, muchas
veces legítimos, pero que, compensándolos adecuadamente,
habría que superar, y de muchos otros condicionamientos. Sin
embargo, si nos fijamos; la mayoría de estos condicionamientos u
objeciones provienen de sentimientos, opiniones o lo que sea,
totalmente subjetivos. En cuanto confrontamos con los datos de la
realidad física y económica, aparece a las claras y de una
manera totalmente objetiva y contrastable con la verdad la
conveniencia de la unión.
Debo hacer una pequeña digresión aquí notando que hago
referencia a realidades objetivas a través de dos ciencias
verificables y por lo tanto poseedoras de objetividad
científica; pero que pertenecen una al campo de las ciencias
físicas y la otra al de las ciencias sociales. Por lo tanto no
será éste un enfoque parcial que deje de lado la parte humana
de la cuestión.
De este lado, el humano, como sugiero supra, es de donde
provendrán previsiblemente las dificultades. El aspecto
fundamental es el de los grupos de poder: es cierto que a veces
no son dominables; pero la propia construcción gradual es una de
las garantías de que se irá constituyendo un grupo no en contra
de ellos, sino a favor o por lo menos, con una oposición
salvable. En este sentido, el ejemplo de la Unión Europea es una
vez más director e imitable.
Podría parecer que para la integración económica todos están
listos pero para la política no; muy bien, ya dijimos que a la
larga toda integración económica se termina transformando en
política para tener éxito. Además en el caso que nos ocupa hay
elementos comunes, como el hecho de las mismas raíces
culturales. Si se quiere, tenemos la tarea simplificada por el
hecho de no tener tantas etnias diferentes ni hablarse (a un
nivel estatal) tantas lenguas como en Europa.
El argumento principal a favor, que se aplica sobre lo que
podría ser la resistencia mayor, el Brasil para los hispano
hablantes y estos países para el sucesor del imperio portugués,
es que en otro continente ya forman parte de una Unión. No
debería presentar problemas aquí una consolidación de ese
carácter, entonces.
Una palabra final referida al aspecto jurídico implicado; se
pueden mantener distintos códigos rigiendo para las cuestiones
internas en tanto no se opongan a las instituciones comunes. Al
fin y al cabo, en los Estados Unidos, que ha sido el modelo que
esta parte de América siguió constantemente, los distintos
estados poseen cada uno su código civil y todos conviven en
armonía, aun cuando pertenezcan en algunos casos a diferentes
sistemas jurídicos.
En este sentido, lo más importante a vencer es nuevamente una
resistencia interna a los hombres cual es la de la vocación
latina por el estado centralista. Pero justamente, se trata de
hacer un bloque con centro en ningún lado, que responda en
cualquiera de sus partes de la misma manera, que tenga órganos
lo más funcionales posible y que estén al servicio de los
hombres que habitamos este suelo.
Conclusiones
Una eseñanza de este historical approach es que la
unión de toda América aparece primero como contra Europa, o por
lo menos así la vieron los que la proponían en su momento a
principios del siglo XIX, y que la actual Unión del Sur sería a
favor de Europa en los dos sentidos de la expresión: la
favorecería, y además se haría contando con su favor, ya que
se la toma como ejemplo. Esto viene dado en gran medida, como ya
se vio, por las nuevas condiciones de los mercados globalizados,
por las de las comunicaciones y además por el progreso cultural,
de alfabetización, etc. que han alcanzado los pueblos
sudamericanos.
Otra de las conclusiones que surgen de lo visto, es que el papel
de ejemplo de la Unión Europea es indiscutible en la
construcción de una Unión de América del Sur.
Otra enseñanza que nos debe dejar este tipo de atteggiamento es
que es necesario pasar de la exclusiva motivación comercial o
económica a la motivación idealística; ya que ésta es la
única que justificará las cesiones que habrán de hacerse en el
largo plazo por parte de todos los participantes en el proyecto.
¿Hasta dónde habría que llevar la integración de este bloque
de América del Sur? Con todo lo que tiene de polémico la
respuesta es indubitable que hasta conseguir una integración
total de órdenes jurídicos.
Volviendo a la perspectiva histórica, síntesis de nuestra
metodología, podríamos decir que los EE.UU. nacieron como un
bloque integrado; puesto que surgen a la luz como estado soberano
en forma de confederación y no pierden esta manera de
organización a medida que van creciendo. Como resultado, hoy
ocupan medio continente y, lo que es más importante, lo hacen de
manera transversal, de modo que las comunicaciones están
garantizadas de océano a océano.
Desde este punto de vista, Europa recién se está constituyendo
hoy en día como bloque de tipo continental; y ya que su historia
no se lo permitió, debe alcanzar esa categoría de bloque
continental de una manera economicista por vía de un método
lento y gradual.
Tenemos en las antípodas otro bloque continental constituido: la
China. Con sus problemas, con una cantidad de fuerzas que
podrían desembocar en una fragamentación, pero con un sistema
político que no deja dudas en estos momentos de que está en
capacidad y con voluntad de mantener la calidad de bloque. Desde
el punto de vista histórico, si bien ellos tienen otra escala,
se puede decir que aunque desde nuestra perspectiva se los
considera unidos desde siempre, recién el actual sistema
político es uno que mantiene el control sobre todas las vastas y
variadas regiones que la constituyen.
Australia es otro continente que ha resultado históricamente
favorecido a la hora de constituirse en bloque continental; por
sus dimensiones y ubicación se parece al Sudeste asiático y el
subcontinente indio; por haber nacido ya conformado como bloque,
tiene una fortuna mayor que ellos dos.
El subcontinente indio (si se quiere, Europa es otro
subcontinente de Eurasia) está en parecidas condiciones que
Australia. El Sudeste de Asia, en parecidas a las de América del
Sur.
Quedan ésta y África. ¿Qué harán estos dos continentes? La
última probablemente se encuentre en una etapa en que el
desorden y la falta de proyectos políticos continúe por mucho
tiempo y predomine la falta de homogeneidad como factor contrario
al avance. América del Sur está en el borde: tiene dadas las
condiciones para conseguir transformarse en un bloque, con todas
las ventajas que esto acarrea. También tiene en su seno las
condiciones para que esta unión no llegue nunca a cuajar y siga
en una des-integración que no la favorece a ella ni a nadie.
Notas
i Basado en la teoría de la convergencia o catch
up, según la cual el intercambio de factores directos entre
regiones de diferente grado de desarrollo provocará un
crecimiento mayor en las zonas menos desarrolladas, con lo que
terminarán alcanzando a las que primero estaban en mejor
situación. Es una teoría económica de la escuela de Chicago,
surgida en los años '80, cuyo promotor, el estadounidense Robert
Barro se basó en estudios sobre las prefecturas japonesas y
sobre los estados de Norteamérica luego de la Guerra Civil.
Claro que en su libro Economic growth plantea que este
proceso se da en los lugares que denomina "clubes de
convergencia", es decir regiones que tienen un gobierno
común. Como se puede apreciar, más allá del beneficio del
comercio para ambas partes (nadie intercambia si no cree que gana
algo en el cambio), esta última asunción plantea el tema de las
instituciones comunes.
ii Monteagudo, Bernardo de. Ensayo sobre.... en Obras
completas.
iii Tamames, Ramón. Estructura económica internacional.
Madrid, Alianza, 1975. p. 170.
iv Ibidem.
v Ibidem, p. 171.
vi Según el apartado 8. a) del mismo artículo XXIV.
vii Esto es lo que buscaban los estados constituídos en el siglo
XIX cuando explicitaban que quedaban abolidos los impuestos a la
circulación interna de mercaderías. Desde el punto de vista
económico es más eficiente no imponer contribuciones a los
bienes o servicios.
viii Como la asociación de la Comunidad Europea con países del
África que surgió del Tratado de Lomé, o las relaciones
preferenciales con América Latina.
Nota Bene: Este artículo está protegido por las leyes del copyright. El autor autoriza la reproducción de todo o parte del mismo, solamente si: 1. se le avisa por e-mail u otro medio especificando el lugar de publicación (URL o nombre de la publicación en soporte papel) de la reproducción 2. no se altera el texto y 3. se le envía un ejemplar de la publicación que la contiene.
** El autor tiene las profesiones de Abogado y de Licenciado en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Ejerce la primera ante los tribunales de la Capital Federal y es Docente en la Facultad de Derecho de la misma Universidad. Ha sido Consultor del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en el Uruguay.
Copyright | Página de Derecho Internacional de E. Aramburu | Disclaimer
© Enrique Aramburu 2000