Nada
permitía suponer en la mirada firme y sin sombras del chico
de 12 años que entraba como dependiente en la casa de comercio
de don Gaspar de Santa Coloma, que la humillación y la
impiedad de la historia lo tendrían como protagonista,
cuarenta y cinco años despues |
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El
chico -el primero de los Alzaga que llegó al virreinato- se llamaba
Martín y había nacido en la pequeña población
de San Martín de Ibarra de Aramoya, en la provincia vascongada
de Alava, el 11 de noviembre de 1755.
Sus
biógrafos coinciden en afirmar que era hijo de don Francisco
de Alzaga y de doña Manuela de Olavarría -oriundos del
mismo valle- y que todos sus antepasados eran vascos.
Por lo pronto, Martín de Alzaga hablaba un vascuence muy cerrado,
y sabía pocas palabras en castellano al llegar, según
cuenta Santa Coloma, en cuya casa permaneció hasta los 22 años.
A partir de esa época se independizó y puso su propio
negocio, con el cual en pocos años se convirtió en el
comerciante de mayor prestigio de la colonia. En 1780 se casó
con María Magdalena de la Carrera e Indá (1765-1833),
con quien tuvo catorce hijos y en 1795 fue electo Alcalde de Primer
Voto, dato éste que lo ubicaba entre los vecinos de mayor reconocimiento
dentro de la ciudad. Un reconocimiento que tendría días
de verdadera y merecida gloria años más tarde, durante
las primera (1806) y segunda (1807) invasiones inglesas, particularmente
en esta última, de la que fue héroe indiscutible.
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La
rendicion inglesa, segun un oleo de Fouquery. Frente al Cabildo,
luego de acordar el cese del fuego, las partes se disponen a parlamentar.
En la imagen, los principales protagonistas de un hecho que conmovio
al Virreynato del Rio de la Plata: Whitelocke, Juan Martin de
Pueyrredon, Martin de Alzaga... y el pueblo todo que colaboro
sin condicionamientos durante la Reconquista |
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Si
de algo nadie parece dudar, es del profundo sentimiento nacional español
de don Martín de Alzaga, puesto de relieve en su fervorosa defensa
de la colonia española frente a los ingleses y frente a lo que
en 1809 quedaría registrado en la historia como el motín
(o la asonada) de Alzaga para derribar al virrey Liniers -francés-,
en momentos en que España comenzaba a estar bajo el protectorado
de Napoleón. Alzaga sostenía que Liniers aceptaría
cualquier gobierno que triunfase en España y por ese motivo organizó
la revolución del 1 de enero de 1809, que fracasó. Esta
fecha -para muchos- significa el fin de su vida política. Debió
guardar prisión hasta que fue absuelto por el nuevo virrey Cisneros.
Cuando es puesto en libertad, hay quienes afirman que Alzaga se dedica
exclusivamente a los negocios, en tanto otros sospechan que desde las
sombras empieza a gestar la conspiración más vasta que
registran los anales de nuestra historia -la que lleva su nombre- y
por cuya causa -al ser desbaratada- fue fusilado y ahorcado a manera
de escarmiento en 1812. Uno de sus descendientes, Enrique Williams Alzaga
describe así su digna manera de morir: "Viste chaquetón
verde oscuro, calzón a la rodilla y botas de campaña.
Lleva un crucifijo de madera en la mano. Avanza lentamente, con paso
firme y decidido. Al pasar bajo el arco grande de la Recova, se detuvo,
se hincó a los pies del sacerdote y oró. Llegado al lugar
del suplicio, junto al zanjón que circundaba el Fuerte, no permitió
que le vendaran los ojos y antes de sentarse, en un gesto de hidalga
arrogancia, sacudió con su pañuelo el polvo del banquillo.
Pidió a los tiradores que no le apuntaran a la cara".
Williams de Alzaga investigó exhaustivamente el tema de la conspiración
y llegó a la conclusión de que su antepasado tuvo activa
participación en ella. Las aspiraciones políticas de Alzaga
oscilaron entre dos alternativas: hacer un imperio independiente, del
cual habría sido monarca o acceder al mando supremo de la colonia.
"Se le ha llamado Martín I. Se ha repetido hasta el cansancio
que quiso ser virrey. Ambas afirmaciones son exactas y no se excluyen
-dice su pariente biógrafo- Alzaga no fue nunca un liberal ni
un demócrata. Fue un monárquico, un absolutista. Pretendía
en 1812 convertirse en la autoridad suprema. ¿Con España?
¿Sin España? Los acontecimientos decidirían. El
buscó el poder y la independencia con su facción, la alta
burguesía española, el grupo dirigente de la Colonia.
Se ha dicho siempre de él que lo perdió la ambición.
Fue exactamente así." Lo cierto es que precio de su muerte
pública -y el consiguiente escarmiento- fue demasiado alto. Su
viuda debió recluirse, con su numerosa prole, perseguida por
el gobierno, en su casa del barrio del Alto, en la calle de la Plaza
Chica (hoy Bolívar) o en la quinta de Barracas, sobre la calle
Larga (hoy, Montes de Oca).
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Hijo
de un hermano del dueño del Palacio Alzaga Unzué,
Rodolfo 'Rolo' de Alzaga Unzué (69) mostró en
la década del 50 un estilo 'décontracte' y divertido
que canalizó con eficacia en el deporte. Desde 1953 se
dedicó al automovilismo y fue llamado con justicia "el
heredero de Oscar Gálvez". Campeón Argentino
de Turismo Carretera en 1959, derrochaba simpatía desde
su famoso Ford azul. Todavía recuerdan los memoriosos,
las fiestas que daba en los pueblos de la provincia de Buenos
o Córdoba para festejar sus triunfos. Rolo Alzaga, el
último de los corredores amateurs, a su manera, también
marcó el fin de una época, que se desvanece en
un Buenos Aires de hoteles americano cinco estrellas y "eventos
deportivos" con sponsor.
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Dos
de los hijos de don Martín, Cecilio, desde Cádiz y Félix,
en Buenos Aires, se ocuparán de reconstruir y acrecentar los
bienes y la fortuna que había amasado Alzaga en vida.
En
1830, Félix, que era militar, se hizo estanciero y fue dueño
de numerosas hectáreas. No tuvo suerte, sin embargo, con
Rosas, quien lo persiguió por haber intervenido en la Revolución
de los Hacendados del Sur.
El menor de los varones, Francisco de Paula Lucio -Pancho- Alzaga,
tenía 10 años cuando su padre fue ajusticiado. Harto
de encierro, rezos y luto, cuenta la historiadora Jimena Quesada,
quiso disfrutar de la vida y de la fortuna recuperada por su familia.
Pancho no parecía tener intereses políticos ni ambiciones
de poder. Se casó con una de las jóvenes más
lindas de Buenos Aires, Catalina Benavídez, apodada la "Estrella
del Norte". Pero pronto, la atracción de la vida
nocturna, el juego, en particular, tuvieron más peso en su
vida que su matrimonio.
Con
dos amigos, Jaime Marcelo y Juan Pablo Arriaga, se dedicaron al
juego con pasión excluyente. Las deudas comenzaron a perseguirlos
hasta que se incorporó al grupo un nuevo amigo, el prestamista
Francisco Alvarez. Entrampados en el mecanismo perverso de la usura,
Pancho y sus amigos planearon asesinarlo. Una vez consumado el asesinato,
escondieron el cuerpo en un pozo de agua en desuso de la quinta
de Barracas. Perseguido fantasmas de culpa, una noche, embrigado,
confeso su crimen a su amigo, Carlos Terrada. Como era de esperar,
fue denunciado por otras personas presentes, cuanta Sáenz.
Mientras sus cómplices fueron fusilados, Pancho logró
huir al litoral. Pudo comprar un campo en 1872, para morir años
más tarde, el 4 de enero de 1884 en Paso de los Libres.
Es
precisamente a fines del siglo XIX cuando la familia Alzaga se une a
la de los Unzué. Féliz Gabino de Alzaga se casó
con su cuñada Angela Unzué (viuda de su hermano Rodolfo)
en 1884.
De
esta unión nace Félix Saturnino de Alzaga Unzué
(1885-1974), quien se casó con su prima segunda Elena Peña
Unzué. Esta pareja deja un sello de distinción absolutamente
europeo en la mansión que habitó en exclusiva, pues no
hubo descendientes.
El Palacio Alzaga Unzué, ubicado en Cerrito 1441, hoy perteneciente
al Hotel Hyatt, fue construido en 1919 por un arquitecto francés.
Sus interiores Luis XV y Luis XVI son una muestra del célebre
refinamiento de este matrimonio. Félix Alzaga fue propietario
de la caballeriza Alzaga Unzué. Sus colores -franjas coloradas
y azules horizontales y gorra azul- se lucieron en los hipódromos
de Chantilly, Deauville y Cannes. Un caballero -Félix-, que su
antepasado, el españolísimo don Martín de Alzaga,
hubiera considerado quizás algo afrancesado a juzgar por sus
gustos, aunque digno descendiente de su noble origen vasco, hidalgo
y aristocrático, como solía afirmar- y actuar- el primer
De Alzaga con arrogancia de cuna.
por
Malele Penchansky, revista Noticias, 9 de enero de 1994. Investigación:
Pablo Taranto, Silvana Iglesias y Alex Milberg |