Apocalipsis 6, 12-17:
12 Y seguí viendo. Cuando abrió el sexto
sello, se produjo un violento terremoto; y el sol se puso negro como un paño
de crin, y la luna toda como sangre,
13 y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra,
como la higuera suelta sus higos verdes al ser sacudida por un viento
fuerte;
14 y el cielo fue retirado como un libro que se enrolla, y
todos los montes y las islas fueron removidos de sus asientos;
15 y los reyes de la tierra, los magnates, los tribunos, los ricos,
los poderosos, y todos, esclavos o libres, se ocultaron en las cuevas
y en las peñas de los montes.
16 Y dicen a los montes y las peñas: «Caed sobre
nosotros y ocultadnos de la vista del que está sentado en el trono y
de la cólera del Cordero.
17 Porque ha llegado el Gran Día de su cólera y ¿quién podrá
sostenerse?»
Apocalipsis 8, 12-13:
12 Tocó el cuarto Angel... Entonces
fue herida la tercera parte del sol, la tercera parte de la luna y la
tercera parte de las estrellas; quedó en sombra la tercera parte de ellos;
el día perdió una tercera parte de su claridad y lo mismo la noche.
13 Y seguí viendo: Oí un Aguila que volaba por lo alto
del cielo y decía con fuerte voz: «¡Ay, ay, ay de los habitantes de la
tierra, cuando suenen las voces que quedan de las trompetas de los tres
Angeles que van a tocar!»
Apocalipsis 9,2:
2 Abrió el pozo del Abismo y subió del pozo una humareda como la de
un horno grande, y el sol y el aire se oscurecieron con la humareda del pozo.
Apocalipsis 11, 15-19:
15 Tocó el séptimo Angel... Entonces sonaron
en el cielo fuertes voces que decían: «Ha llegado el reinado sobre el mundo
de nuestro Señor y de su Cristo; y reinará por los siglos de los siglos.»
16 Y los veinticuatro Ancianos que estaban sentados en sus
tronos delante de Dios, se postraron rostro en tierra y adoraron a Dios
diciendo:
17 «Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, "Aquel que es y que
era" porque has asumido tu inmenso poder para establecer tu reinado. 18
Las naciones se habían encolerizado; pero ha llegado tu cólera y el tiempo
de que los muertos sean juzgados, el tiempo de dar la recompensa a tus
siervos los profetas, a los santos y a los que temen tu nombre,
pequeños y grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.»
19 Y se abrió el Santuario de Dios en el cielo, y apareció el
arca de su alianza en el Santuario, y se produjeron relámpagos, y fragor, y
truenos, y temblor de tierra y fuerte granizada.
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