El día 31 de Enero
celebramos la fiesta de San Juan Bosco, maestro de la
juventud;
patrono de los editores, fundador de la gran familia salesiana.
Don Bosco,
nació en 1815, junto a Castelnuovo, cerca de Chieri, en la provincia de
Turín, en el norte de Italia. Era el menor de los hijos de un campesino piemontés.
Su niñez
fue muy dura, su padre murió cuando tenía apenas dos años y medio. La madre
Margarita, muy pobre, pero santa y laboriosa mujer, debió luchar mucho
para sacar adelante a sus hijos. Una vez ordenado
sacerdote, Don Bosco empleó todas sus energías en la educación de los jóvenes.
Murió el 31 de enero de 1888, después de una larga vida de intenso
trabajo, y dedicación a los más pobres y abandonados. Su cuerpo permanece
incorrupto en la Basílica de María Auxiliadora en Turín,
Italia.
Sus grandes amores
fueron la
Eucaristía, la Virgen María, la Iglesia,
la juventud. Por su gran devoción a María Auxiliadora conseguía de ella
innumerables milagros. Sus últimas recomendaciones fueron:
"Propagad la devoción a Jesús
Sacramentado y a María Auxiliadora
y veréis lo que son milagros. Ayudad mucho a los
niños pobres, a los
enfermos, a los ancianos, a la gente más necesitada."
El Papa Pío XI dijo de S. Juan Bosco:
"En su
vida lo sobrenatural se hizo casi natural y lo extraordinario, ordinario."
Fué el fundador de la Congregación de los Salesianos, comunidad religiosa
con rama masculina y femenina, dedicados a la educación de los jóvenes, en
especial los pobres. Les enseñaba la vida cristiana y diversos oficios.
Atrajo y sigue atrayendo a multitudes de jóvenes a Cristo. Escribió
algunos opúsculos en defensa de la religión. Construyó varias iglesias,
entre ellas la Basílica de San Juan Evangelista, la Basílica de María
Auxiliadora, y la Iglesia del Sagrado Corazón en Roma, donde celebró su
última misa.
SUEÑOS PROFÉTICOS
Don Bosco es famoso por sus sueños proféticos.
Se conocen 159.
A los nueve años de edad, tuvo un sueño que el pequeño Giovanni no olvidó nunca, y que le
reveló su vocación. En los speríodos críticos de su vida, una visión del
cielo le indicó siempre el camino que debía seguir:
"Giovanni se vió rodeado de una multitud de chiquillos que
se peleaban entre sí, y blasfemaban.
El trató de hacer la paz,
primero con exhortaciones y después con los puños. Pero Nuestro Señor
le dijo: "¡No,
no, tienes que ganártelos con la mansedumbre y el amor!"
Le
indicó también que su maestra sería la Santísima Virgen, quien al instante
apareció y le dijo: "Toma tu cayado de pastor y guía a tus ovejas".
Pronunciadas esas palabras los niños se
convirtieron primero en bestias feroces, y luego en ovejas. Desde aquel
momento Giovanni Bosco comprendió que su vocación era
ayudar a los niños pobres, y empezó inmediatamente a enseñar el catecismo
entre los chicos de su pueblo.
LAS DOS COLUMNAS
Sus grandes amores son Jesús Sacramentado, María
Auxiliadora, y la Iglesia, quienes fueron protagonistas en uno de sus
sueños proféticos, el Nº 37:
"Una gran barca (la Iglesia) navegaba en un mar tempestuoso, piloteada
por el Romano Pontífice, y a su alrededor muchísimas navecillas pequeñas
(los cristianos). De pronto aparecieron un sinnúmero de naves enemigas
armadas de cañones (el ateísmo, la corrupción, la incredulidad, el
secularismo, etc.) y empezó una tremenda batalla.
A los cañones enemigos se unen las olas violentas y el viento
tempestuoso. Las naves enemigas cercan y rodean completamente a la Nave
Grande.
Cuando ya el ataque es tan pavoroso que todo parece perdido,
emergen desde el fondo del mar dos inmensas y poderosas columnas. Sobre la primera columna está la Sagrada Eucaristía, y sobre la
otra la imagen de la Virgen Santísima. La nave del Papa y las
más pequeñas se acercan a los dos pilares y, asegurándose
a ellos, ya no
tienen peligro de hundirse.
Luego, desde las dos columnas sale un viento fortísimo que hunde
a las naves enemigas. Todo el ejército enemigo se retira derrotado, y los cristianos entonan un himno de acción de gracias a Jesús
Sacramentado y a María Auxiliadora.
La visión es muy clara:
«La Iglesia deberá pasar
tiempos críticos y sufrir graves daños, pero al fin el Cielo mismo
intervendrá para salvarla. Después vendrá la paz y habrá en la Iglesia un
nuevo y vigoroso florecimiento».
PADRE DE LA JUVENTUD
Los muchachos de la calle lo llamaban "el Padre
que siempre está alegre; el Padre de los cuentos bonitos". Su sonrisa
era continua. Nadie lo encontraba jamás de mal humor, y nunca se le
escuchaba una palabra dura o humillante.
Hablar con él la primera vez era
quedar ya amigo suyo para toda la vida. El Señor le concedió el don
de consejo: "Un consejo suyo cambiaba a las personas".
Durante las semanas que vivió con una tía
suya, que prestaba servicios en casa de un sacerdote, Juan aprendió a leer.
Quería ser
sacerdote, tenía gran vocación, pero las dificultades eran
muchas.
A los dieciséis años, ingresó en el seminario de
Chieri, y era tan pobre, que debía mendigar para reunir el dinero y los
vestidos indispensables.
El alcalde del pueblo le regaló el sombrero, el párroco la chaqueta, uno
de los parroquianos el abrigo y otro, un par de zapatos. Después de haber
recibido el diaconado, Juan Bosco pasó al seminario mayor de Turín y ahí
empezó, con la aprobación de sus superiores, a reunir los domingos a un
grupo de chiquillos y mozuelos abandonados de la ciudad.
San José Cafasso, sacerdote de la parroquia anexa al seminario,
confirmó a Juan Bosco en su vocación: "Desempaca tus bártulos -le dijo-, y prosigue tu trabajo con los chicos abandonados.
Eso es lo que Dios quiere de ti".
El primer puesto que ocupó Don Bosco fue el de capellán auxiliar en una
casa de refugio para muchachas, que había fundado la marquesa di Barola, la
rica y caritativa mujer que socorrió a Silvio Pellico cuando éste salió de
la prisión. Los domingos Don Bosco no tenía trabajo de modo que podía
ocuparse de sus chicos, a los que consagraba el día entero en una especie de
escuela y centro de recreo, que él llamó "Oratorio Festivo".
La marquesa le negó el permiso de reunir a los niños en sus terrenos,
porque hacían ruido y destruían las flores. Durante un año, Don Bosco y sus
chiquillos anduvieron de aquí para allí, en diversos lugares, porque nadie
quería aceptar ese pequeño ejército de más de un centenar de revoltosos
muchachos.
Cuando Don Bosco consiguió, por fin, alquilar un viejo granero, y
todo empezaba a arreglarse, la marquesa, que a pesar de su generosidad tenía
algo de autócrata, le exigió que escogiera entre quedarse con su tropa o con
su puesto en el refugio para muchachas. El santo escogió a sus chicos.
LA OBRA
En esos momentos críticos, le sobrevino una pulmonía, cuyas
complicaciones estuvieron a punto de costarle la vida. En cuanto se repuso,
fué a vivir en unos cuartuchos miserables de su nuevo oratorio, en compañía
de su madre, y ahí se entregó, con toda el alma a su obra.
Empezó a dar alojamiento a los niños abandonados. Al
poco tiempo, había ya treinta o cuarenta chicos, la mayoría aprendices, que
vivían con Don Bosco y su madre en el barrio de Valdocco. Los chicos
llamaban a la madre de Don Bosco "Mamá Margarita".
Don Bosco vió que el bien que hacía a
sus chicos se perdía con las malas influencias, y decidió construir sus
propios talleres de aprendizaje. Los dos primeros, para
zapateros y sastres, fueron inaugurados en 1853.
LA FAMILIA Y SUS PRINCIPIOS
El siguiente paso fue construir una iglesia, consagrada a San Francisco
de Sales. Después vino la construcción de una casa para la enorme familia.
El dinero no faltaba, a veces, por verdadero milagro.
Don Bosco distinguía
dos grupos entre sus chicos: los aprendices, los que daban
señales de una posible vocación sacerdotal. Al principio iban a las escuelas
del pueblo; pero con el tiempo, Don
Bosco instituyó los cursos técnicos y la escuela primaria
en el oratorio.
"En 1856, había ya 150 internos, cuatro talleres, una imprenta, cuatro
clases de latín y diez sacerdotes. Los externos eran quinientos".
Con su
extraordinario don de simpatía, y de leer los corazones, Don Bosco ejercía
una influencia ilimitada sobre sus chicos, y podía gobernarles sin castigos, para gran escándalo de los
educadores de su tiempo.
Veía en sueños el estado exacto de la conciencia de sus discípulos y les
hacía una descripción tan completa de sus errores, que muchos aclamaban
emocionados: "Si hubiera venido un ángel a contarme toda mi vida no me
habría hablado con mayor precisión".
Es difícil encontrar en toda la
historia de la humanidad, después de Jesús, un educador que haya sido tan
amado como Don Bosco.
IMPORTANCIA DE LAS BUENAS LECTURAS
Don Bosco se veía también asediado de peticiones para que predicara; la
fama de su elocuencia se había extendido enormemente a causa de los milagros
y curaciones obradas por la intercesión del santo.
Decía que Dios lo había enviado al
mundo para educar a los jóvenes pobres y para propagar buenos libros:
"Propagad buenos libros -decía Don Bosco- sólo en el cielo sabréis el gran bien que produce una
buena lectura".
PRIMEROS COLABORADORES
Gran problema de Don Bosco
era encontrar colaboradores. Muchos sacerdotes,
jóvenes y entusiastas, ofrecían sus servicios,
pero acababan por cansarse. En 1850
solo tenía un colaborador, y esto le decidió
a preparar, por sí mismo, a sus futuros colaboradores. Así fue como Santo
Domingo Savio ingresó en el oratorio, en 1854.
LA GRAN FAMILIA SALESIANA
Por otra parte, Don Bosco había acariciado siempre la idea, más o menos
vaga, de fundar una congregación religiosa. Después de algunos descalabros,
consiguió por fin formar un pequeño núcleo.
Por otra parte, Don Bosco había acariciado siempre la idea, más o menos
vaga, de fundar una congregación religiosa. Después de algunos descalabros,
consiguió por fin formar un pequeño núcleo.
"En la noche del 26 de enero de 1854 -escribe uno de los
testigos-, nos reunimos en el cuarto de Don Bosco. Concluimos
que, con la ayuda de Dios, íbamos a entrar en un período de trabajos
prácticos de caridad; al fin de ese período,
estaríamos en libertad de ligarnos con una promesa, que más tarde podría
transformarse en voto".
Desde entonces recibieron el nombre de
Salesianos todos los que se consagraron a ese apostolado. El nombre provenía
del gran obispo de Ginebra, San Francisco de Sales, el Santo de la
amabilidad.
El momento no parecía muy oportuno para fundar una nueva
congregación, pues el Piamonte no había sido nunca más anticlerical que
entonces: Los jesuitas y las Damas del Sagrado Corazón habían sido
expulsados; muchos conventos habían sido suprimidos y, se publicaban nuevas
leyes mermando derechos a las órdenes religiosas.
Pero el ministro Rattazzi, uno de los que más parte había tenido en la
legislación, quien urgió un día a Don Bosco a fundar una congregación para
perpetuar su trabajo y le prometió su apoyo ante el rey.
En diciembre de 1859, Don Bosco y sus veintidós compañeros
decidieron organizar la congregación, cuyas reglas habían sido aprobadas por
Pío IX. La aprobación definitiva no llegó sino hasta quince años después,
junto con el permiso de ordenación para los candidatos del momento.
La nueva congregación creció rápidamente: en 1863 había treinta y nueve
salesianos; a la muerte del fundador, eran ya 768, y en la actualidad se
cuentan por millares: Diecisiete mil en 105 países, con 1,300 colegios y 300
parroquias, y se hallan establecidos en todo el mundo.
EXPANSIÓN SALESIANA
Los Salesianos se extendieron por toda la América del Sur.
Cuando San Juan Bosco murió, la congregación tenía veintiséis casas en el
Nuevo Mundo y treinta y ocho en Europa. Las instituciones salesianas en la
actualidad comprenden escuelas de primera y segunda enseñanza, seminarios,
escuelas para adultos, escuelas técnicas y de agricultura, talleres de
imprenta y librería, hospitales, etc., sin omitir las misiones extranjeras y
el trabajo pastoral.
El siguiente paso de Don Bosco fue la fundación de una congregación
femenina, encargada de hacer por las niñas lo que los Salesianos hacían por
los niños. La congregación quedó inaugurada en 1872, con la toma de hábito
de veintisiete jóvenes, entre ellas, Santa María Dominga Mazzarello, que fue
la cofundadora, a las que el santo llamó Hijas de Nuestra Señora, Auxilio de
los Cristianos (o Hijas de María Auxiliadora).
La nueva comunidad se desarrolló casi tan rápidamente como la anterior y
emprendió, además de otras actividades, la creación de escuelas de primera
enseñanza en Italia, Brasil, Argentina y otros países. "Hoy en día son
dieciséis mil, en setenta y cinco países".
LOS TERCIARIOS
Para completar su obra, Don Bosco organizó a sus numerosos colaboradores
externos en una "tercera orden", a la
que llamó Colaboradores Salesianos,
hombres y mujeres de todas las clases sociales, que se obligaban a ayudar en
alguna forma a los educadores salesianos.
El sueño o visión que tuvo Don Bosco en su juventud marcó
toda su actividad posterior con los niños. Todo el mundo sabe que para
trabajar con los niños, hay que amarlos; pero lo importante es que ese
amor se manifieste en forma comprensible para ellos.
PEDAGOGIA DE DON BOSCO
Los métodos de Don Bosco consistían en desarrollar el sentido de
responsabilidad, en suprimir las ocasiones de desobediencia, en saber
apreciar los esfuerzos de los chicos, y en una gran amistad.
En 1877 escribía: "No recuerdo haber empleado nunca un castigo propiamente dicho.
Por la gracia de Dios, siempre he podido conseguir que los niños observen no
sólo las reglas, sino aun mis menores deseos".
Pero a esta cualidad se unía la perfecta conciencia del daño que puede
hacer a los niños un amor demasiado indulgente, y así lo repetía
constantemente Don Bosco a los padres.
Una de las imágenes más agradables que suscita el nombre de Don
Bosco es la de sus excursiones domingueras al bosque, con una parvada de
rapazuelos. El santo celebraba la misa en alguna iglesita de pueblo, comía y
jugaba con los chicos en el campo, les daba una clase de catecismo.
CONSTRUCTOR DE IGLESIAS
La primera que erigió era pequeña y resultó pronto insuficiente. El santo emprendió la construcción de otra mucho más
grande, terminada en 1868. A ésta siguió una gran basílica en uno
de los barrios pobres de Turín, consagrada a San Juan Evangelista.
El
esfuerzo para reunir los fondos necesarios había sido inmenso; al terminar
la basílica, el santo no tenía un céntimo y estaba muy fatigado, pero su
trabajo no había acabado todavía.
Durante los últimos años del pontificado de Pío IX, se había creado el
proyecto de construir una iglesia del Sagrado Corazón en Roma, y el Papa
había dado el dinero necesario para comprar el terreno. Su
sucesor
se interesaba en la obra, pero era dificil
reunir fondos.
La tarea fue propuesta a Don Bosco.
Cuando ya no pudo obtener más fondos en Italia, se trasladó a Francia. Las gentes le aclamaban en
todas partes por su santidad y sus milagros, y el dinero le llovía.
La consagración de la iglesia tuvo lugar el 14 de mayo de 1887.
San Juan Bosco murió el 31
de enero de 1888, después de una vida muy fructífera, dedicada al servicio
del prójimo. Su cuerpo permanece incorrupto en la Basílica de María
Auxiliadora en Turín, Italia.
Sus últimas recomendaciones fueron:
"Propagad la devoción a Jesús Sacramentado y a María Auxiliadora y veréis
lo que son milagros. Ayudad mucho a los niños pobres, a los enfermos, a los
ancianos y a la gente más necesitada, y conseguiréis enormes bendiciones y
ayudas de Dios. Os espero en el Paraíso".
Unas cuarenta mil personas desfilaron
ante el santo, de cuerpo
presente. Sus funerales fueron una especie de marcha triunfal, toda
la ciudad de Turín salió a la calle para honrar a Don Bosco
por última vez.
Fueron tantos los milagros conseguidos al encomendarse a Don Bosco, que
el Sumo Pontífice lo canonizó cuando apenas habían pasado cuarenta y seis
años de su muerte (en 1934), y lo declaró
"Patrono de los que difunden buenas
lecturas y Padre y maestro de la juventud."
|