El Padre Augustín Fuentes, sacerdote mexicano nombrado
vicepostulador,
(investigador),
en las causas de beatificación de
Francisco y Jacinta, tuvo una conversación con Sor Lucía de
Jesús el día 26 de
diciembre de 1957.
Vuelto a México, dió una conferencia en la
casa madre de las Misioneras
del Sagrado
Corazón, el 22 de mayo de 1958, y habló de esta entrevista.
Existen dos textos de esa
conferencia, uno en español y otro en inglés
(traducción abreviada del texto español), pero
esencialmente idéntico.
Imprimatur de S.E.R. Mons. Sánchez, Arzobispo
de Santa Cruz, México.
reconocido por S. S. Pio XII, fué publicado
con licencia en la revista "Fátima
Findlings", Junio de
1959; y "Messaggero del Cuore di Maria",
Septiembre
de 1961, entre muchas otras, y en varios libros.
El Padre Fuentes habla de un mensaje "recibido de los
mismos labios",
de Sor Lucía
de Jesús, la
vidente de Fátima: "Quiero contaros la última
conversación que tuve con Sor Lucía, el 26 de
diciembre del año pasado..."; ...
"la encontré en su
convento muy triste, pálida y demacrada; y me dijo:
«Padre, la Santísima Virgen está muy triste, porque nadie
hace caso a su Mensaje, ni los buenos ni los malos. Los buenos, porque
prosiguen su camino de bondad; pero sin hacer caso a este mensaje. Los
malos, porque no viendo el castigo de Dios, actualmente sobre ellos, a causa
de sus pecados, prosiguen su camino de maldad, sin hacer caso a este
Mensaje.»
«Pero, créame Padre, Dios va a castigar al
mundo, y lo va a castigar de una manera
tremenda: El castigo del cielo es inminente.
¿Qué
falta, Padre, para 1960; y qué sucederá entonces? Será una cosa muy triste
para todos; y no una algo alegre, si antes el mundo no hace oración y
penitencia.»
«No puedo detallar más, ya que es aún secreto que, por voluntad
de la Santísima Virgen, solamente pudieran saberlo tanto el Santo Padre como
el señor Obispo de Fátima. Ambos no han querido saberlo para no
influenciarse. Es la tercera parte del mensaje de Nuestra Señora, (Tercer
Secreto), que aún permanece secreto hasta esa fecha de 1960.»
«Dígales, Padre, que la Santísima Virgen repetidas
veces, tanto a mis primos Francisco y Jacinta, como a mí, nos dijo, que
muchas naciones de la tierra desaparecerán sobre la faz de la misma, que
Rusia sería el instrumento del castigo del Cielo para todo el mundo, si
antes no alcanzábamos la conversión de ese pobrecita Nación.» ...
-
Sor Lucía me decía también:
«Padre, el demonio está librando una batalla decisiva
contra la Virgen; y como sabe qué es lo que más ofende a Dios y lo que, en
menos tiempo, le hará ganar mayor número de almas,
está tratando de ganar a las almas consagradas a Dios, ya que de esta manera también deja el campo de las almas
desamparado, y (el demonio) más fácilmente se apodera de ellas.»
«Dígales también, Padre, que mis primos Francisco y Jacinta se
sacrificaron porque vieron siempre a la Santísima Virgen muy triste en todas
sus apariciones. Nunca se sonrió con nosotros, y esa tristeza y angustia
que notábamos en la Santísima Virgen, a causa de las ofensas a Dios y de los
castigos que amenazaban a los pecadores, nos llegaban al alma; y no sabíamos
qué idear para encontrar en nuestra imaginación infantil medios para hacer
oración y sacrificio. ... Lo segundo que santificó a
los niños fué la visión del infierno.» ...
«Por
esto Padre no es mi misión indicarle al mundo los
castigos materiales que ciertamente vendrán sobre la tierra, si el
mundo antes no hace oración y penitencia, no. Mi misión es indicarles a
todos el inminente peligro en que estamos de perder para siempre nuestra
alma si seguimos aferrados al pecado.»
«Padre —me decía Sor Lucía—, no esperemos que venga de Roma una llamada a
la penitencia, de parte del Santo Padre, para todo el mundo; ni esperemos
tampoco que venga de parte de los señores Obispos cada uno en su diócesis;
ni siquiera tampoco de parte de las Congregaciones Religiosas. ¡No! Ya Nuestro Señor usó muchas veces estos medios, y el mundo no le ha
hecho caso. Por eso, ahora que cada uno de
nosotros comience por sí mismo su reforma espiritual;
que tiene que salvar no sólo su alma, sino salvar a todas las almas
que Dios ha puesto en su camino.»
«Padre, la Santísima Virgen no me dijo que nos
encontramos en los Ultimos Tiempos del mundo, pero me lo dió a demostrar por tres motivos:
- El primero, porque me dijo
que el demonio está librando una batalla decisiva con la Virgen, y una
batalla decisiva, es una batalla final en donde se va a saber de qué partido
es la victoria, de qué partido es la derrota. Así que ahora, o somos de
Dios, o somos del demonio; no hay término medio.
-
Lo segundo, porque me dijo,
tanto a mis primos como a mí, que dos eran los últimos remedios que Dios
daba al mundo; el Santo Rosario y la devoción al Inmaculado Corazón de
María. Y, al ser los últimos remedios, quiere decir que son los últimos, que
ya no va a haber otros.
- Y tercero, porque siempre en
los planos de la Divina Providencia, cuando Dios va a castigar al mundo,
agota antes todos los demás medios; y cuando ha visto que el mundo no le ha
hecho caso a ninguno de ellos, entonces, como si dijéramos a nuestro modo
imperfecto de hablar, nos presenta con cierta angustia el último medio de
salvación, Su Santísima Madre.»
«Si despreciamos y rechazamos este último medio, ya no tendremos perdón
del cielo; porque hemos cometido un pecado, que en el Evangelio suele
llamarse pecado contra el Espíritu Santo; que consiste en rechazar
abiertamente, con todo conocimiento y voluntad, la salvación que se presenta
en las manos. Y también porque Nuestro Señor es muy buen hijo... y no
permite que ofendamos y despreciemos a su Santísima Madre, teniendo como
testimonio patente la historia de varios siglos de la Iglesia que, con
ejemplos terribles, nos indica cómo Nuestro Señor siempre ha salido en
defensa del honor de su Santísima Madre.»
«Dos son los medios para salvar al mundo – me decía Sor Lucía de Jesús–,
la oración y el
sacrificio... Y luego, el Santo
Rosario. Mire Padre, la Santísima Virgen, en estos Ultimos Tiempos en que estamos viviendo, ha dado
una nueva eficacia al rezo del Santo Rosario. De tal manero que ahora no hay
problema, por más difícil que sea, sea temporal o sobre todo espiritual, que
se refiera a la vida personal de cada uno de nosotros; o a la vida de
nuestras familias, sean familias del mundo o Comunidades Religiosas; o la
vida de los pueblos y naciones.»
«No hay problema, repito, por más difícil que sea, que
no podamos resolver ahora con el rezo del Santo Rosario. Con el santo rosario nos
salvaremos, nos santificaremos, consolaremos a nuestro Señor, y obtendremos
la salvación de muchas almasY luego, la devoción al Corazón Inmaculado de
María, Santísima Madre, poniéndonosla como sede de la clemencia, de la
bondad y el perdón; y como puerta segura para entrar al cielo.
Esta es la primera parte del Mensaje referente
a Nuestra Señora de Fátima; y la segunda parte, que, aunque es más breve, no
es menos importante, se refiere al Santo Padre.»
Fuente:
"La verdad sobre el Secreto
de Fátima, Fátima sin mitos", libro del P.
Joaquín Alonso, sacerdote Claretiano, archivero oficial e investigador de
los hechos.
Monseñor
João Venancio, obispo de Fátima, le encargó en 1966 relatar
una
historia
crítica, imparcial y completa, de las revelaciones, para defenderlas
de los ataques y escepticismos modernistas. El Padre Alonsoestudió los
archivos,
habló con Sor Lucia, y testificó públicamente que las
"Declaraciones
de Sor Lucia al P. Fuentes", en 1957, eran auténticas y verídicas.
En
1975, terminado su estudio sobre las apariciones de Fátima, "Textos y
estudios críticos de Fátima", con 5.396 documentos, y listo ya para la
impresión,
el nuevo obispo de Fátima, Monseñor do Amaral, lo archivó.
Antes de su fallecimiento, 12 de Diciembre de
1981, el Padre Joaquín
Alonso publicó algunos libros y folletos sobre
el mensaje de Fátima.
- Se permite publicación y reenvío.
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