La advocación de la
Medalla Milagrosa tiene su origen en las apariciones de
la Santísima Virgen a Santa Catalina Labouré, en
la "Rue du Bac", casa madre de las de las Hijas de
la Caridad, París, Francia,
en 1830.
Santa Catalina Labouré nació
en Fain-les-Moutiers, Borgoña, Francia, el 2 de mayo de 1806,
en una familia muy humilde. A los 24 años
de edad ingresó como novicia de las "Hijas
de la Caridad", incitada a ello por un sueño que había tenido, donde un
sacerdote se lo decía.
Tiempo después Santa Catalina reconoció a
este sacerdote, era San Vicente de Paul, fundador
de la Congregación de las "Hijas de la Caridad".
LAS APARICIONES
La primera aparición tuvo lugar el
día 18 de julio de 1830. Mientras la Santa dormía, un niño, (angel),
vestido de blanco, como de cinco o seis años le dijo: "Ve a la
capilla que la Virgen María te espera".
En la capilla, el niño le dijo: "Aquí esta la Virgen Bendita". Catalina
cayó de rodillas y puso sus manos sobre el regazo de María.
(Ella acompañó siempre
la historia de la humanidad con sus apariciones, y cuando
el hombre más se alejó de Dios, más se hizo presente Su Madre.)
La Virgen le comunicó tristes acontecimientos que
vendrían: "Los tiempos serán muy calamitosos,
desgracias lloverán sobre Francia, su trono será derribado, el mundo será
afligido por calamidades de todas clases. El clero de París tendrá muchas
víctimas, morirá el señor Arzobispo, la Santa Cruz será despreciada, el
Corazón de mi Hijo será otra vez traspasado y el mundo entero se
entristecerá."
Una semana después estalló la
revolución en Francia. En
1870 fue fusilado el Arzobispo Monseñor Darboy y otros sacerdotes.
La segunda aparición ocurrió el
sábado 27 de noviembre de 1830,
cuando Catalina rezaba en la capilla, la
Santísima Virgen se le aparecido sobre un globo que
representaba al mundo, sus pies pisaban
una serpiente, y de sus manos salían
rayos de luz.
Entorno a Maria se formó un óvalo que rodeó la
imagen de la Virgen, y dentro de él apareció la escritura con siguiente:
"¡Oh María sin pecado concebida, rogad por
nosotros que recurrimos a tí!"
Y una voz le dijo a Catalina:
"Haz
que se acuñe una medalla según este modelo. Las personas que la
lleven recibirán grandes gracias. Las gracias serán abundantes para
los que la lleven con confianza".
Y también le dijo:
"En adelante, ya no me verás, hija mía; pero oirás mi voz en la
oración".
La aparición a Santa Catalina está íntimamente
relacionada con las de
Lourdes. Santa Bernardette
declaró que... "la Señora de la Gruta se le
apareció tal como estaba representada en la
Medalla Milagrosa".
LA MEDALLA
Tiene en un lado la imagen de la Virgen con los
brazos extendidos, de cuyas manos salen rayos hacia el mundo, y la
inscripción: "¡Oh María sin pecado concebida,
rogad por nosotros que recurrimos a tí!"
Del otro lado la letra
M
entrelazada con la Cruz,
debajo los corazones de Jesús y María; y alrededor doce estrellas. El
corazón de Cristo está coronado de espinas y el de María traspasado por
una espada.
DIFUSIÓN RÁPIDA Y PRODIGIOSA
Catalina relató
los hechos a su confesor; éste mostró
mucho escepticismo, e invitó a Catalina al
silencio y la prudencia.
Pero al cumplirse las
profecías que Sor Catalina le había transmitido, y al ver que ella era la
más inculta, humilde y trabajadora de todas las
novicias, el Padre Aladel se convenció. Y convenció al
Obispo para realizar el cuño de la Medalla e iniciar su difusión en
París.
El Arzobispo de París, después de
investigar el caso, autorizó la acuñación de la medalla en 1832.
Fueron tantas las bendiciones y milagros acontecidos, que el
pueblo la llamaba la "Medalla Milagrosa".
CONVERSIÓN ESPECTACULAR
Su fama se expandió rápidamente por todo el
mundo, llamándola el pueblo "Medalla Milagrosa",
por los muchos prodigios y milagros acontecidos. Uno de los más espectaculares y conocidos
ocurrió a un conocido banquero y abogado
judío, Alfonso Ratisbone.
Ratisbone tenía
aversión a los católicos desde que su hermano se convirtió
al Catolicismo y se ordenó sacerdote. En
una de sus muchas discusiones y disputas contra los
católicos, le entregaron una Medalla. El aceptó llevarla
puesta sólo para demostrar que no tenía temor de usarla, y
que eran simples supersticiones, los prodigios a ella atribuidos.
Dos días después, de pura casualidad, esperaba a un amigo al lado de
una iglesia, en Roma. No resistiendo la tentación
entra en la iglesia, y allí recibe la aparición de la Virgen, viendo él
mismo confirmados estos prodigios. Conmovido por esta aparición, se
convirtió al Catolicismo; ingresó en la compañía
de Jesús y se ordenó sacerdote.
Alfonso Ratisbone fué un enorme trabajador en Tierra Santa, por la
causa del Catolicismo. Convirtió después a cientos de judíos, salvando y
recuperando muchas almas.
La
popularidad de este hecho, muy famoso en su tiempo, el bautismo y
conversión de Alfonso Ratisbone, dió la vuelta al
mundo, junto a la imagen de la Medalla Milagrosa, contribuyendo así
grandemente al asentamiento definitivo de esta devoción en todo el mundo.
LA SANTA
Santa Catalina nació en 2 de mayo de 1806 en en
Fain-les-Moutiers, en la Borgoña
francesa, en el seno de una familia muy humilde; eran once
hermanos. Toda la familia era devota de la Virgen y acudía al templo con
frecuencia.
Catalina quedo huérfana de madre a los 9 años de edad. Cuando Maria, su
hermana mayor, ingresó en la
congregación de las "Hijas de la Caridad", su
padre, don Pedro, encargó a Catalina las
tareas de la casa. Ella, cumplidas las tareas diarias, se sumía en el silencio y en la
oración y ayunaba los viernes y los sábados.
El 21 de
Abril de 1830 ingresó también ella en la Congregación
a los 24 años, incitada a ello por un sueño que tuvo a los 18 años:
vió a san Vicente de Paúl
celebrando misa y le oyó decir:
"Ahora huyes de mí,
pero un día te sentirás dichosa por ser Hija de la Caridad".
Concluido el primer año de prueba, fue enviada al Hospital-Asilo de
Enghien para cuidar el establo y servir a los ancianos; y
allí pasó los 46 años siguientes, hasta su muerte,
realizando las tareas más humildes, en servicio a los demás.
Santa Catalina Lobouré murió el 31 de diciembre
de 1876, con una paz y serenidad que produjeron admiración a las hermanas
del asilo de ancianos.
Después de una vida de servicio y dedicación a los demás; muy
humilde y servicial, gozaba de la estima general.
Su partida fué muy sentida,
tomando participación en su entierro casi todo el
pueblo donde se encontraba el asilo. El pueblo era
conscientes de que les dejaba una verdadera santa. Solo
después de su muerte pudo conocer el mundo
la identidad de la vidente, la novicia a la que se apareció la Santísima
Virgen, originando la devoción a la
Medalla
Milagrosa, que tanto bien había producido.
SU CUERPO CONTINUA INCORRUPTO
56 años después su muerte, en el proceso de beatificación, el Cardenal
Verdier hizo abrir su tumba para hacer un "reconocimiento de las
reliquias". Y
para sorpresa de todos, su cuerpo se encontró tal y
como había sido depositado.
El doctor que
levantó sus párpados, tras 56 años de estar enterrada, sintió una intensa
emoción al descubrir sus magníficos ojos azules, que parecían estar aún
con vida.
El cuerpo incorrupto de Sor Catalina fué trasladado
a la Casa Madre de las Hijas de la Caridad, en la
Rue du Bac, en París, donde se la puede ver, en una urna de vidrio.
Santa Catalina fué beatificada en 1933, y
canonizada el 27 de Julio de 1947, por el Papa Pío XII, quien declaró:
"Decretamos y definimos Santa,
a la beata Catalina Labouré."