¡Viva el Sur!
Marina Menéndez Quintero
El paso
resulta tan veloz como es posible. Y se camina de prisa porque apremia la
necesidad. Así va también, en sentido contrario, el deseo norteamericano de
absorbernos.
Tres
semanas después del triunfo latinoamericano que constituyó el “no” al ALCA
de la IV Cumbre de las Américas, la reunión que acaban de sostener los
presidentes Hugo Chávez y Néstor Kirchner cosecha frutos que van más allá de
lo bilateral y engrosan, a fin de cuentas, la canasta para la real integración
de Latinoamérica.
Si algo
han demostrado los acuerdos suscritos en el último año, al influjo de
Venezuela, por algunos países del cono sur, es cuánto se puede con voluntad
política. La aletargada aspiración de unidad que durante siglos pareció
apenas una utopía, se está concretando ahora.
Ha hecho
falta, claro, la decadencia de un esquema de dominación que cada vez atrapa a
menos incautos en sus tentáculos y, por otro lado, digamos que la valentía y
honradez de los gobiernos que, poco a poco, instauran los pueblos:
nacionalistas, insumisos.
Sabedores
de que no solo cuentan los pronunciamientos sino las acciones concretas,
Kirchner y Chávez han hecho ahora que la región escale otro peldaño en ese afán
integracionista propugnado por el ALBA.
Desde la
distancia, su reunión de dos días en el venezolano territorio de Puerto Ordaz
se apreció como una cita desprovista de protocolos baldíos y palabras huecas.
Descolló el encuentro, sobre todo, por la adopción de acuerdos erigidos sobre
la base del bien común, y bañados por ese espíritu solidario imprescindible
para hacer equitativo y justo cualquier intercambio.
Nada
resultó improvisado. Todo tiende a consolidar los pasos que ya se han dado. En
tal sentido, el propio Presidente de Venezuela destacó, entre lo más
relevante, el compromiso adoptado por ambos de construir un gasoducto que
enlazará a ambas naciones a lo largo de cerca de seis kilómetros, y que el líder
bolivariano, en conferencia de prensa, calificó como “la gran noticia” de
la cumbre bilateral con su vecino. “Un proyecto de gran envergadura para la
integración” que enlaza, obviamente, con el proyectado PETROSUR para
conformar el anillo energético que una al continente y que debe empatar, después,
con el arco integracionista que ya dibuja PETROCARIBE.
Hubo
otros acuerdos ejemplares aunque más circunscritos a lo bilateral, como el
convenio mediante el cual Caracas suministrará a los argentinos cinco millones
de barriles de gasoil que Buenos Aires le pagará con tecnología agropecuaria.
También
se acordó la compra por Venezuela de nuevos títulos de la deuda argentina, lo
que significará un indiscutible respiro para un gobierno que, como el de
Kirchner, está agobiado por los débitos que heredó pero trata, sin romper, de
no recargar más los hombros del pueblo.
El
convenio, materializa el pronunciamiento de ambos estadistas que apoya la creación
de un Fondo Latinoamericano para sustituir un día al garrotero FMI. EL sueño,
como diría Chávez, va dejando de serlo.
Ahora, la
anunciada entrada de Venezuela como miembro asociado del MERCOSUR hará más sólidos,
en breve, lazos que ya tienen sustento en lo concreto. Así pueden no solo
sobrevivir, sino triunfar, los que se niegan a seguir siendo acólitos del
imperio. Así se forja la unidad del sur.
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