Mauritania
La huella de
oscuros intereses
ARNALDO MUSA
La
miseria generalizada, la falta de infraestructuras
y los recursos insuficientes caracterizan a la República
Islámica de Mauritania, donde sus empobrecidos
habitantes esperan aún por los cambios prometidos
por la Junta Militar que el 3 de agosto pasado
depuso al presidente Ahmed Uld Taya.
Los golpistas de entonces
enarbolaron la bandera de las libertades democráticas
para justificar el paso con el objetivo,
aseguraron en un comunicado, de "poner fin a
las prácticas totalitarias del régimen derrocado
que en los últimos años ha sometido a un gran
sufrimiento al pueblo mauritano".
Pero la tradicional
sensibilidad de ese país magrebí a las sacudidas
del conflicto en el Sahara Occidental, las
fricciones provocadas por el alineamiento de Taya
con Estados Unidos e Israel y la inminente entrada
de Mauritania en el club de los productores de
petróleo, proyectan dudas sobre el auténtico móvil
de la asonada militar.
Las sublevaciones castrenses
han sido una constante en la historia de
Mauritania desde la proclamación de su
independencia de Francia, en 1960. El propio
coronel Taya había llegado al poder por esta vía
con un golpe de Estado con el que en diciembre de
1984 apartó al presidente Mohamed Juna Uld
Haidalla.
Taya —quien había hecho
fracasar dos intentonas golpistas— fue depuesto
cuando se hallaba en Arabia Saudita. En estos 21 años
fue elegido en tres comicios calificados de
fraudulentos por sus adversarios, luego de una
denominada apertura democrática en un escenario
altamente inflamable por las tensiones étnicas,
que enfrentan a la población árabe-bereber con
la minoría negra, y las contradicciones de una
sociedad que ha tenido que renunciar a la vida de
los pastores y comerciantes nómadas para
radicarse en los centros urbanos.
Todo ello rociado con ese
peligroso combustible que es la pobreza endémica
de la inmensa mayoría de sus 2 893 000
habitantes, asentados en un extenso territorio de
1 030 700 kilómetros cuadrados, con una
mortalidad infantil de 96,7 por mil, una esperanza
de vida de solo 52,5 años, un analfabetismo de
48,2% en los hombres y 68,1% en las mujeres, y una
renta per cápita de apenas 400 dólares anuales.
A ello se suma que
Mauritania ha sido uno de los países que ha
padecido este año el azote de la plaga de
langostas y la sequía, que ponen en peligro de
muerte por hambre a unas 600 000 personas.
Lo cierto es que, en el
primer momento, la oposición y la mayor parte de
la población expresó su alivio por la salida de
Taya, aunque a muchos no les gustó que los
golpistas acudieran a numerosas figuras del
anterior régimen para gobernar y anunciaran
elecciones dentro de dos años.
DIME DE QUIÉN ERES,
AMIGO...
Llaman la atención dos
inmediatas reacciones tras la deposición de Taya.
La primera fue del ex presidente español José
María Aznar y la segunda, del presidente
norteamericano, George W. Bush. Ambos condenaron
el golpe y llamaron a un "retorno pacífico"
del mandatario depuesto.
El anterior Gobierno había
cerrado la embajada iraquí en 1999 y reforzó la
cooperación militar con EE.UU. en el ámbito de
la "guerra contra el terrorismo",
pretexto para detener este año a decenas de
personas, entre ellas un periodista de Al
Jazzeera, y que según la página web de Rebelión,
fueron "recluidas en régimen de incomunicación,
en un lugar desconocido en el que corren peligro
de ser sometidas a torturas".
El reciente descubrimiento
de cuantiosos yacimientos de petróleo en esa ex
colonia francesa coincidió con un aumento de los
intereses políticos y económicos norteamericanos
en esa subregión, donde a la vez, Francia se
esfuerza por recuperar su perdido protagonismo.
Allí se ha hecho presente
la empresa norteamericana Halliburton, que está
preocupada con la competencia australiana de
Woodsids y Fusion Oil; la francesa Total, la británica
Premier, la española Repsol, y la mauritana Roc
Oil.
Todas están alentadas por
hallazgos que hacen buenos los cálculos de que
podrían existir unas reservas de más de 1 000
millones de barriles de petróleo y 30 000
millones de metros cúbicos de gas.
El investigador Nicolás
Alkin, graduado en la Universidad británica de
Warwick, llamó la atención acerca de la
existencia de numerosas corrientes islámicas
existentes, algunas de las cuales están en la
lista de proscritas por Estados Unidos, que ha
invertido unos 500 millones de dólares en la zona
para "combatir el terror".
Además, esta Junta tendrá
que enfrentar la corrupción imperante, las
reivindicaciones de grupos defensores de los
negros y los diversos partidos políticos, así
como la presencia del petróleo, con todo lo que
ello conlleva en una nación donde el hambre también
pulula.
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